Nacionalismo inútil (XXIV): reflexión para mis coterráneos


Suspiro… Es fastidioso ponerse en este plan de criticar a la tierra donde uno nació. Se siente uno que está tomando un papel de Pepe Grillo que no le corresponde, y además se expone a la furia de los coterráneos, que ya han demostrado antes una incapacidad bestial para soportar una obra satírica o una crítica contra ellos. Pero como hemos llegado a un punto ridículo en que se quiere negar la realidad tras una opinión de hecho bastante acertada, pues es imposible no opinar al respecto.

Contexto: como sabrán los lectores, el pasado domingo 26 de agosto se efectuó la Consulta Anticorrupción, la cual desafortunadamente fracasó a apenas unos 500 mil votos del umbral requerido (poco más de 12 millones) para ser aceptado. Notablemente, aunque las votaciones fueron abrumadoras en torno a un “Sí” para las siete propuestas de la consulta, y ciertamente fue mucho más la gente que acudió a votar por la consulta que para elegir al que dijo Uribe, la cruda realidad es que la abstención a nivel nacional fue muchísimo mayor. Y tal como se destacó pronto, la Costa Caribe, una región bastante codiciada como bastión de votos durante elecciones, fue absurdamente apática: ningún departamento registró una votación mayor al 24%. Esto es especialmente frustrante si consideramos que la Costa es probablemente la región con mayor número de investigaciones y denuncias por casos de corrupción, y con casos tan emblemáticos como las maquinarias y carteles del “Ñoño” Elías y Musa Besaile en Córdoba (con una votación de 18,7%), las décadas de familias desangrando Santa Marta (Magdalena, 19,5%), el interminable desfile de alcaldes destituidos en Cartagena (Bolívar, 21,6%) y la atroz crisis de la Guajira (un inaudito 12,7%).


Esto generó que en un tuit, el ex candidato presidencial Gustavo Petro se manifestara afirmando que, por una vez, Antioquia (que siempre ha destacado por ser el fortín político del cobarde Álvaro Uribe) no fue el problema, sino “el feudalismo y la compra de votos” en el Caribe, lo cual ha influido tanto en la región que “no reacciona cuando no hay dinero en las urnas”. De inmediato esto generó muchas críticas de varios sectores de la región, incluyendo una editorial airada del periódico local El Heraldo. Y a pesar de ello, y aunque le pese mucho a dichos críticos, la realidad que yo he visto en comentarios en redes sociales es que la mayoría de mis coterráneos saben que hay mucho de verdad en sus palabras, aunque como todo en la vida, la cosa es mucho más compleja que vender el voto por unos pesos. Pasemos al tablero.


Para los pocos a los que se les arrugó el pellejo porque Petro habló de la costumbre feudalista y corrupta en la Costa, les tengo noticias: es verdad. Por mucho. Es cierto que generalizó en su mensaje, y eso también es reprochable, pues no todos se prestan a ese juego. Sin embargo, la cosa va más allá de líderes mediocres y corruptos: la viveza, la trampa, el chanchullo, son algo cultural y arraigado. Los conductores irrespetan señales de tránsito; la gente echa la basura a las calles y a los ríos; quiere usar influencias para colarse en una fila, conseguir una atención más temprana en la EPS, o que la libreta militar no le salga tan cara y venga pronto. Y por supuesto, muchos están más que dispuestos a vender su voto por un viaje en bus hasta el puesto de votación y un refrigerio al final de la tarea. Sí: todo eso ocurre por la misma corrupción e ineficiencia de las instituciones públicas y privadas que nos ofrecen servicio. Sí: en muchos aspectos, es parte de la herencia colonial de siglos donde los poderosos nos mantienen con malos servicios, a tal punto que la única forma de acceder a lo mínimo es a través de la trampa. ¡Pero eso es precisamente lo que perpetúa el problema! ¿Cómo vamos a superarlo si en un principio mucha gente ni siquiera se molesta en caminar desde la Bolivariana hasta la Normal en Santa Marta si no ve una buseta que lo lleve?

La excusa de “pero en todo el país hay corruptos” es una estupidez. De nuevo, con todo el bagaje histórico y actual que llevamos de corrupción encima, si había una región a la que debía importarle participar en la Consulta Anticorrupción era al Caribe. Nos chafamos todos sin excepción. Y si no fue por corrupción, ¿acaso las opciones son mejores? Alguien dijo que, por ejemplo, en la Guajira hay poco acceso a la información, y por eso la votación fue tan escasa. ¿Y qué carajo pasó entonces con Cartagena y Barranquilla? ¿No les alcanzó la mermelada, o es que simplemente no hubo interés? Quieren convertir este tema en una discusión regionalista, de que todos son estereotipos de los cachacos, cuando la realidad es que la fama que tenemos en varias partes del país nos la ganamos a pulso con acciones como esta.

Es cierto que, como comentó La Pulla en un análisis del caso cordobés, la maquinaria de corrupción en Córdoba y los desfalcos en la Guajira fueron avalados por gente de la capital, empezando por Vargas Lleras y el mismo Juan Manuel Santos (quien por cierto no terminó respondiendo). Pero entre el tirano que roba y el corrupto que colabora a cambio de beneficios, ¿en verdad vale la pena hacer una competencia para ver quién es peor? Por favor. Las maquinarias mueven votos en el Caribe: eso se sabe desde hace mucho. Y sin una maquinaria visible tras el movimiento a favor de la Consulta Anticorrupción, pues no habrá incentivos para que la gente salga a votar.
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Sin embargo, como destaca la editorial de El Heraldo, hay un problema aún mayor en nuestra región que explica el fracaso de la consulta, y es que en el fondo “lo que más hay en número, de lejos, es una masa mayoritaria de ciudadanos que se resiste sistemáticamente a votar, ya sea por apatía, por agotamiento o por indiferencia hacia las opciones políticas existentes, incluida la del senador Petro.” No obstante, ¿esto es mejor que prestarse a la corrupción? A mí me parece una aceptación tajante de la mediocridad política del Caribe. Dejar de participar simplemente porque estamos tan decepcionados con la corrupción que ya no vemos que algo vaya a cambiar es simplemente perpetuar de forma indolente nuestra propia agonía: es ignorancia pura. Y claro, si no somos capaces de preocuparnos por nuestra propia situación, pues es difícil lograr que nos interesen los de los demás. ¿Dónde están, entonces, el resto de todos esos votos “de opinión” que destacan en la nota? Porque si se quedaron en esa masa abstencionista, pues es una opinión bastante débil, con el perdón de amigos que optan por la misma decisión durante elecciones.

Pregunta el periódico: “¿Por qué Petro no se pregunta por qué ni su candidatura presidencial ni la consulta anticorrupción lograron movilizar con el suficiente poder de convicción a estas mayorías abstencionistas, en vez de despreciarlas colectivamente como un rebaño de seres indignos y sin voluntad?” La respuesta no es muy difícil de hallar, y de hecho puedo arriesgarme a darla: maquinaria y una figura visible y activa. No sólo en el sentido de las maquinarias de los caciques locales en el país, sino a que los promotores de la consulta no contaron con una campaña estructurada al nivel de las presidenciales y legislativas, lo que hace muy difícil hacer llegar la información a la gente. Y aunque Claudia López y Angélica Lozano fueron las principales promotoras de la idea, mucha gente es tan apática que no se moverá a respaldar una idea con un voto si no ve físicamente a un candidato apropiándose de ese discurso en la plaza de su ciudad, así que se quedará tranquilo en su casa aunque esté físicamente comiendo basura. Por eso Petro logró mover tanta gente en la primera vuelta; a pesar de los continuos ataques y falsedades de sus rivales y sus propias torpezas; por eso Duque no tuvo que hacer más que presentar sus trucos de foca amaestrada, teniendo a su carismático jefe presentando el discurso por él. Y en cuanto a por qué Petro no ganó a pesar de todo, creo que El Heraldo lo sabe tan bien como yo, así que podría ahorrarse la duda.

Y aun todo lo anterior no hace sino reforzar más la afirmación de Petro, pues todos esos comportamientos del votante costeño son una evidencia de feudalismo: el vasallo no actúa hasta que no vea a su señor o este le pida hacerlo. Aun si la Consulta no tuvo una campaña política activa a nivel de presidenciales en cada capital del Caribe, que la gente no haya salido a votar por pura apatía ante la ausencia de una figura específica, cual búsqueda de un mesías salvador, es una muestra de pobreza idiosincrática. Y esto no es únicamente un trauma de la región: el fracaso nacional de la Consulta Anticorrupción sugiere que esta misma vocación vasalla es cosa de todo el territorio colombiano. ¿Por qué no apropiarnos nosotros mismos, cada uno, del mensaje de hastío con la corrupción, de furia con la continuidad de viejas castas políticas, de cansancio con la indiferencia de nuestros dirigentes? ¿De verdad tenemos que esperar a un nuevo Galán para hacerlo?

Porque a pesar de todo, yo sí creo que podemos superar esa idiosincrasia feudal y caudillista en la región, incluso en todo el país. Tenemos que empezar por desterrar esa mala costumbre de recurrir a la trampa y saltarse las reglas. Comprender que no necesitamos un Mesías político que nos diga que va a salvar a Colombia para manifestar nuestro descontento con la corrupción y mezquindad de la clase política. Dejar la maldita ignorancia de que con “ponerse a trabajar” se va a solucionar todo. Empatizar con las tragedias ocurridas por la corrupción para entender que puede ocurrirnos a nosotros también. ¡Carajo, podemos ser mejores!

Y bueno, es lo que quería compartir. Si hay alguien en desacuerdo con lo expuesto, lo invito a que se tome un momento para reflexionar. Entienda que el ser de una región no hace que uno deba pedir respeto por ella: al contrario, nos da la obligación de darle un ojo crítico a las cosas que fallan en nuestra sociedad, a fin de buscar soluciones claras.

Comentarios

  1. Ya que hablamos de eso, aquí un análisis de La Silla Vacía al respecto https://lasillavacia.com/la-consulta-mostro-la-brecha-politica-entre-ciudades-y-regiones-apartadas-67690. Como ya señalas, es algo más complejo que decir que "los costeños son flojos" (cosa que nunca insinuó Petro en aquel trino). Sería una mezcla de desesperanza, pesimismo, prejuicios, maquinarias y complejidades geográficas.
    Y también mirando los resultados de la votación de Petro, si bien en las zonas rurales las maquinarias tienen más peso que en las urbanas, en las zonas más periféricas y apartadas fue donde Petro obtuvo mayor porcentaje de cotación porque el era el único (o el que tenía más carácter para decirlo) que decía que esas zonas apartadas y/o olvidadas del pacífico, amazonía y también de los llanos y del caribe también son Colombia, que también existen, que hay que tomarlos en cuenta. La Colombia profunda se le llama.

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    1. Creo que ese concepto de "Colombia profunda" que describes puede resumir muy bien el problema del abstencionismo que siempre vemos en elecciones. Exactamente eso: si la gente de esas zonas no se ve representada, si no ve a alguien que como dije se apropie del discurso que les quieren vender, pues no van a votar. Sigue siendo, por desgracia, una mentalidad muy feudal, sea en áreas rurales o urbanas.

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