¿Hay una moda del ateísmo hoy día?

Como comenté en una entrada anterior, la gran difusión de información en Internet ha generado que el activismo se llene de un gran número de personas que no aportan muchas ideas, que por su falta de criterio creen en muchos fraudes y engaños, marchan sin motivo y, peor aún, creen que por ser parte de un colectivo son más intelectuales y sabios que los demás.

Esto no ha pasado de largo por el ateísmo. Uno de los grandes triunfos de los escritores del fenómeno -para mí- literario llamado Nuevo Ateísmo (y aunque no esté de acuerdo con todos, siempre celebraré esto) es lograr que su forma de pensamiento llegue a una mayor cantidad de gente y de una forma fácil de entender. Al mismo tiempo, han logrado que la cuestión religiosa pase a la mesa del debate, postulando críticas y análisis de los dogmas, cosa antes impensable. Y para lograr una visión positiva del ateísmo, y del escepticismo en general, han creado campañas de promoción y mercadeo que son muy aceptadas en el mundo.

Sin embargo, como todo movimiento cultural, el ateísmo de hoy en día ha sido secuestrado por la juventud frívola y pretenciosa. Y, por ello, hoy en día abundan gran cantidad de jóvenes que afirman ser ateos, pero que no conocen ni un solo libro de ateísmo; que se la pasan burlándose de la religión, pero no se molestan en comprenderla; y que aseguran que Dios no existe, pero no tienen ni idea de los argumentos o contraargumentos en torno a ello. Simplemente, destacan por ser diferentes, ir en contra del común, ser un rebelde. El ateísmo se está convirtiendo en una moda.
Apena decir que parte de la culpa de esto radica en el movimiento ateo contemporáneo y especialmente en el Nuevo Ateísmo. Pues en sus estrategias de promoción, generan productos con el símbolo del ateísmo, se representan como personas intelectuales, y dan un cierto estilo de genialidad a su pensamiento. Ahora hay tazas con la A, imágenes con Christopher Hitchens usando una gabardina y fumando un cigarrillo, cual hombre de Marlboro, y campañas para cambiar el término ateo por el de bright (en inglés, brillante), dando una imagen positiva a la racionalidad.

Son campañas loables. Sin embargo, esto genera que los jóvenes, más inquietos y de pensamiento generalmente menos reposado, se sientan más atraídos por el estilo antes que el contenido. Ahora, ser ateo es ser intelectualmente superior -¡qué bien destaco entre mis amigos!-, aunque no tengas ni idea de qué es el principio ontológico o el problema del mal. Ser ateo es ser genial, estar en la onda. Es ser rebelde, contestatario. Y no se detienen en el aspecto, sino que le inculcan al ateísmo un sentido que no tiene: ser ateo es ser de izquierda, antirreligioso, feminista, animalista… ¿Desde cuándo ser ateo significa adjuntarse a la ideología socialista, o defender los derechos de los animales?

Por fortuna, si bien existen jóvenes con estas actitudes ridículas, también los hay que han llegado al pensamiento escéptico a través del ejercicio intelectual. Personas que cultivan una mente crítica y analítica, que logran entender la problemática de la pasividad ante la religión organizada, y que dudan de los argumentos que sostienen la creencia en dios alguno. Estos también han vivido el movimiento ateo en los últimos años, y se unen a él, pero no simplemente por rebeldía o por pretensiones de superioridad moral o intelectual, sino porque siente que es su deber mostrar al mundo que hay otras opciones de pensamiento que podrían, en un futuro, reemplazar el dogma religioso como necesario para la sociedad.

Comentarios

  1. Ahh, como anillo al dedo: http://de-avanzada.blogspot.com/2013/04/ateismo-mejor.html

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    1. Gracias por el enlace, David. Sabía que habías publicado algo similar, y es bueno saber que no soy el único que ve que esto ocurre.

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