¿Toxicología homeopática en la medicina?
Esta
semana presencié la sustentación del trabajo de grado de un amigo en Biología,
enfocado en la acción neurotóxica del veneno de juveniles y adultos de una
subespecie de cascabel tropical (Crotalus
durissus cumanensis). El tema fue muy interesante, y aunque involucraba
muchos términos de fisiología y bioquímica, mi amigo lograba explicarlos lo
bastante bien como para que cualquiera lo entendiera. Entre preguntas y
sugerencias, surgió una observación, cuando menos, extraña, que se convirtió en
el tema de esta entrada.
Durante
la ronda de preguntas, uno de los evaluadores sugirió que el estudio podía
permitir desarrollar antivenenos más específicos, o incluso “sueros
homeopáticos”. Juro que más de uno en la sala se quedó desconcertado, y yo
específicamente hice un gesto de disgusto ante la estupidez que acababa de
escuchar. Meditándolo un poco más, me di cuenta que no es simplemente estúpido:
es peligroso.
Ni
siquiera deberíamos considerar la homeopatía dentro de la discusión, pues no es más que
pseudociencia. Para quien no lo tenga claro -y en defensa del evaluador, creo
que él tampoco lo tenía muy claro cuando hizo esa sugerencia-, la homeopatía
parte del principio de “lo semejante produce lo semejante” (de ahí que James
Frazer, en La rama dorada, llame a un
tipo de magia como los muñecos de cera “magia homeopática”): es decir, que una
sustancia que cause síntomas de una enfermedad en personas sanas puede curar a
personas enfermas. Los “medicamentos” homeopáticos son “preparados”
diluyendo sustancias que en grandes cantidades producirían malestares hasta
candidades ínfimas, siendo generalmente una dilución de 1 ml de la sustancia en
99 ml de agua, proceso que se repite decenas de veces, todo mientras se agita
la sustancia de forma tal que la “sucusión” active la “energía vital” de la
sustancia que se está diluyendo. Esto remite al concepto de la “memoria del
agua”.
Quien conoce lo suficiente de química sabe que
hacia la dilución 12C ya no existirá una sola molécula de la sustancia
original, y sólo quedará agua. En ese sentido, ¿qué utilidad puede tener el
agua para sanar una enfermedad, más allá del evidente efecto
placebo en las muchas personas que aseguran haber “sanado” con esto? Por
otro lado, el concepto de memoria del agua se presta para muchas
interpretaciones, y ninguna seria. Es decir, si el agua puede “recordar” las
propiedades de la sustancia en ella, ¿no recordará “mejor”, entonces, todos los
químicos, lodo, basura y excrementos que suele arrastrar durante su ciclo, por
mucho que se le destile y purifique? ¿No sobrepasarían todos esos “recuerdos” a
una sustancia que se encuentra en una proporción mucho menor? ¿Quién querría
una medicina así?
Un ejemplo rudo, pero necesario.
Y
no es que no conozca casos donde la homeopatía “alivie” síntomas: de hecho, yo
tomé algunos compuestos homeopáticos para mis depresiones, y mi mamá es muy
aficionada a ellos. Sin embargo, con el tiempo comprendí que el efecto que
pudiera tener sobre mí era principalmente sugestión; además, mis momentos de
depresión suelen ser muy irregulares, y cualquier despistado podría confundir
eso con un “efecto” del “medicamento”.
Y
si las diluciones homeopáticas pueden ser tantas que no quede rastro de la
sustancia original, ¿por qué sería peligroso que se intentara crear un “suero
homeopático” para mordeduras de serpiente? Porque no todos los “medicamentos”
homeopáticos son diluidos, y los venenos suelen requerir de cantidades muy
pequeñas para producir un cuadro sintomático. En dichas circunstancias,
utilizar un antiveneno “homeopático” sería un riesgo muy estúpido. Un suero
antiofídico viene de un proceso muy detallado de producción, y puede ser
adecuado para varias especies (polivalente), o diseñado para una sola (monovalente).
Utilizarlos no es un juego, y en muchos casos no garantiza incluso que pueda
salvarse una vida. Sugerir siquiera que se utilice el veneno para medicamentos
pseudocientíficos es una gran irresponsabilidad.
Creo
que lo más desconcertante es que fuera un profesional de la ciencia el que
hiciera tal observación. Aunque claro, dada la penetración del relativismo y el
pensamiento mágico en muchos estudiantes de biología, no es sorprendente que
dichas falencias permanezcan en el profesional, sobre todo porque los seres humanos somos
expertos en mantener sesgos cognitivos.
No puedo dejar de reírme con el tipo de post que has escrito, básicamente todo tu rollo se resume en que encontraste una justificación con un libro escrito por James Frazer hace más de 100 años para intentar refutar lo más nuevo en investigación homeopática. Gracias porque quitando ese obstáculo, dado que nadie lo hecho, te va para abajo. XD
ResponderEliminarQué curioso: lo que yo encuentro risible es que de todo lo que dije, te quedaras con una corta alusión a Frazer, y que supuestamente ese sea todo mi argumento contra la homeopatía. Eso sí que es irse para abajo.
EliminarUna única respuesta que seguro ya has recibido muchas veces antes: si estás tan seguro de que la homeopatía funciona, no pierdas el tiempo con un lego como yo. Ve y convence de primera mano a los profesionales de salud y a todos los científicos que rechazar que pueda tener alguna utilidad, con todas las evidencias de las que dispongas. Si la comunidad científica lo acepta, yo perfectamente haré un post al respecto.