El caso del oso “cariñoso” de México (con un extra de seguridad)


Estaba en el proceso de terminar mi entrada sobre la religión durante la pandemia, cuando me enteré del desarrollo de un suceso ya viral que me impulsa a ofrecer una opinión. Y como me ocurre cuando hablo de temas científicos, me toca ser descarnado y realista al ofrecer mis puntos: los idealismos no sirven ante los hechos, y entre mejor tengamos claras las cosas, podremos mejorar a futuro nuestra relación con los animales silvestres, de modo que les evitemos un futuro desastroso. Sin más dilación, porque está en el título de la entrada, me refiero al vídeo del oso negro en México.

Si no lo han visto, les pongo primero el contexto: hace unos días, un usuario de Twitter subió a esta red un vídeo grabado en el Parque Ecológico Chipinque, en Nuevo León, México, donde se ve a un oso negro acercarse a tres mujeres que iban trotando en un sendero. El animal se mostró bastante físico con una de ellas, tocándola con sus patas e incluso ponerse de pie para “abrazarla”. Hay que reconocer que la mujer supo mantener la calma, e incluso tuvo los ovarios de tomarse una selfie con el plantígrado, el cual se marchó al rato.


Desafortunadamente, el vídeo prendió las alarmas de las autoridades responsables de la zona, pues al parecer este mismo oso (un ejemplar joven, de unos seis años) ya ha asustado en otras dos ocasiones a turistas. Debido a las altas probabilidades de que esto produzca un ataque a futuro, se decidió capturar al ejemplar y trasladarlo a un zoológico el resto de sus días, no sin antes hacer énfasis en que esto es culpa de las personas que van al parque o que viven cerca de él, por no tomar las precauciones necesarias con los animales silvestres.

Sí, entiendo que quizás a muchos les parezca cruel que se envíe a un animal silvestre a un zoológico –y dependiendo de a cuál lo manden, tal vez lo sea-, más cuando hemos pasado la mayor parte del año confinados a nuestras casas, y eso a muchos les ha despertado una visión un tanto bucólica. Pero si nos ajustamos con la realidad, tal como he hecho en recientes entradas con el comentadísimo video de la urraca y el erizo y los hipopótamos de Pablo Escobar, se debe comprender que la decisión del cautiverio es tal vez la más efectiva, y que en efecto es consecuencia tanto de los hábitos del animal como de la estupidez de la gente. Vamos a desmenuzar esto punto por punto.

1) En principio es normal que los parques ecológicos tengan senderos. Por lo general no son transitados por los carnívoros grandes, que son de un estilo más solitario y prefieren evitar un encuentro con los seres humanos; por otro lado, en parques nacionales como Yellowstone, que son muchísimo más grandes, hay zonas que por lo general se vedan a todo el público, y también reglas para minimizar la exposición arriesgada de los campistas, como expliqué en aquella entrada sobre Timothy Treadwell. No es como que la culpa sea de las tres mujeres por estar trotando en ese sendero de Chipinque, porque con toda seguridad no es un punto del parque que sea frecuentado por osos en general.

2) Ese oso no estaba siendo cariñoso por naturaleza. Es cierto que a pesar de ser el mayor responsable de ataques de oso en Norteamérica por meras cuestiones demográficas, el oso negro (Ursus americanus) es una especie más tímida y menos agresiva en comparación con el oso pardo o grizzli (Ursus arctos); no obstante, por esos mismos hábitos es muy inusual que se acerque con tanta confianza a un ser humano. La mayoría de las veces hará amago de cargar contra la persona, resoplar y pisar el suelo con sus patas delanteras para que uno se aleje: los pocos casos de ataques explícitos son por hambre o territorio. Que ese oso se acerque de forma tan relajada a tres personas en vez de huir de ellas y encima “abrace” a una no es un comportamiento natural: sugiere que ha perdido el miedo y la cautela a los humanos. Y eso no es una buena señal.

Oso negro.

3) Ahora hablemos del papel de los seres humanos. El ecoturismo requiere de personas responsables, y una de las principales advertencias en los parques naturales es no alimente a los animales, y disponga apropiadamente de sus basuras. La gran mayoría de encuentros humanos con osos pardos y negros en Estados Unidos, por ejemplo, ocurren debido a que son atraídos por el olor de la basura, y como son omnívoros muchos juveniles se habitúan a alimentarse de estos desechos en contenedores sin la debida protección, por lo cual perderán el instinto de evitar humanos y se incrementa el riesgo de ataques letales.

Lo más seguro es que el oso en el video de Chipinque fuera alimentado antes por turistas irresponsables o bucólicos que le dejaran sobras directamente, que no se llevaran sus basuras, o que cerca del parque haya tanques de basura no aptos para evitar el saqueo animal. Que se acercara tan tranquilo a las tres turistas sugiere que ya está asociando a los humanos con una fuente de alimento fácil. Es más difícil saber por qué envolvió con sus patas a una de ellas, pero es probable que tuviera algún olor que le llamara la atención –y no, no es cierto que estos animales sean atraídos por aromas menstruales: estudios al respecto sólo han encontrado una respuesta positiva en osos polares-, y al no verse recompensado con una fuente de alimento, y estar superado tres a uno, prefiriera marcharse sin causar gran alboroto.

4) Cinco de las ocho especies de úrsidos son conocidas como asesinos de seres humanos, sobre todo el oso negro asiático y el perezoso, y las especies que no lo son igual te lastimarán si insistes en fastidiarles la vida (sí, incluso el panda puede ser letal). Y si bien la mayoría de los ataques de oso ocurren al ser sorprendidos por un humano, puesto que el primer instinto de un oso al verlo por lo general es huir, un oso habituado a convivir con personas pronto tendrá interacciones más agresivas contra ellos. Por ello, estos ejemplares son los más propensos a atacar seres humanos, y casi siempre se tendrá que darles muerte. Así que parafraseando un artículo de un número de la revista ¡Despertad! sobre el oso kermode (una subespecie canadiense de oso negro con algunos ejemplares blancos o de color crema) que leí hace años, si alimenta a un oso silvestre hambriento no sólo se expone usted mismo al riesgo, sino que además está garantizando la muerte prematura del animal.

Un poco de humor en inglés para aligerar el tema. Y este es un oso grizzli.

5) Los osos tienen un agudo sentido del olfato, pudiendo detectar olores a kilómetros, y por ello si son reubicados en otra área tenderán a regresar a su territorio original. Un oso que asocia la presencia humana con comida fácil se convierte entonces en una amenaza constante que no se puede evitar con una reubicación, pues volverá a esos puntos de contacto humano. Además poner un oso nuevo en otro territorio genera conflictos sociales con los osos dominantes de esa zona, y a menudo el recién llegado termina herido o muerto.

Con todos esos datos, ¿se entiende por qué las autoridades en México optaron por un zoológico? Siendo franco a mí la idea no me termina de convencer: muchos zoológicos carecen del espíritu de crianza y conservación que justificaría la existencia de dichas instalaciones -aunque por otro lado, el oso negro es una de las dos especies de úrsidos no amenazados a nivel global en los criterios de la UICN-, y además es uno de los gremios socioculturales que más está padeciendo por la crisis económica de la pandemia, así que preocupa que el ejemplar pueda conseguir un cobijo decente. No obstante, entiendo las razones detrás de la decisión de mantenerlo en cautiverio: es tal vez la forma más segura en que un depredador omnívoro acostumbrado a los humanos puede interactuar con ellos de forma segura para ambos.

Mejor sacarse las bobadas de la cabeza. A ningún oso le va a nacer de repente acercarse a “darle cariño” a una persona: ese tipo de comportamientos involucra alguna interacción previa con otros humanos, y eso a la larga es peligroso para ambos. El oso en el Parque Chipinque es un caso más bien excepcional y es mejor no asumirlo como una regla o un ejemplo de la “bondad” de los animales. Si se hubiera tratado de un ejemplar adulto, la historia podría haber sido muy diferente, y la verdad quienes se merecen los elogios son las turistas que supieron mantener la calma y no importunarlo con movimientos bruscos, otro ejemplo de nuestras cualidades mentales. Esperemos entonces que al final el oso pueda encontrar un buen refugio, y que la gente entienda de una vez que debe tenerse una responsabilidad con la Naturaleza, lo cual implica aplicar Susana Distancia con los animales silvestres.

Extra: cómo no hacer el oso frente a un oso

No todos conocen las reglas para comportarse en presencia de un animal tan peligroso, y el terror e instinto de supervivencia pueden ganarle al buen juicio, así que es mejor dejar en claro diferentes advertencias para evitar este tipo de encontronazos si es que algún día se le da por pasear en Yellowstone o cualquier gran parque natural entre Canadá y México, y que les resumiré traducidas acá. Tiene un poco de humor para que se sienta más ameno, pero dentro de todo son pautas fundamentales para evitar un “abrazo de oso”, o para librarse de uno:

i) Primera y principal, reitero: no alimente a los animales salvajes. Acostumbrarlos a la presencia de comida en torno a las personas los hará asociarlos con alimento, y eso puede atraer desde mapaches a osos. Son animales que se harán más atrevidos y peligrosos para las personas, porque si se encuentran con una y no ven alguna comida, llegará el momento en que asocien que usted también es comida. 
ii) Mantenga su comida y productos de aseo en bolsas a prueba de olores, o dentro de su coche. Estos aromas pueden atraer animales silvestres, y por supuesto los osos no son esquivos a visitar a los campistas de noche si dejan algo oloroso al descubierto. 
iii) Tenga siempre a la mano su repelente de osos, incluso cuando salga de su tienda a hacer necesidades. 
iv) Si está en plan de observar osos, sea prudente y mantenga una distancia de entre 60-120 metros. No se crea Timothy Treadwell; recuerde que él terminó muy mal. En caso de que los animales quieran acortar la distancia, haga ruidos fuertes para desalentarlos. 
v) Procure no moverse solo. Entre más personas salgan a caminar con usted, menos probable es que un oso sorprendido se aventure a atacarlos. 
vi) Si ha visto El renacido sabrá que encontrarse de repente con oseznos (o con cualquier cría de mamífero en general) es mala señal, pues la madre no suele estar lejos ni muy feliz, así que tendrá que ser rápido para reaccionar. 
vii) Si en efecto se encuentra de repente con un oso cerca de usted, ¡no corra! La mayoría de las veces el oso estará igual de sorprendido, pero echarse a correr lo alentará a perseguirlo, y usted no podrá superarlo en velocidad ni siendo Usain Bolt; es como tocar una campana y avisarle que la cena está en la mesa. Tampoco se suba a los árboles: es otra señal de que usted es comida, y tanto los osos negros como los grizzlis son expertos trepadores, así que no llegará muy lejos. 
Lo que debe hacer en este caso es mantenerse firme, sin darle la espalda, levantando los brazos para verse más grande y hablarle suave, mientras se va caminando hacia el costado para alejarse, manteniéndolo siempre en su línea de visión. Todo esto le indicará al oso que no es una amenaza, y si no está en plan de proteger a sus crías o con hambre lo más seguro es que lo deje en paz. 
viii) Para saber si el oso en efecto viene con intención de atacarlo, fíjese en sus gestos a la hora de cargar contra usted. Si levanta la cabeza y las orejas y se acerca con paso firme pero aun manteniendo distancia, es una carga falsa y es su reacción más común: busca intimidarlo y hacer que se aleje (véase entre los segundos 0:24 y 0:28 de este video como ejemplo). No lo pierda de vista, haga todo lo del punto anterior y evite movimientos bruscos, porque entonces sí lo atacará. Si la carga es agresiva, el oso abrirá la boca o rechinará los dientes antes de ir contra usted, así que tendrá que reaccionar rápido (durante esta carga, le servirá el repelente). 
ix) Antes de que el oso haga contacto, identificar previamente la especie le servirá para determinar las acciones a tomar. Sin tener en cuenta las diferencias de tamaño, siendo el grizzli más grande, ni la coloración, se pueden distinguir porque el oso grizzli tiene un rostro más cóncavo, orejas más cortas y una joroba en el hombro, mientras que el oso negro tiene una cara un poco más angulosa, orejas más largas, carece de joroba y su cadera está más alta en perfil que sus hombros. Son datos suficientes para que una ojeada rápida le permita reconocerlo y adaptar su estrategia de reacción en pocos segundos. 
  
Si aún tiene dudas, fíjese en el rostro de los osos en imágenes anteriores: eso le dará otras pistas. No se confíe de la coloración, porque tiende a variar entre regiones e individuos.
x) Si el que lo ataca es un oso grizzli (que si está paseando usted en Europa es el único oso que va a encontrar), la mejor estrategia es hacerse el muerto. Deje que el oso lo toque y luego échese de cara al piso, cubriéndose la cabeza con los brazos. Si el oso intenta voltearlo no ofrezca resistencia, pero aproveche el giro para quedar de nuevo boca abajo: es fundamental no exponer el vientre ni el rostro. Ni se le ocurra pelear con el grizzli de antemano; eso empeorará las cosas, y las heridas que esta especie puede provocar son mucho más graves que las del oso negro. Claro que si el oso ya empezó a mascarlo como a Di Caprio hacerse el muerto no le va a servir de mucho, y como cada ejemplar tiene su temperamento puede que se haya topado con un grizzli que no vio Discovery Channel, así que mejor tener el repelente a la mano y pelear por su vida con todas sus fuerzas si el ataque no cesa.

¡El oso me está garchando!”. Lo siento, no podía dejar pasar la referencia a ese rumor.

xi) El oso negro está más habituado a carroñar que el grizzli, así que si va con intención de atacarlo no se detendrá si usted se hace el muerto. Aquí de plano la estrategia es combate a muerte sin cuchillos, concentrando sus golpes en el hocico y los ojos del animal, y por supuesto echando mano del repelente. 
xii) Si es el oso el que lo sorprende a usted, mostrándose demasiado curioso o siguiéndolo, entonces lo más seguro es que vaya en plan de alimentarse, y eso de inmediato lo convierte en una amenaza. Con un oso depredador la estrategia es concisa: busque refugio en una edificación o dentro de su auto, y esté listo para pelear con todas sus fuerzas en caso de ser necesario, porque sea pardo o negro no se va a detener con ningún gesto de paz. 
Si usted vive ya en Estados Unidos, tal vez quiera aprovechar su laxitud moral con el tema de las armas y tener salvoconducto para una como precaución. De preferencia consiga un rifle, porque las armas de menor calibre no van a lastimar mucho a un oso con hambre, y sólo lo enfurecerá. Tenga en cuenta también que un animal grande y herido de gravedad suele tener un subidón de adrenalina que le permite seguir atacando e incluso matar a su oponente antes de morir por las heridas, así que será mejor que esté listo y no se limite a un solo disparo. Y por supuesto, que el arma sea su última opción si el oso en efecto es un depredador: no tiene por qué dispararle a un animal que se encontró con usted por sorpresa, pues cualquier reacción agresiva del oso será consecuencia de las acciones que usted tome durante el encuentro.
¡Disfruten su paseo!

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