Díptico de absurdos

Como ha ocurrido en las entradas anteriores del mismo estilo, esta semana se han presentado dos casos enfocados en temas similares. Esta vez la peculiaridad radica en que ambos casos parten de premisas tan ridículas que uno no puede menos que fruncir el ceño ante ellas.

1. Si son atentos seguidores de la política, o al menos ven con frecuencia las noticias -a pesar de lo “desinformantes” que puedan ser, según muchos-, sabrán que hace casi un año un pastor cristiano y exsenador, Víctor Velásquez, demandó las curules de las congresistas Claudia López y Angélica Lozano, con base en su relación sentimental. Según el pastor, quien fue militante del PIN y de Opción Ciudadana -tenga eso en cuenta, querido lector-, las congresistas se encontraban en una unión permanente durante el tiempo de su investidura, en 2013, y por tanto no estaban habilitadas para ser congresistas, puesto que el artículo 179 de la Constitución prohíbe expresamente que dos personas en matrimonio o unión marital de hecho pertenezcan al Congreso. Finalmente, esta semana el Consejo de Estado rechazó la demanda, puesto que la relación actual de López y Lozano no se ajusta a los causales de inhabilidad de la Constitución. Por otro lado, unos años antes de ser elegidas, Lozano era concejala de Bogotá, mientras que López cursaba estudios en el exterior, por lo que era materialmente imposible legalizar una unión marital de hecho.


Aunque el hecho de que el Consejo de Estado haya fallado a favor de las congresistas ante lo que era obviamente un caso de discriminación por su orientación sexual -aunque López agregó que también se debía a sus denuncias contra la parapolítica, que siempre salpicó al PIN y a Opción Ciudadana-, no siento que se deba celebrar demasiado. No me malinterpreten: celebro que se haya ejercido justicia en el caso. Sucede que me deja un sinsabor el hecho de que se haya tenido que recurrir a una institución judicial para aclarar este asunto, cuando el recurso presentado por Velásquez fue ridículo y vergonzoso.

Lo digo en serio: mientras que las congresistas presentaron documentos como certificados de asistencia al Concejo y pólizas de seguro que mostraban que Claudia López no es siquiera la beneficiaria de Angélica Lozano, ¿cuáles fueron las evidencias de Velásquez? Dos revistas de Jet-Set, una con una foto de las dos congresistas juntas, y otra con una entrevista realizada a López. Con todo respeto, pensar que dos revistas de farándula son pruebas suficientes para inhabilitar a una congresista es una reverenda imbecilidad.

¿Lo más irónico del asunto? La Procuraduría, esa institución que se ha convertido en un bastión del fundamentalismo católico, defendió la investidura de las congresistas, pues en su postura, no hay más matrimonio que la unión de hombre y mujer, y por lo tanto no había una situación causal de inhabilidad de sus cargos. Y paradójicamente, durante su tiempo en el Congreso, Velásquez se opuso fuertemente a que se pudiera aprobar el matrimonio para parejas del mismo sexo.

2. Hablando de la Procuraduría, esta ha hecho eco de la sucia postura homofóbica y conservadora de Alejandro Ordóñez otra vez con dos noticias -puestas al mismo tiempo, porque son básicamente el mismo tema-. La primera fue un concepto emitido a la Corte Constitucional, donde sugiere la restricción de muestras de afecto excesivo entre estudiantes de colegio. Según la Procuraduría, si en el manual de convivencia estas conductas están penalizadas, los colegios no están incurriendo en discriminación si, por ejemplo, sancionan a un estudiante homosexual por besarse o abrazarse con su pareja. Esto basado, obviamente, en el caso del estudiante Sergio Urrego, que tristemente todos conocemos.

La segunda noticia tiene que ver con el reciente fallo de la Corte con respecto a este caso, donde le ordena al Colegio Gimnasio Castillo Campestre que haga un acto público donde se pida perdón por la discriminación y el acoso al que sometieron a Sergio, que se le otorgue el grado póstumo de bachiller, y que dentro de un año el Ministerio de Educación haga actualizar los manuales de convivencia de toda escuela pública y privada para que se garantice el respeto a la diversidad sexual de los estudiantes. Ordóñez, como no, pidió que se rechazara la tutela, basándose en que el colegio no actuó de manera discriminatoria al tener sus acciones un carácter formativo, y que no es seguro relacionar que el suicidio de Sergio se debió a tales actos, sino que puede deberse a su propio estado mental y personalidad.

No creo que sea necesario explicar cuán despreciable es Alejandro Ordóñez. Enemigo de la democracia, inquisidor fundamentalista y violador del laicismo constitucional, ciertamente es una de las personalidades más nefastas para la política de este país. Es increíble que con tantos problemas que presenta ahora la niñez, al Procurador le preocupen más las demostraciones de afecto entre los jóvenes. No se trata simplemente de satanizar la diversidad sexual, ¡quiere que se prohíba cualquier forma de cariño entre cualquier pareja juvenil! ¿Tenemos que retornar acaso a la moral rancia de los católicos de antaño? ¿Incluso cuando no todos somos católicos, y cuando la Constitución especifica que iglesia y Estado deben mantenerse separados? (no es que sea impedimento para que violen este precepto, claro).

Cualquiera debería comprender que las demostraciones de afecto entre menores de edad hacen parte de su libre desarrollo de la personalidad. Sí, a muchos nos puede incomodar que aparentemente dichas demostraciones parezcan cada ver más atrevidas o descaradas en los últimos años -aunque ese espejismo de “todo tiempo pasado fue mejor” es común a cada generación-. Pero esas son situaciones personales que les competen a los mismos jóvenes. Pretender criminalizar besos y abrazos en las instituciones educativas es un adefesio, porque termina confundiendo al niño en desarrollo (especialmente si es muy pequeño), y genera en él la sensación de que esas demostraciones de afecto entre niños de su edad son algo malo. Por supuesto, convertir la naturaleza humana en pecados es la agenda perfecta para la religión organizada.


Estas son sólo dos de muchas situaciones absurdas que ocurren en nuestro bonito país. A quienes rechacen lo que está expuesto aquí, les pido como siempre una reflexión. Es simplemente ridículo que aún se quieran imponer supersticiones particulares en instituciones y lugares donde no tienen cabida. Mantener esa actitud es una de las anclas que nos mantiene acercándonos al progreso y la verdadera democracia a paso de moribundo.

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