No, el sexo no debe ser una postura política
Suspiro… De vuelta con algún tema incómodo. Siempre inquieta
un poco tocarlos, pero es que por diferentes razones se me revienta un vaso del
cerebro si no lo comento. El bardo empezó en Twitter, y ya ha tenido algunas
respuestas, pero igual desde mi espacio chico también tengo que decir algo al
respecto.
Hace unos días, una usuaria en Twitter compartió molesta la historia de Instagram de una cuenta llamada Feminista Ilustrada, una ilustradora que creo que no conocía, pero que investigando vi que se dedica a publicar su trabajo gráfico criticando diferentes argumentos y posturas machistas, así como enaltecer y apoyar, obviamente, la causa feminista (de hecho tiene ilustraciones muy buenas). Por los comentarios que vi al respecto parece que no es la primera polémica que ha tenido, pero siendo concretos esta en particular fue por una opinión bastante infeliz a propósito del Día Internacional de la Bisexualidad, que fue el pasado 23 de septiembre. Después de esto quiso “contextualizar” su historia con otras aún más desconcertantes que iremos viendo, al punto que hace unos días tuvo que bajar la cabeza y disculparse en Twitter.
No
sé si el lector lo sepa, pero la B del colectivo LGBTI, al igual que la
población trans, sufre también un maltrato especial fuera y dentro del
movimiento, en su caso la invisibilización. Existen muchos mitos sobre la
bisexualidad, y a menudo uno de los más usados y dolorosos es que se trata de
homosexuales no asumidos o “alienados” por la heterosexualidad forzosa que
deben interpretar para encajar dentro de una sociedad conservadora, o que no es
más que una “fase” antes de escoger un “lado”. Incluso he visto opiniones de
uno que otro psicólogo que afirma que la bisexualidad no existe (oh,
si echara un vistazo al reino animal). En ese sentido, el Día Internacional
de la Bisexualidad tiene una importancia especial porque se sentía que desde la
rebelión de Stonewall, la comunidad bisexual seguía estando un poco marginada
dentro del movimiento a pesar de haber crecido en apoyo y fuerza. En estas
fechas se anima a que la gente se informe sobre la historia y actividades de la
comunidad bi, así como a desterrar los prejuicios y mitos en torno a esta
minoría sexual, cuya prevalencia se estima entre un 0,7%-8% de la población
mundial. Mantengan eso en mente.
Antes
de continuar aclaro que no se tomen mi crítica como una al feminismo en
general. Yo me considero feminista (o si lo prefieren, apoyo la causa
feminista), y estoy plenamente consciente que, como en toda causa social, no se
trata de un movimiento uniforme y monolítico, sino de una causa común (en este
caso, la reivindicación de los derechos de la mujer y su figura dentro de la
sociedad) compartida por una serie de diferentes vertientes y posturas, algunas
más irracionales que otras. Dicho esto, sí que tengo que enfrentarme con el
feminismo radical que en su afán de “deconstruir” termina reconstruyendo un
discurso más bien esencialista y nocivo, así como con el que lleva un afán corrector
excesivamente relativista y subjetivo, como en el caso del lenguaje inclusivo.
Tampoco
afirmo tener la última palabra ni la verdad absoluta. Seguro que me falta
muchísimo por explorar de literatura feminista, y con ello puede que cometa
imprecisiones. No obstante, trataré de aferrarme al máximo a una observación
crítica general como la que se puede hacer de cualquier ideología política o
movimiento social, pues para eso ejercemos el pensamiento racional y somos
todos miembros de una sociedad: no tengo por qué contener opiniones sobre la
religión, por ejemplo, por no ser creyente. Dejando eso en claro…
“Traducción: Eh eh patriarcado que yo sigo
estando disponible para ti eh? (sic) No soy una de esas lesbianas” Mmm,
disculpa, ¿qué tiene que ver una orientación sexual con el “patriarcado”? Por
mucho que las diferentes orientaciones sexuales aún tengan cierto misterio para
la ciencia, cada
vez son más las evidencias de que su origen es más biológico y genético que
social: es decir, son innatas, no
elecciones.
Por
otro lado, ¿por qué declararse abiertamente bisexualidad sería rechazar el
lesbianismo? ¿Acaso está asumiendo justo los mitos que la comunidad bi se ha
esforzado todos estos años por desmentir? Y peor aún, ¿por qué el orgullo de
ser bisexual guardaría alguna complicidad con el patriarcado? La verdad
entiendo que haya querido “contextualizar” más tarde, porque una frase soltada
de forma tan alegre y con tan pocas palabras genera tanta suspicacia que
entiendo a cualquiera que se haya enfurecido con semejante falta de tacto.
Desafortunadamente, la respuesta de Feminista Ilustrada a las críticas no es más que un compendio desastroso de posturas radicales bastante excluyentes, algo irónico considerando su causa. Y es que fue subiendo el tono evasivo con cada una de sus historias. Veamos la primera.
“Yo concibo el lesbianismo como algo
político, por eso he analizado la bisexualidad desde este punto” Ya, y aquí
empezamos con los problemas, porque estás analizando dos orientaciones sexuales desde tu propia concepción política de la causa feminista. Y al hacerlo
te estás saltando diferentes cuestiones biológicas para poner encima hechos
sociales, como si se pudieran desvincular por completo una de la otra. Peor
aún, les estás achacando a aquellas mujeres que se presentan como bisexuales el
estar alienadas en complicidad con la discriminación sistemática a la mujer,
como si no estuvieran menos oprimidas por los prejuicios asociados a su propia
orientación sexual, o como si las elecciones de pareja de una mujer bisexual
tuvieran que ajustarse a una rígida visión del empoderamiento femenino.
“Si te consideras bisexual y feminista (por
esto último conoces la jerarquía que existe entre hombres y mujeres), ¿por qué
elegir como compañero sexual o sentimental a un hombre antes que a una mujer?”
Otro problema desde el inicio de la oración: el condicional “si”. Esa pequeña
trampita de condicionamiento material que te establece una relación sin darte
un valor de verdad, pero que muchos asumen de forma causal. Ya aquí, Feminista Ilustrada parece sentenciar un
nivel mínimo de compromiso con la causa feminista que se debe cumplir para ser
una feminista de rigor: si eres bisexual y feminista, o si te consideras una,
no deberías elegir a un hombre en tu vida.
No
discutiré que hay muchas diferencias entre hombres y mujeres a nivel social en
ingresos mínimos, elección de oficios y profesiones, o acceso a recursos de
salud. Que si esto es por causas biológicas, que si carreras profesionales como
las de salud mental son ocupadas más por mujeres por elección, o que se trata
de una histórica asociación diferencial de determinadas profesiones a un género
en específico, eso no es lo importante en este punto. Asumiendo que existe esta
jerarquía o, más específicamente, una serie de barreras para que las mujeres
alcancen diferentes posiciones a nivel social dominadas por el varón, ¿qué
tiene que ver eso con que una mujer bisexual decida o no acostarse o entablar
relación con un hombre? ¿Por qué tendría ella que limitar sus intereses
afectivos de acuerdo a dictados sociopolíticos? Eso es tan rancio como la
constante cristiana de que la masturbación es un pecado, así como el sexo no
destinado a la reproducción. ¿Por qué elegir a un hombre en su vida afectiva
haría que una mujer bisexual sea menos feminista? Y si no respondo a las
preguntas es porque, bueno… Feminista
Ilustrada tampoco lo hace.
“¿Por qué elegir a alguien del bando opresor
antes que a una compañera?” Aquí ya empieza a apestar a esencialismo, y eso
es chocante. Y antes de que salte algún machitroll a aplaudir como foca o un
relativista a atacar como canino, no:
no estoy haciendo el argumento de que no todos los hombres son opresores o
abusivos, porque créanme que buena parte de las feministas lo entienden bien
(ahora, de radfems de este estilo la
verdad lo dudo). El problema no es que Feminista
Ilustrada recurra a un argumento falaz de generalización apresurada: el problema es que recurre a un
argumento falaz esencialista, donde
el otro sexo es intrínsecamente opositor por defecto. Más adelante entenderán
por qué lo digo.
Si
asumes que uno de los lados en un debate es por esencia un enemigo en su
totalidad monolítica, sin considerar las partes individuales de dicho lado (es decir, las personas), es natural que
critiques a una mujer bisexual que escoge tener una relación con alguien del
sexo opuesto. Y ese es un problema, porque se está transformando una
orientación sexual en una postura no sólo política,
sino moral. Estás asignándole niveles
morales al feminismo dentro del colectivo bi basados en su elección de pareja
sexo-afectiva, y eso está mal. Es
justo el tipo de argumentos que se esgrimen desde la derecha religiosa más
fundamentalista para discriminar las minorías sexuales o el sexo por placer y
por fuera de una relación conyugal: es ajustar un estándar moral absurdo a una
cuestión biológica y natural que no tiene por qué ser encasillada en
discusiones de moralidad universal, mucho menos cuando sólo buscan una
adherencia sectaria y estricta.
“No es cuestión de quién te atrae, eso es
inevitable, ok, pero sí que elegimos con quién nos acostamos o con quién
empezamos una relación de pareja.” Y en eso tienes razón: no podemos
rechazar lo que nos atrae, sino elegir nuestras relaciones. Lo que se ignora al
afirmar estas cosas es que elegir con quién te acuestas o empiezas una relación
también depende de quién te atraiga en
este momento específico, sobre todo cuando no te importa si tu pareja usa
bóxer o sostén. Limitar los afectos o la libido por causa de una postura política
es desabrido y asfixiante, en especial porque somos una especie que no obedece
a variaciones estacionales para que nuestras poblaciones se reproduzcan, y no
tenemos relaciones sexo-afectivas exclusivamente por motivos de reproducción.
Una persona bisexual no tiene que comportarse a un nivel afectivo como si fuera un hermafrodita secuencial: la bisexualidad en el ser humano es más un conjunto de diferentes comportamientos a nivel individual que algún gradiente o escala. Pueden haber mujeres bisexuales, por ejemplo, que han tenido experiencias e incluso relaciones largas con alguien de su mismo sexo antes de volver a tener pareja masculina; otras que hayan tenido parejas masculinas antes de estar con mujeres; habrá quienes sientan deseos por otras mujeres, sin tener más que encuentros casuales; y otras que, si bien encuentran atractivos o interesantes a algunos hombres, jamás han tenido una relación afectiva o sexual con alguno. Va más allá de la heterosexualidad forzada, o de si lo eliges o no: es lo que genere atracción y cariño en cada persona en un momento de su vida. Pedirle a una mujer bisexual que asuma exclusivamente el lesbianismo tan sólo por cuestiones políticas se antoja bastante similar a las presiones sociales que se hacen desde el otro lado para que los miembros del colectivo LGBTI se busquen parejas “normales” de acuerdo a su sexo biológico.
“El lesbianismo es una postura política de
rechazo al patriarcado…” Creo que fue aquí donde me llevé las manos a la
cabeza, literalmente, mientras repasaba esta parte de la historia. No, Feminista
Ilustrada: ese no es el concepto del
lesbianismo, es tu concepción
del lesbianismo, como bien lo dijiste al principio de tu “contextualización”.
Es cierto que en algunos sectores del feminismo pueden plantear las relaciones
homosexuales como acciones instrumentales para su causa sociopolítica, pero eso
no despoja al lesbianismo de sus bases conceptuales biológicas. Haces mal en
apropiarte de ello.
En
sí, el lesbianismo es el término utilizado para referirse a la homosexualidad
femenina. Surgió de forma separada porque la sexualidad en la mujer ha tendido
a lo largo de la historia a estar más suprimida a nivel social, y por ello en
sus inicios se llamaba lesbiana a cualquier mujer que no se ajustara a los
roles tradicionales de su género, haciendo obvia referencia la isla de Lesbos,
hogar de la poetisa griega Safo, en cuya obra parcialmente rescatada se destaca
la belleza de la mujer, y a quien supuestamente dejaron a cargo la instrucción
de un grupo de doncellas (irónicamente, la sexualidad de Safo aún es motivo de
debate): hoy entendemos que los roles sociales no son imperturbables, y que la
homosexualidad en general tiene bases biológicas y genéticas. Por supuesto no
hay que olvidar que, así como hombres y mujeres reciben presiones equivalentes
a nivel social y presiones particulares a cada género, las mujeres homosexuales
sufren discriminación y prejuicio como los hombres homosexuales, pero también
experimentan retos y dificultades propias de su condición de mujeres, así que
el término no sólo representa un aspecto particular de la sexualidad humana,
sino una serie de problemáticas y luchas detrás de ella.
¿En
qué momento la pareja que nos atrae para compartir la alcoba o la vida se
convirtió en una rancia postura política? Arrebatarle las bases conductuales
innatas al lesbianismo para convertirlo en una actividad de base enteramente social
es
deformarlo como un asunto de elección, lo cual es lo peor que podría hacérsele a las minorías sexuales, aún más con
el ascenso de la ultraderecha y el fundamentalismo religioso en las sociedades
actuales: es decirles a aquellos que los atacan que tienen razón, que una
persona puede “elegir” cuándo ser homosexual o no. No les importará si eso no
es lo que gente como Feminista Ilustrada
realmente dice, porque por más que ella hable de atracción, en el momento que
usa la palabra “elegir” le está entregando en bandeja un argumento fácil de
generalizar a la derecha más homofóbica y reaccionaria para atacar tanto la
causa feminista como los derechos LGBTI, y a su vez la retrata como bifóbica (o
que al menos, no entiende en realidad las dimensiones sexuales) e irónicamente
reaccionaria.
“…y esa necesidad de aclarar todo el rato que
no eres lesbiana me parece lesbofobia interiorizada.” A ver, ¿en qué
quedamos? ¿Es una postura política o no? Si lo es, ¿por qué desmarcarse de ella
sería discriminación? A lo mucho sería el rechazo de un proyecto político o una
forma de hacer política. Y no, no me digan ahora que estoy negando la homofobia
y la discriminación a las mujeres lesbianas, porque cualquiera que me lea sabe
que yo reconozco y rechazo de forma enfática
cualquier forma de discriminación y persecución, e incluso he criticado a los
ateos que se resienten porque se hable de los derechos a las minorías sexuales.
El
hecho es que nadie habla de “neoliberalifobia” o “socialdemocracifobia”, porque
en política la oposición a una postura no es un rechazo por odio, temor o asco
hacia una condición, sino por diferencias en enfoques sobre aspectos
socioculturales como la economía, la salud, e incluso la moral (aunque no
negaré que odio y petulancia puede uno encontrar), y su acceso a los miembros
de la sociedad. Si afirmas que el lesbianismo es una postura política, entonces
a ti no te preocupa la “lesbofobia” de las feministas que se declaran
bisexuales: lo que te jode es que no compartan tu concepción rancia de la
sexualidad.
Y
no, tú no hablaste de mujeres que aclaran
no ser lesbianas; hablaste de gente
que afirma ser bisexual, y la diferencia no es sólo cuestión de sintaxis. Si
te “parece” que una feminista bisexual no tiene por qué manifestar su identidad
como bisexual porque crees que es “lesbiofobia”, la verdad es tu problema y no
de ellas. Bastantes problemas tienen en la comunidad bisexual por la
invisibilización desde las toldas de conservadores y algunos progresistas, como
para que encima gente como tú los acuse de discriminación por no tener la misma
concepción política de la sexualidad.
“Y si esto les parece un ataque quizás es
que aún deban explorar más el feminismo radical.” Puede ser. Pero si lo que
pides explorar es del nivel “argumentativo” de lo que “contextualizaste” aquí,
o lo que explicaré más adelante, creo que mucho no se ha perdido por allá.
Puede que la segunda historia de Feminista Ilustrada sea conceptualmente la peor, pero otra que compartió después terminó de dar la perspectiva de feminismo que comparte, sugiriendo además cierto matiz discriminador que, por lo que he leído, también ha hecho antes. En fin, me remito a la tercera historia:
¿El
único pero? También hay personas
bisexuales que han tenido que pasar por ese calvario. Quizás en menor medida,
porque su orientación sexual puede ser más “fácil” de ocultar, pero teniendo en
cuenta que por mucho tiempo se ha confundido y tergiversado el concepto como
una homosexualidad mal asumida, y el hecho de que comprende una amplia gama de
proporciones en las atracciones sexo-afectivas, es seguro que también habrá
víctimas de las atrocidades planteadas en el párrafo anterior, y por lo tanto
saben lo que significa la heterosexualidad forzosa. Sin embargo, el hecho de
que haya bisexuales, hombres o mujeres, que opten por declararse como tales
mientras mantienen una relación con una persona del sexo opuesto, no hace que
estén menos “comprometidos” con su orientación sexual o sigan siendo víctimas
de la alienación de una sociedad androcéntrica. Sugerir eso sin conocer el
contexto ni la experiencia de cada persona es caer en un moralismo falaz.
“…la bisexualidad y el lesbianismo político.”
No, no lo expliques: bastante nos dejaste claro con lo del “bando opresor” y la
“lesbiofobia interiorizada”.
“Quien quiera entender esto que lea a las
feministas radicales lesbianas.” Dudo que sea requerido hacer esas lecturas
para comprender lo que dijiste en tu segunda historia; la verdad, más sencillo
no lo pudiste “contextualizar”. Es por eso que todo el mundo se te vino encima:
todos entendieron al menos lo que tú dijiste.
Pero, esperen a la recomendación particular que hace.
“Entiendo que es un tema polémico y
complicado, porque es el máximo grado de deconstrucción…” Al margen de la
forma en que se abusa y malinterpreta el término, discrepo bastante del nivel
de “deconstrucción” que pueda tener una concepción de feminismo radical donde
se impone el lesbianismo como instrumento político y relación sexo-afectiva
necesaria para el compromiso de sus seguidoras. Eso más bien es trasladar el
peso de cumplir con los roles de género asignados por la sociedad a un rol
particular propuesto por el feminismo radical, y suena más a reconstrucción que a deconstrucción. ¿De qué sirve romper con
los estereotipos y lugares impuestos a prácticamente la mitad de la población
humana, si para hacerlo requieren pasar por encima de algo tan individual y
personal como es la sexualidad?
“…y supone un linchamiento nada más
mencionarlo,…” Miren, yo no estoy a favor ni de la cultura de la
cancelación, ni de las temibles “funas”: es justo la versión digital de los
linchamientos literales en plena calle, y tal como ocurre en esos casos, la
mentalidad de la turba tiende a salir de toda proporción y a opacar el
principio de que toda culpabilidad debe ser comprobada. Y aún si lo fuera, las
redes sociales no son el mejor escenario para hacer de juez, jurado y verdugo. Eso no es justicia.
Sin
embargo, también considero que cada quién debe hacerse responsable de sus
declaraciones en redes, porque al ser sociales significa que cualquiera puede
encontrarse con ellas y cuestionarlas, refutarlas e incluso burlarse de ellas,
además de que no todos van a tocar el asunto con guantes de seda. En especial
cuando se trata de una opinión discriminadora, restrictiva o simplemente
irracional. Y lo siento, pero el análisis que hizo Feminista Ilustrada sobre la bisexualidad en su “contextualización”
es, en el mejor de los casos, irracional.
“…pero de eso va el feminismo, de cuestionar.”
Y eso es lo bueno: que en tanto hay diferentes movimientos feministas, con
diferentes posturas, todos están sometidos a debate, tanto por gente por fuera
del feminismo como dentro del feminismo mismo. Mejor si lo hacen las mismas
feministas, y vaya que lo han hecho.
“Quien esté interesada: La herejía lesbiana de Sheila Jeffreys.” Y este es el remate. Sheila Jeffreys es una escritora y feminista radical lesbiana que comparte la visión del lesbianismo como algo político, y ha escribo trabajos sobre el feminismo y su historia. Fue parte del ya extinto Grupo Feminista Revolucionario de Leeds, con quienes escribió el infame panfleto Lesbianismo político: el caso contra la heterosexualidad (1979) republicado después con otro nombre, según el cual todas las mujeres deben ser lesbianas (en su concepción, dejar toda actividad sexual heterosexual), y que el feminismo como tal debe ser lésbico por completo: de hecho llegaba a llamar a las feministas heterosexuales como “colaboradoras con el enemigo”, pues consideraban al sexo heterosexual como una herramienta de control y poder por parte de los hombres (veo que fui demasiado optimista con lo que Feminista Ilustrada quería decir por heterosexualidad forzada…). El panfleto fue increíblemente criticado en su época y aún hoy en día por su contenido tendencioso y reduccionista.
No
son menos cuestionables las posturas de Jeffreys sobre otras dimensiones de la
sexualidad, al punto que la escritora trans Roz Kaveney, férrea crítica de su
trabajo, se refirió a sus concepciones y las del feminismo radical como
aspectos de feminismo que suenan más a un culto. En el libro que
recomienda Feminista Ilustrada, entre
otras cosas, Jeffreys acusa al
sadomasoquismo como “supremacía masculina”, e incluso llega a tacharlo de
fascista; ha
manifestado en entrevistas que las cirugías de reasignación sexual
son una extensión de la explotadora industria de la belleza; ha escrito que la
transexualidad debe ser considerada una violación a los derechos humanos; en
2014 lanzó en radio una
comparación terrible de las mujeres trans con el blackface y el minstrel
de siglos pasados y más racistas en Estados Unidos; y hace apenas dos años,
durante una conferencia en la Cámara de los Comunes (la cámara baja del
Parlamento británico), se
refirió a las mujeres trans como “parásitos” por ocupar el cuerpo de
las oprimidas.
Sí:
Jeffreys es una TERF esencialista en la definición más pura del término (lo que
es irónico, porque su concepción del lesbianismo como político es en sí
existencial), y muy por encima de las salidas en falso y peores disculpas de
J.K. Rowling, quien al menos ha tratado de “contextualizar” sus opiniones más
allá de historias torpes en Instagram, y nunca de forma tan agresiva como
Jeffreys (aunque con más de un detalle reciente tengo dudas de su honestidad). Si ese
feminismo radical es lo que Feminista
Ilustrada propone, comparte o siquiera sugiere leer… pues, no puedo culpar
a nadie que se quiera bajar del tren.
“Gracias hermanas.” Pues, si hay algo
bueno de este episodio es comprobar que, al menos en redes sociales y tal como
dije antes, fueron justamente tus mismas “hermanas”, mujeres y feministas, las
que más te criticaron por semejante desastre conceptual. Podrán agradecerte
servir como un ejemplo de aquello a lo que no
se debe aspirar en la búsqueda de la equidad en los derechos de la mujer y las
minorías sexuales.
Ya
lo he dicho antes: al abrir este blog me hice el compromiso de opinar y
cuestionar cualquier idea que oprima mi existencia o más aún, la de los demás,
y este último caso es justo lo que ideas como las de Feminista Ilustrada hace en sus historias. Aquí no se trata de que
si soy hombre o mujer, hetero, gay, bi- o a-, entonces no puedo cuestionar nada
de un grupo o movimiento social del que no hago parte por “esencia”, ni creo
que por ser hombre mis palabras tendrán más impacto: se trata de que soy un ser
humano, y por ello me interesa hacer el bien en la medida de lo posible con el
resto de mis congéneres. Y puede que por venir de mí se considere intromisión,
o una opinión menos válida. Como sea, mi aporte al debate está aquí, y pueden
tomarlo si gustan.
Y bien, es todo lo que tenía que decir. Me disculpo de antemano si por momentos la lectura se hace un poco más agresiva, pero es que en verdad detrás de esas afirmaciones tan infelices que debí leer hay detrás mucha basura ideológica sin sustento serio, y hay que dejar las cosas en claro. Saludos.
Pues claro que tenia que existir la postura de que ser heterosexual era politicamente incorrecto. Variantes del feminismo hay para todo, como de toda idea politica, que si mal no recuerdo habia sectas cristianas que proponian orgias rituales y cosas asi.
ResponderEliminarSolo clarificame esto, desde tu perspectiva como biologo y considerando el contexto social: ¿Se puede afirmar que no toda hembra humana es una mujer entonces? ¿Se deberia usar el termino "hembra humana " más coloquialmente? Bueno, al menos el "macho" la usan bastante. En lo personal , yo ya no veo otra salida para no ofender a los radicalistas, aunque usar ese termino me resulta deshumanizante. Se cuenta que se ha usado el termino "persona gestante" en Inglaterra ( o no se si era en modo de mofa) pero no me sorprenderia que alguien en serio propusiera usar el termino "hembra humana".
Hmmm... Esa pregunta es complicada. Quizás a futuro podría ser un término a usar, aunque sé que hay muchos que no gustan de que nos "comparemos" con animales: tú mismo dices que suena deshumanizante, y es verdad. Lo que yo creo es que la comunidas trans puede pedir que se dirijan a cada individuo con el género que se percibe, pero no desvirtuar o criminalizar palabras con significado material como vagina o mujer: que estructuralmente no se ajustan a la complejidad de la identidad en el ser humano no significa que sean esencialmente excluyentes o discriminadoras.
EliminarY sí, lo de "persona gestante" sí se ha usado: de hecho fue la respuesta de mofa que hizo JK Rowling al respecto lo que la puso de nuevo en medio de la tormenta hace unos meses.
Es interesante como la bisexualidad a sido invisibilizada en los últimos años, le incomoda sobretodo al feminismo, ese que solo sabe lanzar discursos de odio a los hombres y se refieren a las mujeres que se relacionan con ellos como escoria.
ResponderEliminarEn efecto. Por desgracia, hay discursos feministas (diría actuales, pero como dejé claro en la entrada, el radicalismo de algunas ya viene de antes) demasiado inflexibles y sentenciosos para lograr un cambio que pueda permear con otros sectores de la sociedad.
EliminarAnda, que fue como la vez que la cuenta de "Michis radicales" (creo que así se hacía llamar) publicó una viñeta full radfem y bifóbica y el sentido común llegó dale mismo modo que le llegó a la Feminista Ilustrada.
ResponderEliminarLo sentí igual de estúpido mientras leía.
Creo que me suena esa cuenta. Por desgracia, como tengo varias amistades y conocidas bi, he visto que es muy común esa postura desde ese sector del feminismo radical.
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