Fracasos de la izquierda local

Como lo he comentado antes, no tengo mucho aprecio por la política, aunque eso no me impide emitir opiniones o votar por alguien. Y aunque en teoría me considero de izquierda, diré que sencillamente no me gusta ninguno de los movimientos de izquierda del país, y siento que ninguno me representa, ni representa lo que más necesita la sociedad. Con la reciente muerte de Carlos Gaviria (y hasta él tenía sus desaciertos), no hay un solo político de izquierda en la actualidad que merezca mi voto en ninguna rama del poder. Énfasis: ni uno solo.

Quizás haya algunos con mejores ideas que sus partidos, y la verdad es que yo voto más por propuestas que por partidos -aunque no votaría ni por un conservador ni por un uribista, o por uno de esos múltiples y risibles partidos menores-. Sin embargo, la izquierda del país mantiene algunas actitudes e ideas que no encuentro aceptables, y apoyar a su candidato es darles pie para transmitir esas ideas de partido -bien o mal, por lo general el candidato debe ajustarse a las direcciones de su partido-. Así que simplemente no veo razón para apoyarlos.

Pero no piense el simpatizante promedio de izquierda, ni el mamerto promedio, que mi descontento con esta rama del espectro político viene de la nada. Al contrario, está fundamentado en una serie de problemáticas que poseen los movimientos de izquierda del país, y muy en particular el Polo Democrático Alternativo, que yo considero fracasos. Fracasos, porque son un impedimento para que lleguen al poder. Porque si usted cree que todo es por la relación que hace la gente entre izquierda y guerrilla, le aseguro que se equivoca. Hay muchas otras razones para desconfiar de un candidato de izquierda, y de los movimientos de hoy.


Por otro lado, estos problemas no son exclusivos de la izquierda de nuestro país, sino que es un síntoma de los fracasos de la izquierda en gran parte de América Latina. Desde grupos juveniles a partidos consolidados, los problemas son patentes. Estos son:

Populismo y demagogia: de acuerdo, este ni siquiera es un fracaso exclusivo de la izquierda. Populistas y demagogos hay en cualquier partido. El problema es que en la izquierda se convencen de que realmente representan los intereses del pueblo y sus propuestas son las adecuadas -no como en otros partidos, donde muchos politiqueros buscan básicamente beneficios personales-. Y eso puede ser un sentimiento noble, excepto que no debería ser necesario lisonjear excesivamente a la población para conseguir su aprobación. Las propuestas deberían bastar: que deban recurrir a la demagogia es una muestra de que no son suficientes.

Una razón por la cual el populismo es especialmente preocupante en la izquierda es porque con él se exacerban los sentimientos de descontento del pueblo. A través del discurso de la opresión de los que están arriba, de la corrupción de los que han gobernado antes -todas problemáticas muy ciertas-, se termina incentivando una maniquea lucha de clases que mantiene una disparidad social y un desprecio entre los ciudadanos, mientras que al mismo tiempo proponen o consiguen cambios que, aunque buenos, son más arreglos de forma que soluciones a los problemas de fondo en la desigualdad social -¿se les hace familiar este modus operandi?-.


Para la muestra un botón: nuestro comediante local en la candidatura a la Alcaldía -si se le puede llamar así, porque en realidad da más pena que risa-, Aristides “Aquaman” Herrera. ¿Puede haber una muestra más clara de politiquería y populismo que meterse al río Guachaca para asegurar que con este afluente solucionará la escasez del preciado líquido en Santa Marta, aprovechando la situación de crisis de la población para captar votos? ¿O la ridícula marcha para protestar por la tala de árboles, donde rodearon los que quedaban con cruces de madera? Si eso no es jugar sucio con los sentimientos de la gente, no sé qué lo sea.

Pero esto no ocurre únicamente con la gente de a pie. Dentro de la política también hay actos populistas para conseguir el apoyo de otros miembros del gremio. Como fue el caso de Gustavo Petro cuando fue congresista. Puede que muchos no lo sepan o no lo recuerden, pero el “ilustre” alcalde de Bogotá fue uno de los que votó a favor de reelegir al Procurador Alejandro Ordóñez, en vista de que tenía mano fuerte en contra de muchos corruptos -cosa que resultó no ser tan cierta-. Al parecer le importó un pito que Ordóñez fuera un adalid del lefebvrismo que trataba de imponer su visión conservadora y fundamentalista en todos los aspectos de la sociedad. No, conseguir el apoyo de otros congresistas para el partido y hacer sus pinos para destinos más altos apoyando una mano firme fue lo que valió primero. Vaya cosa que su decisión se volviera en su contra, ¿no?

Chovinismo y xenofobia: esto es más patente en las organizaciones izquierdistas y los mamertos que en los partidos políticos, pero sigue siendo un fracaso. Se mantiene un discurso de alarde excesivo de los valores de nuestro país, al punto que cualquier tipo de influencia extranjera, sea cultural o económica, y especialmente la estadounidense, se contempla como una invasión. He analizado algunos de estos mitos en la serie Nacionalismo inútil, que el lector puede revisar después de esta entrada, pero en general mantengo una actitud crítica ante esa visión chovinista de nuestras cualidades, que en realidad no son tantas ni tan notables como solemos creer. Y no, decir esto no significa que odie al país, sino que creo que podemos ser mejores sin todo ese lastre nacionalista.


Es curioso, pero mientras que en Europa el nacionalismo es un fenómeno característico de la derecha, aquí en nuestra región es más propio de la izquierda. Esto es probablemente una consecuencia de nuestra historia de dominación desde el Descubrimiento, pero mantenerse aferrado a ese pasado para prolongar una actitud xenofóbica es un error. Sobre la cultura ya he hablado en Nacionalismo inútil, pero en la economía dicha visión equivocada es particularmente nociva. Se mantiene una actitud crítica ante las multinacionales (“¡multinacionales fuera del país!”), y aun así se llora cuando estas empiezan a retirar sus fábricas ante las restricciones y gravámenes en nuestra tierra. Por alguna razón esto debería ser beneficioso para nosotros, que tendríamos más espacio para desarrollarnos; sin embargo, eso no ocurre. ¿Qué nos falta, pues? ¿O será que estamos enfocando mal el problema?

En una ocasión, una amiga de antropología compartió una imagen en su muro de esa molesta campaña pasada de “Compra colombiano”. Cuando traté de explicarle los problemas de la autarquía y el pretender, por orgullo patrio, comprar cosas que no necesariamente son de buena calidad (muchos preferirían pagar unos pesos más por un producto extranjero, si su calidad es mejor), alguien me acusó de ser un “vendepatria”. Así piensan muchos.

Por otra parte, nunca falta el que asegura que Estados Unidos está detrás de todos nuestros problemas, y son los que realmente mandan aquí. Si en Venezuela hay protestas contra Maduro, por ejemplo, es culpa de la oposición financiada por los yanquis. Pero de las teorías de conspiración hablaré más adelante.

Para concluir este fracaso, en un episodio de El Siguiente Programa, donde se analizaba la llegada del nuevo milenio y el atraso en que aún estamos, hay un instante donde un anciano reprocha a Martín y a Santiago por decir que en el país no hay buenos puentes, y termina diciendo: “¡Es que Chibchombia es el mejor vividero del mundo!”. Santiago lo ve alejarse mientras señala la actitud del viejo como una “mentalidad aldeana”, que resume muy bien la actitud del chovinista irreflexivo, sea de derecha o izquierda, con una cita de Alfredo Iriarte: “El aldeano, como no extiende la vista más allá del campanario, cree que lo suyo es excelso. El aldeano huye de la crítica”.

(Entre paréntesis: ¿por qué siempre se protesta con la injerencia o las opiniones de Estados Unidos sobre asuntos de Colombia, y en cambio se calla con las opiniones de Mujica sobre el país, o la intervención castrista en Venezuela? ¿No es una opinión externa siempre un golpe a la soberanía, o depende de la ideología del opinante? Cierro paréntesis).

Sesgo ideológico: esta es sumamente común no sólo en las organizaciones de izquierda, sino en el mamerto promedio. ¿Cómo se ve ese sesgo ideológico? Sencillo: cuando se critica la política imperialista de Estados Unidos, o las dictaduras de derecha en Latinoamérica como las de Pinochet, Rojas Pinilla o Videla, mientras que al mismo tiempo se calla ante los tiranos de izquierda como los estalinistas de Europa, los Castro, o incluso los excesos de gobiernos como en Venezuela, Ecuador o Bolivia.


Esto se ve todo el tiempo: se critica a Uribe por su persecución a los periodistas y opositores, pero al mismo tiempo se aplaude que Correa quiera montar una ley mordaza. Se cuestionan las torturas y malos tratos en la prisión de Guantánamo, pero no se dice nada ante los sangrientos excesos del Che Guevara en La Cabaña. Se protesta por el trato que se da en Estados Unidos a los inmigrantes latinos, mientras que aquí se ve con desprecio a los extranjeros, empresarios o turistas (ejemplo de La Perla, de Calle 13). Se asegura que los medios de comunicación son todos sesgados y desinformar, pero no les preocupa que Canal Capital prácticamente pertenezca a la Alcaldía de Bogotá. En México hasta se lamentó la muerte de Kim Jong-Il, el dictador norcoreano, ¡y aquí aún hay gente que reivindica la lucha armada de las FARC y el ELN, como si sus atrocidades fueran justo ejercicio de la revolución! En fin, que ejemplos hay muchos.


Aquí el problema es notable: el pensador político tiende a pensar que toda lucha hecha por la causa de su ideología es noble, y si tienen la razón, entonces cualquier acción que tomen, por cruenta o antidemocrática que sea, está justificada. No, no es broma: hay gente que piensa que los gulags fueron necesarios, que las muertes que provocan las FARC no hacen más daño que las ocasionadas por el Estado, que la educación en Cuba es excelente por ser gratuita a pesar de ser sesgada y adoctrinante, y que políticos como Putin o Ahmadineyad, que no son precisamente de izquierda, son geniales porque se oponen a Estados Unidos, y todo el que se oponga al tío Sam no es tan malo.

Un ejemplo más local: organizaciones estudiantiles como la MANE guardaron silencio ante varias manifestaciones de violencia que se dieron entre 2011 y 2012, durante la polémica de la fallida reforma a la Ley 30. Y no fueron simplemente piedras contra balas: no, hubo incluso papas bomba. Otro ejemplo: su reacción cuando el periodista Andrés Hoyos les pidió su opinión ante la ejecución de cuatro militares secuestrados durante 10 años a manos de las FARC.

Y sí, yo también estoy consciente de los crímenes de Estado, de los asesinatos de inocentes a manos de policías y miembros del Ejército. Pero es que yo puedo criticar a uno y a la vez a otro. Ante los crímenes de lesa humanidad, cualquier bandera política que se porte debería dejar de tener significado: delito es delito, cométalo quien lo cometa. Y ni siquiera es necesario que tenga que opinar sobre los delitos de la Policía -que sí ha cometido, y no son pocos- para criticar los de las FARC: eso es un pésimo argumento. Mucho más cuando lo que se pide es ignorar que un grupo guerrillero que nunca ha tenido motivos válidos para su lucha -y si los tuvo, los perdió hace tiempo al deshumanizarse- comete asesinatos a sangre fría pretendiendo que lucha por el pueblo. No soy amante de las farsas.

Posmodernismo y relativismo: de nuevo, esto es más evidente en las organizaciones y la gente de a pie que en los partidos políticos. No deja, sin embargo, de ser un fracaso.

El posmodernismo es esa “filosofía” estorbosa que actúa como reacción en contra de las tendencias surgidas en la Edad Moderna, y poniendo en entredicho el concepto mismo de verdad, a la que ve como un elemento subjetivo, acorde a las perspectivas de las personas y la época. No es difícil ver por qué es una forma de pensamiento tan acogida entre los izquierdistas, pues es la forma de reivindicar las culturas “ancestrales” que fueron destruidas, suprimidas o simplemente abandonadas tras la influencia de Occidente, que siempre es visto como el coco de los posmodernistas -irónicamente, aunque no hay verdades absolutas, los posmodernos sienten que pueden criticar fuertemente a Occidente-.

El relativismo es su mejor herramienta, pues según este no hay verdades absolutas, y las grandes revoluciones sociales y científicas se dan por consenso social, y no por un análisis científico. De igual forma, toda forma de pensamiento de una cultura debe respetarse, pues es propia de ella y no debemos interferir. Y así se mantienen cosas como el mito del buen salvaje -a propósito, ¿la reciente marcha indígena contra Correa, organizada por la Conaie, será considerada legítima por ser de nativos, o una manipulación gringa por ser contra un gobierno de izquierda?-, la medicina espiritual, la homeopatía, y otras similares.

Cualquier persona sensata debería comprender que todo esto es una estupidez, como ya lo he señalado en entradas anteriores. Es por eso que trataré de no ampliar demasiado en detalles, excepto en esto: el posmodernismo y la relatividad olvidan el pensamiento objetivo en pos de una exaltación de las emociones y la subjetividad. E ignorar los hechos y la evidencia por no ajustarse a nuestras opiniones personales es la receta primordial para el atraso y la ignorancia.

Anticiencia: este es uno de los peores fracasos de la izquierda latinoamericana (y, para ser justos, a nivel mundial), y es común tanto a organizaciones como a partidos. Es una consecuencia del fracaso anterior. Como el relativismo asegura que no hay verdades absolutas, sino que todo es cuestión de contexto y construcción social, la ciencia pasa a ser sólo una forma de conocimiento que no es superior a otras formas de pensamiento como el chamanismo, por poner un ejemplo. Por ello, y por la poca educación y el acercamiento a la ciencia, se dan las manifestaciones anticientíficas, pues se suele pensar que todos los científicos están manejados por el gobierno -más sobre estas ideas locas en el siguiente fracaso-.

Un ejemplo ya típico: la campaña contra los organismos genéticamente modificados, OGM. Sus detractores escupen siempre las mismas patrañas: que son dañinos para la salud, que no se conoce su impacto en el ecosistema, que destruyen la agricultura “tradicional” y “ancestral”, que los científicos que las avalan están comprados por Monsanto. Y de toda esta basura ideológica también hace parte el Polo. Todos dejan de lado que ya es bien conocido que miles de estudios confirman la seguridad de los transgénicos, que las pocas investigaciones en contra tienen graves errores metodológicos, que la mayor parte de los mitos sobre los OGM son mentira, que Monsanto no tiene ni el poder ni la influencia para manipular las organizaciones científicas a nivel mundial, y que la agricultura tradicional es insuficiente para responder a la demanda alimenticia de nuestro mundo sobrepoblado -a menos que estén dispuestos a dejar morir a un par de miles de millones de personas-.


Aunque aquí no contamos con grandes proyectos beneficiosos como el arroz dorado, el ataque constante al uso de transgénicos en la agricultura –especialmente fuerte en Colombia gracias al pseudocumental 970- es amenazar la economía y el diario vivir de miles de personas en el país. Por supuesto, como suele suceder en muchas organizaciones políticas a lado y lado del espectro, unos cuantos cuerpos no importan en el camino a Utopía. Y mantener esa ignorancia ante cómo funciona la ciencia, y los aportes que nos puede dar, es otra cosa que no voy a apoyar, así que en la izquierda no merecen ese voto.

Conspiranoia: este es particularmente detestable, y uno de los fracasos que más me hace levantar la ceja. David Osorio me ha expresado en varias ocasiones que la izquierda de este país parece más una vergonzosa derecha, desde las FARC y el Polo hasta el mamerto de oficio. Y la verdad es que tiene razón.

Recordarán los lectores que hace poco, cuando hablaba sobre la falsa foto de los Minions nazis, hice una corta mención a izquierdistas que creen que cada lucha social es una estrategia de manipulación y distracción. Uno pensaría que las conspiraciones de las que habla la izquierda se limitan a supuestos intentos de asesinato contra Maduro ordenados por Estados Unidos, o que ellos financian a la oposición venezolana para retener los productos y crear escasez –uno se pregunta, con todo ese poder que escapa de las manos del Ejecutivo, cómo es que aún no han llegado a la Presidencia comprando o manipulando votos-, o que existe un aparato que enferma de cáncer a los presidentes latinoamericanos, o cualquier otra ridiculez semejante. Pero no: resulta que ahora las mismas causas sociales que muchos defienden en la izquierda, otros en su mismo espectro las censuran y critican como manipulación, tal como se ve en la siguiente caricatura:


Analicen cuidadosamente la imagen. Para el autor, las luchas feministas, los derechos LGBTI, la reivindicación del ateísmo y la legalización de las drogas no son más que estrategias de pan y circo creadas por el Nuevo Orden Mundial -algo irónico es que un amigo crítico del cristianismo y consumidor de marihuana fue el primero al que vi compartir esto-. ¡No tenemos ninguna autonomía, entonces! ¡Todas nuestras luchas sociales no son más que una mentira bien elaborada! Y si la manipulación es tan grande, me pregunto yo, ¿cómo es que usted lo sabe? ¿Ese supuesto Nuevo Orden Mundial puede manipular distintas organizaciones de lucha social sin que ellos lo sepan, y cualquier pelagatos de Internet se entera al instante? Un poco de pensamiento crítico, por favor.

Y sólo fíjense en el titiritero: barba espesa, nariz grande y una kipá. Todo un estereotipo judío. Están insinuando que los judíos son los dueños del mundo, por Dios. ¿Se comieron el cuento de los Protocolos de los Sabios de Sión, o algo así?¿En qué momento pasaron de ser izquierdistas a unos simples nazis?

Como dije, todos estos teóricos de la conspiración son absurdos y repugnantes. Todo para ellos es una lucha constante contra las fuerzas del sistema que manipula todo, y que sin embargo es muy torpe para ocultar sus huellas. Reducen los verdaderos problemas sociales a una fétida broma facilista. Es por esto que las organizaciones de izquierda en Colombia, que suelen mantener cuando menos la idea de que siempre hay otros países detrás de nuestra miseria, valen para mí lo mismo: nada.

Por supuesto, hay ejemplos un poco menos dramáticos, centrados sobre todo en los medios de comunicación. Para muchos es conocido que la mitad de las publicaciones de Petro en las redes sociales son diciendo que “los grandes medios no mostrarán esto” (no creo que teniendo al Canal Capital amañado a su lado deba preocuparse por eso), que todas las críticas que recibe son persecuciones en contra suya y demás. Siempre es el mismo delirio, no muy lejano a los disparates del difunto Chávez. Deja de lado que, fuera de los logros que sí ha conseguido, algunos son menores, otros vienen de gobiernos pasados, y no ha resuelto problemas de fondo en la ciudad, además de no cumplir cosas que sí prometió en campaña - lo dije antes y lo repito: en comportamiento Petro no es muy diferente de Uribe-. ¿Nadie más ve en una persona que piensa “si la información está a mi favor, no hay problema; si es en mi contra, es desinformación y guerra sucia” a un populista intransigente?

Apelación confesional: otro de los ejemplos de por qué la izquierda colombiana parece más una derecha es este. No, no está mal que un político profese una religión; el problema es que haga proselitismo electoral con ella. Y es peor cuando recurre a otros religiosos para conseguir votos. Y es muchísimo peor cuando, ya gobernando, decide pasarse el carácter laico del Estado colombiano para promover alguna superstición particular.

¿Que ese fenómeno es exclusivo de la derecha colombiana? Falso: desde el Polo ya se ha hecho proselitismo religioso. El año pasado, el senador Jorge Enrique Robledo estuvo buscando votos para su partido en Chiquinquirá con el sacerdote Gustavo Suárez. Por otro lado, yo estuve a punto de votar por el Polo en las elecciones presidenciales, pero me refrené al darme cuenta que en su “progresismo”, Clara López ponía la adopción homoparental como tema en discusión. Tal discusión no existe en la comunidad científica, sólo en las mentes de fundamentalistas religiosos como Marco Fidel Ramírez, y unos pocos “científicos” financiados por organizaciones religiosas, como Mark Regnerus y Ana Samuel. Perpetuar un debate ya superado es darle crédito a los infalsables argumentos religiosos.

Finalmente, Petro estuvo financiando eventos religiosos en el principio de su mandato, y así lo ha seguido haciendo. Entre esto, su actitud de “es desprestigio en mi contra” y el fuego con que alimenta la lucha de clases, el hombre demuestra que es puramente un politiquero captando votos. ¿Necesito decir más?

Oh, sí. “Aquaman” y su marcha por los árboles en Santa Marta. Técnicamente, la marcha era una “oración por los árboles caídos”. ¿De dónde más podría haber salido la incoherencia de rodear los pocos árboles que aún quedan con cruces de madera? Manipular sentimientos ambientalistas y religiosos es una estrategia muy buena para la izquierda.

Ausencia de autocrítica: y a pesar de todo lo anterior, este es el mayor fracaso de la izquierda, no sólo colombiana, sino de toda Latinoamérica. El mayor problema que prima dentro de los movimientos izquierdistas es una atroz incapacidad para analizarse internamente y aceptar sus errores y chascos. Es el problema mayor, porque ante la falta de autocrítica es imposible desechar los fracasos anteriormente mencionados.

No creo que sea necesario profundizar mucho en los surtidos ejemplos de los que gozamos. Chávez, Maduro, Correa, Castro, Petro, el Polo… Podríamos tomar una figura de estas al azar, y veríamos la misma actitud: yo no me equivoco ni lo he hecho nunca, no cometo errores. El que me diga lo contrario, que me critique, es un farsante, títere del imperio, hace parte de una campaña de desprestigio, etc. El discurso es básicamente el mismo: siempre son otros los culpables de mis fracasos, nunca yo.

En ese clima de ceguera autocomplaciente, definitivamente para mí no vale la pena votar por algún partido de izquierda en el país, puesto que no me ofrecen ninguna seguridad ni certeza de que no cometerán estos mismos errores y fracasos. Y ya que los movimientos de izquierda no son tampoco capaces de quitarse la venda de los ojos y revisar si su labor es la adecuada, pues no voy a mantenerla yo.

Conclusiones

He terminado con esta larga diatriba. Creo que he expuesto suficientes razones y ejemplos por las cuales considero que la izquierda del país es una debacle y un fracaso. Si alguna vez mi inmadurez me dio razones para otorgarles votos y apoyo a sus ideales, estas se esfumaron ahora. Ninguno de ellos merece mi apoyo, y la verdad es que tampoco deberían tener el suyo.

Tal vez piense que sólo soy un cínico desencantado con la política. Y la verdad es que podría aceptar el epíteto sin problemas. Soy un cínico. Cualquier persona con un poco de sentido común se haría cínica con la izquierda al ver cómo los movimientos políticos que dicen defender los derechos humanos terminan cayendo en actitudes más propias de aquellos “neoliberales” y “fascistas” a los que se oponen. No obstante, es de mayor cinismo que se acepten -y peor, que se apoyen- movimientos y partidos populistas, oportunistas, falaces, anticientíficos e incoherentes, simplemente porque son una opción diferente.

Como es costumbre, es posible que haya personas en desacuerdo con lo expuesto en esta entrada. Y como es costumbre, mi invitación es a reflexionar. Libérese de la idea de apoyar un partido o un movimiento político sólo porque está en el mismo espectro que usted. Sea coherente. Analice y cuestione lo que está siguiendo, y tal vez pueda llevarse una mejor sorpresa.

Adenda: ¿qué puede ser más propio de carroñeros que las insinuaciones uribistas de que las recientes tragedias aéreas no son coincidencia? No desaprovechan una oportunidad de hacer política con los muertos.

Comentarios

  1. Por si interesa, aunque debo actualizar ese post:
    http://notasdeunpequenohereje.blogspot.com/2013/10/acerca-del-polo-demagogico.html


    Buena entrada, saludos.

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    1. Gracias. Ya la había visto, y fue justo parte de las lecturas que me inspiraron a escribir esta entrada. Saludos igualmente.

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  2. Aunque lo pasado en muchas ocasiones no se puede decir que fue mejor, al menos podríamos decir que aunque en el comunismo no habia mucha libertad que digamos, la izquierda de antes si era coherente y mas o menos logica, a proposito http://k39.kn3.net/taringa/1/8/6/0/3/9/20/yosoylechona/B6F.jpg. Yo me fijo y resalto únicamente los puntos 1, 2, 6, 8 y 10 (de los cuales los puntos 1 y 2 son un tanto contradictorios con los comunistas actuales, y hay que reconocer que en el comunismo de antaño al menos se tenia ética del trabajo y aunque no eran feministas, las mujeres recibían trato igualitario, incluso trabajaron en las fabricas junto a los hombres)
    Ademas los rusos estaban a favor de la ciencia (si bien no hay que olvidar el lysenkoismo) porque hay que reconocer que ellos nos abrieron las puertas al espacio (recordar a Yuri Gagarin, Valentina Tereshkova, Viktor Zhdanov, Sajarov, etc) , y ademas mantuvieron a raya el posmodernismo en todas sus formas. NOTA: No es que defienda a los soviéticos, pero hay que reconocer muchas cosas en contraposición con la izquierda actual

    Con respecto a lo de comprar colombiano, yo estoy de acuerdo no por chovinismo ni nada de eso, sino para FOMENTAR LA PRODUCTIVIDAD DE NUESTRA GENTE Y ayudarle a la economía local y nacional.

    Y con respecto a la conspiracion judia, no es que crea en eso pero hay razones para ello:
    a. los grandes bancos como rotschild y rockefeller les pertenecen y los manejan judíos
    b. Israel es uno de los paisaje que NO está en el tratado de no proliferación nuclear
    c. Se dice que Israel le vendió armas nucleares a sudafrica durante el apartheid
    d. la historia no les ayuda mucho (ver el mercader de venecia)
    e. atacaron una flotilla humanitaria

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    1. Saludos. Por supuesto que la izquierda solía ser más coherente. Los planteamientos del comunismo nunca fueron ajenos a los progresos de la ciencia, y rechazaban la superstición. Sí, también fueron críticos del posmodernismo, pero la culpa colonialista disolvió hace mucho esa división. En todo caso, yo no estoy hablando de la izquierda de antes, sino de buena parte de la de hoy, que no tiene mucho que pueda rescatarse.

      Sobre la campaña, yo compraré colombiano siempre que haya calidad. Pero pretender que se compre simplemente por su procedencia, como quieren muchos, es un absurdo. Consejo: no uses mayúsculas de esa forma, que en lenguaje escrito es ofensivo.

      Las razones que expones sobre la conspiración judía nada tienen que ver.
      a. Sí, ¿y? No hay evidencia que apoye una conspiración por parte de alguno de esos bancos, como pretendían algunos cuando publicaron un meme absurdo de "7 razones por las cuales la OTAN quiere atacar Siria", ninguna de ellas cierta. La relación de los Rotschild con la conspiración viene de los tiempos de Napoleón, y nada ha sido comprobado.
      b. India, Pakistán y Corea del Norte tampoco están dentro del tratado. Evidentemente todos lo hacen por "razones de seguridad", pero las políticas exteriores de cada uno son otro asunto.
      c. Es muy probable, pero nunca ha estado completamente confirmado. En todo caso, eso no dice nada. Muchos países hacen tratados de armas con otros, y los financian para el desarrollo de armamento destructivo, así que no es nada extraño, ni es indicativo de una conspiración global -si se trata de hacer negocios con armas, yo temería más a Rusia-.
      d. La historia no ayuda mucho a muchos países y etnias, pero no por ello decimos actualmente que los alemanes o los rusos intentan dominar el mundo. Citar El mercader de Venecia, que viene de una época con un marcado antisemitismo, es un paso en falso.
      e. No son el primero ni el último país que lo hace. Suele ocurrir cuando las políticas exteriores son muy estrictas y se prestan para atrocidades. Sí, Israel no es una perita en dulce, pero de ahí a decir que los judíos quieren controlar el mundo el trecho es largo, y mucho más cuando se sugiere que incluso los movimientos sociales están manipulados por ellos, como en la caricatura.

      Decir "no es que crea en eso pero..." es lo mismo que decir "creo en eso, pero no lo admito".

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  3. Vale. Pero igual hay muchas razones de peso para criticar a israel (como lo de la flotilla).
    Lo de comprar colombiano, ya lo he dicho, lo veo más bien como una oportunidad y como forma de brindar un incentivo a nuestros productos y emprendedores, demostrar que somos capaces (además el zapato nacional suele ser de mejor calidad que muchos de los importados)
    Y a propósito del chovinismo, lo de Nicollette van dan es criticable (pero no tanto como para que amerite amenazas de muerte) ya que repercute y hace ver mal a los 48 millones, de los cuales muchos son unos verracos que salen adelante y viven y mueren sin hacerle daño a nadie ¿como cree que nos sentimos si no nos ven mas que como traquetos y no como gente capaz y hechada pa lante?

    Y a proposito si hay politicos de izquierda que en mi opinion (no se usted) serian Juan Carlos Florez, German Navas, Alex Vernot (aunque este se considera "apolitico") y de pronto Aurelio Suarez ya que ahora si esta diciendo cosas coherentes (al menos asi me parecia cuando fue a la conferencia de la FEAC este año en mi universidad)

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    1. Sí que las hay. Y precisamente se pueden usar sin necesidad de conspiraciones ridículas sin fundamento, mucho menos a absurdos abominables como lo del "Nuevo Orden Mundial".

      Sí, lo dijiste. Lo del incentivo suena muy bueno, pero tampoco me parece enteramente convincente si volvemos al tema de la calidad. No obstante, como no soy tan ducho en economía, prefiero no ahondar demasiado en ello.

      Claro que es criticable, y eso lo he mencionado antes en otras entradas. Sin embargo, ¿cómo creo que se sintieron ante eso? Bien, las reacciones fueron desde desaprobación hasta amenazas de muerte, e incluso una ridícula petición en Change. org. ¿Qué reacciones crees que se destacaron más? Por "verracos" que sean muchos, es evidente que en general no sabemos reaccionar ante este tipo de bromas de mal gusto, y eso sólo refuerza el estereotipo de traquetos y asesinos que tenemos afuera. El reciente asunto de Miss Universo es otra muestra de lo mismo, y ahí no hubo insultos ni nada parecido. En general, actuamos de forma muy chovinista en estos casos.

      Tendría que revisar detenidamente las ideas de cada uno. El problema es que cuando uno vota por ellos ya está manteniendo el partido que representan, y aquí los partidos tienen muy poco que ofrecer, pero podría dárseles la oportunidad (aunque viviendo en Santa Marta, no creo que mucho apoyo pueda darles, je). Por cierto, que Vernot se defina apolítico me parece una pendejada populista. Si no quiere verse como político ante la gente, ya arrancamos mal.

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