Carta a la madre cristiana soltera
Hola,
querida madre. Sabes que puedes ser católica, pentecostal, bautista o de
cualquier denominación protestante: en cuanto creas en Jesús de Nazaret como
Hijo de Dios y el Mesías, eres invariablemente una cristiana. Eso es lo de
menos. Te escribo estas palabras porque he visto tu actividad y la de muchas
personas con tus mismos ideales y creencias en las redes sociales en las
últimas semanas. Estoy muy seguro que marchaste hace unos días intentando
defender “el diseño original de la familia”. Bien, déjame compartirte algunos
detalles para que comprendas por qué tus acciones resultan siendo negativas y
perjudiciales para ti y para nuestra sociedad.
Empecemos
por lo básico: tú tienes todo el derecho y libertad de tener las ideas y
creencias que prefieras. El problema es que esas son creencias personales,
basadas en un libro antiguo al que tú y otras personas han decidido darle la
categoría de sagrado y verdad absoluta. Pero estos son simplemente asuntos de
fe, no hechos comprobados. Por lo tanto, como verdades subjetivas, las reglas
bíblicas pierden fuerza frente a los hechos científicos.
Y
los hechos científicos son claros: el Universo no requiere del diseño de un ser
superior para existir, y está comprobado que las especies actuales son parte de
procesos de selección natural y evolución. Claro, eso no es necesariamente una prueba de que no exista algún dios, pero sí de que no se requiere para que todo exista. Y por supuesto, también está comprobado que la
homosexualidad está presente en más de 1500 especies animales; se trata de un
comportamiento no tan inusual, y ciertamente no es antinatural ni anormal como
te has conminado a creer. Por ello, muchos nos sentimos plenamente facultados a cuestionar
y refutar cualquier hecho supuestamente afirmado por Dios en la Biblia, por
mucho que a ti eso te parezca blasfemo. En general, te darás cuenta que no
cristianos, no creyentes y homosexuales tienen derecho a tener las mismas
condiciones y libertades constitucionales que tú.
Por
desgracia, son minorías sociales que históricamente han sido oprimidas y
menospreciadas por las leyes de estilo confesional que impregnaban nuestra
anterior Constitución, y aunque ya 25 años han pasado desde que creamos una
Constitución más igualitaria y pluralista, aún hay muchas lagunas en el
cumplimiento de dicha igualdad, especialmente porque desde los hogares y las
escuelas, los lugares más importantes para la formación infantil, seguimos
enseñándoles que estas personas son pecadoras y anormales. No podemos decirte
que no eduques a tus hijos en tu casa con tus creencias religiosas, pero sí
podemos exigir que en las escuelas se reduzca a la nada cualquier tipo de
discriminación. Y para eso es importante enseñar en las escuelas que hay
diversidad de raza, credo, condición social, orientación sexual e identidad de
género. A diferencia de lo que te han hecho creer muchos líderes y políticos
farsantes en Internet, esto no es imponer ninguna ideología de género: es
simplemente garantizar que los estudiantes comprendan que estas diferencias no
son motivo para discriminar, por más que sus creencias personales los llamen a
ello.
Y
no me digas que no estar de acuerdo con las “ideas” de una persona (como si ser
homosexual o transexual fuera algo que se decide) no es discriminación, ni que
es una opinión como ser hincha de un equipo de fútbol, porque no es lo mismo.
Eso sería válido si no estuvieras defendiendo tan activamente que estas
personas no deben tener derecho a casarse, ni a adoptar niños. Como ciudadanos
de derecho, ellos deben estar sujetos a las mismas condiciones, derechos y
responsabilidades que tú. Y esto último es algo que debes entender plenamente: por su carácter laico, el Estado no puede promulgar leyes que reduzcan los derechos y
condiciones de una minoría social, y mucho menos basadas en argumentos
religiosos porque, como ya te dije, estas son creencias personales de
carácter subjetivo, y tu visión religiosa no es la única que existe. Muchas
personas no creen en la imagen cristiana de Dios; muchos ni siquiera consideran
que la existencia de un dios sea necesario o relevante para ser una buena
persona, como es mi caso. Y como ningún dios ha bajado en los últimos años a
resolver el embrollo de las miles de religiones de hoy en día, el Estado no
puede favorecer las ideas de un grupo religioso particular, aunque sea la
religión mayoritaria. Eso sí sería
imposición de creencias, y sería inconstitucional.
Hay
un trasfondo irónico en esto. Tú afirmas que defiendes estas ideas porque es lo
que está escrito en la Biblia. ¿En qué parte exactamente? Si me señalas el
Levítico, debo decirte que ahí también te prohíben comer cerdo, y más adelante
el Deuteronomio afirma que un violador debe casarse con su víctima. ¿Seguimos
también todo eso? Si me dices que cuando vino Jesús todas esas leyes fueron
cambiadas, debo señalarte que él es específico en el sermón del monte cuando
afirma que esa no es su labor (Mateo 5, 17-18). Si me dices que te guías por el
Nuevo Testamento (1 Corintios 6, 9), entonces debo decirte que también en él te
dicen que a ti no te corresponde enseñar ni ejercer ningún tipo de dominio,
sino permanecer en silencio (1 Timoteo 2, 12). ¿Entonces con qué derecho
predicas? ¿O vamos a seguir fielmente unos pasajes y los otros no?
Y
ya que llegamos a esto, déjame indicarte que la Biblia ha sido por mucho tiempo
usada para oprimir a las personas. Hace dos siglos, muchos decían que los
negros eran seres inferiores; hace unos sesenta o setenta años, aún los
segregaban socialmente; en la misma época, tú no tenías ningún derecho a votar,
como no lo tenía antes ninguna mujer. Debo decirte que los líderes de la
religión que sigues estaban en contra de que la mujer saliera a estudiar y
trabajar, pues su lugar correspondiente era la casa, haciendo oficio, y fue
precisamente la gente que cree que la religión no tiene por qué dominar cada
aspecto de la vida la que logró que ahora tú puedas estudiar en una Universidad
y conseguir un empleo para mantener a tus hijos. De hecho, hasta hace unos
años, que tú seas madre soltera habría sido visto como algo abominable, anormal
y un mal ejemplo por los mismos religiosos que ahora dicen lo mismo de la
comunidad LGBTI. Ni siquiera aquellas que se casaron después de quedar
embarazadas se salvaban de su dedo acusador. ¿Realmente te parece que son las
personas más confiables para escuchar?
Sé
que tu interés principal seguramente es proteger a tus hijos y que compartan
tus ideas, y puedo comprender eso. Y no creo -hasta cierto punto- que sea abusivo
que intentes trasmitirles tus creencias a tus propios hijos. Sin embargo, preferiría
que no trasmitieras tus temores y odios a unos niños que no pueden
comprenderlo. Especialmente, porque un niño que teme es un niño que odia, y el
odio no es más que la antesala a la discriminación y la violencia. Obvio, no
espero que tus hijos salgan y agarren un fusil automático para cometer una
masacre como la de Orlando, porque creo que eres lo bastante temerosa de Dios
para aborrecer la violencia. Pero hay muchas formas de violencia, y a menudo
las palabras hacen mucho más daño que cualquier bala. Recuerda el caso de
Sergio Urrego, ese muchacho que se quitó la vida ante la discriminación, y la
razón por la cual se ha realizado esa campaña en los colegios que tú tanto
temes. Al oponerte a ella, estás perpetuando la mentalidad conservadora y
discriminadora en nuestra sociedad, y la mantienes viva al pretender educar a
tus hijos con tus ideas sin que nadie los confronte y les diga que su madre se
equivoca.
¡Déjalos
vivir su niñez tranquilos! Evítales las iglesias, porque no tienen
concentración ni paciencia para esos rituales. Déjalos que jueguen con sus
amigos. Dales un libro: ayúdalos a cultivar su pasión por las artes y las
ciencias. Que nunca estén lejos de sus manos todas esas fuentes de
conocimiento, porque todo eso le ayudará a formarse un criterio propio, para
que cuando sea mayor pueda decidir por sí mismo seguir una fe o no. Y de paso,
también aprovecha tú toda esa información. Tal vez leas otras cosas aparte de
la Biblia, tal vez la Biblia sea tu única conexión con la literatura. En
cualquier caso, recuerda que sólo se trata de una guía, pero no de una regla
universal: hay cosas que pueden servirte para tu vida, y otras cosas que no.
Aprovecha sólo los pasajes que te parezcan sanos, y desecha cualquier versículo
que te diga que debes mirar por debajo a las personas. Nunca repitas como loro
todo lo que en la Biblia está escrito: eres una persona racional, no un
guacamayo con lobotomía. Ten un poco de criterio propio tú también.
Creo
que es todo lo que tengo para decirte. Tal vez hagas caso a todo lo que te he
dicho hasta ahora, tal vez no. En todo caso, mi intención ahora mismo es
mostrarte que estás del lado equivocado del mundo y la realidad, y espero que
no sea muy tarde para que comprendas por qué. Se despide, el Pensador Sereno.
Qué hermosa carta! muy respetuosa y llena de criterio y razonamiento, me encantó!
ResponderEliminarMuchas gracias. Me inspiré por una prima que ahora mismo pasa por esa etapa; pensé que podía tratar de escribir algo que pudiera ser leído tanto por ella como por cualquier madre soltera, intentando ser lo más cordial posible.
EliminarQue bien! Pienso igual, yo encontré a Dios en esta etapa de mi vida. Estoy siempre confundida por que estudie y soy crítica, me gusta todo lo que para la palabra no es correcto, y tengo dos pequeños a mi cargo que ven mi ida y vuelta a la búsqueda de Dios. Tengo cansancio, nada lo hago bien, y sin embargo cuando he estado mal, sola y necesitada ... Prometo que Dios me ha consolado de maneras que jamás se podrán imaginar! Cuando he querido una ropa bonita y cara para mi bebé, ha llegado exactamente lo que deseaba sin pedirlo, comida que se me antoja jajaja cosas extrañas y que podría decir que son coincidencia 😜 pero no ha Sido así ... Me proteje y a mis niños y siento su paz. Sigo enseñando igualdad y no discriminación, la verdadera palabra de Dios es la práctica del amor universal 🙏.. amar al prójimo. Y también entiendo lo que dices ...ha Sido complicado para mí todo esto. Pero igual aprendo ....
ResponderEliminar¡Hola! Muchas gracias por tus palabras. Yo también tuve momentos difíciles en mi vida donde mis creencias entraban en conflicto con mi razón, aunque a diferencia de ti yo dejé las primeras. Pero es verdad: lo mínimo que podemos enseñarle a nuestros hijos es igualdad y respeto. Saludos.
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