Contradicciones de la educación parental
En
la página de El Espectador, se
publicó recientemente un artículo acerca de las posiciones sexuales más adecuadas para evitar problemas de espalda. Como este tipo de
noticias nunca escapa a la gente más conservadora de la Internet, una
publicación directa hacia esta noticia en su página en Facebook recibió
comentarios como el siguiente:
Pero
si el anterior es grosero, el siguiente es más bien desconcertante e inaudito:
Del
primer comentario, poco hay que decir. La persona que expresa su opinión parece
creer que hablar de sexo en un periódico es incitar a la prostitución,
particularmente en los niños. No parece muy lejana a las ideas de muchos
conservadores, pero esta es incluso más reacia. En otras palabras, es una
ridiculez que no merece mucha atención, salvo en la mención a los niños, que
explicaré en corto. Creo que parte de la respuesta que le dio otra persona lo
resume bien: “Piense antes de escribir”.
El
segundo comentario, a su manera, es más insultante. ¿Por qué? Porque aquí
tenemos un problema mayor: el de niños que navegan (u observan) en una red
social que se supone es apta sólo para
mayores de 14 años; y el de padres que, en vez de sentarse a analizar estas
cosas, pretenden que un medio informativo cambie la forma en que transmite una
noticia, simplemente porque puede afectar sus intereses.
¿Desde
cuándo delegamos el deber de educar a nuestros hijos a los demás? Es claro que
en el mundo tecnológico que vivimos se requieren nuevas estrategias de
educación y comunicación. Pero no olvidemos que esa educación viene primero
desde el hogar. ¿Para qué necesita un niño de ocho o diez años una red social,
o un correo electrónico? No es que yo esté actuando como un conservador; al
contrario, soy muy liberal en temas sociales. Pero, dejando de lado el hecho de
que estos medios suelen ser un lago de pesca para pedófilos y semejantes (un
problema quizás sobredimensionado, pero que no debe dejarse de lado), si se
trata de que el niño se comunique con parientes lejanos, bien puede hacerlo
desde la cuenta de sus padres o hermanos mayores. ¿Para qué, entonces, abrirle
una cuenta en Facebook o en Outlook? Seamos prácticos.
Puede
decirse, entonces, que los padres que tienen hijos con cuentas en redes
sociales son más bien alcahuetas. Pero no es esto lo peor. Lo peor es que, al
creer que los niños tienen la necesidad de estar dentro de una red social,
entonces podemos decirles a otras personas en las redes sociales cómo deben
comportarse, a fin de no “perturbar” a los pequeños. Y esto no es verdad. Si
una red social está diseñada para ser utilizada por mayores de 14 años, los
usuarios no tienen por qué ajustar
sus publicaciones, estados o fotos a personas que no deben estar en ella: los menores. Es así de sencillo. Si usted
le pide (o peor, le exige) a los usuarios que moderen su contenido por respeto
a los niños, sólo se ganará críticas e insultos, y muchos con justa razón, porque,
de nuevo, su hijo (o nieto, o sobrino, etc.) no necesita una cuenta en una red social, y por lo tanto no tiene por qué estar en una.
Con
mucha menos razón deben pretender que un periódico como El Espectador cambie sus publicaciones por “respeto” a niños que no
deben estar ingresando o viendo las redes sociales. Como medio de información,
ellos tienen la libertad de publicar noticias que ellos consideren pertinentes,
con las imágenes que ellos consideren adecuadas; pretender que supriman
información por sensibilidad a las temáticas es censura. Si su problema es que
los niños se informen del sexo sin entenderlo bien, entonces es su deber como padre educarlo acerca de
la sexualidad. Si usted no ha hecho esto, no pretenda que un diario lo haga por
usted. Es a usted a quien le corresponde hacerlo primero.
Como
siempre, es probable que esta opinión no sea compartida por todos, pero mi
interés primordial es que reflexionen. La educación comienza por casa. Si usted
deja que sus hijos pequeños entren en una red social para mayores, y luego se
ofende por su contenido, es mejor que se guarde sus quejas, y piense si
realmente es necesario que tenga una cuenta para su hijo. Hay alguien que está
fallando, y ese es usted.
Por desgracia ese comportamiento es muy común, y se observa en muchos ámbitos, por ejemplo es la escuela los padres han volcado todo el peso de la educación en los docentes y parecen haberse desligado por completo de inculcar cosas básicas como el respeto por el otro o por las normas.
ResponderEliminarMuy cierto. Es muy fácil echarle la culpa al bombardeo de información en los medios de hoy en día, pero son los padres los que deben educar a los hijos y ponerles las normas y límites; no esperar a que los demás se ajusten a sus ideas.
EliminarYa lo decía Bill Maher: Todo es por proteger a los niños y, ¿dónde quedaron los derechos de los adultos, tú sabes, los veteranos de la niñez?
ResponderEliminarEsa es una buena pregunta. Pero los autoproclamados guardianes de la moral lo responden fácil: "Tus derechos terminan donde empiezan mis sentimientos".
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