La falacia de Esteban
Sé
que llevo tiempo sin escribir, pero en estos momentos estoy pasando por otro de
esos episodios difíciles que parecen interminables, y no me queda mucha cabeza últimamente para muchas
cosas. No obstante, ya que este blog suele servirme a la vez como catarsis,
tratemos de canalizar la mala onda y la tensión de estos días en algo
constructivo. Y hablemos de una idea falaz que mantienen algunas personas,
especialmente en las redes sociales, y especialmente en izquierdistas
trasnochados y fundamentalistas de derecha: creer que los ataques y críticas a
tus ideas equivalen a que tienes razón.
Podría
mencionar varios ejemplos, pero creo que uno reciente será muy útil. Hace poco,
la página de Facebook Superootv,
perteneciente al controvertido ¿videobloguero? Oswaldo Ortiz, y una de los fundamentalistas
cristianos que contribuyó a la farsa de la “ideología de género” que ayudó a ganar al No en el pasado plebiscito, fue cerrada muy seguramente a raíz de las denuncias
de cientos de personas que se indignaban al ver sus videos de contenido
homofóbico y discriminador (sin mencionar sus incómodas expresiones de
energúmeno frente a la cámara). La recuperó, por supuesto, pero ahora Ortiz usa
este episodio como un ejemplo de la supuesta heterofobia y la persecución que
están sufriendo los cristianos por causa de “la Comu”, término con el que
acostumbra llamar a un -inexistente- lobby gay dentro de la política colombiana
que trata de homosexualizar a la juventud y destruir la familia tradicional (o
mejor dicho, la concepción cristiana de la familia).
Imagen cortesía de Cristhian Meneses.
Lo
que hace Oswaldo no es nada nuevo. Muchas personas de capacidad crítica poco
ejercitada lo hacen, e incluso algunos con buen razonamiento caen en esto. Es
parte del sesgo de confirmación, donde buscamos únicamente la información que
apoye nuestras propias creencias, y desechamos cualquier tipo de crítica hacia
ellas sin siquiera analizarlas. También tiene mucho de correlaciones ilusorias,
donde vemos una conexión entre eventos supuestamente relacionados que en
realidad no te dicen nada. Seguramente tiene algún nombre en particular, pero
siendo un poco atrevido yo la llamaría falacia de Esteban.
¿Cuál
Esteban? Bien, ¿recuerdan el libro Hechos
de los apóstoles en la Biblia? Esteban es, de acuerdo con este escrito, el
primer mártir de la cristiandad, siendo apedreado poco después de un discurso
contra los miembros del Sanedrín, en una escena que da el primer vistazo a
Saulo de Tarso, el futuro Pablo. Fue con su muerte que se inició la historia de
los mártires: todas esas personas que prefirieron ser condenadas a muerte antes
que renegar de su creencia en Jesucristo como hijo de Dios. Para muchos hoy en
día esto no parece muy cuerdo ni útil, puesto que se hace mucho más por
defender y difundir una idea estando vivo que muerto, pero en ese entonces y aún
ahora se admira a las personas que están dispuestas a morir por sus ideales.
La lapidación de San Esteban, de Annibale Carracci. En la iconografía, Esteban
suele ser representado con una tonsura. El joven al pie del árbol de la derecha
es obviamente Saulo.
El
problema es que la supuesta nobleza
en dar la vida por los ideales a menudo se confunde con la veracidad o validez de
dichos ideales, como si la sangre de la persona automáticamente reivindicara su
lucha. Para que el lector lo comprenda, usando un ejemplo rudo, eso es como
decir que Vlad Tepes fue un voivoda excelente sólo porque murió en combate
contra los otomanos (y de hecho, es un héroe nacional en Rumania), cuando la
realidad es que su crueldad está, a pesar de todo, bien documentada; no es de
sorprender que Stoker se inspirara en él para construir a Drácula.
En
su célebre libro Comediantes y mártires,
Juan José Sebreli nos explica lo erróneo de dicha visión en el capítulo dedicado al Che Guevara (que bien podría dar su nombre también a esta
falacia):
"La historia ha mostrado muchas veces que el
martirio no es prueba alguna de verdad. Los falangistas en la guerra civil
española y los nazis en la Segunda Guerra Mundial inmolaron su vida, como el
Che, sin que la heroicidad en sí misma valorizara una causa equivocada. La
concepción heroica de la vida y su complemento inevitable, el culto de la
muerte, no es un rasgo socialista sino fascista, alude a la consigna
nietzscheana de vivir peligrosamente adoptada por Mussolini. La permanente
insistencia en la muerte, como si fuera ésta la que da un sentido a la vida,
acercan al Che al “ser para la muerte” de Heidegger –aunque no lo había leído–,
o más aún, al “viva la muerte” de los falangistas.”
Por
supuesto, la falacia de Esteban no se limita a idealizar la muerte como la
validación de una creencia, o de lo contrario no estaría mencionando el caso de
Superootv. Oswaldo Ortiz no fue
asesinado, y dudo seriamente que alguien siquiera le haya hecho una amenaza de
muerte, pues seguro lo habría mencionado en uno de sus videoberrinches. Lo que
sí hace este hombre es presentar el cierre de su página y las críticas que
recibe constantemente en sus videos como una prueba de que está siendo
perseguido, tal como Esteban y los cristianos de antaño, y en últimas de que su
labor está en el lugar correcto. Y tal como han visto en los ejemplos
anteriores, no hay pies ni cabeza en esas “evidencias” que presenta: simplemente
son la consecuencia del tono grosero, las expresiones agresivas y los
constantes ataques sin fundamento a los LGBTI y a cualquiera que los defienda,
incluyendo incluso a los mismos cristianos que critican sus videos, ya que
según él, todo el que diga que no se nace hombre o mujer inmediatamente es
ateo. Y de esto sí que hay evidencia,
empezando por sus propios videos.
Esto se llama intransigencia y absolutismo.
Que
Ortiz use el cierre de su canal como un ejemplo de la “persecución cristiana”
es simplemente patético. Si a eso vamos, más razón tendrían los escépticos y
ateos en las redes sociales para temer una conspiración cristiana que trata de
suprimir sus ideas, considerando los ataques que muchos sufren a diario y las
muchas páginas que se han cerrado en el pasado por denuncias sin fundamento.
Por supuesto, no faltarán aquellos que griten “¡censura!” cuando les cierran
una página por usar un lenguaje ofensivo o malas bases en sus críticas, o
cuando los bloquean en otras; después de todo, hay gente que simplemente es
patán e idiota, y de eso no nos escapamos ni siquiera los escépticos. No
obstante, teniendo eso en cuenta, y el alto nivel de “argumentación” y “debate”
de los videos de Superootv, cabe
preguntarse: ¿qué es más probable? ¿Que a Ortiz lo estén acosando los
homosexuales y ateos, o que simplemente es un patán discriminador que hartó a
muchos por igual con sus afirmaciones sin fundamento?
Otro
similar en estos días es el polémico candidato presidencial Donald Trump. Una
seguidilla de revelaciones vergonzosas sobre su forma de pensar, sumado a su
brillante incompetencia en los debates con Hillary Clinton y sus polémicas
declaraciones a lo largo de estos años de campaña, el empresario ha perdido a
muchos votantes y personas que lo respaldaban. De algún modo, para Trump todo
esto es parte de un complot de los demócratas y los medios de comunicación para
desprestigiar su imagen, llegando al punto de criticar ¡a Alec Baldwin por
ridiculizarlo en un sketch de Saturday
Night Live! Y, de forma más grave, a prácticamente admitir que no va a
reconocer un eventual triunfo de Clinton en las elecciones. Parece creer que
todo esto muestra que es la Cenicienta de las elecciones, y que deberían
cancelarlas para dárselas a él. ¿No es penoso alguien que pretender hacerle
creer a los demás que hay una conspiración para hacerlo tropezar, cuando él
mismo se ha puesto el pie todo este tiempo?
Alguna
vez una persona que conozco le respondió a alguien que cuestionaba los muy
cuestionables posts que ponía en Facebook (resumamos en que esta primera persona cree en el Nuevo
Orden Mundial, es negacionista del Holocausto, y cree que hay un plan para
acabar con la población humana a punta de esterilización y homosexualización;
es básicamente un criptonazi pseudoizquierdoso, si tal cosa es posible) que
para identificar quiénes son las personas que conocen la verdad, debes fijarte
en a quiénes critican más los medios tradicionales. Lección estúpida: podríamos
afirmar, de acuerdo a eso, que gente como George W. Bush y Trump son las
personas más honestas y rectas del mundo, y cualquiera con dos dedos de frente
sabe que eso es una mentira gorda. Los medios pueden ser sesgados, es muy
cierto, y la gente actuando en masa puede llegar a ser grosera y excesiva, pero
mal hacemos en creer que las críticas constantes hacia una persona son ejemplo
de su buen talante. No se puede ser tan ingenuamente estúpido.
¿A
Oswaldo Ortiz se le critica por sus creencias cristianas? Por supuesto, pero
eso no viene de ningún lobby gay ni es “persecución”, ni es siquiera indignación
gratuita: es la reacción natural que muchos escépticos e incluso muchos
cristianos sienten ante las ideas rancias de una persona que quiere mantener a
una minoría tradicionalmente oprimida como ciudadanos de segunda clase. Está en
todo su derecho de abrir veinte canales para ventilar sus opiniones, pero de
igual forma todos tienen el mismo derecho y libertad de cuestionar sus ideas de
discriminación en cada uno de ellos. Nada de eso lo convierte en un mártir, ni
al resto de cristianos que piensan igual, y mejor que se baje de ese caballo de
una vez.
¿A
Donald Trump se le critica por ser un irredento machista, xenófobo y atarván al
debatir, sin tener ni idea realmente de política? Claro, ¿y cómo es que eso lo
convierte en una víctima? En un mundo en el que todavía tratamos de hacer comprender
a la gente que las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres, que ser
de un país en conflicto no te hace un criminal, y donde esperamos que nuestro
interlocutor mantenga un mínimo de cortesía cuando debatimos con él, una
persona con el carácter de Trump no puede ni debe ser visto como un ejemplo, ni
mucho menos como alguien apto para ser presidente. Es lo que se espera que
pueda pensar una persona con suficiente criterio y capacidad crítica.
Sí
que hay casos reales de personas que son y han sido perseguidas por sus
ideales, y se puede palpar la diferencia entre estos y las pataletas de gente
como Ortiz y Trump. Arnulfo Romero fue asesinado en plena misa por criticar los
atropellos contra campesinos y sacerdotes por parte de los combatientes durante
la guerra civil en el Salvador (y no, no por eso las creencias católicas son
mejores), a Raif Badawi lo condenaron a recibir mil azotes en Arabia Saudita
por cuestionar el islam, y varios ateos han sido asesinados en Bangladesh. Esos
sí son ejemplos de persecución y ataques contra personas que, además, sí tienen
(o tenían) argumentos razonables para defender sus creencias. No es que Ortiz o
Trump deban sufrir físicamente para que se les considere héroes o mártires,
pero la realidad es que ni son perseguidos, ni son héroes, ni su causa se
convierte en la correcta por ello, sólo porque la gente ha sido lo bastante valiente
de decirles en su cara que son cretinos.
Seguramente habrá personas que estén en desacuerdo con lo que he dicho
aquí, así que como es usual les pido que reflexionen un poco. Si era válido que
a Ortiz le cerraran Superootv, o que
la gente en las redes sociales y los medios parezca ensañada contra Trump puede
ser una discusión interesante, especialmente porque es
difícil definir o limitar la censura, pero siempre cabe preguntarse por qué
personajes así generan rechazo, y si acaso ese supuesto atropello equivale a
que sus tóxicas creencias y discursos de odio tengan respeto y credibilidad.
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