Kirk Cameron’s Saving Christmas, o cómo NO hacer proselitismo religioso
Una de las cosas que he
olvidado en el blog es que nunca intenté que mis opiniones se limitaran
únicamente a temas como política y religión. De hecho, algunas de mis primeras
entradas se centraron en temas como el
insensato rechazo de los “true” metaleros a géneros
experimentales, y la literatura
de terror romántico. Por ello, antes de preparar una nueva
entrada de la serie Nacionalismo inútil,
deseo comentar sobre dos temas del mundo artístico que a nadie caen mal. Y aquí
viene el primero.
Ayer se celebró la 35ª
ceremonia de los Premios Golden Raspberry, popularmente conocidos como los
Razzies. ¿Los conoce el lector? Son básicamente la antítesis de los Oscar: son
los premios entregados a lo que se considera lo peor del cine. En la reciente
entrega, destacó una película por encima de las otras: Kirk Cameron’s Saving Christmas, la cual se llevó cuatro premios,
entre peor película, peor actor, peor guion y peor pareja en escena, esta
última entregada a (oigan esto) Kirk Cameron y su ego. Antes de comentar sobre
la película y las razones por las que ha sido universalmente repudiada, hagamos
un poco de historia.
¿Quién es Kirk Cameron?
Es un actor que fue lanzado al estrellato por su papel en la sitcom Growing Pains, que fue conocida en
Latinoamérica como ¡Ay! cómo duele crecer.
Durante el desarrollo de esta serie, Cameron, que era ateo en su adolescencia,
se convirtió en un cristiano renacido, y debido a la importancia de su
personaje, empezó a presionar a los ejecutivos para que cualquier tema
demasiado adulto fuera eliminado de la serie; gracias a sus acciones, una
actriz fue despedida por haber salido en la revista Playboy, y el inflado actor protestaba por escenas ínfimas, como
una en la que estaba en una misma cama hablando con una chica, o por llevar las
llaves de la casa de su novia, porque todas eran supuestamente invitaciones al
sexo premarital. Resultado: los productores se cansaron, lo echaron tras la
sexta temporada y una serie que podría haber sido más exitosa terminó con una
séptima mediocre temporada.
Después de la serie,
Cameron se volcó su fe en el ministerio evangélico y el cine cristiano,
protagonizando la criticadísima trilogía Left
Behind (repudiada en su totalidad por su pésima calidad de producción) y el
drama Fireproof (el cual tuve el
infortunio de ver en un viaje interdepartamental), el cual fue la película
independiente más taquillera del 2008 y es considerada la película cristiana
más exitosa hasta ahora en taquilla, aunque con igual descontento de la crítica
(y concuerdo, es súper sosa). Para el lector escéptico y/o ateo que no tenga ni
cuerno de idea de quién se trata, quizás lo conozca más por el siguiente meme
que hace gala de su egolatría y ridiculez:
En
serio, si te vas a sentir perseguido por lo que contiene una página atea, ¿para
qué entras en primer lugar?
Pero el año pasado,
Cameron se lució con una joya de película cómica como Saving Christmas. En realidad, como lo cité al principio, su nombre
es Kirk Cameron’s Saving Christmas,
demostrando nuevamente la soberbia del actor, puesto que ni siquiera la dirige
(aunque seguro intervino en su elaboración). ¿De qué trata la película?
Básicamente es Kirk Cameron (sí, se interpreta a sí mismo) demostrándole a su
cuñado que la Navidad y los elementos usados en ella tienen origen cristiano, y es más, que así aparece en la Biblia. Mantengan
esas dos palabras en mente.
Debo ser sincero: yo no he visto la película. Con suerte, Dios no está muerto (de la que hice una crítica aquí) será el último trabajo de cine cristiano que vea. Me remito a lo que dicen los expertos y la historia.
Debo ser sincero: yo no he visto la película. Con suerte, Dios no está muerto (de la que hice una crítica aquí) será el último trabajo de cine cristiano que vea. Me remito a lo que dicen los expertos y la historia.
Si el lector es
curioso y le gusta investigar, sabrá que la afirmaciones de Cameron son
particularmente dudosas e inexactas, por no decir mentirosas. Si bien desde el
siglo III ya se hablaba de establecer el 25 de diciembre como la fecha de
nacimiento de Jesús (de quien otros aducen habría nacido en septiembre, marzo o
incluso enero de acuerdo con diferentes cálculos y suposiciones), para nadie
estudiado del tema es un secreto que esta época de año, cercana al solsticio de
invierno, era una celebración sagrada para muchos pueblos antiguos, como los
romanos, con el festival de Saturnalia, y los germánicos. Hacia el siglo IV,
cuando el Imperio Romano aceptó el cristianismo como religión oficial, muchas
de sus costumbres y ritos fueron asimilados en la fiesta Navidad (que en
realidad nunca fue muy popular hasta siglos recientes). De manera similar, arreglos
como el árbol de Navidad nacieron en Alemania durante el Renacimiento, donde
los árboles eran usados como símbolo del renacimiento por los pueblos paganos
durante el solsticio; mientras que el muérdago, por ejemplo (más común en el
Hemisferio Norte), era un elemento de la mitología druida. Por supuesto,
Cameron no se detiene a analizar esto, sino que parte de la Biblia para
explicar el origen de los símbolos navideños.
El
trabajo artístico del cartel ya debería levantar sospechas…
Para que no se diga que
se critica sólo la historia y no el desempeño técnico de la película,
analizaré también esto. Y la opinión es prácticamente unánime: la película es
malísima. En primer lugar, Cameron no parece ser tan buen actor como se lo
vendían al público. Un crítico del New
York Times lo describe “con una
sonrisa amplia y una carcajada que suena tan forzada que esperas a medias que la
cámara se de vuelta para revelar a los secuestradores”, asegurando que la
película, que además goza de escasa edición, “parece determinada a ganar cualquier guerra percibida en Navidad a
partir de fuerza bruta”. No es un buen inicio.
Pero no es la única
crítica demoledora que recibió. En Chicago
Sun-Times consideraron que era “torpe”,
se sentía “como un video casero”, y
terminan con lo siguiente: “Esta podría
ser una de las películas navideñas menos artísticas jamás hechas. Incluso los
devotos cristianos renacidos la encontrarán difícil de digerir”. Los Angeles Times continúa en la misma
línea, nombrándola como “un desastre
impío” y considera que “virtualmente todo en esta producción se siente
improvisado”. Un análisis en The Wrap
la define como “menos una película y más un extendido sermón escolar dominical”,
señalando las absurdas conclusiones a las que llegan sobre los elementos de la
navidad: “Por ejemplo, hay árboles en el
Jardín del Edén, y Jesús fue crucificado sobre tablas de madera, así que -¡Ta da!-
¡Árboles de Navidad!”.
Azcentral critica de
inicio dicho razonamiento: “¿Cómo pruebas
que un caballo es un animal? Porque me gusta Suecia. Ese es el estilo de lógica
absurda que aparece”, y menciona que, aunque los orígenes paganos de los
símbolos navideños no perjudican su significado actual, “la película tiene tanto miedo a ceder siquiera un ápice que tortura
trasfondos ilógicos para todo”. Cerca del final reflexionan con lo
siguiente: “Es una vergüenza que la
Biblia […] haya inspirado tantas películas tan mediocres”.
Finalmente, A.V. Club no se corta a la hora de
criticar no sólo los conceptos erróneos y teorías ridículas que se exponen en
la película, sino también en el confuso monólogo inicial de Cameron, en el
personaje que interpreta el director de la película (papel que definen como “todo un nuevo hombre de paja”) como el
cuñado del actor, la condescendencia con la que se enfrentan a los críticos de
la Navidad y el pésimo y pausado trabajo visual, que consiste en “una película de pacotilla de 80 minutos con
aproximadamente 50 minutos de metraje en movimiento real”, y la ridícula
escena final. Terminan comparando el discurso de Cameron con “una defensa de cualquier clase de basura
barata navideña pésimamente hecha -esta película incluida-”.
¿Queda algo para
rescatar de una película así? Bien, Cameron intentaba, aparte de convertir en
cristianos a no creyentes a través de su mensaje (cosa que ha manifestado en
entrevistas), criticar el enfoque excesivamente materialista que ha tomado la
celebración de la Navidad. Lo que en el fondo, a mi juicio, es más una crisis
existencial que sufre debido a que, como el Halloween, el 25 de diciembre se ha
convertido para muchos en una fiesta más bien secular, enfocada más a
fortalecer las uniones familiares y a demostrar afectos con la entrega de
regalos. Sí, es cierto que muchas empresas aprovechan la Navidad para obtener
más ingresos. Sí, la imagen actual de Papá Noel es una creación empresarial,
aun estando basado en San Nicolás o en otros personajes folclóricos similares.
La pregunta es, ¿y qué? A gran parte del mundo eso no le interesa. A nadie le
obligan a comprar regalos o decoraciones: todas son transacciones legales del
consumidor. Si uno desea expresar su aprecio por otra persona, ya sea a través
de un regalo costoso o un pequeño detalle, son decisiones que no involucran a
nadie más, mucho menos a un egocéntrico actor de segunda línea.
Lo más curioso de todo
es que, tras las primeras críticas, Cameron pidió públicamente a los
espectadores que entraran en páginas de crítica de cine como Rotten Tomatoes y manifestaran
su apoyo. Ocurrió justo lo contrario: muchas otras personas, entre críticos
profesionales y espectadores, creyentes o no, expresaron su disgusto ante la
película, resultando con un rotundo 0% en Rotten Tomateos, una baja
calificación 18 de 100 (críticos) y 1.6 de 10 (público) en Metacritic, y la
calificación más baja en la lista de 100 películas inferiores de IMDB. Cameron
acusó a haters y ateos de sabotear la
calificación a través de una masiva campaña en Reddit. Y de ser cierto, en
realidad, habría sido con justa razón, porque la película difícilmente merece
un ápice de piedad: es mediocre, falsa y poco argumentativa.
El origen pagano de
la Navidad y su simbología no debería ser motivo de preocupación para nadie. Provienen
de creencias y costumbres que han sido abandonadas en su mayor parte, y que
como cualquier creencia mística carece de un fundamento real. Si siente que su
fe no le permite celebrar una festividad así, es su elección. Si cree que su fe
no limita su gusto por la Navidad, adelante, celébrela. Pero el amor por la
Navidad y lo que pueda representar por usted no debe sustentarse a partir de mentiras
autocomplacientes, como Cameron intenta lograr sin éxito. Simplemente sea
honesto con lo que le gusta.
A pesar de notar tu desdén y desprecio a Cameron, eso desde la primera oración de este post hasta la última, te doy completamente la razón en todos tus planteamientos. (Te lo dice un evangélico, amante del cine). No solo es que no tiene fundamentos el adoptar una fiesta pagana al cristianismo, es que simplemente la película es horrible. Como cristiano me da vergüenza que cintas así se hagan en nombre de Jesús.
ResponderEliminarDesdén y desprecio son palabras muy fuertes. El tipo en realidad me da igual. Lo que sí me parece desagradable es que se hiciera tan arrogante como actor tras ser renacido. Uno pensaría que esa experiencia debió hacerlo más humilde, y lo cierto es que él no lo es.
EliminarAfortunadamente no eres el único cristiano que siente vergüenza por esa película, y eso dice mucho de su calidad. Saludos.