¿Existe un pináculo de la Creación?

A menudo la gente considera que el ser humano es, con toda probabilidad, la máxima forma de vida que existe. Incluso sin tener una concepción teológica del mundo, la idea de que hay una mano divina tras el Universo, muchos creen que el ser humano es el ser vivo más evolucionado que existe. Es decir, ¡mírennos! Ocupamos todos los continentes, prácticamente todos los ecosistemas terrestres, y superamos en población a cientos de especies físicamente más fuertes y aptas que nosotros. Es obvio que hemos logrado superar a la Naturaleza misma, ¿no?


¿Pero será eso cierto? ¿Qué hace a un ser vivo ser el pináculo de la evolución, si es que existe tal cosa? ¿Y realmente somos los humanos el “mejor ser vivo”, por decirlo de alguna forma?

Bien, empecemos diciendo que no existe tal cosa como una máxima forma de vida. No existe porque la evolución es un proceso constante. Aunque una especie pueda mantenerse inalterada por cientos o miles de años, las presiones ambientales y factores interespecíficos e intraespecíficos harán que tarde o temprano haya cambios, dependiendo de qué tan “apta” sea la especie a su ambiente. Veamos, por ejemplo, que enfermedades como la anemia drepanocítica y las talasemias, las cuales confieren resistencia a la malaria, son más frecuentes en pueblos africanos, históricamente afectados por Plasmodium. ¿Quién puede decir que no hay adaptación evolutiva en esto?

Si hablamos de capacidad de adaptación, la verdad es que nos damos muy poco crédito como especie. Es cierto, no somos fuertes ni rápidos como otros depredadores, pero tenemos una capacidad intelectual notable, la creación de herramientas y armas útiles para la cacería, y podemos ser silenciosos si nos atrevemos a ser cuidadosos. Esas son habilidades útiles para un depredador. Y como especie, en general, nuestra gran habilidad de ingeniería y desarrollo de distintas tecnologías de indumentaria, alimentación y salud permiten que estemos presentes en todos los continentes, a tal punto que hemos superado los controles poblacionales del medio ambiente, como las enfermedades y la limitación de espacios. Sin duda seríamos una especie muy exitosa, si no fuera por el pequeñísimo hecho de que nuestra sobrepoblación amenaza la estabilidad del ambiente y nuestro propio éxito y supervivencia a largo plazo.

Dejemos entonces al Homo sapiens de lado. ¿Qué otras especies podrían ser consideradas como la máxima forma de vida, o al menos la más exitosa en adaptación?

Comúnmente se suele decir que en caso de una guerra nuclear, las cucarachas nos sobrevivirían y poblarían la Tierra. No es tan probable como lo hacen ver, en realidad. La ventaja de las cucarachas se debe a que sus células sólo entran en división -estado más vulnerable a la radiación- durante la muda, la cual puede ser cuando mucho una vez a la semana. En cambio, los seres humanos tenemos tejidos que se mantienen en constante división, como la médula ósea. No obstante, aun en caso de sobrevivir a las bombas, las cucarachas aún serían vulnerables al polvo radiactivo que se mantendría en la atmósfera. Así que no, no serían tan exitosas como nos hacen creer.

Si hablamos de resistencia, más exitosos serían mis animales de trabajo: ¡los tardígrados! Sí, los ositos de agua, esos enanitos que muchos vieron en programas de “Los animales más resistentes” en Animal Planet o que conocieron en la nueva serie de Cosmos, cumplen muy bien su reputación. Como he explicado antes en Magufobusters, pueden soportar temperaturas cercanas al cero absoluto, o hasta mayores a 150 °C, desecación e incluso radiación ionizante y el vacío del espacio exterior, de formas que harían avergonzar a las cucarachas. Prácticamente pueden encontrarse en cualquier ambiente de la Tierra donde haya una pequeña capa de agua. Sin embargo, el truco es que toda esta resistencia se debe mayormente a su capacidad de criptobiosis (ver el enlace), la cual requiere que suspendan toda actividad metabólica. En actividad normal, la cosa puede cambiar. Y por otro lado, la razón por la que no pueblan todo el planeta es que, como la mayoría de los seres vivos, cuenta con depredadores y parásitos. A pesar de ello, son realmente los animales más resistentes.


Otro ejemplo muy interesante en la evolución es la llamada medusa inmortal, Turritopsis nutricula. Este hidrozoo tiene la capacidad de revertirse de su forma de medusa a su forma de pólipo, y viceversa, pudiendo hacerlo de forma ilimitada sin sufrir de senescencia, con lo cual es, en teoría, un ser vivo biológicamente inmortal. Incluso, algunos biólogos consideran que, dadas las circunstancias adecuadas, es posible que exista un individuo o una colonia de pólipos de la especie que esté con vida desde los albores de la especie. ¿La razón por la que no cubren todos los lechos marinos? La misma que los tardígrados: ser biológicamente inmortal no es lo mismo que serlo físicamente, y la T. nutricula está sometida a depredadores, competencia y limitaciones de espacio y recursos de forma intraespecífica e interespecífica.


Otro criterio que podríamos usar para determinar si hay una criatura que sea el máximo “logro” de la evolución es su falta de evolución en sí misma. Me explico: cuando un animal se adapta de forma exitosa a las condiciones de su ecosistema, es frecuente que permanezca con pocos cambios morfológicos hasta nuestros días. Tortugas y cocodrilianos, por ejemplo, no son muy diferentes de sus parientes extintos hace millones de años. Muchos insectos mantienen formas que se pueden remontar hasta el Paleozoico, aunque sin el gran tamaño de las especies de aquellos días. En animales marinos puede observarse incluso más: los tiburones prácticamente no han evolucionado mucho en cientos de millones de años, al punto que especies morfológicamente únicas, como el tiburón anguila o el tiburón duende, son considerados fósiles vivientes, perteneciendo a linajes ya desaparecidos. Y el cangrejo herradura (Limulus polyphemus), un artrópodo más cercano a los arácnidos que a los verdaderos cangrejos, tiene las mismas formas de sus ancestros de hace unos 200 millones de años, sin gran peligro. Animales como este han alcanzado un pináculo práctico de la evolución, pues sus formas les han permitido sobrevivir a los grandes cambios de las eras geológicas sin problemas.


¿El truco? Una especie adaptada de forma práctica tendrá problemas cuando ocurra un cambio en sus condiciones ideales más allá de las alteraciones habituales. Y desgraciadamente, los humanos somos una de ellas. Es por ello que las poblaciones de tiburones, que antaño debían preocuparse de muy pocos depredadores, han caído en picada en los últimos años. A los cangrejos herradura tampoco les va mejor: los cazamos para experimentos médicos, los usamos como cebo para peces y destruimos las playas en las que viven y se reproducen. Tal como decía al principio, nuestra sobrepoblación ha tenido un impacto muy negativo en especies que han estado aquí probablemente mucho más tiempo que nosotros, incólumes ante catástrofes ambientales.

Una especie que podría considerarse incluso más resistente y mejor candidato a ser la “creación perfecta” es el ginkgo. Este árbol es prácticamente igual a sus parientes de hace casi 300 millones de años, y soporta una gran cantidad de climas, al punto que puede ser visto en casi cualquier ecosistema (incluso en el Himalaya). Además, es inmune a la mayoría de las enfermedades que sufren las plantas, no tiene plagas de insectos y es muy resistente a la contaminación del aire (oigan ¡seis árboles de ginkgo incluso sobrevivieron a Hiroshima y Nagasaki!). Por desgracia, este árbol casi perfecto es de crecimiento muy lento, y su estrategia de reproducción es, por decirlo de forma castiza, muy mala: necesita del viento para que el polen llegue a los ovarios de las hembras, y su semilla está cubierta de una carne inmunda de fuerte olor que casi ningún animal come (los ginkgos plantados en avenidas suelen ser machos por esta razón), por lo que su dispersión también es muy limitada. Ah, por cierto, el ginkgo es otra de esas plantas panacea sin evidencia científica que lo compruebe.


Si revisamos a profundidad los criterios anteriores, ¿queda algún organismo viviente que pueda considerarse la máxima forma de vida? Tal vez, y es uno bastante sorpresivo. Una humilde mitocondria.


Pensémoslo bien. De acuerdo con la endosimbiosis, los ancestros de la mitocondria son procariotas que fueron atrapados por eucariotas primitivos, pero no fueron consumidos sino que lograron hacer simbiosis con ellos. La relación es tan exitosa que parte del ADN mitocondrial se ha integrado al nuclear, de tal forma que la mitocondria no puede vivir fuera de la célula, y la célula no puede sobrevivir sin la mitocondria, su fuente de energía. Además se reproducen junto con la célula, de manera tal que en cada cuerpo humano prácticamente hay más mitocondrias que humanos en el mundo, y con excepción de algunos protistos, todos los organismos eucariotas en el mundo tienen mitocondrias. ¡Todo un éxito de adaptación!

¿A dónde quiero llegar con toda esta entrada? Mostrando algunos ejemplos de seres vivos que, a su manera, son el mayor éxito de la evolución, quiero llegar a que no hay una meta en la evolución. Todo se mantiene en cambio y los seres vivos también. Algunos con más lentitud que otros, algunos pueden permanecer millones de años sin cambiar en lo absoluto, pero tarde o temprano el camino en la vida se reduce a adaptarse o desaparecer. Ni siquiera nosotros, con nuestro vasto intelecto y nuestros logros tecnológicos, estamos por fuera de esto. No nos queda más que maravillarnos de los muchos misterios y sorpresas que encierra la vida, en vez de perder el tiempo creyendo que estamos hechos a imagen y semejanza de un Creador ausente.

Comentarios

  1. Para los tontos creacionistas la disminución de cambios genéticos en los organismos es evidencia de la ausencia de cambios genético, y por ende, motivo para negar la evolución...

    Yo veo el inmenso potencial reproductivo y la organización de las hormigas es increíble, uno lo desprecia por ver diariamente hormigas rodeando comida y llevándosela como si nada, pero son características de una etología impresionante, aunque no soy entomólogo ni estudio tengo cercano a lo biológico o científico.

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    1. Sí. No usan argumentos muy convincentes para rechazar la evolución. Y si la aceptan, entonces empiezan a rebuscar en escritos para decir que supuestamente personas como San Agustín ya la defendían mucho antes de Darwin.

      Los insectos son probablemente los animales más exitosos que hay. Mira a la hormiga: no ha tenido que cambiar mucho, y las encuentras en todas partes.

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    1. Sólo es un título. Supongo que habría quedado mejor como "evolución", pero ya sabes que para muchos, evolucionistas o creacionistas, el hombre es la criatura más avanzada que hay, y en un sentido práctico termina siendo el mismo argumento en ambas cosas.

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  3. ¿Qué se podría decir en términos de consciencia?

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    1. ¿Sabes que no lo había reflexionado? No estoy seguro de qué decir al respecto, aunque en recientes estudios he visto que han encontrado en otros animales como los perros indicios de lo que podría llamarse consciencia. Es muy probable que en otros animales hayan diversos grados de funciones cognitivas que podrían, en un futuro, derivar en una consciencia: sólo que los humanos hemos contado en nuestra historia evolutiva con diversas ventajas o situaciones ecológicas que nos han permitido desarrollarla de esta forma.

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  4. Sabían que la ciencia cada día reconocen mas la existencia de Dios

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    1. Palabras sin evidencia ni reflexión no son más que palabras.

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  5. También podría pensarse en hongos y líquenes, pues estos organismos también se han adaptado muy bien a todos los medios y se les puede encontrar prácticamente en todos lados (se han encontrado incluso en escapes de carros y en cercanías de Chernobyl).

    Oye ¿los tardigrdos también tienen sexos y se reproducen?

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    1. Je, siempre hay muchos ejemplos que a uno se le escapan.

      Usualmente son dioicos, sí. Hay unas pocas especies hermafroditas y muchas otras que son unisexuales partenogénicas.

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