Guía práctica para entender posturas religiosas
Introducción
Creo
que sería casi completamente imposible encontrar un lugar en la Tierra donde no
se tenga una noción de lo que es la religión o de dios alguno. Podría decirse
que nuestra relación con la idea de la existencia de seres espirituales es
ineludible, sea de forma afirmativa o negativa. Y a pesar de esto, aunque
constantemente se pide respeto para las creencias de otras personas, o se
acepta que son verdaderas para la persona que las sostiene, al más puro estilo
relativista, por lo general desconocemos en qué consisten dichas creencias.
Y se tiende a ser incluso más específico, pues
muchos creen que no hay más que dos posturas de creencias: o existe al menos
una deidad, o no existe. Esto es técnicamente cierto, pero en cada lado hay
distintos enfoques que hacen que la reducción de las opiniones religiosas a
teísmo y ateísmo sea más bien inadecuada para comprender el sistema de
creencias de una persona. Por esto, y ya que este blog es leído tanto por
creyentes como escépticos, decidí hacer una síntesis de las diferentes visiones
acerca de la existencia e inexistencia de deidades.
Antes de empezar: al hablar de posturas religiosas,
estoy incluyendo visiones teístas y no teístas (un término un poco más global
que ateísmo, como veremos más adelante). Sin embargo, esto no es lo mismo que
decir que la no creencia sea una religión o un sistema de creencias propiamente
dicho, pues no está basada en un texto antiguo o una serie de dogmas. No hay un
manual sobre cómo ser un no creyente. Al hablar de posturas religiosas me estoy
refiriendo a la opinión filosófica sobre la visión de uno o más seres
superiores como origen del Universo.
Seguramente más de uno considerará que las
clasificaciones de posturas religiosas son artificiales e imprácticas.
Artificiales… sí, en el mismo sentido que lo son los nombres de teísmo o
ateísmo: palabras elaboradas por el hombre. Que sean imprácticas es muy
discutible, puesto que el sistema de creencias personales de un individuo es
algo muy complejo como para definirlo en términos de blanco y negro. Hay
diferentes matices. A pesar de lo complicadas que puedan ser, estas
clasificaciones resultan útiles para muchos.
Sin
más, empecemos. Las siguientes categorías son aleatorias, así que el lector no
debe asumir que son inamovibles, sino una forma didáctica de presentar las
posturas religiosas.
1. Posturas “tradicionales”.
Son las más conocidas
por la gente, o al menos las más “fáciles” de comprender. Se trata de las que
podrían considerarse opiniones estándar: la deidad y lo espiritual existen o no
existen. No hay muchos matices al respecto.
Teísmo
Esta es la más fácil de
comprender para cualquiera. El teísmo es, simplemente, la creencia en la
existencia de al menos una deidad trascendente
que interactúa de forma activa con
el Universo existente. Aquí están incluidas la mayoría de las religiones
actuales: cristianismo, islam, judaísmo, hinduismo, etc. Las ideas principales
de una religión teísta están organizadas en un cuerpo de dogmas incuestionables
–aunque dentro de las mismas religiones se suele discutir sobre algunos de
ellos-, a menudo condensados en textos de carácter sagrado que también sirven
como código moral y ético de los fieles.
Históricamente existen
diferentes formas de organizar un sistema teísta de creencias que pueden ser
rastreados a través del tiempo, y de los cuales sobreviven muchos hoy:
El monoteísmo es la creencia en la existencia de un único dios
personal. El ejemplo más puro es el Yahweh del judaísmo. El Dios cristiano es
un caso más diverso, pues generalmente se concibe en una forma trinitaria (tres
dioses en uno: Padre, Hijo y Espíritu Santo), aunque algunas vertientes
cristianas definen a Dios como una entidad distinta y superior a Cristo.
El politeísmo, en contraste, postula la existencia de varios dioses.
La mayoría de las religiones en civilizaciones antiguas tenían este enfoque, y
actualmente el hinduismo es el mejor ejemplo. Cabe señalar que dichas
religiones suelen ser territoriales: se acepta que otras culturas adoren a sus
dioses, pero sólo los de la propia cultura merecen nuestro culto.
Derivaciones de lo
anterior son el henoteísmo, donde se
acepta la existencia y adoración de varios dioses, aunque con un culto
consistente a un solo dios principal; y el monolatrismo,
donde sólo se acepta la existencia de otros dioses, pero se adora a una única
deidad.
Ateísmo
En un sentido general,
el ateísmo puede definirse como el rechazo
a la creencia en la existencia de uno o más dioses. O como también se
describe, ausencia de creencia en dicha
existencia. Por lo general el ateo basa su postura en argumentos
filosóficos y científicos que ponen en duda la existencia de un ser divino, o
que muestran que no es necesaria la intervención de uno para explicar el origen
del Universo.
El término, proveniente
de la antigua Grecia, tenía un significado muy diferente al acuñado en siglos
posteriores. En la Antigüedad, ateo era cualquier persona que no rendía culto a
los dioses de una determinada religión. Así, por ejemplo, para los romanos, los
cristianos eran ateos, puesto que no adoraban a las deidades de su panteón.
Suele decirse que el
ateísmo niega la existencia de dioses. Esto es más bien un error de percepción
muy común. No se trata simplemente de “negar” dogmáticamente la existencia de
una deidad dando un salto de fe, como afirman muchos creyentes; es que el
ateísmo no acepta tal afirmación con base en simples creencias, sino que pide
evidencia para sustentar esa visión. Y ante la debilidad de los argumentos
teístas y la ausencia de evidencia material de una deidad (pues se trata de una
proposición infalsable), el ateo puede asumir perfectamente que dicha deidad no
existe.
Dentro del ateísmo hay
una serie de filosofías y actitudes que vale la pena mencionar:
El humanismo secular es una filosofía de vida que acepta el uso de la
razón crítica y el método científico para la búsqueda de verdades objetivas y
soluciones a las problemáticas y cuestiones del ser humano, en contraposición a
los dogmas y tradiciones religiosas, las cuales deber estar abiertas al debate
y la crítica. Plantean que la ética no requiere de la religión para ser
practicada por el hombre.
El laicismo es una ideología política que aboga por la separación
total entre iglesia y Estado. En otras palabras, el Estado debe ser totalmente
ajeno a los credos religiosos: no debe intervenir para que una religión prime
sobre las otras, ni debe imponer normas y valores provenientes de ninguna
religión, con el fin de garantizar la igualdad e inclusión de todos los
miembros de la sociedad, y la libertad de conciencia.
El antiteísmo y la antirreligión
son posturas relacionadas. El antiteísmo es la oposición a la creencia en las
deidades, que consideran dañina para la sociedad, mientras que la antirreligión
es la oposición a la religión organizada, mas no necesariamente a la creencia
en sí.
Es menester señalar que
las anteriores ideas no son equivalentes del ateísmo: no todos los ateos son
humanistas seculares, ni todos son antiteístas o antirreligiosos. El laicismo,
de hecho, no es exclusivo del ateísmo, puesto que también hay creyentes que
defienden esta ideología.
Agnosticismo
El agnosticismo es la
opinión de que la existencia de deidades u otros seres sobrenaturales es una
cuestión desconocida o incognoscible;
esto es, que no puede saberse. Se le considera una postura relacionada, aunque
distinta, al ateísmo, en el sentido de que este se basa en la creencia,
mientras que el agnosticismo lo hace en el conocimiento. En otras palabras, el
ateo rechaza la existencia de Dios, mientras que el agnóstico asegura que no
puede conocerse.
El término fue creado
por Thomas Henry Huxley como el opuesto del gnosticismo. No, no el gnosticismo
que siguen muchas sectas de hoy en día, que afirman cosas sumamente ridículas
-como que el ser humano se reproducía originalmente sin necesidad de sexo (!)-;
por gnosticismo, se refería a la visión de que es posible conocer con total certeza
la existencia de un ser divino. Los argumentos del agnosticismo se centran,
principalmente, en la infalsabilidad de las hipótesis sobrenaturales y la
subjetividad de las experiencias y evidencias disponibles al respecto.
El agnosticismo suele
ser visto como una visión 50/50, que asegura que la existencia y la
inexistencia de deidades son igualmente probables. Esto no es raro, pero
también es frecuente encontrar agnósticos con posturas más fuertes, puesto que,
aunque se afirme que la existencia divina es algo incognoscible, la evidencia
(o falta de evidencia) disponible permite asumir una u otra visión sin
problemas. Esto ha granjeado críticas de ateos y creyentes sobre la necesidad o
incluso relevancia de la etiqueta de agnóstico.
Aunque algunos
representan esta relación entre agnosticismo y teísmo/ateísmo con el espectro
de probabilidad teísta, comúnmente se utiliza un diagrama ortogonal de
flechas para ejemplificarla mejor. Así, pueden existir teístas agnósticos
(básicamente fideístas), que aceptan la existencia de un dios, aunque
consideran que no puede verificarse su existencia; y ateos agnósticos, los
cuales creen que dicha existencia no puede comprobarse o refutarse con certeza
absoluta, pero que ante la falta de evidencia asumen su inexistencia. Como
comparación curiosa, si bien la mayoría de los ateos pertenecen al segundo
grupo (y probablemente la mayoría de los agnósticos, aunque insistan en la
neutralidad), es bastante raro encontrar teístas agnósticos, puesto que el
teísmo hace énfasis en la certeza de la existencia divina, y es por ello
crítico de la posibilidad de duda.
2. Posturas “evolucionadas”.
Estas
son visiones filosóficas que derivan de las anteriores (por ello el mote de
“evolucionadas”). Las diferencias con las posturas “tradicionales” podrían
definirse en una diferente concepción de la relación de las deidades o
espíritus con el mundo material.
Deísmo
El
deísmo plantea que el ser supremo creó
el Universo y las leyes que lo rigen, pero
no interviene en su funcionamiento; es decir, hablamos de una deidad impersonal -rasgo que
compartirán el panteísmo y otras filosofías religiosas relacionadas-. Asegura
que se puede buscar y conocer al Creador a través de la razón y la observación
del mundo natural, en contraposición a las manifestaciones sobrenaturales del
teísmo. Por ende, hay un rechazo a los dogmas y doctrinas de las religiones
organizadas, así que no hay un cuerpo de creencias deístas más allá de su
filosofía principal.
El
deísmo tiene sus bases en el pensamiento de algunos filósofos de la antigua
Grecia, aunque su teología como tal se desarrolló a partir de la Ilustración,
gracias a escritores y filósofos como Voltaire y Rousseau, y tuvo gran
influencia en líderes políticos como Robespierre y los fundadores de Estados
Unidos.
Dentro
del deísmo existen dos subdivisiones además del deísmo estándar:
En
el pandeísmo se postula que el
Creador diseñó al Universo siendo una entidad consciente, y cuando hubo
terminado se sumergió dentro de este como un ser no consciente, convirtiéndose
esencialmente en el Universo. La deidad no es antropomórfica, sino abstracta. Es
una visión con influencias panteístas, que veremos más adelante.
Por
otra parte, el panendeísmo,
semejante al panenteísmo, afirma que el Creador se encuentra sumergido en la
creación, pero trasciende de ella, y es posible acceder a él a través de experiencias
metafísicas como la meditación o la oración, lo cual la diferencia del deísmo
tradicional.
Cabe
señalar, finalmente, que dentro de algunas religiones hay grupos deístas.
Panteísmo
Esta
creencia señala que no hay división entre el Creador y el Universo, puesto que
el Creador es su creación: en otras
palabras, el Universo está compuesto en su todo de una deidad inmanente (es decir, que su presencia divina está dentro del
mundo material).
El
panteísmo tiene su origen en el trabajo Ética
demostrada según el orden geométrico del filósofo Baruch Spinoza, quien lo
escribió como una respuesta a la dualidad mente-cuerpo de Descartes, señalando
que el cuerpo y el espíritu son lo mismo, y usando la palabra Dios como un
sinónimo de una sustancia universal que compone el todo. Curiosamente, al día
de hoy, aún se discute cuál era la verdadera inclinación religiosa de Spinoza;
no obstante, su trabajo es reconocido como uno de los pilares del panteísmo.
Hay
raíces más profundas dentro del panteísmo en la visión de filósofos
presocráticos como Heráclito y Anaximandro y en los estoicos. También se
considera que las formas más tempranas del taoísmo eran panteístas. Ya hace
varios siglos la Iglesia Católica condenaba como herejía las visiones
panteístas sobre la creación -aunque no con ese nombre, puesto que el término
panteísmo vino a acuñarse mucho después de Spinoza-. De hecho, el monje
Giordano Bruno, quemado en la hoguera por los católicos, mantenía una visión
cosmológica que puede considerarse panteísta.
Se
considera al panteísmo como una forma religiosa del monismo -visión filosófica
según la cual la variedad de lo existente se explica con una sola realidad,
sustancia o causa primaria-, aunque existen algunos pensadores que lo
consideran como una postura no religiosa, puesto que al considerar que deidad y
Universo son esencialmente lo mismo, hay una negación de la personalidad y
trascendencia divinas, por lo que, como tal, no habría una deidad a la que
adorar.
Como
ocurre con el deísmo, algunas religiones como el hinduismo, o incluso el
cristianismo, también tienen conceptos panteístas. Es también bastante probable
que un buen número de teístas en el mundo tengan en realidad una concepción
panteísta del mundo, puesto que no es infrecuente escuchar a una persona
diciendo que Dios y la Naturaleza son lo mismo.
Apateísmo
El
apateísmo es una filosofía que se manifiesta en la ausencia de interés por la discusión de la creencia o no creencia
en deidades. El apateísta no está interesado en afirmar o negar la existencia
de un dios, sino que vive su vida como si no existiera alguno, aplicando la
razón para explicar los fenómenos a su alrededor. Es por ello que también se le
denomina ateísmo práctico -título que comparte en ocasiones con el
agnosticismo-.
Para
el apateísta, la existencia de la deidad es un asunto irrelevante, puesto que
no existe evidencia o refutación satisfactoria de tal existencia (de nuevo, es
una hipótesis infalsable), y si existe, la deidad no está interesada en los
asuntos de los hombres. Por ello ve esta discusión como improductiva e
innecesaria.
El
apateísmo se caracteriza por una ausencia de motivación religiosa -en tanto que
la moral no requiere de un dios creador, y menos de una religión, para existir
y ejercerse-, una indiferencia hacia cualquier religión, y una crítica a las
motivaciones para discutir la existencia divina. Puesto que no hay evidencia de
una deidad, y si existiera debería ser una evidencia clara, no sujeta a
interpretaciones, no hay razón para preocuparse por dicha existencia.
Ojo,
el apateísmo no es lo mismo que la ausencia de activismo escéptico o crítica
contra las religiones. Por ejemplo, el comediante Bill Maher, que entre otras
cosas se define a sí mismo como apateísta (el ejemplo más famoso de uno),
critica con frecuencia a diversas religiones, como se puede ver en su
documental Religulous.
Finalmente,
la indiferencia del apateísmo hacia las doctrinas religiosas puede observarse
también en las mismas religiones organizadas. Como señala el filósofo Daniel
Dennett, y como muchos podemos constatar, gran parte de los fieles de
religiones como el catolicismo siguen esta fe por cuestiones sociales o
familiares, y son más bien apáticos hacia sus rituales o incluso sus dogmas.
3. Posturas “raras”.
Estas
últimas son posturas poco conocidas o comunes, o aquellas que posiblemente la
gente ya conoce, pero que no logra identificarlas como lo que son (de ahí la
etiqueta de “raras”). Los argumentos y filosofías sobre la deidad y lo
espiritual son similares a los de las anteriores visiones.
Animismo
Tenía dudas sobre
colocar aquí esta visión, puesto es probablemente fue la primera forma de
espiritualidad de nuestra especie. Aun así, debido a que no es tan conocida por
la gente, a pesar de su antigüedad, y además se le considera un sistema de
creencias diferente al de la religión organizada -discusiones del campo de la antropología
de la religión-, aquí está.
El animismo es una
forma de creencia difícil de definir, pues cada cultura tiene sus propias
mitologías y rituales, y es un sistema de creencias con una estructura
cotidiana, que por otra parte suele carecer de planteamientos éticos como los
de las religiones teístas. La principal característica principal de las
mitologías animistas radica en que todas las partes de la Naturaleza tienen
alma -no sólo humanos, animales y plantas, sino también montañas, ríos, etc., e
incluso conceptos abstractos como los nombres-, y dicha alma puede desplazarse
independiente de su cuerpo físico. En ese sentido, y a diferencia de muchas
religiones teístas, el ser humano no es superior a otros seres de la
Naturaleza, sino parte de ella. El animista carece además de una visión
dualista del mundo, puesto que el mundo material y el espiritual no están
separados. Suele darse una veneración a los espíritus de los ancestros.
El animismo también
cuenta con algunas variaciones:
El fetichismo es la adoración a ciertos objetos materiales que se cree
cuentan con gran poder espiritual, y que puede influir sobre otras personas.
Relacionado a este se encuentra el totemismo,
según el cual cada persona tiene una conexión espiritual con otro ente físico,
ya sea un animal, planta u objeto, que actúa como su tótem o espíritu guardián.
Un tótem actúa como protector y símbolo de un determinado clan o grupo
familiar.
En el chamanismo, se alcanzan estados
alterados de conciencia con el fin de interactuar con el mundo espiritual y
utilizar su energía para influir en el mundo material, generalmente en el
tratamiento de alguna enfermedad o la solución a otros problemas cotidianos. Al
intermediario entre el mundo material y el espiritual se le denomina chamán.
Aunque
en el animismo generalmente no se habla de dioses, sino de espíritus, algunas
expresiones religiosas como el sintoísmo japonés presentan características
tanto animistas como politeístas, al darse la existencia conjunta de dioses y
espíritus naturales. Igualmente, si bien es un sistema de creencias
principalmente asociado a culturas primitivas o antiguas, existen grupos
contemporáneos, como neopaganos o el movimiento de la Nueva Era, que poseen
varios rasgos animistas. El espiritismo también es una religión monoteísta con
rasgos que podrían considerarse animistas.
La
visión panteísta tiene similitudes con el animismo, en cuanto que hay una
relación entre lo material y lo espiritual; sin embargo, mientras que para el
animismo cada alma es única a un cuerpo físico, en el panteísmo se comparte la
misma sustancia espiritual entre todos los seres vivos.
Panenteísmo
Este
concepto religioso puede resumirse en “la deidad contiene el Universo”.
Definido más claramente, el panenteísmo postula que la deidad o grupo de
deidades penetran dentro del Universo, pero trascienden más allá de él; se
encuentran dentro de él, pero se extienden más allá de sus límites.
De
manera similar al animismo, el panenteísmo está presente en varias culturas
antiguas. Muchas de las tribus norteamericanas mantenían (y mantienen) sistemas
de creencias que son principalmente panenteístas, con la deidad contenida
dentro de la creación, pero también trascendiendo de ella, concepto que varias
tribus definen como el Gran Espíritu -si han visto el manga Shaman King o su anime, tal vez ya
comprenden un poco de lo que hablo-. Los fundamentos neoplatónicos son
politeístas y también panenteístas, manejando un concepto de divinidad referido
como Logos, una fuerza original.
Filosóficamente,
la visión panenteísta también es atribuida al trabajo de Spinoza, pues en el ya
mencionado Ética, sostiene que las cosas individuales son extensiones o
modificaciones de los atributos de Dios y en escritos posteriores niega
comparar la deidad y la Naturaleza como indistinguibles. Para él, el Universo es
un modo (modificación) de los atributos de Pensamiento y Extensión, mientras
que Dios tiene muchos atributos más, por lo que la creación sólo sería una
expresión de esos únicos atributos.
Al
igual que ocurre con el panteísmo, algunas religiones como el cristianismo, el
gnosticismo e incluso el islam han tenido creencias panenteístas.
Religiones no teístas
Típicamente
el no teísmo es una creencia que manifiesta rechazo a la adoración de un dios o dioses personales. Es fácil
comprender que visiones como el ateísmo, el agnosticismo y demás posturas
escépticas son incluidas dentro del no teísmo, y su ejemplo más obvio; no
obstante, también hay creencias, como el deísmo y el panteísmo, e incluso religiones
organizadas que encajan dentro de la perspectiva no teísta. Pueden adivinar una
de ellas con la siguiente imagen:
Si
usted pensó en el budismo antes de fijarse en nuestro querido Homero Simpson,
está en lo correcto. Una de las diferencias primordiales del budismo con otras
visiones religiosas radica en que los seres superiores no son más que un estado
de reencarnación dentro del saṃsāra, así que los llamados devas -que nosotros
asociamos con los dioses-, aunque poderosos, están lejos de los asuntos
humanos, y al morir volverán a renacer en otro mundo. La liberación sólo puede
alcanzarse en el mundo de los humanos a través de las enseñanzas del budismo.
Por
otra parte, en el budismo mahayana (el más extendido y laico) existe la
intervención de seres espirituales que ayudan al individuo en la búsqueda de su
liberación, los llamados bodhisattvas. No obstante, no deben confundirse con
dioses: son humanos a puertas del Nirvana, pero que se mantienen en este mundo
para ayudar a otras personas a alcanzar la iluminación.
Otras
religiones como el jainismo y las religiones chinas son también consideradas no
teístas, al no aceptar la existencia de dioses creadores. En el caso del
jainismo, incluso algunos filósofos hablan de transteísmo, puesto que los dioses existen, pero no son el estado
espiritual mayor, el cual se alcanza con el moksha (liberación del espíritu).
Ignosticismo
El
ignosticismo es una visión teológica que puede ser vista como una variación del
ateísmo y el agnosticismo, o como una postura diferente. El ignosticismo asume
que cualquier postura que se tome sobre la inexistencia de la deidad es
absurda, puesto que el tema de debate (la deidad) carece de una definición clara para todas las partes, y aquellos
con una definición no ofrecen medios
por los cuales tal definición pueda ser
sometida a prueba. Por ello, para el ignóstico, debe tenerse primero una
definición coherente del término Dios antes de siquiera debatir acerca de su
existencia o inexistencia.
Dado
que el ignosticismo no se enfoca en los debates sobre la existencia divina, y
como tal quien lo profese viviría sin la necesidad de una deidad, podría
compararse con un ateísmo práctico, es decir, un apateísmo. Sin embargo, hay
diferencias claras. Por ejemplo, un agnóstico diría que la posibilidad de
afirmar con total certeza la existencia o inexistencia de una deidad es
imposible, mientras que el apateísta opina que tal debate carece de
importancia, aunque puede asumir que la deidad existe o no. Un ignóstico, en
cambio, considera que no tiene sentido tomar partido sobre la existencia de
algo que ni siquiera puede ser definido correctamente -ya sea por el mal
planteamiento de los argumentos, o su infalsabilidad-, pues no es un verdadero debate.
El
ignosticismo también es comparado con el no-cognitivismo teológico, que afirma
que palabras como Dios carecen de significado cognoscible, y por ello carece de
sentido discutir sobre ello. La diferencia es que, por ejemplo, los
no-cognitivistas pueden asumir los conceptos abstractos de la deidad como sin
sentidos, mientras que rechazan los dioses antropomórficos como simplemente
falsos; en contraste, los ignósticos entrarán a debatir si se les ofrece una
definición coherente de deidad, abstracta o no.
Consideraciones finales
Tuve
la idea de armar esta entrada tras un pequeño debate en un grupo de Facebook
sobre deísmo y ateísmo. Hubo un intercambio de definiciones e ideas sobre lo
que significa un debate entre ambas partes, y me di cuenta que muchas personas
tienen ideas propias de lo que significa ser de tal o cual posición teológica.
Por ello decidí buscar los conceptos más claros posibles sobre cada postura y
presentarlas aquí.
Uno
de los miembros, definido como ignóstico, hizo una analogía de algunas
posturas usando unicornios como ejemplo, y dice al final que, ante la
infalsabilidad de una hipótesis como la divina, las posturas más correctas
serían el agnosticismo, el apateísmo y el ignosticismo, aunque puede igualmente
asumirse su inexistencia dada la falta de evidencia. El lector puede asumir
aceptar o no la primera parte de su opinión, pero soy claro en la segunda:
estamos de acuerdo. Si bien no puede decirse que la ausencia de evidencia es
evidencia de ausencia, encuentro absurdo creer en la existencia de algo de lo
que no se tiene una sola evidencia clara y objetiva. Lo que siempre digo: yo
podría creer en una pelota inmaterial y gigante con doce brazos que rodean la
Tierra, y nadie podría probar que lo que digo es mentira. Es por eso que se usa
la
carga de la prueba, ¿cierto?
Los
lectores creyentes se dirán: “¿Y qué queda para nosotros, entonces?”. Bien,
usted puede creer en lo que quiera. Puede pensar que hay un dios personal, o
que no interviene en su vida, y puede tener los libros sagrados que quiera a su
disposición para asegurar que sus creencias son reales. Pero también tendrá que
aceptar que los escépticos no vemos los textos antiguos y las experiencias
personales tipo “Dios existe porque lo
siento en mi corazón” como una evidencia real de su existencia, y por lo
tanto tenemos derecho de dudar de tal afirmación y someterla a un análisis
crítico. Ninguna idea ni creencia está por encima de ello.
Finalmente,
aunque me considero un poco como un nerd de las religiones, tengan por seguro
que soy tan humano como cualquiera, y puedo equivocarme. Es posible que haya
algo en los conceptos presentados aquí que sea incorrecto o que necesite una
ampliación, así que siéntanse libres de decirlo en los comentarios, siempre que
sea en un lenguaje adecuado.
Y
para terminar, continuaré con las analogías del ignóstico antes mencionado,
pero con dragones, que me gustan más.
Teísta:
“Creo en dragones específicos guiado por
una tradición”.
Deísta:
“Creo en dragones inespecíficos, pero los
busco”.
Animista:
“Creo que hay dragones menores en cada
ser vivo u objeto inanimado”.
Panteísta:
“Creo que los dragones son uno con el
Universo”.
Panenteísta:
“Creo que los dragones están dentro del
Universo, y más allá de este”.
Ateo:
“No creo en la existencia de dragones de
ninguna clase”.
Agnóstico:
“Creo que no puede saberse con total
certeza la existencia o inexistencia de dragones”.
Apateísta:
“Creo que la existencia de los dragones
es un asunto sin importancia”.
Religioso
no teísta: “Creo que existen dragones, pero
no interactúan con nosotros a ningún nivel, y por ello no son importantes”.
Ignóstico:
“¿Qué entiende usted por ‘dragón’?”.
Y
unos cuantos chistes de bombillos para los escépticos:
¿Cuántos
ateos se necesitan para cambiar un foco?
Dos; uno que lo cambie y otro que
lo grabe para que después no digan que Dios lo hizo.
¿Cuántos
agnósticos se necesitan para cambiar un foco?
¿Estás seguro que ese es el casquillo donde
se enrosca? Podría ser un sistema de aspersión. Hasta donde alcanzo a ver, no
estoy seguro. No hay forma de saberlo.
¿Cuántos
apateístas se necesitan para cambiar un foco?
No me importa cambiar ese foco.
¿Cuántos
ignósticos se necesitan para cambiar un foco?
Primero dígame cuál encaja.
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