Nacionalismo inútil (II): ¿Por qué hacer inmaculados los símbolos patrios?
La semana pasada se
formó una polémica en Venezuela por cuenta de un colombiano. Durante un
concierto, el cantante Maluma recibió la bandera de Venezuela, y al echarla
hacia atrás a modo de capa, inadvertidamente terminó poniéndola de cabeza.
Miembros del gobierno venezolano manifestaron de inmediato su disgusto y
reproche, e incluso el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela pidió
que se investigara el caso. Por fortuna, el cantante tuvo el buen tino de ofrecer
disculpas por lo que fue un simple accidente.
Esto no habría pasado
a mayores cuestiones en las redes sociales, si no fuera porque muchos
colombianos lo pusieron como ejemplo de la ignorancia de los “malos artistas”.
Para comparar, pusieron el ejemplo del siempre criticado Justin Bieber, quien
durante un concierto en nuestro país hizo el mismo gesto con la bandera. Sirvió
igualmente como ejemplo del poco sentido de pertenencia del pueblo colombiano,
pues nadie pidió una disculpa pública del cantante canadiense.
Si ayer cuestionaba la
idea de defender cualquier fiesta sólo por su carácter “tradicional”,
hoy quiero sentarme a analizar esta nueva cuestión: que los símbolos patrios
tienen un carácter de respeto casi sagrado, y que cualquier tipo de “ofensa”
hacia ellos debe ser criticada. Cosas como la bandera y el escudo de Colombia
son muy respetadas con fervor en el país, no sin cierta razón. Pero, ¿realmente
debe considerarse un insulto o un delito algo tan nimio como una bandera al
revés?
El primer problema que
yo encuentro con esta costumbre es la exagerada reverencia hacia un abstracto
como lo es un símbolo patrio. No se equivoquen: respeto lo que representan los
colores de la bandera y cada una de las partes del escudo. Conozco desde niño
lo que significa cada cosa. Sin embargo, esos simbolismos no los ponen en una
esfera tan alta como para que actos como dejarla caer, mancharla o ponerla al
revés, incluso quemarla, sean considerados ofensas tan graves, y menos si
ocurren sin intención (de hecho, en Dinamarca, la forma más honrosa de
deshacerse de una bandera nacional es quemarla). Los que manifiestan una
adoración tan grande, casi religiosa, hacia el simbolismo de un objeto, son
partícipes de un nacionalismo exacerbado que no es muy diferente de las ideas
fundamentalistas de alguno grupos religiosos. Y aunque es largo el trecho entre
la persona que cree que poner una bandera al revés es un delito, y los que
matan a alguien por no llevar una conducta sexual acorde con el Corán, hay que
saber mantener la cabeza fría ante episodios como el de Maluma.
En segundo lugar, al
cantante se le entregó la bandera (no sé si momentáneamente, o como regalo), y
él hizo lo que quería con ella mientras estuvo en su poder: esto no es
reprochable. Quedó claro que el asunto fue un accidente, y que Maluma no se
fijó en la postura de la bandera antes de echársela a los hombros; no obstante,
supongamos que se la regalaron, y que hubiera actuado con plena conciencia de
lo que hacía. ¿Y qué? La libertad de expresión implica que se tiene campo
abierto para manifestar ideas tanto acordes con nuestro pensamiento como otras
que puedan parecer desagradables. Además, si la bandera hubiera sido de su propiedad, él debería tener total libertad de hacer con ella lo que
quisiera. Recordemos, finalmente, que no
existe el derecho a no sentirse ofendido.
Sé que el irrespeto a
los símbolos patrios está tipificado como delito, pero eso no significa que no
sea un absurdo. Es decir: imaginen que el irrespeto a los símbolos religiosos
de cualquier clase es un delito. Yo tengo un rosario en las manos, y se me
rompe por accidente. Algún católico me ve, y me acusa de irrespeto, y debo entonces
pagar una multa. ¿Alguien más nota lo ridículo que suena esto? ¿Es diferente
esta idea a la de judicializar a aquel que “irrespete” un símbolo religioso?
No, no lo es. ¿Es irracional pretender que el simbolismo de un objeto sea defendido
so pena de multa o cárcel? Sí, lo es. Es una característica muy subjetiva: por
ello, no es precisamente un motivo confiable para determinar un delito.
Ahora, separemos la
libertad de expresión del daño a la propiedad ajena. Si usted rompe a batazos
la estatua de un santo en una catedral o quema las banderas de un edificio del gobierno, entonces
usted no se está expresando libremente; está
actuando como un criminal. Que estos objetos no deban ser rodeados de
misticismo y reverencia no está por encima del hecho de que usted está haciendo
daño en algo que no le pertenece. No son de su propiedad, así que debe
enfrentar las consecuencias.
Puede que algunos
digan: “¡Pero hay gente que murió
luchando por lo que representan esos símbolos!”. Sí, y millones murieron
defendiendo el nazismo y el fascismo en la Segunda Guerra Mundial, pero eso no
hace que dichos sistemas sean más justos o éticos bajo ningún concepto. Apelar
al sentimentalismo para defender una idea es un mal argumento. Ningún
pensamiento es más o menos correcto por el número de personas sacrificadas en
su nombre, aun voluntariamente.
Yo no tengo intención
de decirle a la gente que ame o no a su patria, ni que respete o no los
símbolos patrios. Simplemente, reflexionen si es realmente necesario manifestar
tanta indignación por algo tan ridículo como lo es la postura de una bandera.
Un poco tarde este comentario:
ResponderEliminarPero lo que yo (y mucha gente) le criticamos a justin biebergas, digo bieber, es que el tipo haya pintado un grafiti en una calle del centro de Bogotá (y escoltado por la policía!!!) sólo porque era famoso y se las daba de importante, cuando era recién el caso del grafitero Diego Felipe Becerra asesinado por la policía en un aparente caso de abuso de autoridad
Bastante tarde, y además fuera del tema que trata la entrada. Estoy consciente de la polémica que se formó por lo del graffiti de Bieber, y fui uno de sus críticos por la hipocresía y doble moral que mostró la Policía, pero es un caso aparte a la comparación entre artistas por la forma en que agarran la bandera, y toda la arena que eso conlleva.
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