¿Arte o basura?
Mis
papás suelen ver Caso cerrado en la
televisión por las noches, y cuando me siento a trabajar en la sala,
inevitablemente termino prestando atención a algunos casos. El otro día, se
trataba de una mujer que quería expulsar a un tipo al que le alquiló su finca,
puesto que estaba usando a los cerdos de dicha finca en un trabajo artístico.
Pero no era cualquier cosa: se trataba de tatuar a los cerdos y entregarlos a
unos clientes como mascotas. Para la mujer, eso era maltrato y abuso con los
animales; para el sujeto, se trataba de una expresión artística legítima. Al
final, se determinó que, dado que se estaba sometiendo a los cerdos a un dolor
innecesario, se trataba efectivamente de crueldad animal, y el hombre fue
enjuiciado.
El
tatuado de cerdos es algo relativamente nuevo, y al menos un par de
-llamémosles- artistas trabaja en este tipo de -llamémosla- expresión
artística. El tatuaje en general sí es una expresión artística, pero estamos
hablando de hacerlo en personas que voluntariamente desean tener ese arte en su
piel; un cerdo no tiene la capacidad racional ni cognitiva para dar o no su
consentimiento para tal procedimiento. Obvio, yo estoy de acuerdo con Ray
Becerra en que, de poder preguntarle, un cerdo seguramente prefiere mil veces
el dolor del tatuaje a ser sacrificado como alimento. No obstante, ahí se le
está dando un propósito y un beneficio a su sacrificio, y es responsabilidad de
quienes lo hacen proporcionarle el menor dolor posible (y sí, sé que en la
práctica eso puede ser difícil); en el tatuado de un cerdo, sólo se está usando
al animal para satisfacer la visión estética de unos pocos. Y hay miles de
formas de satisfacer dicha visión sin tener que involucrar a un animal.
Dos
ideas me quedaron de esto. La primera es que es tan malo el que profesa un
cariño excesivo a los animales, hasta el punto de degradarlos al humanizarlos,
como el que ni siquiera concibe que se tratan de seres vivos. El sujeto de Caso cerrado era insistente en que los
cerdos ya no eran “cerdos” sino “arte”, y eso era enervante. Supongo que es más
fácil hacer “arte” sobre el cuerpo de un animal cuando piensas que no se trata
de un animal, sino de una simple cosa, pero eso es inaceptable bajo cualquier
punto de vista.
La
segunda es que, desgraciadamente, el arte se ha convertido en un negocio de
mediocres. Esto es otro de los triunfos del “posmodernismo”, esa visión que
pretende romper con la “imposición” moderna de la racionalidad, y pretende que
las verdades son cosa de perspectiva. Y no es que el arte posmoderno no haya
tenido buenas tendencias, pero sus conceptos y direcciones son de los que más
han influido en ese pozo de pereza llamado arte conceptual.
Tampoco
es que todo el arte conceptual sea basura. No, el arte conceptual ha dado
buenas obras de arte. El problema es que cuando se determinó que la importancia
de una obra artística no radica en su técnica, sino en su concepto, las artes
plásticas se convirtieron en un refugio para personas mediocres cuyo único
talento es usar palabras grandilocuentes para vender una botella vieja envuelta
en papel regalo como una obra supuestamente profunda y reflexiva. Esto no lo
digo solo yo: muchos dentro del mismo medio artístico ven con preocupación que
el arte conceptual esté produciendo trabajos con muy poco esfuerzo real.
Tengo
que decir, con cierta aprehensión, que quizás el que dio las primeras ideas
para los artistas sin habilidad fue Marcel Duchamp, y lo digo con cierta
aprehensión porque mis artistas favoritos son los surrealistas y los anti-artistas
del dadaísmo. El francés fue uno de los primeros que consideró el arte como un
trabajo donde lo único importante es la voluntad, no la formación, y con esa
idea en mente creó los ready-mades,
obras artísticas creadas a partir de objetos cotidianos, como La fuente, un simple orinal. Duchamp
quería mostrar con esto que por su naturaleza subjetiva, el arte es algo inclasificable,
e incluso una porcelana de baño puede convertirse en una obra artística al ser
seleccionada como un objeto con un nuevo significado: es el acto de elegir el
orinal lo que lo convierte en arte.
No
creo que pueda siquiera estar en desacuerdo con las ideas de Duchamp. La
apreciación del arte es claramente subjetiva, y depende del gusto de la persona.
Además, no tiene uno que pintar como Manet o Caravaggio para saber que se tiene
talento; sólo miren la gran acogida que tuvieron el cubismo y el arte
abstracto, a pesar de lo poco “estéticos” que parecían (si vieron Titanic,
recordarán al prometido de Rose burlándose del trabajo de Picasso). Y
nuevamente, ni siquiera es necesario recurrir al lienzo y al pincel, o a la
piedra y la arcilla, para que tu trabajo sea considerado arte. Siempre que
tengas una verdadera idea sobre lo que quieres representar, lo que deseas
simbolizar, casi cualquier objeto a la mano puede servirse, e incluso eso
requiere talento y técnica: no es como que cualquiera pueda organizar
adecuadamente un montón de chatarra para darle un significado.
No
obstante, el exaltar de forma tan excesiva la visión subjetiva del arte y la
idea de que sólo el concepto importa deja de lado el hecho de que quizás sí hay
una forma objetiva de evaluar el arte, y es la correspondencia entre el estilo,
la técnica de la obra, y su significado. Es decir, envolver una botella en
papel regalo y presentarla como una alegoría al consumismo puede sonar como un
significado muy profundo, pero ¿realmente es tan artístico y valioso que yo sea
la primera persona en hacer tal cosa? O peor, ¿qué tal si dejo la obra sin
explicar, para que sea cada persona la que le dé su significado? ¿Realmente eso
me hace un artista profundo y reflexivo, o sólo un charlatán pretencioso?
Porque la realidad es que así hay muchas personas dentro del arte hoy en
día. Hay muchos buenos artistas, ilustradores, que hacen trabajos maravillosos,
donde puedes o no tener su significado a la mano, y aun así disfrutar de su
estilo, su estética, y sin embargo mucha gente se da la vuelta para contemplar
a personas que con sólo poner un video de una mujer montando a caballo, o un
par de frases vulgares en neón, o un lienzo en blanco (sí, porque los hay), y
dar un par de frases rebuscadas sobre el profundo simbolismo de su trabajo se
presentan como la vanguardia del arte.
Quizás
soy yo, que no comprendo el arte conceptual. Quizás debo comprender que
realmente el arte sólo se trata de darle un significado a las cosas con las que
trabajas, o a lo que ves. Quizás esa es sólo una excusa de los nuevos “artistas”
perezosos. No lo sé. Aunque algo sí es cierto, y es que el arte es en general
un reflejo de la época y la sociedad que lo rodea, y hay que comprenderlo
dentro de ese contexto. Así como Andy Warhol con su muy (para mí) pretenciosa
obra de arte pop es un ejemplo de la reacción de la época contra el consumismo
desenfrenado, el arte conceptual de hoy en día es también un reflejo del
subjetivismo posmodernista que busca cuestionar lo establecido, aunque no por
ello se convierte inmediatamente en un pensamiento útil. Quizás, al verlo de
esa forma, pueda ser más fácil comprender o por lo menos tolerar todas esas “expresiones
artísticas” que vemos hoy.
Adenda: para una curiosa sátira del arte conceptual y la visión contemporánea
del mismo, recomiendo el episodio Arte de
mamá y papá, de Los Simpson. Por
cierto, el Jasper Johns que aparece ahí es precisamente, con Warhol, uno de los
representantes más importantes del arte pop sesentero.
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