Imposturas religiosas: Hijos de Caín

 

Geta muriendo en los brazos de su madre, de Jacques Pajou

La aceptación incuestionable de la infalibilidad en los textos sagrados tiene un ligero problema de sentido común, y es que obliga a los creyentes a respaldar ideas y conceptos que mitológicamente suenan plausibles, pero científicamente son cuestionables. La antigüedad de la Tierra y la vida en ella son sólo dos de las más desconcertantes, pues textos como la Biblia cuentan con muchos ejemplos que van más allá de simples “milagros”. El Diluvio Universal (asimilación sincrética del mito mesopotámico de Utnapishtim), los dos osos que por alguna razón fueron lo bastante rápidos para despedazar a cuarenta y dos chicos que se burlaron de Eliseo, el Sol geocéntrico que se detuvo durante la batalla de Gabaón… Dirán que estoy haciendo nitpicking sobre los hechos más absurdos, pero al menos algunos de ellos son fundamentales para la cosmología judeocristiana.

Hay uno que me generó bastante gracia hace unos días debido a un pseudodebate. Una amiga publicó en su, em, “Carelibro”, un post medio mafufo que postulaba sobre cómo Caín, en ausencia de otras mujeres, terminó uniéndose con las hijas de Lilit. Como sea, un colega suyo, al parecer muy cristiano él, salió con el clásico argumento de “deberías leer la Biblia”, y ante la insistencia de ella de una cita en particular que explicara de dónde salieron los hijos de Caín, el tipo dijo que le respondería al día siguiente porque tenía que leer, afirmó que sería un necio por entrar a un debate con una necia, que hay cosas que uno no debe cuestionar (¿?), y como al final debió darse cuenta que se estaba hundiendo más y quedando en ridículo, prefirió cortar por lo sano y eliminar su comentario original al post y con ello la consecuente conversación, que a bien tuve de copiar.




Si soy franco, en todos los años que llevo como escéptico y agnóstico sin fe –que bueno, tampoco son tantos- debe ser la mayor y más extraña muestra de cobardía que he visto en un debate religioso de Internet. Y no es que sea ajeno a la gente que le gusta armar bardo por nada en las redes sociales tan sólo para después tener que eliminar sus posts o comentarios, o a que un creyente te mande la clásica frase de que no has leído lo suficiente la Biblia, pero debe ser la primera vez que veo a uno tan pusilánime que ni siquiera fuera capaz de seguir su propio consejo, cuando no tenía más que ojear literalmente dos o tres de páginas del Génesis para tener al menos una respuesta aproximada a la “verdad bíblica”. Y como él no lo hizo, pues vamos a tomarnos la tarea de echarle un vistazo a una de las interrogantes con más resquemores éticos del libro hebreo: los hijos de Adán y Eva, y con quién se aparearon.

Así como para muchos Adán y Eva son más un símbolo de los orígenes de la humanidad, algo que se encuentra en cada mitología alrededor del mundo, ora una pareja, ora un primer grupo de mortales, que figuras históricas y concretas, Caín y Abel son un símbolo del conflicto o, como lo llamó Neil Gaiman en The Sandman, “la primera historia”: el homicidio. Creo que todo el que haya leído alguna vez la Biblia sabe bien de lo que se trata: los hijos de Adán y Eva, el mayor un labrador y el segundo un pastor. Ambos entregan sus productos como ofrenda a Dios, este prefiere el sacrificio de Abel, y Caín lleno de celos mata a su hermano, por lo cual Dios lo destierra por siempre, despojado de su habilidad con la agricultura, y con una marca sobre su frente como única muestra de piedad para asegurar que “si alguien te mata, siete veces pesará sobre él la venganza”.

Vamos con la supuesta pareja de Caín, según el post de mi amiga. Lilit es un personaje que según el folclore judío fue la primera esposa de Adán, nacida no de su carne sino de la tierra como él, pero que luego lo abandonó y se transformó en un demonio (siendo, por cierto, una de las identidades propuestas para la figura del Relieve de Burmey del cual hablé hace un tiempo). Se trata de otra figura mitológica asimilada de Mesopotamia (en concreto, al parecer, de un tipo de demonio femenino llamado lilu), y que según sus historias se alimentaba de la fuerza vital de los recién nacidos, sobre todo aquellos con menos de ocho días de vida –es decir, antes de la circuncisión del varón-, siendo entonces una explicación sobrenatural de la alta mortalidad infantil en la época. Sólo es mencionada una vez en la Biblia, en concreto en Isaías 34:14 (“Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro; también allí reposará Lilit y en él encontrará descanso”), y este pasaje es traducido en la mayoría de las versiones modernas del texto bíblico como “lechuza” o “criatura nocturna”, así que un lector asiduo de la Reina-Valera, por ejemplo, no tendrá ni fruta idea de lo que habla el post. Y por supuesto, no hay ninguna mención a Caín en la Biblia en la que se hable de relación alguna con un demonio femenino.

Asumamos por un momento que el relato bíblico es historia genuina y verídica. Encuentro muy curioso que a menudo la gente haga interpretaciones extrañas y fantasiosas sobre el origen de los seres humanos, las cuales me dejan claro que en realidad, o leyeron hace ya mucho el Génesis y no se acuerdan, o nunca le prestaron atención, pues cuando no están afirmando a lo Miguel Bosé que toda la humanidad desciende de Caín, para promocionar su música, se preguntan de dónde rayos salió su mujer. Y pues no sé otros, pero me parece que la Biblia deja suficientes pistas en los primeros capítulos del Génesis para intuir de dónde “venimos”. Y es algo tan sencillo que por eso fue para mí absurda la escapada cobarde del sujeto que mandó a mi amiga a leer la Biblia.

Primero que todo, Caín y Abel no fueron los únicos hijos de Adán y Eva. El texto es específico tras el pasaje de los hermanos en el nacimiento de un tercer hijo, Set (Génesis, 4:25), quien es antepasado directo de todos los patriarcas hasta Noé, así que después del Diluvio se podría decir que todos somos descendientes de Set y no de Caín –a menos que una de las nueras de Noé fuera descendiente de Caín; ya llegaremos a eso-. Por otro lado, en el capítulo donde enumeran a todos los longevos patriarcas antediluvianos se hace hincapié en que Adán tuvo más hijos e hijas (Génesis, 5:4) antes de morir a los 930 años. Si Set no tenía más humanos cerca que su propia familia, y Caín había sido desterrado lejos de ellos, seguramente sin saber que tenía más hermanos… Creo que el lector es lo bastante grandecito para sumar dos y dos, ¿verdad?

Sí, ya sé que a nadie le gusta siquiera pensar que en un capítulo tan temprano de la Biblia se impliquen relaciones incestuosas, en especial porque es uno de los tabúes culturales más extendidos en las sociedades humanas; sin embargo, hasta los más ávidos defensores del “buen libro” reconocerán que, fuera del episodio de Amnón y Tamar (Samuel II, 13), no hay una condena consistente a las relaciones consanguíneas, tal como ocurre con el suicidio, aunque sí algunas costumbres y leyes que puedan reducirlas. El patriarca Abraham era medio hermano de su esposa Sara (Génesis, 20:12); los padres de Moisés eran sobrino y tía (Éxodo, 6:20); e incluso la misma Tamar intenta evitar que Amnón la ultraje sugiriéndole que le pida su mano a su padre, el rey David -el pasaje deja claro que el crimen fue la violación, más que lo incestuoso de la acción-. Por otro lado, tampoco es como que sea una situación inusual en los mitos de creación: piénsese en Gea y Urano, de la mitología griega, Bachué en la cosmología muisca, Fu Xi y Niu Wa en algunas variaciones del mito chino, y muchos dioses primigenios de Egipto, así que en ese sentido, que Set y Caín tuvieran relaciones con sus hermanas para poblar el mundo en sus orígenes no es descabellado. Mitológicamente hablando, por supuesto.

Ahora, si consideramos que son muchos los creyentes que suelen responder a debates sobre los pasajes más crudos de la Biblia, en especial del Antiguo Testamento, con algo como “eso era en otros tiempos, pero Jesús reformó la ley”, no veo que sea tan difícil responder algo del estilo “lo más probable es que Caín se uniera con su hermana, pero eran los primeros años de la humanidad”. Y eso estaría bien, pues un mínimo de perspectiva basta para comprender que aquello que era lícito o tolerado en otras épocas no necesariamente es válido hoy en día. Eso sí, tienen que estar conscientes de que al hacer esto se meterán en un embrollo tremendo, porque esto implicaría una endogamia tal que en unas pocas generaciones los humanos no habrían podido sobrevivir debido al drástico incremento de que los descendientes manifiesten rasgos recesivos que afecten la adecuación biológica y la supervivencia de la población a largo plazo. Detalles científicos que son fáciles de observar y refutar, así que en todo caso los argumentos bíblicos no serán suficientes para respaldar cualquier hipótesis que el creyente presente, y espero que tenga en cuenta eso.

Y sí que coincido en algo con mi amiga: es absurdo pretender que no se puedan tener dudas o se deban hacer preguntas. Si hay algún “don” con el que nacemos los seres humanos es con la capacidad de discernir y razonar sobre diferentes aspectos y cuestiones de la realidad que nos rodea, ejercer un análisis crítico. Y por enésima vez, ninguna visión religiosa, ningún espectro político, ninguna teoría científica o hipótesis pseudocientífica, está vedada al análisis crítico.

Creo que es todo lo que puedo decir al respecto. Yo no pretendo obligar a nadie a que permanezca en un debate que no le interesa o lo intimida, pero al menos tenga la honestidad de decir “no sabría que responder” en lugar de irse con las ramas con argumentos sobre los “misterios de la humanidad”, o mandar a otro a leer en un libro del que se supone usted es experto. Si no se siente en capacidad de ofrecer una respuesta, entonces simplemente ignore ese tipo de publicaciones, porque si trata de debatir y luego se escurre por no estar a la altura de las preguntas, entonces en efecto el necio es usted.

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