Nuevamente, la indignación
Volvió
a ocurrir. Una estudiante de la Universidad del Magdalena fue asesinada ayer
en la tarde por desconocidos que buscaban robarla. Un compañero que la
acompañaba resultó también herido. Aún no han pasado 24 horas del absurdo
crimen, y ya es palpable en la gente el dolor y la frustración, al ver que
ocurren estas cosas en una ciudad que se ufana a boca llena de caminar hacia el
progreso.
Nuevamente
habrá una marcha para manifestar el disgusto de la población ante una seguridad
inexistente y una autoridad ausente. Es triste que deban ocurrir este tipo de
cosas para que la gente exprese su inconformidad con los que supuestamente los
gobiernan y los protegen. Es triste que no esta no sea la primera marcha que se
hace por un estudiante muerto a causa de la creciente inseguridad. Y es aún más
triste pensar que, a pesar de eso, nada ha cambiado para bien. Si no hay un
cambio perceptible en las cosas, uno siente la futilidad de estos actos.
Y
queda preguntar: ¿Dónde está, precisamente, esa seguridad? ¿Dónde están esos
policías que siempre ve uno pasando en motos, supuestamente patrullando? Oh, se
quedan persiguiendo a cualquiera que vaya en una motocicleta, porque eso les
genera dinero (sin incluir a los que acepten un soborno). ¿De qué sirve exhibir
un cuerpo de seguridad, cuando no pueden asegurar la vida de nadie? ¿Qué
respeto puede exigir una institución, cuando tantos miembros parecen más
preocupados por los cheques que puedan cobrar, que por la protección del
derecho fundamental de un ser humano?
¿Dónde
están los alcaldes y gobernadores que se ufanan de convertir esta ciudad, este
departamento, en un paraíso? ¿Cómo pueden pretender aumentar la competitividad
en una ciudad donde cada día parece que nos acercamos a un momento donde apenas
podrás caminar por la calle sin que te saquen una navaja o un revólver y te
despojen de lo que tienes, si no es que antes no te perforan un pulmón o la
cabeza? ¿Cómo pueden mentir, diciendo que esta ciudad se dirige hacia el
progreso, cuando la criminalidad cada vez parece mayor? ¿Qué importan las
excusas de un gobernante, diciendo que no lo dejan trabajar, cuando una
estudiante, con un porvenir, con un futuro, es asesinada sin ningún miramiento?
No
reprocho ni desaliento, si eso pareció al principio, que haya una marcha este
viernes. La apoyo. Muestra que podemos percibir la fragilidad de nuestras
vidas, y lo poco que al Estado parece importarle. Pero no dejo que pensar en el
terrible trasfondo. Marchamos antes. Se capturaron culpables antes. Y aquí
estamos, nuevamente, pidiendo que haya una mayor protección para nuestros
hijos, nuestros hermanos, nuestros amigos. Es simplemente triste.
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