¿Era Hitler católico? Política, superstición y ateísmo
Si
hay una figura controvertida en la Historia, es Adolf Hitler. Las consecuencias
de su desmedida ambición durante la Segunda Guerra Mundial siempre harán eco en
la memoria de la gente. Y por supuesto, hay quienes desde una postura religiosa
o escéptica usan sus acciones como justificación para la humillación del lado
contrario.
Así,
por ejemplo, los creyentes aseguran que Hitler era ateo, y sus acciones
demuestran que, sin la fe en un creador, la moral se mantiene. Por su parte, los
ateos utilizan sus discursos públicos y su aparente apoyo a la Iglesia Católica
como prueba de que era una persona religiosa. Sea cual sea la opinión, Hitler
se ha convertido en un caballo de batalla para defender las posturas de una
creencia. ¿Cuál de ellos tiene razón? ¿Qué era Hitler: un católico miserable o
un ateo oportunista? Y en cualquiera de los casos, ¿cómo se confronta esto con
otros dictadores del siglo pasado, muchos de ellos comunistas y ateos? ¿Es la
influencia de la religión o la falta de ella la responsable de sus acciones?
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Aunque
aún hay discrepancias y debates entre los biógrafos y los historiadores de
Hitler, se sabe que fue criado como católico por su madre, pero al hacerse
mayor, dejó de asistir a los ritos y sacramentos. Esto parece dar apoyo a la
opinión de los ateos. Sin embargo, la mayoría de los historiadores coinciden en
que Hitler era profundamente anticristiano, y rechazaba la superstición
católica. Si bien los discursos donde el Führer critica el ateísmo son varios,
esto obedecía a una estrategia de difamación de las ideas comunistas, en las
cuales el ateísmo juega un importante papel en su definición ideológica.
Extractos del diario de Joseph Goebbels y comunicaciones personales demuestran
que Hitler detestaba cualquier superstición religiosa, creía que la ciencia
sobrepasaría a la religión, y desestimaba las creencias de algunos de sus
colaboradores cercanos. Y la posición secular del gobierno nazi, y los ataques
a la religión y la persecución de creyentes a partir de 1937 demuestran que no
era precisamente un cristiano.
¿Y
qué hay de los discursos donde apoyaba el cristianismo? Es más que claro que
Hitler buscaba dar una opinión benévola de sí mismo ante la mayoría creyente de
Alemania, y el respaldo de una organización tan poderosa como la Iglesia
Católica era fundamental para él. Los discursos con retórica religiosa también
eran una forma de darse a sí mismo un carácter divino, obteniendo así el apoyo
de las masas.
No
obstante, esto no significa que Hitler fuese ateo, ni que hubiera rechazado por
completo la idea de un creador diferente al Dios judeocristiano. Nuevamente hay
debate entre los estudiosos, pero la mayoría concuerda en que Hitler era
probablemente deísta. Se sabe que el movimiento nazi estuvo relacionado con el
ocultismo (aunque en un grado menor del que suele creer la gente), y la
persecución de ateos durante la Alemania nazi es una clara muestra de que el
Führer no era partidario de esta postura, si bien cabe la posibilidad de que la
razón de esta persecución era la asociación del ateísmo al comunismo.
-O-
La
gran pregunta que quedaría es: ¿la postura religiosa de Hitler tuvo influencia
en sus acciones? Muchos ateos dirían que sí, puesto que está demostrado que no
era uno de los suyos. Sin embargo, esto mismo podría decirse de Stalin, Mao o
Mussolini, ateos acérrimos, y que cometieron igualmente persecuciones y
ejecuciones contra los grupos religiosos.
A
esta interpretación, algunas personalidades del ateísmo objetan que estos
personajes cometieron sus crímenes en nombre del comunismo (y el fascismo en el
caso de Mussolini), y no del ateísmo. No obstante, y tal como sostiene el
filósofo Dinesh D’Souza, al ser el ateísmo una ideología importante en la
fundamentación de estas doctrinas políticas, es claramente implícita su
influencia en las acciones de los líderes comunistas y fascistas sobre la
religión. Y si estos se proclamaron desde su postura política, queda un ejemplo
duro de rebatir: Albania. El líder Enver Hoxha estableció este país como un
Estado ateo (el único hasta la fecha), y como tal, declaró la prohibición constitucional
de la religión, nacionalizó propiedades de instituciones religiosas, prohibió la
literatura religiosa y expulsó, torturó y asesinó a muchos creyentes,
sacerdotes, monjas y figuras religiosas. Es difícil reconciliar esto con la
afirmación de que no hubo influencia del ateísmo en los crímenes comunistas.
El
escritor Sam Harris respondió a D’Souza, planteando que el gran fallo en el
fascismo y las dictaduras comunistas no es que fueran ateos, sino que tenían un
carácter excesivamente religioso. Hay algo de cierto en esto. El caudillismo en
el fascismo y el comunismo tiende a crear cultos a la personalidad, y es
indudable que los dictadores se aprovecharon de eso para ejercer el poder con
mayor crudeza. Sin embargo, esto les da más un carácter sociocultural que
religioso. Es poco probable que Mussolini, Stalin o Hoxha pensaran en sí mismos
como personajes de carácter divino, y por muy enajenados que estuvieran sus
seguidores, tampoco es probable que los creyeran hacedores de milagros. La
tendencia de culto de la sociedad fue, entonces, una herramienta que usaron los
dictadores en el siglo XX para manipularla y dirigirla a su antojo. Pero en
todo caso, esto no invalida la influencia del ateísmo en sus ideologías
políticas, ni indica algún grado de religiosidad en estos hombres que pudiera
explicar su comportamiento criminal.
Finalmente,
algunos dirán que todos estos crímenes los cometieron como hombres, no como
ateos. Pero, entonces, ¿no habría cometido Hitler sus crímenes simplemente por
su carácter, y no por sus creencias religiosas o por su nazismo? Y, siendo así,
¿cuántas muertes provocadas por las Cruzadas, o la Inquisición, fueron
realizados desde una postura religiosa, y cuántos por conveniencia política, o
simple decisión humana? Si se alega que todos los crímenes cometidos por la
Iglesia Católica son debidos exclusivamente a su filosofía religiosa, entonces
estaríamos cometiendo un doble rasero ante estos sucesos históricos. Y esa es
una falla intelectual muy grave.
-O-
Independiente
de sus creencias o su ideología política, es claro que, al final, son las
decisiones del mismo Hitler las que definieron sus actos y la imagen que se
tiene de él hoy en día. Si su ideología política estuvo muy influenciada por
sus ideas religiosas, y estas tuvieron importancia en sus acciones, entonces no
se puede conceder un ápice de piedad al ateísmo dentro de la doctrina
comunista, que tanto sirvió a los dictadores para cometer crímenes contra la
comunidad religiosa.
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