¿Por qué importa la relación entre fe y conflicto?
Mientras
estoy armando una observación de cómo se ha “comportado” la religión en estos
tiempos de pandemia mundial –como adelanto algunos lo han entendido; otros se
creen inmortales-, me llegó de nuevo una sugerencia para revisar una traducción
sobre un tema relacionado: el peso que han tenido las creencias religiosas en
determinados conflictos, y el hecho de que algunos reflexionen si vale o no en
términos estadísticos. Y llegó en un momento inesperadamente coincidencial, ya
que el canal de Youtube Preguntas Incómodas
publicó hace poco un video sobre la percibida relación del
ateísmo con determinados crímenes históricos. Y aunque me gusta mucho el
estilo del canal y varios de sus videos, pues aquí fallaron a lo grande.
No
me sorprende mucho que hayan caído en varios errores en su exposición; más de
un escéptico tratando de ser escéptico de los escépticos también lo ha hecho, e
incluso yo he argumentado alguna vez las mismas falacias que ellos, aunque sí
me sorprende que no hagan ni una aclaración ni distinción entre ser ateo,
antiteísta o antirreligioso, conceptos que pueden estar relacionados pero de
ninguna forma ser equivalentes -eso lo he mencionado de forma somera en mi blog,
y
es una entrada bien consultada que quizás merezca una
expansión en ese punto-. Como sea, Daniel
Galarza y David
Osorio ya crearon sus trabajos desmintiendo los puntos de Preguntas Incómodas, de los cuales
recomiendo más el análisis de Daniel, así que de mi parte no creo poder decir
algo que no sea redundar. Confío, eso es,
que el canal pueda mantener la calidad y sepan contextualizar mejor sus
argumentos, así como reconocer estos pocos momentos en que dan semejantes traspiés.
Pero divago, sólo quería mencionar ese pequeño
“incidente”. Comentaba sobre la relación entre religión y guerra. Desde las
toldas del escepticismo religioso el argumento que sostenemos es simple: las
religiones no sólo fracasan en aplicar su mensaje de unidad y paz y carecen de
valores éticos universales intrínsecos a ellas que no puedan ser alcanzados a
través de la evolución conductual de nuestra especie y el ejercicio de la razón,
sino que a menudo son ellas mismas las que germinan los conflictos entre
naciones. No tenemos ni que mirar a la Historia antigua: basta con buscar un
poco en las noticias sobre la cruenta represión a los rohinyá en Bangladesh, el
terrorismo de grupos como Al Qaeda y sobre todo ISIS, el conflicto
israelí-palestino, las tensiones permanentes entre India y Pakistán, las
horribles condiciones de los dalit en
la India y las aún más horribles represalias que sufren algunos si llegan a
reclamar lo que “no les corresponde”, la discriminación constante a minorías
sexuales y a los derechos de las mujeres en muchos países cristianos… A menudo
hay tintes étnicos mezclados, sí, pero es también por el vínculo entre
etnicidad y una cosmología particular. Quieran admitirlo o no, la religión es
un sistema de creencias más que causa violencia y sufrimiento, pues Deus Vult! o Allahu Akbar! son por ejemplo encarnaciones de la convicción
poderosa de contar con el respaldo de una estructura ética más allá de la
comprensión de los hombres. En palabras simples, que en nombre de Dios todo se
vale.
Imaginen que en la India, incluso
entre los católicos del país es difícil abandonar la mentalidad del sistema de
castas del Código de Manú.
El problema es que algunos apologistas de la religión
buscan reducir sus contraargumentos a una valoración estadística, enfocándose
únicamente en la palabra guerra, no
en el conflicto (entendido en su
forma pura de oposición o desacuerdo entre dos partes) ni en el sufrimiento, los cuales son por supuesto
consecuencias más prolongadas a través del tiempo que un registro puntual de
guerras, y por ello más difíciles de refutar. Y el punto del artículo es ese:
identificar de dónde viene semejante despropósito. Es algo corto, así que
complementaré con comentarios después de la traducción como tal. Como en otras
ocasiones el texto fue traducido por Luis Mendoza, así que los créditos son
para él: yo sólo me ocupo de pulir detalles y aportar mis observaciones.
Contando
"guerras religiosas" en la Enciclopedia de las Guerras
Título
original: Counting
“religious wars” in the Encyclopedia of Wars
Autor:
Andrew Holt, Ph.D.
Traducción
de Luis Mendoza.
En los últimos años he
observado una táctica relativamente común en línea de refutar el argumento de
que la “religión es la causa de la mayoría de las guerras o violencia” la cual
es citar el libro Enciclopedia de las
Guerras de los autores Charles Phillips y Alan Axelrod, una monumental
serie de tres volúmenes sobre guerras antiguas, medievales y modernas que fue
publicado en 2005. Uno encuentra en línea memes
como el de abajo, que sólo muestra un número relativamente pequeño de las
1763 guerras catalogadas por Phillips y Axelrod. Siendo precisos, 123 fueron
consideradas “guerras religiosas”.
La información mostrada por
el meme de arriba, revoloteando en línea, ofrece una poderosa refutación a
aquellos que afirman que la religión es causante de la mayoría de las guerras
(por ejemplo: Sam Harris, Charles Kimball, etc.). Si un porcentaje tan pequeño
de guerras fueron "religiosas", ¿entonces cuál es la base para
argumentar que la religión, incluso más que causas políticas o socioeconómicas,
es causante de la mayoría de las guerras? Después de todo, aquellos que hacen
tal argumentación de todo, nunca parecen
ofrecer datos que apoyen sus afirmaciones. Por otro lado, aquellos que
rechazan la noción de que la religión es la causa de la mayoría de las guerras
pueden fácilmente apuntar a la Enciclopedia
de las Guerras (asumiendo que uno acepte la categorización de los académicos
Phillips y Axelrod) como evidencia estadistica de que tales críticos sobre
conflictos religiosos están equivocados.
Parece poco probable que
los autores, o los otros estudiosos involucrados en la creación de su
enciclopedia, pretendieran que su trabajo fuese usado para tal propósito. Sólo
enlistan su categorización de “guerras religiosas” en el índice del tercer
volumen en las paginas 1484-1485, donde uno puede encontrar 121 registros
listados bajo este tema. Por lo demás el tema no parece ser destacado en ningún
otro lado. Además, si uno fuera a leer la introducción o revisa a través de las
diferentes entradas, cada una con un útil esquema de hechos claves al principio
de cada entrada, no encontraría ningún esfuerzo por categorizar a las guerras
como religiosas o de otra forma, así que uno podría confundirse con las
afirmaciones encontradas en línea que dicen que Philips y Axelrod “clasifican”
123 guerras como religiosas siendo que, a menos que te refieras al índice, no
encontrarás tal esfuerzo. Esto parece haber cautivado al menos a un blogger académico desprevenido, pues
asegura falsamente en un “Chequeo de
Hechos” que “No hay una sección del libro donde Charles Phillips y Alan Axelrod
explícitamente ‘categoricen’ las guerras como religiosas o no-religiosas”. En
este caso, el “Verificador” se equivoca, pues sólo se necesita revisar
el índice de la categoría.
Acá traigo evidencia fotográfica
(por desgracia borrosa) de la página 1484-85 aquí abajo, para cualquier tipo de
dudas.
Espero que el lector excuse
mis toscas anotaciones a lápiz de las variadas guerras. Lo hice sólo porque
cuando contaba las guerras listadas como “guerras religiosas” en el índice me
dio como resultado un total de 121, en vez de la comúnmente repetida cifra de
123 (vean el meme que les mostré arriba). Como resultado, me preocupó que
estuviera contando mal y quise ser tan preciso como fuera posible, pero mis
esfuerzos siguieron resultando en sólo 121 registros listados bajo la categoría
“guerras religiosas”. Preguntándome por la discrepancia, rastreé la cifra de
123 hasta el escritor de ciencia ficción Theodore Beale, mas comúnmente
conocido como Vox Day, quien parece haber sido el primero en hacer este
argumento basado en su análisis de la Enciclopedia
de las Guerras (vean la página 105 de su libro del 2008 El
ateo irracional). Él indicó más tarde en un post
que el conteo real de la Enciclopedia de las Guerras era de 121, pero que sentía
que los editores “cometieron algunos errores”, resultando en su cifra ligeramente
actualizada de 123. Muchos otros parecen haberse aprovechado de la cifra Vox
Day, incluyendo un rabino que escribió para el Huffington
Post y Bruce Shelman, el autor de Un
ateo defiende la religión (2009), dado que ningún autor cita su fuente,
pero ambos usan la única cifra de Vox Day de 123 “guerras religiosas” (en vez de
la cifra de 121 de Philips y Axelrod) de un total de 1763 guerras.
*Debo añadir que de los 121 registros listados
como "guerras religiosas" en la Enciclopedia de las Guerras, una de
las entradas trata sobre dos guerras, así que una cifra actualizada sería de
122 guerras, o sólo un 6.9% de las guerras consideradas por Philips y Axelrod.
**Ver también La religión y las 100 peores atrocidades en la Historia.
-O-
Si revisamos ese último
enlace que ofrece Holt, donde presenta un corto análisis a partir de The
Great Big Book of Horrible Things (El
gran libro de las cosas horribles) de Matthew White, donde se hace un
recuento de las cien peores atrocidades cometidas a lo largo de la historia, vemos
que White, a diferencia del meme deshonesto que se generó a partir de la Enciclopedia de las Guerras, sí hace el
trabajo de clasificar los eventos históricos mencionados, y sólo once son clasificadas como “Conflicto
religioso” (pág. 544); si se incluyen las categorizadas como “Sacrificio humano”
(pág. 548), que guarda también una fuerte relación con la visión religiosa,
serían dos más, con lo que sólo un 13% de los conflictos descritos en el libro
(énfasis: en el libro) pueden
adjudicarse a atrocidades principalmente motivadas por la religión, aunque Holt
sugiere que las guerras judeo-romanas (66-73 EC) y la Gran Guerra Turca (1645-1699
EC) también guardan una influencia religiosa lo bastante significativa para ser
incluidas en la clasificación de White.
Lo que Holt destaca a
partir de esto, y que es el punto de esta entrada, es que si hablamos de
conflictos puntuales como guerras o genocidios, los peores crímenes en la historia
descritos en el libro de White no fueron inspirados o alimentados por
motivaciones religiosas, lo que en principio desafiaría la afirmación que hizo
Sam Harris en El fin de la fe sobre
la fe religiosa como “la fuente más prolífica de violencia en nuestra historia”
(pág. 27). No obstante, hablamos de nuevo de sucesos puntuales a lo largo de la historia en un libro en
particular, sin contextualizar el efecto
de las creencias religiosas a través del tiempo en las civilizaciones. Es
decir, puede que las tres
guerras ocurridas
entre India y Pakistán por el control de
Cachemira hayan arrojado menos de 50 mil muertos entre ambos países, pero
sin duda la cantidad de personas que han tenido que sufrir y padecer a través
de los siglos bajo el pesado rigorismo moral del islam y la brutal discriminación
social del hinduismo, cada uno basado en un sistema de creencias asociadas a
entidades sobrenaturales, supera por mucho esa cifra.
Tropas
indias de sikh preparados durante la guerra indo-pakistaní de 1947
¿Tiene sentido entonces
discutir si la religión ha sido la principal causante de guerras a través de la
historia? Pues, a título personal y buscando los grises en la paleta, no y sí.
No, porque considero que debatir si tal o cual motivación económica, social,
cultural o política puso más cadáveres a través del belicismo suena un poco
a las discusiones en redes sociales sobre qué país en Latinoamérica está más
jodido: una
pelea de inválidos. Pero sigue siendo importante porque, primero, no se trata de
una comparación estadística sino de comparar la justificación y el alivio ético
y moral que ofrecen dichas motivaciones, y como ya mencioné las ideas sobrenaturales
son un bálsamo en especial poderoso para tranquilizar las angustias
existenciales al cometer acciones criminales; como se han cansado de citar
muchos, para que la gente buena haga cosas malas se necesita la religión, y eso
no incluye sólo las guerras, sino también la discriminación, la segregación, la
opresión e incluso el exterminio sistemático, tanto físico como cultural.
Segundo, porque uno como
escéptico religioso no busca necesariamente afirmar que la religión sea la
principal o mayor fuente de conflicto, sino demostrar que está tan poluta como
cualquier otra institución social, y que ante la supuesta guía moral que
deberían mantener las diferentes creencias religiosas, su presunción de pureza
es una absoluta hipocresía que merece ser destacada de forma importante. Vamos,
que si acaso el jainismo sería la única de las principales religiones
orientales que ha
mantenido una adherencia más estricta a la no violencia; ni el sobrevalorado
budismo puede preciarse de ello. Y tengan en cuenta que ahora mismo hay decenas
de países donde ser homosexual o no creer en Dios se castiga con cárcel o pena
capital, y aun en muchos de los que son supuestamente más civilizados se
considera las minorías sexuales y no creyentes como aberrados o promotores de
una “cultura de la muerte”.
Es todo lo que tengo que
comentar al respecto. Más allá de supuestos estadísticos y valoraciones
numéricas, el verdadero enfoque crítico sobre el papel de la religión en los
conflictos a lo largo de la historia de nuestra especie radica más en analizar
cómo ha mantenido a través del tiempo las desigualdades y el sufrimiento bajo
la justificación de argumentos incomprobables por la misma razón. Saludos.
Comentarios
Publicar un comentario