¿Podemos separar la obra de la persona?
Hace
unas semanas hice una observación personal acerca del proyecto de ley para exaltar la obra y el legado de Diomedes Díaz, y fui claro al decir que, aunque el Cacique
cometió varios delitos, y algunos graves, eso debe analizarse por separado de
su obra musical. Sin embargo, caí en cuenta casi de inmediato que estoy
pidiendo algo difícil. Si hay una característica muy arraigada, es el sesgo
cognitivo en sus muchas facetas, y es uno de los defectos de razonamiento más
difíciles de superar. Así que trataré de explicar un poco acerca de eso.
Esto es algo de lo que otros ya han hablado
antes: las personalidades, los famosos, los artistas, también son humanos.
Ellos también tienen fallas, e incluso delitos. Fijémonos, por ejemplo, en la
literatura. Para nadie es un secreto que, por ejemplo, Edgar Allan Poe era
alcohólico y adicto al láudano. Pero hay casos más “complicados”, a la vez que
polémicos, donde ideas o comportamientos poco adecuados se filtran a las obras.
Howard Phillips Lovecraft, por ejemplo, era abiertamente racista, xenófobo y
antisemita, cosa por lo cual su esposa, de ancestros judíos, lo reprochaba
constantemente -hay que señalar, no obstante, que Lovecraft se oponía a la
violencia antisemita-. Todo esto se encuentra reflejado en muchas de sus obras,
como La llamada de Cthulhu (los
adoradores del dios son mestizos) o La
sombra sobre Innsmouth (donde los rasgos de los Antiguos, además de
asemejarse peces, son ciertamente reminiscentes de rasgos negroides). En muchos
otras de sus obras, varios personajes negros son descritos de forma muy
desagradable, y suelen ser antagonistas.
Un
caso más polémico -porque críticamente, casi todos coinciden en que Lovecraft
era racista, y así lo expresaba en su obra- es el de J.R.R. Tolkien, autor de
la saga de la Tierra Media. Por mucho tiempo ha sido motivo de discusión si la
obra del novelista reflejaba tendencias racistas, pues no son pocos los que se
dan cuenta que, mientras los humanos y los elfos (los buenos) son descritos con
rasgos caucásicos, los orcos (los malos) son básicamente negros -y algunos
incluso señalan que pudo haberse basado en los judíos para describir a los
enanos-. Lo que sí es claro es que, aunque Tolkien apoyaba a los franquistas
españoles (por motivos más religiosos que políticos) y ciertamente consideraba
a Hitler menos peligroso que Stalin y los comunistas soviéticos, se opuso
enérgicamente al programa antisemita de la Alemania nazi, además de las políticas
de segregación en Sudáfrica. Hay quienes consideran que Tolkien evolucionó de
un racismo inconsciente hasta una denuncia del mismo a lo largo de su obra.
Esos
son casos ideológicos. ¿Qué hay de los artistas que sí han cometido delitos? Ya
mencioné a Diomedes Díaz y el complicado caso de Doris Adriana Niño. Pero hay
otros incidentes. Uno muy popular en la cultura metal es el asesinato de Øystein
Aarseth, más conocido como Euronymous, guitarrista de la banda de black metal
Mayhem, a manos de Varg Vikernes, miembro de Burzum. Vikernes siempre dijo que
Euronymous lo atacó, así que lo hizo en defensa propia, y que no le propinó las
23 heridas que se encontraron en su cadáver, sino que el guitarrista cayó sobre
vidrios rotos. En todo caso, estuvo encerrado durante 16 años, hasta salir en
el 2009 bajo libertad condicional.
Y
podríamos citar una larga lista de artistas que han sido adictos a drogas, y
cuya adicción afectó sus relaciones: están los muy conocidos casos de los
escritores Charles Bukowski o Ernest Hemingway, o el actor Ben Affleck, todos
alcohólicos empedernidos (de hecho, esta fue una de las causas de la reciente
ruptura de Affleck con su esposa, Jennifer Garner), o de Keith Moon, baterista
de The Who, consumidor de alcohol y anfetaminas, y quien falleció por una
sobredosis de clometiazol, al cual se había hecho adicto mientras intentaba
dejar la bebida. Se me viene a la mente, también, el caso del quizás poco
conocido Jason Mewes, actor y amigo de juventud del también actor y director
Kevin Smith, y cuyos problemas con la heroína lo hicieron pasar por muchas
desventuras que afectaron económica y personalmente a Smith.
Todos
estos son episodios nada admirables de figuras bastante admiradas -a menos,
claro, que sea usted un racista o una persona en actitud autodestructiva-. Y es
comprensible que haya personas que desaprueben e incluso detesten cualquier
mención a estos personajes, especialmente porque nuestra mente suele decirnos
que si alguien admira a una persona, entonces se admira todo de ella. De manera similar, nuestro juicio con respecto a su
trabajo se ve truncado por esa visión negativa. Pero, ¿debe mantenerse esa
visión? ¿Es justo desechar El coronel no
tiene quien le escriba porque Gabo era amigo de Fidel Castro, o censurar a
Snoop Dogg únicamente por consumir marihuana?
La
verdad es que, desde varias perspectivas, la idea es absurda. Es cierto, es
difícil no juzgar el trabajo basándose
en la persona; no obstante, es
necesario el esfuerzo, puesto que uno y otro no están necesariamente
relacionados, ni admirar lo uno te hace aceptar lo otro. Rechazar un buen
trabajo porque no nos gusta su autor es una tontería; es mezclar lo privado con
lo público. Es como decir que toda la labor del biólogo Francis Collins es
basura simplemente porque es cristiano, o que la obra de Borges es mediocre
simplemente porque apoyó la dictadura de Videla. Ese
tipo de asociaciones de ideas suele venir de un pensamiento sectario -no
específicamente religioso, sino en sentido de la pertenencia a un grupo de
cualquier clase-, donde cualquier transgresión manifestada a los valores
establecidos, por ínfima que sea, es suficiente para condenar a la persona.
Esto
ya lo he explicado más de una vez: respetar o admirar la obra de una persona no
significa que aceptes todos los comportamientos de dicha persona, ni mucho
menos seguirlos. Siendo honesto, Burzum es una de mis bandas favoritas de black
metal, pero eso no significa que yo apruebe a Varg Vikernes, o que salga a
incendiar iglesias o a apuñalar a mis rivales. Escuchar a Snoop Dogg no te hace
un adicto, ni leer a Bukowski te hace un alcohólico. Que te guste Diomedes Díaz
no significa que eres un vicioso, machista o mujeriego, ni eso hace que su
música sea mala. La influencia que tal o cual mensaje pueda tener en ti vendrá
dada por la educación que tengas, por el nivel de pensamiento crítico y
razonamiento que uses, y no necesariamente por la admiración que tengas por el
emisor del mensaje.
¿Sobre
Jason Mewes? Quizás la mejor evidencia de su talento -o al menos, de su
dedicación- está en una historia que ocurrió durante el rodaje de Dogma. Preocupado del profesionalismo
que mostrara su amigo ante un actor de la talla de Alan Rickman, Kevin Smith le
pidió que se esforzara en aprenderse las líneas de su personaje. Mewes se
aprendió no sólo su papel, ¡sino las líneas de todos los otros actores!
¿Quién
diría que, por ejemplo, Lovecraft o Tolkien son escritores inferiores,
simplemente porque eran racistas? La obra de Tolkien puede admirarse como
excelsa sin sentir culpa por su probable trasfondo racista, ya que dejando eso
de lado, nos encontramos con trabajos excelentes, donde se combina mitología,
fantasía épica y momentos dramáticos muy complejos -no faltará el que deteste
que Tolkien metiera elementos religiosos en El
señor de los anillos, por cierto-. Por su parte, el estilo de Lovecraft -de
quien, por cierto, fue hace poco aniversario de su natalicio-, aunque recargado
y complejo para muchos, es bastante complejo e interesante, de forma tal que el
evidente racismo de su trabajo queda en segundo plano ante las historias de
terror cósmico que se desarrollan en sus páginas. ¿Realmente vale la pena
rechazar aunque sea una ojeada a su obra sólo por su conflictiva personalidad?
Esta
es la reflexión que comparto hoy. A aquellos que puedan estar en desacuerdo con
ella, les digo que se tomen unos momentos para analizarla. Es simplemente dejar
de lado una culpa innecesaria por seguir el trabajo de quien, en algunos
aspectos, no es precisamente una persona modelo. Que eso no sea impedimento
para disfrutar un buen libro o vibrar con una canción excelente.
Como fan de Lovecraft, debo decir que falta agregar que era también homofóbico:
ResponderEliminar“So far as the case of homosexuality goes, the primary and vital objection against it is that it is naturally (physically and involuntarily—not merely ‘morally’ or aesthetically) repugnant to the overwhelming bulk of mankind...”
http://www.hplovecraft.com/life/myths.aspx#homosexual
Buen artículo, saludos.
Muchas gracias.
EliminarSí, olvidé ese detalle de Lovecraft, como también que las mujeres en sus libros son pocas, y siempre representadas de manera negativa, aunque es claro que no era misógino.
La verdad es que muchas cosas se pueden decir de él, ¡no era precisamente un modelo a seguir como persona! Claro está, de esos errores morales, por llamarlos de alguna forma, el racismo es el más predominante en su obra. Y por supuesto, eso no le resta mérito a su trabajo.
Si se trata de idolos con pies de barro yo me decanto por Pistorius. Es notable su deseo de participar de igual a igual con los otros atletas y no solo en paraolimpicos. Pero igual mató a su señora. ( O al menos eso se asume.) Al menos ahora purga una condena y quien sabe si participara en nuevos torneos más adelante. O si cometerá otro crimen. No hay que hacerle estatuas a los vivos. (Ni a los muertos, ya que estamos).
ResponderEliminarY creo que por ahi hay cierto angulo por el que muchos explican su rechazo a la obra de ciertos autores al compararla con sus vidas y sus actitudes y que también hace dificil la separación entre obra y persona: ¿Es esa mentalidad detrás de ese crimen la misma que motiva a crear o alcanzar una meta sublime? ¿Está esa mentalidad expresada en la obra? Eso es evidente, un autor siempre deja su impronta politica en sus obras, por muy sutil que sea o por mucho que no quiera. Despues de todo refleja su experiencia vital en ellas.Pero lo otro es la interpretación que tambien le da el lector. Es decir, si hay gente que ve a elvis en las tostadas, encontrar mensajes racistas en cualquier lado debe ser fácil.
Pero no creo que nadie se vuelva racista por leer a Lovecraft, a menos que previamente exista una veta racista en el contexto del lector. Hay grandes obras que igual tienen sus propios pecados pero no pierden su calidad y eso las diferencia de los panfletos. Pero hay que reconocer que el juzgar una obra separada del autor es en extremo dificil en muchos casos.
¡Gracias! Había olvidado por completo a Pistorius. Sí, él es un ejemplo de personalidades talentosas con vidas turbias, y de la peor clase.
EliminarSí, la impronta de la experiencia vital de un artista en su trabajo es algo prácticamente inevitable, y es por eso que muchos evitan una obra si saben que su autor no era precisamente el piadoso del año. Para mí eso es tonto pero, tal como dices y como yo mismo me doy cuenta, es muy difícil juzgar ambas cosas de una forma separada. Es un sesgo muy común en nuestro pensamiento, y difícil de superar.
En el caso de snoop, yo si creo que a ese man la marihuana le mato las neuronas, y su musica así lo refleja
ResponderEliminarSí, es posible. Recientemente vi un video suyo, Smoke the Weed, y definitivamente, como dirían aquí, es "la propia coletera". No obstante, decir que hay gente que se hace marihuanera por escucharlo es una cuestión es diferente.
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