Sobre la moringa y las plantas curalotodo
Cualquiera que esté
pendiente de Radio Galeón aquí en
Santa Marta se habrá percatado que desde hace algunos meses (quizás más tiempo)
se viene promocionando un producto a base de moringa como medicina para
diversos males Según la promoción, que se encuentra en su última semana (desde
hace varias semanas), esta planta sirve para enfermedades tan diversas como los
problemas renales o el cáncer, y también para mejorar la potencia sexual o para
regular los niveles de azúcar y grasas en la sangre.
Por supuesto que esta
no es la primera vez que oigo hablar de una planta milagrosa, como ya ha pasado
antes con la sábila o el noni, y seguro que tanto mis coterráneos samarios como
personas en otros lugares de Colombia lo saben bien. ¿Recuerdan el boom que
hubo a principios de la década pasada con el jugo de noni? ¿Ese que aseguraba
curar el cáncer, y que incluso podía ayudar a mejorar los síntomas del SIDA?
Muchas personas en Santa Marta no esperaron a comprar dicho producto –por lo
demás costoso, como muchas de estas “medicinas milagrosas”-, y prefirieron
cultivar el árbol en sus casas, lo cual se suponía era mucho más barato. El
éxito culminó cuando se demostró que todos sus supuestos beneficios a la salud
de enfermos crónicos no eran más que afirmaciones sin fundamento científico. De
hecho, el alto contenido de potasio de este jugo lo hace imposible de beber
para personas con problemas renales, y un alto número de casos de hepatitis en
personas que consumieron jugo de noni se ha relacionado con la presencia, en su
fruto, de compuestos que pueden ser tóxicos para el hígado (aunque las pruebas no
son del todo concluyentes). Así, muchos terminaron con un árbol decorativo en
sus patios, cuyos frutos terminan convirtiéndose en una peste insoportable,
olfativamente hablando.
Nada de esto, sin
embargo, ha hecho escarmentar a la gente, aparentemente. De hecho, al parecer,
uno que otro árbol de moringa que se yergue en la ciudad se está viendo
afectado, porque no falta alguien que le arranque hojas o frutos para
prepararse la dichosa medicina, ante la dificultad de costearse lo que ofrecen
en Radio Galeón (casi 50 mil pesos no
son algo que uno quiera gastar a la ligera).
Si hay algo positivo
que resaltar en la moringa, es su indiscutible contenido nutricional. De hecho,
mientras que en nuestra tierra dichas propiedades son aprovechadas usando la
planta como forraje para el ganado, en varios países de Asia forma parte de un
buen número de platillos, e incluso algunas ONGs la utilizan para sus
estrategias de lucha contra la desnutrición. En cuanto a sus propiedades
médicas, si bien es una planta utilizada en la medicina tradicional de varios
países, no hay evidencia actual de que tenga las propiedades que le adjudican: diversos
estudios aseguran que, en humanos, no tiene efecto alguno sobre los niveles de
lípidos en la sangre. Y como muchas plantas medicinales, consumir directamente
las hojas o las raíces es riesgoso, debido a la presencia de compuestos
tóxicos.
Pero si no hay seguridad sobre los beneficios de
la moringa, y existe el antecedente del noni, ¿por qué la gente sigue confiando
en estas plantas milagrosas? Se me ocurren dos cosas: costo y manipulación del
producto. El costo es simplemente lo que la gente esté dispuesta a pagar por la
planta. Y no me refiero necesariamente a los “medicamentos” de moringa o al
jugo de noni –de nuevo, muy costosos y poco accesibles para muchas personas-,
sino a la planta en sí, como ya quedó explicado con la gente que cultivó noni o
que saquea moringas en la ciudad. También es aplicable para las muchas frutas
que hoy en día, aseguran muchos, son excelentes medicamentos contra
enfermedades graves (el cáncer es la más popular). Puede ser el mango, puede
ser la piña, puede ser el mamón: cada cierto tiempo aparecen memes en las redes
sociales asegurando que alguna fruta es la panacea, y que si esto no se
publicita más es debido a la intervención de las “grandes farmacéuticas” -porque
muchas “medicinas” alternativas no están satisfechas sin una teoría
conspirativa-, que no quieren ver afectados sus bolsillos. Cada fruta es
relativamente barata (en comparación con un tratamiento médico a largo plazo),
lo que la convierte en un atractivo para personas de escasos recursos que no
pueden pagarse los medicamentos costosos que su enfermedad requiere.
Un
ejemplo de estos memes: el mamón cura el cáncer. Nótese la cifra exagerada que
ponen para resaltar su supuesta efectividad: “más fuerte que 10.000 quimioterapias”.
La manipulación, por
otra parte, es esa fastidiosa tendencia de que lo “natural”, lo inalterado, es
mucho mejor que lo producido por una compañía farmacéutica. No es raro ver que
en algunas tiendas naturistas se diga que los medicamentos que te manda el
médico intoxican tu cuerpo, por lo cual necesitas un producto natural para
purificar tu organismo. Otros son directamente más charlatanes y culpan a las
farmacéuticas de venderte productos que no curan o tratan tu enfermedad, sino
que la prolongan para seguir exprimiéndote ganancias. Ante eso, cualquier
imagen que diga que el mamón es buenísimo contra el cáncer suena como una
oferta maravillosa para un enfermo con pocos recursos, que ve la posibilidad de
consumir un producto natural que podría curarlo.
El problema de la
medicina herbolaria es que, aunque puede ser cierto que una planta tenga
compuestos que alivien ciertos síntomas o incluso enfermedades, con frecuencia
hay presencia de otros compuestos tóxicos que pueden afectar el organismo, y
como el producto se entrega puro, sin procesar, la probabilidad de consumir dichas
toxinas se incrementa. Miren por ejemplo la ruda: puede ser usada para aliviar
algunos síntomas de la conjuntivitis, como un antiespasmódico o incluso para
tratar problemas menstruales, pero es un abortivo muy fuerte, e incluso puede
producir hemorragias uterinas si se usa repetidamente. Y eso lo saben los que
trabajan con estas plantas como medicina.
En la ciencia médica se
separan los principios activos de los componentes tóxicos. Piensen en la aspirina.
¿Saben de dónde se obtuvo el ácido acetilsalicílico? De la corteza del sauce
blanco. Muchos pueblos antiguos usaban hojas y corteza de este árbol como
medicamento: los científicos simplemente se centraron en separar el principio
activo para que fuera más accesible y menos complicado de obtener para la gente
del común –no es como si pudieras encontrarte sauce blanco a la vuelta de la
esquina-. Así es como se han obtenido muchos medicamentos. No es que cualquier
día un médico se sentó en un laboratorio y sacó penicilina quemando un trozo de
plástico, sino que fue un descubrimiento casi accidental de un suceso natural.
Lo que se hizo fue aprender a obtener el componente activo que funcionaba como
antibiótico. Y hoy en día se puede sintetizar de otras formas, pero siempre
obteniéndose de forma orgánica –no hay tal cosa como la medicina “natural”,
porque ningún medicamento se saca de una piedra; no es más que un término
utilizado por un lobby comercial-.
Es lo que tengo que
decir. Como siempre, posiblemente haya personas que no estén de acuerdo con lo
dicho aquí, así que los invito simplemente a reflexionar. Sean cautelosos con
esas promociones que aseguran que tal o cual planta es el remedio para los
grandes males. No existe tal cosa como una panacea.
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