La televisión no es siempre mediocre
Seguramente
el lector ha visto al menos una vez la anterior imagen, en su color habitual
por supuesto. Hoy en día es prácticamente una cuña en las páginas sociales que
se autodenominan como rebeldes e intelectuales, y pertenece a la constante
crítica que se ejerce contra la televisión, haciendo eco aquí de las supuestas
palabras del cineasta italiano Federico Fellini. Debo decir que, si bien el
cineasta sí hizo algunos comentarios sobre la televisión (específicamente, el
apego de la juventud a este medio y la sobrecarga sensorial que lleva), no he
encontrado indicación alguna de que la frase en la imagen sea efectivamente
suya. Esto no es raro, ya que en la Internet se utilizan frecuentemente citas
mal atribuidas a un gran número de personajes históricos, buscando de alguna
forma obtener respaldo a una idea.
Pero
la cuestión aquí es mucho más interesante. La frase señala a la televisión como
el reflejo de “la derrota de todo nuestro sistema cultural”. La pretendida
intelectualidad de hoy suele despreciar a la televisión como un medio
complaciente y adormecedor, que sólo está ahí para embrutecer a la gente, y
para permitir que “el sistema” (otra de esas palabras que tanto usan hoy sin
definirla claramente) nos mantenga controlados y ajenos a las crueles
realidades de este mundo. En otras palabras, la televisión es pan y circo. Para
estas personas, opciones artísticas como la literatura y el cine independiente
(porque el cine comercial es basura) son siempre mejores.
¿Esto
es siempre así? ¿Todo lo que presentan en la televisión es basura? ¿Realmente
es un medio que se rige únicamente por pan y circo? ¿Todos los libros y
películas independientes son oro puro?
Como
suele suceder dentro de esos círculos, que derrochan un cierto elitismo y aires
de superioridad, aquí ocurre una simplificación abrumadora de la realidad. Ya antes
he explicado que a través de la televisión no se manipula a nadie, sino que
simplemente se satisfacen gustos y experiencias más bien inmediatas, por lo que
la idea de “pan y circo” es una mentira: uno no olvida que el costo de la vida
se hace mayor simplemente porque Real Madrid ganó un partido. Además, la idea
de que un medio de comunicación modifica nuestro pensamiento compara a nuestro
cerebro como una simple esponja que absorbe todo sin analizar ni cuestionar
nada. Y esa es una idea insultante hacia nuestra misma especie.
Por
otro lado, ni todo lo que transmiten en la televisión es mediocre, ni toda la
literatura o el cine independiente son dignos de contemplar. Empecemos por
estos últimos. La diversidad de pensamiento en los últimos tiempos ha sido
terreno fértil para la producción de obras de gran calidad en la literatura,
pero también de bodrios y documentos pseudocientíficos, como libros de
autoayuda (mayormente con soluciones facilistas y recriminatorias hacia la
misma persona), libros pseudocientíficos (de homeopatía, OVNIS y temas
semejantes) y novelas con argumentos pobres o poco desarrollados, y con un bajo
uso de técnicas y figuras literarias (como los libros de Dan Brown).
El
cine independiente (y la televisión independiente, que también cae en este
saco) tampoco se salva de la mediocridad. Especialmente en el género
documental, que ha sido utilizado por muchas personas para presentar trabajos
con pésima calidad argumentativa, muy poca o nula objetividad, y que buscan
siempre hacer una crítica del “sistema” imperante mientras al mismo tiempo
defienden su visión como una verdad absoluta, por más parcializada y sesgada
que sea. Casos como los de Fahrenheit 9/11,
Zeitgeist o 970
deben ser suficientes para que el lector comprenda a qué me refiero. Que algo
lleve la etiqueta de independiente no implica que sea un producto de calidad.
En
lo anterior no analizo el cine artístico independiente debido a que suelen ser
experiencias más subjetivas. No obstante, se aplica el mismo principio: el bajo
presupuesto o la no afiliación a una compañía grande de cine no son sinónimos
de calidad.
Volvamos
entonces a la televisión. ¿Quién dice que todo lo que se presenta es despreciable?
Si bien canales de divulgación científica como Discovery Channel, National
Geographic o Animal Planet han
modificado mucho su programación con respecto a la de antaño (por supuesto, son
también empresas, y como tal se han abierto a todos sus espectadores), aún
conservan programas muy interesantes. ¿Quién pudo ignorar que NatGeo nos
presentara la segunda temporada de Cosmos,
el año pasado? La continuación de la maravillosa serie de Carl Sagan fue vista
por millones de espectadores en todo el mundo, incluido yo. Podría ser
perfectamente el evento televisivo de la década. ¡Y vino de un canal privado!
Y
si no les llaman la atención los programas de divulgación científica, pueden
mirar otros canales de contenido más “popular”. En contraste con el mercado
actual del cine de Hollywood, que está pasando por una crisis de calidad (eso
no se puede negar), la televisión está viviendo una época dorada. Podría
señalar las series de superhéroes, como admirador que soy, pero no quiero
detenerme en dichos ejemplos (de hecho, actualmente sólo sigo Gotham, aunque planeo empezar con Flash) y mencionaré otros. Series como Person of Interest, Orphan Black y American Horror Story son ejemplos de
grandes producciones que gozan de calidad
argumentativa y visual sin ser independientes. ¡Son arte en sí mismas!
Aquí
termino mis observaciones. A quienes tengan objeciones con lo expuesto aquí,
los invito simplemente a reflexionar. No pretendo forzar a nadie a pensar como
yo, pero sería bueno que ampliaran más sus horizontes, y no desprecien de forma
tan rápida la televisión, que aún tiene mucho que ofrecer, a pesar de que
realmente se necesitan cambiar muchas cosas.
Adenda: hace pocos días ocurrió una masacre de 148
estudiantes de la Universidad de Garissa, en Kenya, a manos de otro grupo
yihadista. No quiero usar este argumento, pero me sorprende un poco que no se
haya hablado con la suficiente magnitud de esta tragedia en los medios de
comunicación. El punto es: ¿comprenderemos alguna vez que el problema no es
únicamente la gente, sino también que se avale la discriminación y la violencia
en un texto antiguo (sea el Corán, la Biblia o los Vedas) al cual se le da el
carácter de sagrado? ¿Tendremos la suficiente madurez como sociedad para entender
que la desacralización y el análisis crítico de un texto antiguo es un primer
paso para detener esta espiral de tragedias?
A saberse que los pseudointelectuales mamertos o conspiranoicos ignaros que se las dan de "pensadores" porque consumen libros simplistas, magufos y carentes de seriedad no tienen ni criterio literario ni criterio alguno para poder hacer juicios sobre los textos, pero resultan diciendo que es que la televisión es el malo y el libro es el bueno, que los brutos son los que ven TV y ellos que "leen" (quién sabe cuál concepto mediocre tienen de leer) son sabios.
ResponderEliminarEntre libros de idioteces magufas, de superación, autoayuda, cursilería y amoríos baratos y un documental, por ejemplo, de historia en TV, prefiero TV mil veces.
Buen post.
Gracias. La verdad es que muchos parecen creer que la cantidad de ejemplares vendidos de un libro indica que es un buen libro. Así tienes, por ejemplo, el caso de las obras de Paulo Coelho o Dan Brown. Lo irónico es que muchos de los que dicen que la televisión miente y manipula son muy apegados a fuentes de información poco rigurosas, como Telesur o RT. ¿Quién es el mediocre, entonces?
EliminarGran artículo sin duda. Saludos!
ResponderEliminarMuchas gracias. Saludos igualmente.
EliminarHola. Hablando de un tema más trivial ya que hablas de TV ¿tu tambien eres fan de coraje el perro cobarde?. Lo digo porque leí que eres fan del terror.
ResponderEliminarOtra cosa, si estas viendo la niña, conoces a alguien que la esté viendo o estás al tanto de ello, no se si estemos de acuerdo con esto, pero me parece que más furibunda ha de estar la derecha que la izquierda (que tradicionalmente es anti caracol y rcn) con el asunto de la novela
Pues:
EliminarA) Sí me gusta mucho Coraje; fue uno de los programas que más me gustaba de niño, y es especial porque, como viví varios años sin televisión durante el bachillerato, no pude crecer con series como Invasor Zim o Las sombrías aventuras de Billy y Mandy (que he conocido después, y me gustaron mucho), por lo que fue una de las últimas series que vi en esa época.
B) No veo La niña, aunque mis papás sí la siguen. He echado uno que otro vistazo, y me parece interesante. Imagino que puede generarle escozor a varios elementos de la derecha más radical, especialmente por el caso de los "falsos positivos".