#UribeEsHeterosexual: gracioso y preocupante

Esta es una entrada corta y, espero, sustanciosa. Cada vez que el senador Álvaro Uribe Vélez y los miembros de su bancada aseguran indignados que los votantes que los respaldan son personas inteligentes, sensatas y conocen bien los problemas de Colombia, la realidad se encarga de aterrizarlos con tristes ejemplos que dan cuenta de la ignorancia del votante promedio ya no sólo uribista, sino colombiano. Y aunque da mucha risa, inquieta a la vez que podamos ser tan… ¿me atreveré a decirlo? Bien, aquí va: idiotas.

Quisiera decir que es una descalificación gratuita del votante, pero no es así. Podemos irnos a la definición de idiota de acuerdo al Diccionario de la RAE, y nos encontramos con que el primer significado reza: “1. adj. Tonto o corto de entendimiento”. De manera similar, el quinto significado nos dice, señalando eso sí que se encuentra en desuso: “5. adj. desus. Que carece de toda instrucción”. ¿No le parece a usted, amigo lector, que muchos votantes en Colombia suelen caer dentro de estas definiciones?

Vayamos al grano. Hace un par de días, una chica publicó en uno de estos grupos de Facebook que suelen existir alrededor de una figura política, en este caso Uribe, la frase “Uribe es heterosexual, acompañada de corazoncitos y color rosa que uno puede elegir de fondo al publicar una nota corta en un muro de la red social. De inmediato empezaron los insultos de los miembros del grupo, llamándola chismosa, malparida, prostituta, sarnosa y otra serie de invectivas nada elegantes mezcladas con una ortografía atroz mientras exaltaban la verraquera de Uribe y lo frustrados que andan los petristas: si la chica realmente es una, ¿a quién le importa? Si ataca a Uribe llamándolo heterosexual, entonces sólo puede ser una petrista ardida. Así funciona la lógica, ¿no?

Debe ser tonto cubrir a estas alturas el nombre de la chica, dado que salió en los medios que reprodujeron la noticia, pero estoy seguro que ya habrá recibido una tormenta de arena nivel Gaara en su muro y no quiero contribuir con eso.





Entonces… ¿debería explicar que heterosexual es el término que define a quien siente atracción sexual por una pareja del sexo opuesto, es decir, al menos a un 90% de la población humana, y por supuesto que define a un conservador de pura cepa como el “Gran Colombiano”, y que por consiguiente las personas que se indignaron con la publicación quedaron como idiotas?

De nuevo, llamar idiotas a los que se ofendieron con la publicación de Facebook no es gratuito. Si nos vamos a la primera definición que ofrece la RAE, encontramos que estos uribistas se ajustaron más que bien, puesto que fueron bastante cortos de entendederas para distinguir entre heterosexual y homosexual, y saber lo que en verdad decía la publicación; les ganó la prisa de insultar. En cuanto a la quinta definición, es obvio que la reacción homofóbica de estas personas parte de una completa carencia de educación sexual o al menos un tris de lo que tiene que decir la ciencia sobre la homosexualidad, por cierto muy diferente de lo que suelen asumir los religiosos.

Como sea, aunque la reacción ha sido en su mayoría de burlas ante el evidente borreguismo sin seso de los seguidores de Uribe, otras cuantas personas han manifestado preocupación o, al menos, decepción. Una publicación reciente en Las 2 Orillas da cuenta de esto, señalando de forma muy aguda la peligrosa ironía de que personas que ni siquiera saben distinguir entre heterosexual y homosexual pretendan discutir después temas tan complejos como el aborto o los derechos de la población LGBTI, acusando en el plebiscito de 2016 a los promotores del acuerdo de querer imponer una “ideología de género”, y además poniendo presidente. “Esto, entre personas con algún mínimo de coeficiente intelectual, jamás hubiera sucedido”.

Creo que hay que desvincularse de ese último pensamiento, mencionado a mitad de la publicación. Coeficiente intelectual, educación y análisis crítico son cosas muy diferentes, y a no ser que el votante promedio del uribismo tenga problemas legítimos de aprendizaje, señalarlo de un bajo coeficiente (que por otro lado, no es una medida totalmente objetiva) es meterse en camisa de once varas. Lo que sí debemos advertir, en cambio, es que la educación en muchas áreas es bastante deficiente en Colombia, en especial en el pensamiento racional, y por ello muchos votantes, en especial de estratos bajos y con poco acceso a una educación de calidad, son ignorantes de temas como la sexualidad.

(Entre paréntesis: es obvio que me estoy refiriendo aquí al votante promedio en Colombia, sin contar a aquellos de clases más acomodadas o que han tenido un mayor acceso a una mejor educación, pues en tales casos pesan muchas veces las posturas ideológicas y reacciones defensivas en contra de cualquier argumento que ataque sus creencias a la hora de elegir un voto. Cierro paréntesis.)

Por otro lado, y sé que con esto no estoy diciendo nada nuevo y a la vez popular, estos problemas de educación y análisis crítico no son exclusivos del votante uribista: pasa con el votante promedio colombiano. Ya he discutido esto antes, y es que el caudillismo electoral está muy presente en nuestro país, y está dentro de todos los movimientos políticos colombianos. Conservadores, liberales, uribismo, petrismo, fajardismo… ninguno está exento de tener en el grueso de sus filas a una serie de borregos que poco razonan a la hora de votar: lo hacen en su mayoría por aquel que le regale un sancocho y rumba, por el que suene más acorde a sus ideas (sin importarle mucho lo que haya hecho antes o lo que defienda de verdad), por el que parezca más alejado de la política tradicional (sin importarle muchos su trayectoria o ideas), o simplemente por el que muestre más verraquera al hablar.

Tal como ocurre con la religión, creo que esto va muy de la mano con los albores de nuestra especie, donde nuestra organización social dependía muchísimo de seguir y obedecer al líder de la manada. Somos todavía muy dependientes de una figura poderosa que nos guíe en el día a día, y por ello a menudo terminamos sacrificando nuestro pensamiento crítico e independiente por la satisfacción y la tranquilidad de que sea otro el que tome las decisiones. Es por ello que el proceso democrático en nuestros países latinoamericanos es tan tortuoso e imperfecto: la educación deficiente y la falta de pensamiento crítico limitan mucho la capacidad de una elección racional en temas políticos. Genera episodios absurdos y ridículos como este. Y en un contexto amplio, no es algo tan gracioso.

No quiero prolongar mucho esta entrada así que sólo reitero que es necesario, desde la educación temprana, otorgar las herramientas para ejercer una crítica racional y honesta de las ideas y argumentos que llegan hasta nosotros, con el fin de evitar despropósitos absurdos como insultar a una chica por no tener idea de lo que se está diciendo. Y para los conservadores no sólo en Colombia sino en cualquier país: la próxima vez que quieran frenar la integración de una educación sexual plena en las escuelas, recuerden este momento en el que personas de su misma ideología hicieron un despliegue patético de ignorancia. Así al menos sus hijos sabrán qué significa en realidad la homosexualidad, aunque sea para perpetuar la intolerancia de ustedes.

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