Sobre los agnósticos en negación atea

Una de las cosas, a mi juicio, más irrelevantes que puede existir dentro del escepticismo religioso son las etiquetas que tal o cual persona decide usar. Sé que cada una implica alguna clase de afirmación sobre la inexistencia divina o de qué forma se puede razonar sobre ella, ya sea por cuestión de filosofía personal o simplemente por presunción de inteligencia, pero dado que todos, o al menos la mayoría, de los escépticos religiosos activos (o más o menos activos) buscamos lo mismo, discutir sobre si alguien se hace llamar ateo, agnóstico, apateísta, o como sea, es, al menos para mí, una soberana memez.

Dicho esto, sí hay algo que me fastidia, y son aquellos que toman una postura y no se molestan ni en explicarla ni en defenderla, sino en criticar las otras. Ya deben conocer gente así: ese cristiano que sólo cita frases de la Biblia cuando intentas debatir con él, y que te repite frases prefabricadas como “Cristo viene pronto” y cosas semejantes; el ateo de Internet que sólo sabe decir “Yisus es un loquillo” y se la pasa cagándose sobre el coeficiente intelectual de los creyentes… Y ese agnóstico que dice que no se debe tomar partido entre uno y otro.

Mmm… Este tipo de “escéptico” religioso es particularmente irritante. Los lectores habituales del blog sabrán que yo me llamo a mí mismo agnóstico, o simplemente escéptico, por pura cuestión de filosofía: en esencia, no soy diferente de un ateo. Y la realidad es esa. El agnóstico puede pretender que no toma partido entre la creencia y el ateísmo, pero la realidad es que nunca se trata de una apuesta 50/50: o crees que existe una deidad, o no existe (por eso las comillas cuando hablaba de “escéptico”: les recuerdo que también hay teístas que son agnósticos). Y puede ser peor, cuando pretende que tanto el creyente como el ateo son unos idiotas por tomar partido ciegamente ante una cuestión infalsable.

Pero, como mi visión del tema podría estar viciada, prefiero dejarlos con una entrada que traduje hace varios meses de Coelsblog, y que reproduce más o menos lo que trato de decir aquí. Los enlaces a la entrada original están en el título, y las imágenes que acompañan al texto igualmente pertenecen a la entrada del tema original.

Agnósticos fundamentalistas militantes y el significado del ateísmo
Por Coel Hellier
Año: 2013


Los religiosos literales y los creacionistas pueden ser molestos, y los creyentes liberales cuya teología es enteramente apofática pueden también ser molestos; sin embargo, cualquiera que adopte el ateísmo en Internet pronto encontrará un grupo incluso más molesto: los agnósticos fundamentalistas militantes.

¿Los qué? ¡Seguramente hay una contradicción en los términos! Tristemente no, los agnósticos fundamentalistas militantes, aunque pretenden una completa ignorancia sobre los dioses, harán valer con confianza el dogma central de la fe agnóstica, y se aferrarán tenazmente a él. Su único dogma es la afirmación de que los ateos hacen afirmaciones dogmáticas acerca de la inexistencia de dioses. Y por lo tanto, declarándose a sí mismos libres de tales afirmaciones injustificadas, más allá de la evidencia, se sienten superiores, no sólo a los creyentes, quienes no tienen pruebas de sus deidades, sino también a los ateos, quienes no tienen pruebas para respaldar sus supuestas afirmaciones de segura inexistencia.

Es inútil tratar de discutir con los agnósticos fundamentalistas militantes, decirles que no, los ateos normalmente no hacen afirmaciones dogmáticas de la inexistencia. Tal corrección socava el mismo núcleo de la identidad agnóstica, y será rechazada con fervor. Si un agnóstico aceptó una vez que el ateísmo no se trata de hacer afirmaciones categóricas de la inexistencia, entonces no tendrían buenas razones para llamarse a sí mismos agnósticos. Tendrían -¡oh, el horror!- que considerar si ellos mismos podrían ser (me estremezco al escribir la palabra) ¡ateos!

Y así los Aquelarres Agnósticos Fundamentalistas se encuentran cada luna llena a la medianoche, bailando alrededor de piedras antiguas, cantando su Único Artículo del Dogma: “¡Los ateos hacen afirmaciones dogmáticas y nosotros somos superiores porque no lo hacemos!”.

Uno podría suponer ingenuamente que los ateos serían los que tienen que decir lo que el ateísmo implica. “Ni una oportunidad” replican los creyentes y agnósticos. La postura atea es tan desafiante a su misma identidad que insisten en que ellos son los que conocen de ateísmo, mientras construyen un ateo de paja, para bailar a su alrededor y quemarlo en la Misa de Medianoche.

-Personalmente, encuentro a los ateos tan fastidiosos como los fundamentalistas cristianos.
-Bien, lo importante es que encontraste una forma de sentirte superior a ambos.

Dada la larga historia de dominación teísta de la palabra “ateo”, es comprensible que algunos puedan estar genuinamente confundidos sobre lo que significa. Durante gran parte de la Cristiandad el ateísmo era ilegal, para ser suprimido por iglesia y estado. Permitirle a un niño decir que el emperador estaba desnudo era demasiado peligroso.

Para poner un ejemplo, en 1689, Casimir Liszinski, un noble y terrateniente polaco, fue acusado por el “crimen” de escribir un tratado ateo titulado De non existentia Dei. El obispo Zaluski de Kiev lo registró, con obvio entusiasmo:

Después de retractarse el culpable fue conducido al cadalso, donde el verdugo desgarró con hierro ardiente la lengua y la boca, con las cuales había sido cruel contra Dios; después de lo cual sus manos, los instrumentos de la obra abominable, fueron quemadas a fuego lento, el documento sacrílego fue arrojado a las llamas; finalmente él, el monstruo de su siglo, este deicida fue arrojado a las llamas expiatorias; expiatorias si tal crimen pudiera ser expiado.

Por consiguiente, los ateos no tenían permitido expresarse, y el horrendo espectro del ateísmo sería comentado y denigrado por los creyentes. Incluso tan reciente como en 1980 el artículo del ateísmo en la Enciclopedia Británica estaba, por supuesto, escrito por un sacerdote jesuita católico romano, el Reverendo Cornelio Fabro.

Por lo tanto las concepciones del ateísmo no estaban basadas en la evidencia, ni en hablar y escuchar a ateos reales, sino en construir una posición de hombre de paja que era más fácil de atacar. Por consiguiente se considera al “ateo” andando por ahí afirmando furiosamente, con confianza 100% absoluta y labios llenos de saliva, la inexistencia de dioses.

Esto tranquiliza a los creyentes pintando a los ateos tan malos como los teístas, al adoptar una posición finalmente basada en la fe. Y tranquiliza a los agnósticos dándoles una excusa para no llamarse a sí mismos ateos.

Como los ateos explican paciente y repetidamente (y como todos los demás normalmente lo ignoran), ateísmo y agnosticismo tratan de cosas diferentes. El ateísmo se trata de ausencia de creencia, el agnosticismo es sobre ausencia de conocimiento. Puesto que las dos palabras se refieren a diferentes cosas, “ateo” y “agnóstico” no son categorías mutuamente excluyentes. Es posible carecer de conocimiento seguro de la existencia de dioses (agnosticismo), y también carecer de creencia en ellos (ateísmo), y por consiguiente ser un ateo agnóstico; y es posible carecer de creencia segura y aun así creer (siendo entonces un teísta agnóstico).

Llamarte a ti mismo un agnóstico es entonces una pésima excusa para evitar  preguntarte a ti mismo si crees o no en algún dios. Como fue originalmente acuñado por T.H. Huxley, la palabra “agnóstico” significa alguien sin gnosticismo, el conocimiento revelado de la existencia de Dios que algunos creyentes afirmaban. El agnosticismo era entonces un proceso, no una conclusión. Un agnóstico era alguien que, careciendo de revelación, tenía que decidir sobre el tema con la evidencia disponible. Y esa decisión podía ir en cualquier camino.

Después de considerar totalmente el asunto, toma una hoja de papel en blanco y escribe en ella todos los nombres de todos los dioses que realmente creas que existen (si tu concepto de dios es demasiado impreciso para tener un nombre, una descripción esquemática funcionará). Si, una vez que termines, el papel aún está en blanco, entonces eres un ateo. ¡Y si es así está realmente bien admitirlo!

No tienes que retirarte clamando ser un agnóstico (como lo son todos los otros ateos que dejan el papel en blanco, ellos tampoco tienen ningún conocimiento revelado de dioses), puedes sólo confesarte y aceptar que eres un ateo. ¿Ves ese trozo de papel en blanco? No hay afirmaciones dogmáticas en él, ¿o sí? Eso es todo lo que hay sobre el ateísmo (no importa cuán frecuentemente los creyentes saquen a relucir la falsedad “no tengo suficiente fe para ser ateo”).

En este punto el agnóstico podría recurrir al diccionario, asegurando que el ateísmo es ate-ísmo (creencia de que no hay dios) cuando en realidad es a-teísmo (falta de creencia en dioses). O apuntan a definiciones sobre la “negación” de dioses, pensando que esto implica afirmaciones de inexistencia, pero pasan por alto que “negar” sólo es no retener algo, en este caso la aceptación de afirmación, y por consiguiente “negar” a los dioses es simplemente carecer de creencia en ellos (aunque para ser justos, incluso los ateos pueden malinterpretar esto). Y ya que estamos en esto, nótese que “incredulidad” también significa solamente “falta de creencia”.

Los creyentes y agnósticos pueden hacer afirmaciones acerca de lo que el ateísmo ha “significado siempre”, y aun así es verdad que muchos han usado la palabra para denotar “afirmación de no existencia”, esperando montar una posición dogmática que sea más fácil de criticar (y sí, los diccionarios pueden reflejar ese uso), pero desde el principio el ateísmo ha significado realmente “ausencia de creencia”. Después de todo, entre las primeras personas llamadas ateas había cristianos y judíos, personas que carecían de creencia en los dioses paganos romanos y rehusaban adorarlos.

¿Así que por qué molestarse con esta distinción, especialmente puesto que necesita explicarse repetidamente a aquellos que entienden mal el ateísmo?

Primero, ¿por qué rayos deberíamos hacer afirmaciones sobre tu dios? Esperar o demandar que lo hagamos eleva tu concepto de dios a más importancia de la que merece. Estoy dispuesto a apostar que nunca han contemplado y afirmado explícitamente la no existencia de Tezcatlipoca, Qailertetang o Ayida-Weddo, ¿así que por qué deberíamos hacerlo sobre Yahweh, Baal, Jesús, Zeus o Alá? La ausencia de creencia es la posición por defecto acerca de Makeatutara, Ometecuhtli y Tengri, y no tenemos la obligación de considerar el asunto más allá ante la ausencia de cualquier evidencia real para alguno de estos dioses.

Segundo, muchos conceptos de dios están definidos muy vagamente para siquiera discutirlos con sensatez, o están postulados con una colección de cláusulas de escape para explicar cualquier falta de evidencia. Si defines “Dios” para que signifique “el fundamento del ser” o “la unidad del todo” o algo así entonces obviamente tenemos derecho a retener afirmaciones hasta que digas algo lo bastante concreto o significativo.

De manera similar, si un dios es postulado como siendo “benevolente y tan omnipotente que los niños enfermos son siempre sanados cuando sus padres rezan” entonces sería fácil acumular evidencia a favor o en contra (y en consecuencia podríamos afirmar entonces la existencia o no existencia como apropiada). Lo cual es el por qué, por supuesto, los teólogos nunca serían tan tontos como para postular a su dios de esa manera.

En su lugar los teólogos postulan un dios quien es “benevolente y omnipotente pero que se mueve de formas misteriosas y a veces dice no, ¿quiénes somos para entender por qué?”. Al interpretar pulcramente un dios que es compatible con cualquier resultado y cualquier evidencia ellos privan al postulado de cualquier significado. Un humano que pudiera curar fácilmente a un niño enfermo pero que rehúse hacerlo no sería considerado “benevolente”, y un dios que no cure niños enfermos no puede ser a la vez benevolente y omnipotente (los antiguos griegos se dieron cuenta de esto, pero es sorprendente cómo incluso hoy los teólogos se retuercen alrededor de este punto elemental).

Un dios apofático, interpretado como irrefutable, y que sea compatible con absolutamente cualquier y todo resultado, es una interpretación vacua que literalmente no tiene ningún significado. Afirmar incluso la no existencia de tal ser es descender al nivel de vacíos juegos de palabras y evasiones de los teólogos.

Tercero, está el asunto de la carga de la prueba. Todo el gambito de “los ateos hacen afirmaciones dogmáticas” es una artera estratagema para intentar invertir esa prueba. Si tú estás postulando algún hecho sobre la realidad, tal como la existencia de un dios, entonces es tu trabajo hacer la afirmación lo bastante concreta para que signifique algo (véase “segundo” arriba) y entonces acumular evidencia suficiente para ello de forma tal que demande ser tomada en serio (véase “primero”).

Pero debido a que los religiosos son tan malos en esos dos pasos en su lugar recurren repetidamente a: “Bien, no puedes probar que mi dios no existe, ¿o sí? ¡Ja, te atrapé! ¿Así que cómo justificas entonces tus pretensiones de no existencia? ¿Ah?”.

Esto es débil –particularmente lo es para un concepto de dios diseñado para ser tan vacío y sin sentido que es inmune a cualquier encuentro con la evidencia. Es tu afirmación, así que es tu trabajo el probarla, no el nuestro de refutarla. Aun así, es tan común este truco de inversión que los ateos han tenido que inventar una larga línea de refutaciones que empiezan con la tetera de Russell, sobre la cual Bertrand Russell dijo:

Si yo sugiriera que entre la Tierra y Marte hay una tetera de porcelana que gira alrededor del Sol en una órbita elíptica, nadie podría refutar mi aseveración, siempre que me cuidara de añadir que la tetera es demasiado pequeña como para ser vista aun por los telescopios más potentes. Pero si yo dijera que, puesto que mi aseveración no puede ser refutada, dudar de ella es de una presuntuosidad intolerable por parte de la razón humana, se pensaría con toda razón que estoy diciendo tonterías.

Desde entonces los Unicornios Rosas Invisibles y una hueste de otros seres imaginarios han hecho un genuino servicio en tratar de llevar a los religiosos a ver el punto: que hacer una afirmación es vacío en sí mismo, y hacer una afirmación diseñada para ser irrefutable es particularmente vacuo. Lo que importa es la evidencia que hayas producido.

Así que si postulas un dios que está lo bastante bien definido y descrito para que el concepto pueda ser puesto a prueba, entonces podemos acumular y examinar la evidencia. Y, en ese punto, los ateos pueden de hecho hacer declaraciones de no existencia, a un nivel apropiado de confianza dada la evidencia disponible.

Tal ha sido la demonización histórica de la palabra ateísmo y la prevalencia de versiones de hombre de paja del ateísmo que, incluso hoy, muchos se contraen de adoptar la etiqueta para sí mismos, y el eufemismo “agnóstico” es considerado más aceptable en la sociedad cortés, menos áspero a los delicados oídos de los religiosos. Pero deberíamos aceptar que el término es una escapatoria, una evasión: ni siquiera tenemos una palabra comparable para cualquier otro tema.

Jesús: ¿Por qué tienes que ser más estridente y agresiva, camarera?
Mo: Deberías ser más sensible a los profundos sentimientos religiosos de las personas.
Jesús: No es necesaria tal militancia, tal beligerancia.
Mo: Puedes no compartir nuestras creencias, pero debes respetarlas.
Camarera: ¿Por qué?
Jesús: ¡Au! ¡Mis oídos!
Mo: ¡Tan aguda!

Todos los ateos son también agnósticos –sí, incluso Richard Dawkins, quien lo explicó todo en El Espejismo de Dios, pero entonces descubres su agnosticismo reportado como si fueran noticias o como si fuera una conversación importante, por cristianos perplejos que no se han dado cuenta aún que “agnóstico” y “ateo” no son categorías exclusivas.

Como fue elocuentemente explicado por Paula Kirby:

¿Cómo puede un ateo ser también un agnóstico? La respuesta es simple. Es la simple admisión de que es posible estar equivocado. Un ateo agnóstico reconoce que es imposible probar la no existencia de deidades (agnóstico), mientras que también encuentra los argumentos para su existencia absolutamente inconvincentes (ateo).

Igualmente, si eres un cristiano que encuentra convincentes los argumentos para Dios pero reconoces que su existencia es imposible de probar y que es al menos posible que puedas estar equivocado, entonces eres un teísta agnóstico. Yo sospecho fuertemente que el mismo arzobispo de Canterbury sería el primero en reconocer que no puede haber certeza absoluta de cualquier forma y, si tengo razón, esto lo haría un agnóstico precisamente al mismo grado que Richard –aun así, ¡dudo que cualquiera llegue a clamar que esto significa que ya no es un cristiano!

Llamarte a ti mismo agnóstico puede decirnos cómo te enfocas en la pregunta, y tu falta de conocimiento seguro, pero no estás siendo completamente honesto contigo mismo si no continúas para preguntarte a ti mismo si crees o no en algún dios.

Adenda:

Cuando estaba escribiendo lo que está arriba llegué hasta una entrada de blog la cual ilustra pulcramente cuán confundidos están los cristianos sobre el significado del ateísmo. El Dr. Tim Tennent, presidente del Seminario Teológico Asbury, escribió un artículo “¿Existen realmente ateos?”. El sitio http://christian-apologetics.org/, el cual asegura hacer una “defensa razonada” del mensaje cristiano, hizo eco de la entrada y, en los comentarios que le siguen, un “Administrador” desconocido muestra estar igualmente confundido. Las primeras citas son del artículo de Tim Tennent:

El profesor Richard Dawkins ha sido llamado el ateo más célebre del mundo.

¡Buen comienzo!

De hecho, su ateísmo es tan militante que es ampliamente reconocido como el chico del cartel para el movimiento moderno apodado “Nuevo Ateísmo”.

¿Y en qué consiste realmente esta “militancia”? ¿Ataques terroristas? ¿Incendiar edificios? ¿Amenazar a la gente en la calle? Err, no, consiste en escribir y hablar y expresar su opinión. Es eso.

Es, por tanto, digno de señalar que Richard Dawkins, el ateo más famoso del mundo, de hecho no se llama a sí mismo un ateo.

Error, lo hace.

Rowan Williams se refirió a Dawkins como el ateo más famoso del mundo. Dawkins respondió diciendo que no es un ateo, sino que prefiere mejor llamarse agnóstico.

Error. En ningún momento el rechazó ser ateo. Se le preguntó “¿Por qué no se llama a sí mismo un agnóstico?”, y él replicó que lo hacía. Tennent está confundido porque piensa que estas deben ser categorías mutuamente excluyentes.

Aparentemente, el ateo más famoso del mundo ha sido realmente un agnóstico todo el tiempo.

Sip, ¡de hecho ha sido ambas cosas todo el tiempo!

Primero, vamos a aclarar los términos. Un ateo cree que no hay Dios.

Aargh, ¡nop, error! Pero espera… ¿Qué es esto…?

La palabra teísta, por ejemplo, significa alguien que cree que Dios no existe. Poniendo un prefijo “a” negativo en la palabra “teísta” un a-teo es alguien que NO cree en Dios.

¡Sorprendentemente aquí tiene razón! “…un a-teo es alguien que NO {cree en Dios}” (he añadido llaves para hacer esto todavía más claro). Igualmente sorprendente es que Tennent no haya notado que lo que acababa de decir entra en conflicto con lo que dijo en el anterior parágrafo; el pensamiento conjunto no es un punto fuerte de los cristianos.

el corolario debe también ser verdad; a saber, que es imposible “probar” que Dios no existe.

De hecho sí, si por “prueba” decimos 100% de certeza.

Esto parece conceder el mismo punto que muchos de nosotros les hemos mostrado a nuestros amigos ateos; es decir que proposiciones como “Dios es” o “Dios no es” caen por fuera de los límites normales del descubrimiento y la investigación científica.

Error de nuevo. La ciencia no se trata de probar con 100% de certeza, las afirmaciones científicas son siempre provisionales, y siempre están abiertas a la revisión si se dan mejores datos. Eso no significa, no obstante, que no pasen estándares menores de prueba, tales como el “balance de probabilidad” o “más allá de duda razonable” (el Dr. Tim Tennent parece sospechosamente fundamentalista en su sitio web, así que comprender la ciencia no es un punto más fuerte para él que el pensamiento conjunto).

De hecho, el hecho mismo de que la proposición “Dios no existe” no puede ser científicamente probada, significa que (por su propio testimonio) realmente no hay ateos en el mundo. Sólo pueden ser agnósticos.

Obviamente este cristiano irremediablemente confundido tiene poca idea de lo que realmente es ese “propio testimonio” de los ateos.

Incluso el libro de Richard Dawkins, El Espejismo de Dios, debería ser reimpreso como una pregunta, no una declaración. Debería ser ¿El Espejismo de Dios?, puesto que Dawkins no puede probar (por su propio testimonio) que la creencia en Dios es delirante. Claramente él lo piensa así, pero no puede saberlo con certeza.

Y presumiblemente Tim Tennent piensa que ningún jurado debería llegar jamás a un veredicto de culpa en cualquier caso de corte, puesto que nunca pueden “saberlo con certeza”.

En los comentarios a la entrada, los comentaristas intentaron servicialmente explicarlo. Por ejemplo:

Un ateo no cree necesariamente que no haya ninguna deidad. Más correctamente, un ateo no cree que haya deidades.

A lo cual el confundido “Administrador” cristiano sólo pudo ofrecer un incomprensible:

¿Ah?

La explicación continúa:

La mayoría de los ateos son también agnósticos: no tenemos una creencia en dioses, pero tampoco creemos que sea posible probar que existan o no existan.

A lo cual “Administrador” replica que son otros los que están confundidos (y aún no comprende que uno puede ser a la vez ateo y agnóstico, a pesar de estar claramente escrito en el comentario al que está replicando):

Creo que estás confundido. La ausencia de creencia en Dios o en dioses te hace un agnóstico, no un ateo.

Otro comentarista cristiano añade en apoyo:

Por favor recuerden que fue el mismo Dawkins quien dijo que no es un ateo, sino que prefiere llamarse agnóstico.

El “dijo que no es un ateo” es simplemente falso (es una presunción errónea hecha por aquellos que piensan que llamarse uno mismo agnóstico implica decir que uno no es ateo). El hilo se retira entonces a la usual inversión de la carga de la prueba. Con sorprendente descaro “Administrador” dice:

Si quieres creer en algo, deberías probar evidencia para ello. …¿Quieres ser un ateo intelectualmente serio? Entonces reconoce la afirmación que estás haciendo, lleva la carga de la prueba, y muéstranos tu evidencia.

Sigue esto con una clara y flagrante ilustración de que atribuir la afirmación “no hay Dios” a los ateos es toda una estratagema para poner sobre ellos la carga de la prueba (resaltado en negrita):

No, no estás lógicamente titulado para tu presunción de ateísmo -que la tuya es la posición por defecto- y que no necesitas ofrecer evidencia en apoyo a tu creencia de que no existe Dios.

¡Suspiro!

Lógica convencional:
-Tengo una pelota.
-¿Ah, sí? ¡Pruébalo!
-¡Aquí!
-¡De acuerdo, tienes razón!
Lógica religiosa:
- Tengo una pelota.
-¿Ah, sí? ¡Pruébalo!
-¡NO PUEDES PROBAR QUE NO LA TENGO!
-¿WTF?

Comentarios

  1. ¿Y en que grupo estoy yo?:
    A mí mismo me aplico la palabra "ateo" porque la etimología de esta palabra griega es: "a", (alfa) "sin" o "que no tiene, y "theon" que significa dios. Es decir que "ateo" significa literalmente "sin dios"... Y ese es mi caso. Me trae sin cuidado si existen, o no, uno, ninguno o muchos dioses. considero que pensar oi debatir sobre deidad o deidades no conduce3 a nada y es una pérdida de tiempo. Por otra parte en mi vida cotidiana no dirijo ni un solko pensamie3nto a considerar nada relativo a una posible deidad o deidades.
    No se trata de si existe o no una o varias deidades, simplemente me importa un pimiento que existan o dejen de existir. Yo vivo sin deidad alguna.

    Por eso vuelvo a preguntar: ¿qué soy yo: ateo, creyente, agnostico, pasota integral?.

    Reconozco que la respuesta me importa poco, solo hago la pregunta por curiosidad; pero advierto que yo me seguiré llamando a mí mismo ateo porque vivo sin que la deidad me importe un pito.

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    1. Bien, "por curiosidad", te respondo. No, ya en serio: por la forma en que me lo planteas, eres básicamente un apateísta. Puedes comprenderlo mejor aquí: http://elpensadorsereno.blogspot.com.co/2015/05/guia-practica-para-entender-posturas.html

      En todo caso, puedes aplicarte la etiqueta que quieras, eso es lo de menos. Uno debe tener esa libertad: el problema sería pretender superioridad intelectual o moral por ello. Saludos.

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    2. ¡¡¡Gracias!!!, sinceramente, gracias... leeré tu artículo sugerido con atención.

      Y... sí. Me seguiré llaman¡do "ateo" a mí mismo porque creo que la etimología "sin dios" me describe bien. Pero con ello no quiero, ni mucho menos, definir qué es un ateo o un creyente. ¡¡es que yo solo sé lo que hay en mi poco privilegiada cabeza!!.

      Un saludo.

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  2. Cada ve que me preguntan, yo opto por definirme como ateo, así, sin filtro. Y tuve mi momento de militancia más fuerte al principio pero ya estoy más calmado. Me parecía que el concepto de "agnóstico" era como dice el artículo, un suavizante y falta de compromiso con una postura clara, como decir: "no creo en dios, pero..." Pero si como se establece en el artículo, son más bien posturas paralelas, entonces es una postura válida, aunque parece que el termino está secuestrado por su uso coloquial y está tan distorsionado como "teoría". Pero ahora, teniéndolo más claro, va a ser entretenido preguntar que entienden por "agnóstico".
    Pero me asalta una duda: ¿eres apateísta si te reúnes con tu familia en navidad?

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    1. Mmm... Pregunta capciosa. La no creencia no significa que no puedas celebrar festividades como la Navidad con tu familia, especialmente dado que se ha secularizado tanto (de hecho, habría que ser muy payaso para rechazar la Navidad únicamente por ser ateo). Diría más bien que reunirte con tu familia te hace un ateo culturamente cristiano (como se ha definido, por ejemplo, Richard Dawkins).

      Ahora, si consideras que la existencia o inexistencia de Dios tiene poca importancia para tu vida, entonces sí puedes considerarte apateísta. Pero, eso es independiente de si te reúnes en Navidad.

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