Vinland Saga: la voluntad enfrentada a la severidad cultural

 

Advertencia: esta entrada contiene algunos spoilers de Vinland Saga, en especial del capítulo 154, si bien consiste de una historia tangencial al desarrollo del manga. Por lo tanto, si decide seguir leyendo, lo hace bajo su responsabilidad.

Vinland Saga es una de esas historias con enfoque muy humano, que puede o no engancharte, dependiendo de lo que buscas en una historia, pero que no deja a nadie indiferente. Del género de ficción histórica, y perteneciente a la demografía seinen, este manga escrito e ilustrado por Makoto Yukimura, publicado inicialmente en la Weekly Shōnen Magazine entre abril y octubre de 2005, y posteriormente en Monthly Afternoon desde diciembre de ese año hasta la fecha, Vinland nos presenta una versión más literaria de Thorfinn Karlsefni, un explorador islandés que durante el siglo XI organizó una expedición a un área costera de Norteamérica explorada por los vikingos llamada Vinland, y su vida y obra en Danelaw, la porción de Inglaterra controlada por las fuerzas danesas.

Si bien Vinland Saga toma una fuerte influencia de algunas de las grandes sagas nórdicas y registros históricos de la época, Yukimura construye para Thorfinn una historia de venganza, esclavitud y redención que lo lleva a servir bajo el comando de Askeladd, el líder de una banda de mercenarios vikingos y asesino de su padre, con la condición de algún día enfrentarlo en duelo y cobrarle su crimen, e interactuar con el príncipe Canuto (más tarde el histórico Canuto el Grande), hijo del rey danés Svend ‘Barbapartida’, quien debe a su vez aprender a sobrevivir en medio de las intrigas políticas de la realeza británica. Es difícil hacerle justicia al personaje sin revelar partes importantes de la historia, pero a través de las páginas vemos el crecimiento y madurez de Thorfinn, que pasa de ser un muchacho furioso, lleno de rencor y sed de venganza, a una hombre quebrado y complaciente, con su ego derrumbado por haber perdido el objetivo que en su odio se había dado a sí mismo y a su vida, hasta reconstruirse en un idealista determinado, que busca crear un espacio de paz y prosperidad donde las personas no tengan que recurrir a la violencia, y donde pueda vivir con orgullo siguiendo las palabras de su padre, Thors: “Un verdadero guerrero no necesita espada”.

A pesar de mi descripción, esta no es una historia con tono evangelizador. Enmarcada en un período de guerras y conflictos territoriales, con sistemas morales muy diferentes a los nuestros, Vinland Saga contiene muchas escenas de batalla y violencia lejanas de la idealización que se tiene de los pueblos vikingos, con intriga, venganza y esclavitud, y la mayoría de los personajes que destacan son lo bastante grises y a la vez carismáticos como para clasificarlos de héroes o villanos. Gran parte de la historia nos muestra el conflicto de Thorfinn por mantener su voto pacifista en medio de un mundo que lo arrastra una y otra vez a la guerra y la sangre –al mismo tiempo que vemos a Canuto enfocado en el mismo objetivo de paz que él, pero siguiendo la ruta de la espada-, a la vez que debe encarar las heridas y tragedias que sembró en su violento pasado.


De manera similar a la serie Vikingos, inspirada en las sagas de Ragnar Lodbrok, este no es un manga de dioses ni contiene elementos sobrenaturales, sino que, dentro de las obvias restricciones de la época, hay personajes en ambas obras que se permiten cuestionar y se cuestionan a sí mismos sobre la política, la religión y los valores morales de una sociedad en pleno estado de intercambio cultural a través de las guerras y el comercio. En Vinland, el perceptivo y pragmático Askeladd se mofa de la adhesión estricta de los guerreros al honor; Thors, el padre de Thorfinn, abandonó a los Jomsvikings (mercenarios vikingos estrictamente paganistas) para construirse una vida de paz; Gudrid –pequeña pausa: ¡este manga tiene muy buenos personajes femeninos!- se opone a ser incapaz de elegir su destino, a sacrificarse por cumplir el papel estricto que en su sociedad se asigna a la mujer; Hild era apoyada desde niña por su padre a diseñar planos para mecanismos muy avanzados, aun si era a costa de aprender labores más “femeninas” o casarse; Willibald, el ebrio sacerdote que acompaña a Canuto, mantiene ideas un tanto misántropas que rayan casi en la blasfemia considerando las posturas del cristianismo imperante; e incluso dos prisioneros que pronto serán ejecutados reflexionan si vale la pena entrar al Valhalla, la morada de Odín destinada a los guerreros, para pasar de una vida de guerra y conflicto a una eternidad preparándose para más guerra y conflicto.

No, tú escúchame. Nuestra hija es una genio diseñando cosas. Es diferente a la gente normal. Necesitamos dejarla hacer lo que quiere. Forzarla a conformarse a las convenciones no sería correcto para ella.


Como yo lo puedo apreciar, estas escenas que presenta Vinland Saga demuestran que su desacralización de la visión bucólica o los estereotipos negativos de los vikingos va más allá de denunciar la futilidad de la guerra y la violencia, sino que construye un retrato de la convicción de los seres humanos para defender sus valores individuales, aún por encima de los dictados absurdos de su propia cultura; es la imagen de la voluntad personal en contraposición a la devoción colectiva, y a menudo irreflexiva, a parámetros morales que perpetúan un ciclo de sufrimiento. Es, en esencia, una historia de irreverencia frente a la estaticidad de las culturas y sus tradiciones. Y uno de los capítulos que, a mi juicio, mejor retratan esta narrativa tan directa y de un modo trágico, es el 154.

Contexto: durante el Arco de la Guerra del Mar Báltico, Thorfinn termina en medio de la lucha entre dos facciones de los Jomsvikings, una de las cuales es comandada por Floki, quien orquestó la muerte de Thors a manos de Askeladd, y busca que su nieto de diez años sea designado como líder de su ejército. Por una serie de sucesos que no voy a destripar aquí, los compañeros de viaje de Thorfinn son tomados prisioneros por Floki, y el protagonista se infiltra en su base en Jomsgund para rescatarlos, justo cuando está a punto de ser invadida por las fuerzas al mando de Thorkell el Alto, un gigantesco mercenario vikingo al servicio de Canuto (al igual que Floki, por cierto) que comparte historia con Thors y su hijo.

El capítulo 154 abre con feroces escenas de combate: las tres primeras páginas nos muestran un brazo cercenado y una cabeza volando, un soldado empalado por casi una decena de lanzas, otra cabeza separada desde el maxilar y una evisceración bastante gráfica. No hay elegancia ni romanticismo en las imágenes, todo es caos y brutalidad. De repente nos encontramos con un vikingo sin nombre frente a un portal abierto, ya sin un brazo y atravesado por flechas en todo el cuerpo, cayendo en medio de un montón de cadáveres. Los comentarios y escenas nos revelan que es uno de los hombres de Thorkell, luchando hasta su último aliento para mantener la abertura y permitir la invasión al fuerte, y ya sin fuerzas para seguir combatiendo puede ver cómo su esfuerzo dio frutos, cuando su jefe penetra el portal y destroza Jomsvikings a diestra y siniestra con un enorme tronco. Orgulloso de su último combate, el moribundo sonríe para sí mismo, esperando a las valquirias que lo llevarán al salón del Valhalla, digno sólo de los mejores guerreros. Pero nadie llega.


El vikingo se desespera. Sus ojos ya han apagado su luz, sus oídos dejan de percibir sonidos, su cuerpo no puede moverse. Ni siquiera siente ya dolor, y sin embargo no hay valquirias ni puente arcoíris esperándolo del otro lado. En medio de su angustia, atrapado dentro de un cuerpo que poco a poco cesa todas sus funciones, el moribundo se pregunta si es esto lo que ocurre con todos los que mueren, y lo sacude el horror existencial de haber luchado toda su vida por causa de una fantasía. ¿Para qué tanto combate, tanta muerte? ¿Qué sentido tuvo entonces el camino que recorrió durante su vida? Jamás tendrá una respuesta. Pronto su propia mente se desvanece, y en medio del terrorífico abrazo de la muerte sólo puede elevar en silencio una súplica, una plegaria que nadie escuchará: “Jefe… Amigos… No mueran. No existe el Valhalla. Es una mentira…”. La última página nos muestra una lágrima cayendo del único ojo que quedaba del vikingo sin nombre, ya exánime en medio de otros cadáveres y hombres combatiendo, todos dispuestos a entregar su vida por ideales sin fundamento.


Este es uno de los capítulos que más me ha impactado, no sólo por mostrarnos a un personaje ajeno al rumbo de los principales, sino también por dejar un mensaje demoledor, que como dije va más allá de denunciar la guerra, y mantiene el mismo tono de crítica a los valores sociales imperantes en una cultura, una constante en Vinland Saga. Como ustedes saben yo soy agnóstico, otra razón por la cual esa escena de muerte fue impresionante para mí. Pero antes que eso soy escéptico, y como tal defiendo a cabalidad el principio de la libertad de opinión y expresión, los cuales parten desde la base de que ninguna idea o creencia está exenta de ser debatida o criticada, Y por supuesto, mucho menos las creencias tradicionales y costumbres culturales, las cuales por mucho tiempo han sido usadas de excusa y justificación para brutales invasiones expansionistas, genocidio, discriminación y opresión.

¿Cuántas veces no hemos escuchado noticias de bombarderos suicidas que se detonan en sitios públicos, o radicales islamistas que provocan masacres, sintiéndose respaldados por creencias supuestamente inmunes al debate? ¿Por cuánto tiempo hemos tenido que soportar a esos líderes que consideran a los extranjeros como una plaga que roba las mujeres y los trabajos a los ciudadanos de su nación? ¿No he mencionado en este blog el problema de afirmar que los textos sagrados y las creencias religiosas no son objeto de crítica, que empoderarse de un velo en una nación inhiba la crítica a su imposición en otra, que causas nobles como defender a los animales no caen en absurdos, que las tradiciones colectivas se deben respetar aún por encima de metas individuales, o incluso que un ateo no pueda ser fanático e irracional?

Eso es lo que más aprecio del 154. Yukimura usa un personaje sin nombre para reforzar en cierta forma el mensaje de su obra, de comprender que la devoción irrestricta y el autosacrificio a los valores de una sociedad pueden ser dañinos, que pueden enajenar y despojar a los individuos de un criterio personal hasta llevarlos a finales dolorosos que podrían haberse evitado con la libertad de criticar y elegir. Sea una vida de matanzas y conflictos, o una aldea donde la mayor aspiración es ser ama de casa y cuidar hijos, no es erróneo ansiar a más, atreverse a cuestionar los paradigmas sociales, a sembrar la duda de si acaso esa única cosmovisión es todo a lo que un individuo tiene derecho. Esa es la raíz detrás de la voluntad de sus personajes, y es para mí el mayor acierto de Vinland Saga.

Una tierra sin espadas… Vale la pena intentarlo.


No obstante, Thorfinn no se hace ilusiones. Él no espera terminar con las guerras a través de su ejemplo: sólo ha comprendido que la fuerza y la violencia no son las únicas herramientas a través de las cuales se pueden alcanzar nuestros objetivos, y está determinado a defender esa convicción de no herir ni matar, de aspirar a un camino más pacífico a pesar de las circunstancias que lo rodean una y otra vez. De manera similar, Gudrid, Hild y su padre no buscan liderar revoluciones contra los roles de la época; sólo cuestionan que sean otros los que toman las decisiones sobre el papel que una persona ejerce en su sociedad, sea que lo quiera o no. En ese sentido, si bien Vinland Saga tiene un trasfondo claramente progresista, Yukimura sabe delimitar el desarrollo de su historia de forma realista a su contexto histórico.

Y bien, creo que es todo lo que puedo explicar sobre la obra y los mensajes que transmite. Siento que hay mucho más por contar y exponer al respecto, pero me parece que con lo poco que he comentado es suficiente, así que les animo a que le den una oportunidad: es de verdad uno de los mejores trabajos de ficción que he leído –y ya tiene un anime, así que pueden igualmente empezar a seguir la historia de Thorfinn en la pantalla-. Como regalo, les dejo además esta pequeña carta de amor de mi amiga Marina Golondrina a Vinland Saga, así como el análisis que Jauri -a quien agradezco por hacerme concebir la idea para esta entrada- le hizo a Askeladd, uno de los personajes más complejos de este manga.

Feliz Año Nuevo para todos, a pesar de las circunstancias. Saludos.

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