Fracasos de la izquierda local
Como lo he comentado
antes, no tengo mucho aprecio por la política, aunque eso no me impide emitir
opiniones o votar por alguien. Y aunque en teoría me considero de izquierda,
diré que sencillamente no me gusta ninguno de los movimientos de izquierda del
país, y siento que ninguno me representa, ni representa lo que más necesita la
sociedad. Con la reciente muerte de Carlos Gaviria (y hasta él tenía sus
desaciertos), no hay un solo
político de izquierda en la actualidad que merezca mi voto en ninguna rama del
poder. Énfasis: ni uno solo.
Quizás haya algunos con
mejores ideas que sus partidos, y la verdad es que yo voto más por propuestas
que por partidos -aunque no votaría ni por un conservador ni por un uribista, o
por uno de esos múltiples y risibles partidos menores-. Sin embargo, la
izquierda del país mantiene algunas actitudes e ideas que no encuentro
aceptables, y apoyar a su candidato es darles pie para transmitir esas ideas de
partido -bien o mal, por lo general el candidato debe ajustarse a las
direcciones de su partido-. Así que simplemente no veo razón para apoyarlos.
Pero no piense el
simpatizante promedio de izquierda, ni el mamerto promedio, que mi descontento
con esta rama del espectro político viene de la nada. Al contrario, está
fundamentado en una serie de problemáticas que poseen los movimientos de
izquierda del país, y muy en particular el Polo Democrático Alternativo, que yo
considero fracasos. Fracasos, porque son un impedimento para que lleguen al
poder. Porque si usted cree que todo es por la relación que hace la gente entre
izquierda y guerrilla, le aseguro que se equivoca. Hay muchas otras razones
para desconfiar de un candidato de izquierda, y de los movimientos de hoy.
Por otro lado, estos
problemas no son exclusivos de la izquierda de nuestro país, sino que es un
síntoma de los fracasos de la izquierda en gran parte de América Latina. Desde
grupos juveniles a partidos consolidados, los problemas son patentes. Estos
son:
Populismo y demagogia:
de acuerdo, este ni siquiera es un fracaso exclusivo de la izquierda. Populistas
y demagogos hay en cualquier partido. El problema es que en la izquierda se
convencen de que realmente representan los intereses del pueblo y sus
propuestas son las adecuadas -no como en otros partidos, donde muchos
politiqueros buscan básicamente beneficios personales-. Y eso puede ser un
sentimiento noble, excepto que no debería ser necesario lisonjear excesivamente
a la población para conseguir su aprobación. Las propuestas deberían bastar:
que deban recurrir a la demagogia es una muestra de que no son suficientes.
Una
razón por la cual el populismo es especialmente preocupante en la izquierda es
porque con él se exacerban los sentimientos de descontento del pueblo. A través
del discurso de la opresión de los que están arriba, de la corrupción de los
que han gobernado antes -todas problemáticas muy ciertas-, se termina
incentivando una maniquea lucha de clases que mantiene una disparidad social y
un desprecio entre los ciudadanos, mientras que al mismo tiempo proponen o
consiguen cambios que, aunque buenos, son más arreglos de forma que soluciones
a los problemas de fondo en la desigualdad social -¿se les hace familiar este
modus operandi?-.
Para
la muestra un botón: nuestro comediante local en la candidatura a la Alcaldía
-si se le puede llamar así, porque en realidad da más pena que risa-, Aristides
“Aquaman” Herrera. ¿Puede haber una muestra más clara de politiquería y
populismo que meterse al río Guachaca para asegurar que con este afluente
solucionará la escasez del preciado líquido en Santa Marta, aprovechando la
situación de crisis de la población para captar votos? ¿O la ridícula marcha
para protestar por la tala de árboles, donde rodearon los que quedaban con
cruces de madera? Si eso no es jugar sucio con los
sentimientos de la gente, no sé qué lo sea.
Pero
esto no ocurre únicamente con la gente de a pie. Dentro de la política también
hay actos populistas para conseguir el apoyo de otros miembros del gremio. Como
fue el caso de Gustavo Petro cuando fue congresista. Puede que muchos no lo
sepan o no lo recuerden, pero el “ilustre” alcalde de Bogotá fue uno de los que
votó a
favor de reelegir al Procurador Alejandro Ordóñez,
en vista de que tenía mano fuerte en contra de muchos corruptos -cosa
que resultó no ser tan cierta-. Al parecer le
importó un pito que Ordóñez fuera un adalid del lefebvrismo que trataba de
imponer su visión conservadora y fundamentalista en todos los aspectos de la
sociedad. No, conseguir el apoyo de otros congresistas para el partido y hacer
sus pinos para destinos más altos apoyando una mano firme fue lo que valió
primero. Vaya cosa que su decisión se volviera en su contra, ¿no?
Chovinismo y xenofobia:
esto es más patente en las organizaciones izquierdistas y los mamertos que en
los partidos políticos, pero sigue siendo un fracaso. Se mantiene un discurso
de alarde excesivo de los valores de nuestro país, al punto que cualquier tipo
de influencia extranjera, sea cultural o económica, y especialmente la
estadounidense, se contempla como una invasión. He analizado algunos de estos
mitos en la serie Nacionalismo inútil,
que el lector puede revisar después de esta entrada, pero en general mantengo
una actitud crítica ante esa visión chovinista de nuestras cualidades, que en
realidad no son tantas ni tan notables como solemos creer. Y no, decir esto no
significa que odie al país, sino que creo que podemos ser mejores sin todo ese
lastre nacionalista.
Es curioso, pero
mientras que en Europa el nacionalismo es un fenómeno característico de la
derecha, aquí en nuestra región es más propio de la izquierda. Esto es
probablemente una consecuencia de nuestra historia de dominación desde el
Descubrimiento, pero mantenerse aferrado a ese pasado para prolongar una
actitud xenofóbica es un error. Sobre la cultura ya he hablado en Nacionalismo inútil, pero en la economía
dicha visión equivocada es particularmente nociva. Se mantiene una actitud
crítica ante las multinacionales (“¡multinacionales fuera del país!”), y aun así se
llora cuando estas empiezan a retirar sus fábricas ante las restricciones y
gravámenes en nuestra tierra. Por alguna razón esto debería ser beneficioso
para nosotros, que tendríamos más espacio para desarrollarnos; sin embargo, eso no
ocurre. ¿Qué nos falta, pues? ¿O será que estamos enfocando mal el problema?
En una ocasión, una
amiga de antropología compartió una imagen en su muro de esa molesta campaña
pasada de “Compra colombiano”. Cuando
traté de explicarle los problemas de la autarquía y el pretender, por orgullo
patrio, comprar cosas que no necesariamente son de buena calidad (muchos
preferirían pagar unos pesos más por un producto extranjero, si su calidad es
mejor), alguien me acusó de ser un “vendepatria”. Así piensan muchos.
Por otra parte, nunca
falta el que asegura que Estados Unidos está detrás de todos nuestros
problemas, y son los que realmente mandan aquí. Si en Venezuela hay protestas
contra Maduro, por ejemplo, es culpa de la oposición financiada por los
yanquis. Pero de las teorías de conspiración hablaré más adelante.
Para concluir este
fracaso, en un episodio de El Siguiente
Programa, donde se analizaba la llegada del nuevo milenio y el atraso en
que aún estamos, hay un instante donde un anciano reprocha a Martín y a
Santiago por decir que en el país no hay buenos puentes, y termina diciendo: “¡Es que Chibchombia es el mejor vividero del
mundo!”. Santiago lo ve alejarse mientras señala la actitud del viejo como
una “mentalidad aldeana”, que resume muy bien la actitud del chovinista
irreflexivo, sea de derecha o izquierda, con una cita de Alfredo Iriarte: “El aldeano, como no extiende la vista más
allá del campanario, cree que lo suyo es excelso. El aldeano huye de la crítica”.
(Entre paréntesis: ¿por
qué siempre se protesta con la injerencia o las opiniones de Estados Unidos
sobre asuntos de Colombia, y en cambio se calla con las opiniones de Mujica
sobre el país, o la intervención castrista en Venezuela? ¿No es una opinión
externa siempre un golpe a la soberanía, o depende de la ideología del
opinante? Cierro paréntesis).
Sesgo
ideológico: esta es sumamente común no sólo en las
organizaciones de izquierda, sino en el mamerto promedio. ¿Cómo se ve ese sesgo
ideológico? Sencillo: cuando se critica la política imperialista de Estados
Unidos, o las dictaduras de derecha en Latinoamérica como las de Pinochet,
Rojas Pinilla o Videla, mientras que al mismo tiempo se calla ante los tiranos
de izquierda como los estalinistas de Europa, los Castro, o incluso los excesos
de gobiernos como en Venezuela, Ecuador o Bolivia.
Esto se ve todo el
tiempo: se critica a Uribe por su persecución a los periodistas y opositores,
pero al mismo tiempo se aplaude que Correa quiera montar una ley mordaza. Se
cuestionan las torturas y malos tratos en la prisión de Guantánamo, pero no se
dice nada ante los sangrientos excesos del Che Guevara en La Cabaña. Se
protesta por el trato que se da en Estados Unidos a los inmigrantes latinos,
mientras que aquí se ve con desprecio a los extranjeros, empresarios o turistas
(ejemplo de La Perla, de Calle 13). Se
asegura que los medios de comunicación son todos sesgados y desinformar, pero
no les preocupa que Canal Capital prácticamente pertenezca a la Alcaldía de
Bogotá. En México hasta se lamentó la muerte de Kim Jong-Il, el dictador
norcoreano, ¡y aquí aún hay gente que reivindica la lucha armada de las FARC y
el ELN, como si sus atrocidades fueran justo ejercicio de la revolución! En
fin, que ejemplos hay muchos.
Aquí el problema es
notable: el pensador político tiende a pensar que toda lucha hecha por la causa
de su ideología es noble, y si tienen la razón, entonces cualquier acción que
tomen, por cruenta o antidemocrática que sea, está justificada. No, no es
broma: hay gente que piensa que los gulags fueron necesarios, que las muertes
que provocan las FARC no hacen más daño que las ocasionadas por el Estado, que
la educación en Cuba es excelente por ser gratuita a pesar de ser sesgada y
adoctrinante, y que políticos como Putin o Ahmadineyad, que no son precisamente
de izquierda, son geniales porque se oponen a Estados Unidos, y todo el que se
oponga al tío Sam no es tan malo.
Un ejemplo más local:
organizaciones estudiantiles como la MANE guardaron silencio ante varias manifestaciones
de violencia que se dieron entre 2011 y 2012,
durante la polémica de la fallida reforma a la Ley 30. Y no fueron simplemente
piedras contra balas: no, hubo incluso papas bomba. Otro ejemplo: su reacción
cuando el periodista Andrés
Hoyos les pidió su opinión ante la ejecución de cuatro
militares secuestrados durante 10 años a manos de las FARC.
Y sí, yo también estoy
consciente de los crímenes de Estado, de los asesinatos de inocentes a manos de
policías y miembros del Ejército. Pero es que yo puedo criticar a uno y a la vez a
otro. Ante los crímenes de lesa humanidad, cualquier bandera política que
se porte debería dejar de tener significado: delito es delito, cométalo quien
lo cometa. Y ni siquiera es necesario que tenga que opinar sobre los delitos de
la Policía -que sí ha cometido, y no son pocos- para criticar los de las FARC:
eso es un pésimo argumento. Mucho más cuando lo que se pide es ignorar que un
grupo guerrillero que nunca ha tenido motivos válidos para su lucha -y si los
tuvo, los perdió hace tiempo al deshumanizarse- comete asesinatos a sangre fría
pretendiendo que lucha por el pueblo. No soy amante de las farsas.
Posmodernismo
y relativismo: de nuevo, esto es más evidente en las
organizaciones y la gente de a pie que en los partidos políticos. No deja, sin
embargo, de ser un fracaso.
El posmodernismo es esa
“filosofía” estorbosa que actúa como reacción en contra de las tendencias surgidas
en la Edad Moderna, y poniendo en entredicho el concepto mismo de verdad, a la
que ve como un elemento subjetivo, acorde a las perspectivas de las personas y
la época. No es difícil ver por qué es una forma de pensamiento tan acogida
entre los izquierdistas, pues es la forma de reivindicar las culturas
“ancestrales” que fueron destruidas, suprimidas o simplemente abandonadas tras
la influencia de Occidente, que siempre es visto como el coco de los
posmodernistas -irónicamente, aunque no hay verdades absolutas, los posmodernos
sienten que pueden criticar fuertemente a Occidente-.
El relativismo es su
mejor herramienta, pues según este no hay verdades absolutas, y las grandes
revoluciones sociales y científicas se dan por consenso social, y no por un análisis
científico. De igual forma, toda forma de pensamiento de una cultura debe
respetarse, pues es propia de ella y no debemos interferir. Y así se mantienen
cosas como el mito del buen salvaje -a propósito, ¿la reciente marcha indígena
contra Correa, organizada por la Conaie, será considerada legítima por ser de
nativos, o una manipulación gringa por ser contra un gobierno de izquierda?-, la medicina espiritual, la homeopatía, y
otras similares.
Cualquier persona
sensata debería comprender que todo esto es una estupidez, como ya lo he señalado
en entradas
anteriores.
Es por eso que trataré de no ampliar demasiado en detalles, excepto en esto: el
posmodernismo y la relatividad olvidan el pensamiento objetivo en pos de una
exaltación de las emociones y la subjetividad. E ignorar los hechos y la
evidencia por no ajustarse a nuestras opiniones personales es la receta
primordial para el atraso y la ignorancia.
Anticiencia:
este es uno de los peores fracasos de la izquierda latinoamericana (y, para ser
justos, a nivel mundial), y es común tanto a organizaciones como a partidos. Es
una consecuencia del fracaso anterior. Como el relativismo asegura que no hay
verdades absolutas, sino que todo es cuestión de contexto y construcción
social, la ciencia pasa a ser sólo una forma de conocimiento que no es superior
a otras formas de pensamiento como el chamanismo, por poner un ejemplo. Por
ello, y por la poca educación y el acercamiento a la ciencia, se dan las
manifestaciones anticientíficas, pues se suele pensar que todos los científicos
están manejados por el gobierno -más sobre estas ideas locas en el siguiente
fracaso-.
Un ejemplo ya típico:
la campaña contra los organismos genéticamente modificados, OGM. Sus
detractores escupen siempre las mismas patrañas: que son dañinos para la salud,
que no se conoce su impacto en el ecosistema, que destruyen la agricultura
“tradicional” y “ancestral”, que los científicos que las avalan están comprados
por Monsanto. Y de toda esta basura ideológica también hace parte el Polo.
Todos dejan de lado que ya es bien conocido que miles
de estudios confirman la seguridad de los transgénicos,
que las pocas investigaciones en contra tienen graves
errores metodológicos, que la mayor parte de los mitos sobre
los OGM son mentira,
que Monsanto no tiene ni
el poder ni la influencia para manipular las organizaciones
científicas a nivel mundial, y que la agricultura tradicional es insuficiente
para responder a la demanda alimenticia de nuestro mundo sobrepoblado -a menos
que estén dispuestos a dejar morir a un par de miles de millones de personas-.
Aunque aquí no contamos
con grandes proyectos beneficiosos como el arroz dorado, el ataque constante al
uso de transgénicos en la agricultura –especialmente fuerte en Colombia gracias
al pseudocumental 970- es amenazar la
economía y el diario vivir de miles de personas en el país. Por supuesto, como
suele suceder en muchas organizaciones políticas a lado y lado del espectro,
unos cuantos cuerpos no importan en el camino a Utopía. Y mantener esa
ignorancia ante cómo funciona la ciencia, y los aportes que nos puede dar, es
otra cosa que no voy a apoyar, así que en la izquierda no merecen ese voto.
Conspiranoia:
este es particularmente detestable, y uno de los fracasos que más me hace
levantar la ceja. David Osorio me ha expresado en varias ocasiones que la
izquierda de este país parece más una vergonzosa derecha, desde las FARC y el
Polo hasta el mamerto de oficio. Y la verdad es que tiene razón.
Recordarán los lectores
que hace poco, cuando hablaba sobre la
falsa foto de los Minions nazis, hice una corta
mención a izquierdistas que creen que cada lucha social es una estrategia de
manipulación y distracción. Uno pensaría que las conspiraciones de las que habla
la izquierda se limitan a supuestos intentos de asesinato contra Maduro
ordenados por Estados Unidos, o que ellos financian a la oposición venezolana
para retener los productos y crear escasez –uno se pregunta, con todo ese poder
que escapa de las manos del Ejecutivo, cómo es que aún no han llegado a la
Presidencia comprando o manipulando votos-, o que existe un aparato que enferma
de cáncer a los presidentes latinoamericanos, o cualquier otra ridiculez
semejante. Pero no: resulta que ahora las mismas causas sociales que muchos
defienden en la izquierda, otros en su mismo espectro las censuran y critican
como manipulación, tal como se ve en la siguiente caricatura:
Analicen cuidadosamente
la imagen. Para el autor, las luchas feministas, los derechos LGBTI, la
reivindicación del ateísmo y la legalización de las drogas no son más que estrategias
de pan y circo creadas por el Nuevo Orden Mundial -algo irónico es que un amigo
crítico del cristianismo y consumidor de marihuana fue el primero al que vi
compartir esto-. ¡No tenemos ninguna autonomía, entonces! ¡Todas nuestras
luchas sociales no son más que una mentira bien elaborada! Y si la manipulación
es tan grande, me pregunto yo, ¿cómo es que usted lo sabe? ¿Ese supuesto Nuevo
Orden Mundial puede manipular distintas organizaciones de lucha social sin que
ellos lo sepan, y cualquier pelagatos de Internet se entera al instante? Un
poco de pensamiento crítico, por favor.
Y sólo fíjense en el
titiritero: barba espesa, nariz grande y una kipá. Todo un estereotipo judío. Están
insinuando que los judíos son los dueños del mundo, por Dios. ¿Se comieron el
cuento de los Protocolos de los Sabios de Sión, o algo así?¿En qué momento
pasaron de ser izquierdistas a unos simples nazis?
Como dije, todos estos
teóricos de la conspiración son absurdos y repugnantes. Todo para ellos es una
lucha constante contra las fuerzas del sistema que manipula todo, y que sin
embargo es muy torpe para ocultar sus huellas. Reducen los verdaderos problemas
sociales a una fétida broma facilista. Es por esto que las organizaciones de
izquierda en Colombia, que suelen mantener cuando menos la idea de que siempre
hay otros países detrás de nuestra miseria, valen para mí lo mismo: nada.
Por supuesto, hay
ejemplos un poco menos dramáticos, centrados sobre todo en los medios de
comunicación. Para muchos es conocido que la mitad de las publicaciones de
Petro en las redes sociales son diciendo que “los grandes medios no mostrarán
esto” (no creo que teniendo al Canal Capital amañado a su lado deba preocuparse
por eso), que todas las críticas que recibe son persecuciones en contra suya y
demás. Siempre es el mismo delirio, no muy lejano a los disparates del difunto
Chávez. Deja de lado que, fuera de los logros que sí ha conseguido, algunos son
menores, otros vienen de gobiernos pasados, y no ha resuelto problemas de fondo
en la ciudad, además de no
cumplir cosas que sí prometió en campaña - lo dije antes y lo
repito: en comportamiento Petro
no es muy diferente de Uribe-. ¿Nadie más ve en una
persona que piensa “si la información está a mi favor, no hay problema; si es
en mi contra, es desinformación y guerra sucia” a un populista intransigente?
Apelación
confesional: otro de los ejemplos de por qué la
izquierda colombiana parece más una derecha es este. No, no está mal que un
político profese una religión; el problema es que haga proselitismo electoral
con ella. Y es peor cuando recurre a otros religiosos para conseguir votos. Y
es muchísimo peor cuando, ya gobernando, decide pasarse el carácter laico del
Estado colombiano para promover alguna superstición particular.
¿Que ese fenómeno es
exclusivo de la derecha colombiana? Falso: desde el Polo ya se ha hecho
proselitismo religioso. El año pasado, el senador Jorge Enrique Robledo estuvo
buscando votos para su partido en Chiquinquirá con
el sacerdote Gustavo Suárez. Por otro lado, yo estuve a punto
de votar por el Polo en las elecciones presidenciales, pero me refrené al darme
cuenta que en su “progresismo”, Clara
López ponía la adopción homoparental como tema en discusión.
Tal discusión no existe en la comunidad científica, sólo en las mentes de fundamentalistas
religiosos como Marco Fidel Ramírez, y unos pocos
“científicos” financiados por organizaciones religiosas, como Mark Regnerus y
Ana Samuel. Perpetuar un debate ya superado es darle crédito a los infalsables
argumentos religiosos.
Finalmente, Petro estuvo
financiando eventos religiosos en
el principio de su mandato, y así
lo
ha
seguido
haciendo.
Entre esto, su actitud de “es desprestigio en mi contra” y el fuego con que
alimenta la lucha de clases, el hombre demuestra que es puramente un
politiquero captando votos. ¿Necesito decir más?
Oh, sí. “Aquaman” y su
marcha por los árboles en Santa Marta. Técnicamente, la marcha era una “oración
por los árboles caídos”. ¿De dónde más podría haber salido la incoherencia de
rodear los pocos árboles que aún quedan con cruces de madera? Manipular
sentimientos ambientalistas y religiosos es una estrategia muy buena para la
izquierda.
Ausencia
de autocrítica: y a pesar de todo lo anterior, este es
el mayor fracaso de la izquierda, no sólo colombiana, sino de toda
Latinoamérica. El mayor problema que prima dentro de los movimientos
izquierdistas es una atroz incapacidad para analizarse internamente y aceptar
sus errores y chascos. Es el problema mayor, porque ante la falta de
autocrítica es imposible desechar los fracasos anteriormente mencionados.
No creo que sea
necesario profundizar mucho en los surtidos ejemplos de los que gozamos.
Chávez, Maduro, Correa, Castro, Petro, el Polo… Podríamos tomar una figura de
estas al azar, y veríamos la misma actitud: yo no me equivoco ni lo he hecho
nunca, no cometo errores. El que me diga lo contrario, que me critique, es un farsante,
títere del imperio, hace parte de una campaña de desprestigio, etc. El discurso
es básicamente el mismo: siempre son otros los culpables de mis fracasos, nunca
yo.
En ese clima de ceguera
autocomplaciente, definitivamente para mí no vale la pena votar por algún
partido de izquierda en el país, puesto que no me ofrecen ninguna seguridad ni
certeza de que no cometerán estos mismos errores y fracasos. Y ya que los
movimientos de izquierda no son tampoco capaces de quitarse la venda de los
ojos y revisar si su labor es la adecuada, pues no voy a mantenerla yo.
Conclusiones
He terminado con esta
larga diatriba. Creo que he expuesto suficientes razones y ejemplos por las
cuales considero que la izquierda del país es una debacle y un fracaso. Si
alguna vez mi inmadurez me dio razones para otorgarles votos y apoyo a sus
ideales, estas se esfumaron ahora. Ninguno de ellos merece mi apoyo, y la
verdad es que tampoco deberían tener el suyo.
Tal vez piense que sólo
soy un cínico desencantado con la política. Y la verdad es que podría aceptar
el epíteto sin problemas. Soy un cínico. Cualquier persona con un poco de
sentido común se haría cínica con la izquierda al ver cómo los movimientos
políticos que dicen defender los derechos humanos terminan cayendo en actitudes
más propias de aquellos “neoliberales” y “fascistas” a los que se oponen. No
obstante, es de mayor cinismo que se acepten -y peor, que se apoyen- movimientos
y partidos populistas, oportunistas, falaces, anticientíficos e incoherentes,
simplemente porque son una opción diferente.
Como es costumbre, es
posible que haya personas en desacuerdo con lo expuesto en esta entrada. Y como
es costumbre, mi invitación es a reflexionar. Libérese de la idea de apoyar un
partido o un movimiento político sólo porque está en el mismo espectro que
usted. Sea coherente. Analice y cuestione lo que está siguiendo, y tal vez
pueda llevarse una mejor sorpresa.
Adenda:
¿qué puede ser más propio de carroñeros que las insinuaciones uribistas de que
las recientes tragedias aéreas no son coincidencia? No desaprovechan una
oportunidad de hacer política con los muertos.
Por si interesa, aunque debo actualizar ese post:
ResponderEliminarhttp://notasdeunpequenohereje.blogspot.com/2013/10/acerca-del-polo-demagogico.html
Buena entrada, saludos.
Gracias. Ya la había visto, y fue justo parte de las lecturas que me inspiraron a escribir esta entrada. Saludos igualmente.
EliminarAunque lo pasado en muchas ocasiones no se puede decir que fue mejor, al menos podríamos decir que aunque en el comunismo no habia mucha libertad que digamos, la izquierda de antes si era coherente y mas o menos logica, a proposito http://k39.kn3.net/taringa/1/8/6/0/3/9/20/yosoylechona/B6F.jpg. Yo me fijo y resalto únicamente los puntos 1, 2, 6, 8 y 10 (de los cuales los puntos 1 y 2 son un tanto contradictorios con los comunistas actuales, y hay que reconocer que en el comunismo de antaño al menos se tenia ética del trabajo y aunque no eran feministas, las mujeres recibían trato igualitario, incluso trabajaron en las fabricas junto a los hombres)
ResponderEliminarAdemas los rusos estaban a favor de la ciencia (si bien no hay que olvidar el lysenkoismo) porque hay que reconocer que ellos nos abrieron las puertas al espacio (recordar a Yuri Gagarin, Valentina Tereshkova, Viktor Zhdanov, Sajarov, etc) , y ademas mantuvieron a raya el posmodernismo en todas sus formas. NOTA: No es que defienda a los soviéticos, pero hay que reconocer muchas cosas en contraposición con la izquierda actual
Con respecto a lo de comprar colombiano, yo estoy de acuerdo no por chovinismo ni nada de eso, sino para FOMENTAR LA PRODUCTIVIDAD DE NUESTRA GENTE Y ayudarle a la economía local y nacional.
Y con respecto a la conspiracion judia, no es que crea en eso pero hay razones para ello:
a. los grandes bancos como rotschild y rockefeller les pertenecen y los manejan judíos
b. Israel es uno de los paisaje que NO está en el tratado de no proliferación nuclear
c. Se dice que Israel le vendió armas nucleares a sudafrica durante el apartheid
d. la historia no les ayuda mucho (ver el mercader de venecia)
e. atacaron una flotilla humanitaria
Saludos. Por supuesto que la izquierda solía ser más coherente. Los planteamientos del comunismo nunca fueron ajenos a los progresos de la ciencia, y rechazaban la superstición. Sí, también fueron críticos del posmodernismo, pero la culpa colonialista disolvió hace mucho esa división. En todo caso, yo no estoy hablando de la izquierda de antes, sino de buena parte de la de hoy, que no tiene mucho que pueda rescatarse.
EliminarSobre la campaña, yo compraré colombiano siempre que haya calidad. Pero pretender que se compre simplemente por su procedencia, como quieren muchos, es un absurdo. Consejo: no uses mayúsculas de esa forma, que en lenguaje escrito es ofensivo.
Las razones que expones sobre la conspiración judía nada tienen que ver.
a. Sí, ¿y? No hay evidencia que apoye una conspiración por parte de alguno de esos bancos, como pretendían algunos cuando publicaron un meme absurdo de "7 razones por las cuales la OTAN quiere atacar Siria", ninguna de ellas cierta. La relación de los Rotschild con la conspiración viene de los tiempos de Napoleón, y nada ha sido comprobado.
b. India, Pakistán y Corea del Norte tampoco están dentro del tratado. Evidentemente todos lo hacen por "razones de seguridad", pero las políticas exteriores de cada uno son otro asunto.
c. Es muy probable, pero nunca ha estado completamente confirmado. En todo caso, eso no dice nada. Muchos países hacen tratados de armas con otros, y los financian para el desarrollo de armamento destructivo, así que no es nada extraño, ni es indicativo de una conspiración global -si se trata de hacer negocios con armas, yo temería más a Rusia-.
d. La historia no ayuda mucho a muchos países y etnias, pero no por ello decimos actualmente que los alemanes o los rusos intentan dominar el mundo. Citar El mercader de Venecia, que viene de una época con un marcado antisemitismo, es un paso en falso.
e. No son el primero ni el último país que lo hace. Suele ocurrir cuando las políticas exteriores son muy estrictas y se prestan para atrocidades. Sí, Israel no es una perita en dulce, pero de ahí a decir que los judíos quieren controlar el mundo el trecho es largo, y mucho más cuando se sugiere que incluso los movimientos sociales están manipulados por ellos, como en la caricatura.
Decir "no es que crea en eso pero..." es lo mismo que decir "creo en eso, pero no lo admito".
Vale. Pero igual hay muchas razones de peso para criticar a israel (como lo de la flotilla).
ResponderEliminarLo de comprar colombiano, ya lo he dicho, lo veo más bien como una oportunidad y como forma de brindar un incentivo a nuestros productos y emprendedores, demostrar que somos capaces (además el zapato nacional suele ser de mejor calidad que muchos de los importados)
Y a propósito del chovinismo, lo de Nicollette van dan es criticable (pero no tanto como para que amerite amenazas de muerte) ya que repercute y hace ver mal a los 48 millones, de los cuales muchos son unos verracos que salen adelante y viven y mueren sin hacerle daño a nadie ¿como cree que nos sentimos si no nos ven mas que como traquetos y no como gente capaz y hechada pa lante?
Y a proposito si hay politicos de izquierda que en mi opinion (no se usted) serian Juan Carlos Florez, German Navas, Alex Vernot (aunque este se considera "apolitico") y de pronto Aurelio Suarez ya que ahora si esta diciendo cosas coherentes (al menos asi me parecia cuando fue a la conferencia de la FEAC este año en mi universidad)
Sí que las hay. Y precisamente se pueden usar sin necesidad de conspiraciones ridículas sin fundamento, mucho menos a absurdos abominables como lo del "Nuevo Orden Mundial".
EliminarSí, lo dijiste. Lo del incentivo suena muy bueno, pero tampoco me parece enteramente convincente si volvemos al tema de la calidad. No obstante, como no soy tan ducho en economía, prefiero no ahondar demasiado en ello.
Claro que es criticable, y eso lo he mencionado antes en otras entradas. Sin embargo, ¿cómo creo que se sintieron ante eso? Bien, las reacciones fueron desde desaprobación hasta amenazas de muerte, e incluso una ridícula petición en Change. org. ¿Qué reacciones crees que se destacaron más? Por "verracos" que sean muchos, es evidente que en general no sabemos reaccionar ante este tipo de bromas de mal gusto, y eso sólo refuerza el estereotipo de traquetos y asesinos que tenemos afuera. El reciente asunto de Miss Universo es otra muestra de lo mismo, y ahí no hubo insultos ni nada parecido. En general, actuamos de forma muy chovinista en estos casos.
Tendría que revisar detenidamente las ideas de cada uno. El problema es que cuando uno vota por ellos ya está manteniendo el partido que representan, y aquí los partidos tienen muy poco que ofrecer, pero podría dárseles la oportunidad (aunque viviendo en Santa Marta, no creo que mucho apoyo pueda darles, je). Por cierto, que Vernot se defina apolítico me parece una pendejada populista. Si no quiere verse como político ante la gente, ya arrancamos mal.