¿Por qué la “inclusión corporativa” suele fracasar?


Advertencia: esta entrada contiene spoilers de un gran número de obras de cultura popular, en especial de muchas de la última década, así que me resulta difícil enumerarlas todas en este prefacio. Si desea leer la entrada de todos modos, lo hace bajo su propio riesgo.

En estos días de cuarentena he estado viendo muchos análisis de películas y series de anime/manga. Hay canales buenos con análisis muy buenos, algunos con análisis no tan objetivos, pero en general te permite tener una perspectiva muy importante no sólo de la calidad de diferentes trabajos de ficción, sino que también ayuda a formarte un ojo más crítico en cuanto a las falencias de muchas obras. ¡Y vaya que hay muchos productos populares con problemas garrafales! Y bueno, los lectores habituales saben también que igual soy un friki.

Con respecto a esto, y en un pequeño hilo que hizo una youtuber en Twitter, a quien ya me referiré en un momento, reflexionamos un poco sobre los clásicos comentarios de macho reaccionario o fanático a muerte cuando hay una opinión, y en especial femenina, sobre los problemas de algunos trabajos con respecto a la inclusión o desarrollo de personajes femeninos o que hacen parte de alguna minoría oprimida, haciendo especial énfasis en la industria del manga y el anime, pues en primer lugar ella analiza sobre todo trabajos de este arte, y segundo porque no es ningún secreto que Japón es un país muy machista y la industria, sobre todo la demografía shōnen (hombres adolescentes), es un vivo reflejo de su cultura conservadora.

Como sea, el comentario analizado decía en resumen que la “queja” de la youtuber era porque el “hembrismo actual” aún no ha podido deformar el anime (hembrismo no, pero nadie negará que las películas de Studio Ghibli cuentan con poderosos íconos femeninos), que por suerte es una forma de arte que no ha podido ser politizada todavía (¡Ja! ¿De verdad creerá que series como Rurouni Kenshin o Death Note no hacían comentarios políticos?), y que ejemplos recientes como la Nueva Trilogía de Star Wars y Birds of Prey deberían demostrar que a la mayoría de los fanáticos no le gustan los cambios “progres”. Esto, como “respuesta” a un análisis sobre el mal uso de los personajes femeninos de Boku no Hero Academia, un manga que inició bastante fuerte pero que ha decaído con el paso de los años (y esto lo puedo confirmar, siendo seguidor del trabajo) por no saber aprovechar muchos de sus personajes secundarios (las femeninas son peor llevadas), redundar con arcos de poco peso narrativo en la historia y contravenir muchas veces sus propios mensajes. En fin, si hay algo en que concordamos en el hilo es que en efecto la onda pseudoinclusiva en trabajos de ficción de Occidente ha tenido en su mayoría sendos fracasos en taquilla y/o crítica.

El que diga que no hay progresismo en películas como La princesa Mononoke o El viaje de Chihiro es que nunca prestó atención a los personajes.

Sí, eso es una certeza. ¿Pero por qué ocurre así? ¿De verdad es por un efecto reaccionario de los aficionados al progresismo en general? ¿No será más bien que el feminismo corporativo y la falsa inclusión en los trabajos de Hollywood y otros campos de industria audiovisual fracasan por fallas inherentes en su propio enfoque? ¿Que esto pasa porque la incompetencia de los guionistas o el estorbo de los productores no dan una buena construcción de personajes o el desarrollo de un guion sólido que les permita destacar?

Antes de continuar, aclararé que el enfoque de esta entrada va ser mayor hacia los trabajos actuales de “empoderamiento femenino” en la ficción por ser los que más se producen; son pocos los que se atreven a trabajar con personajes LGBTI o que abordan temáticas raciales o psicológicas de forma protagónica, menos sin caer en estereotipos o clichés. Así que para empezar quiero ofrecer un par de perspectivas sobre cómo se debe construir un personaje femenino, pero que pueden extrapolarse a cualquier personaje de alguna minoría étnica o sexual. Esto lo haré a través de los videos de dos youtubers de la comunidad de manga y anime en español, Guibel Reviews y Marina Golondrina (la youtuber a la cual me refería), recomendando de paso sus canales para los que gusten un poco de cultura popular y este tipo de cosas friki.

Comparando los pocos personajes femeninos destacables de Naruto –un gran shōnen, pero tristemente célebre en la comunidad por su nefasto arco final, el evidente sesgo sexista y la idealización del clan Uchiha- con los de otras series en la industria, Guille señala que el problema de su autor, Masashi Kishimoto (quien ha admitido en entrevistas que no se le da bien escribir mujeres), radica no sólo en el machismo paternalista de su cultura, sino también en que se empeña en crear personajes femeninos sin ocuparse primero de crear personajes: una forma mejor de hacerlo sería idear el personaje, darle las bases y la construcción necesarias para que funcione en la historia, y luego dotarlo de un sexo, poniendo como ejemplo a la abuela Chiyo. Por su parte, Marina toma una ruta un poco distinta, planteando que un buen personaje femenino debe ser construido de forma tal que su sexo sea relevante dentro de su construcción y bases, pero no necesariamente determinante para su papel en la historia, usando como ejemplo a Katara de Avatar: la leyenda de Aang, en especial por su choque cultural con el chovinismo del maestro Pakku, de la Tribu Agua del Norte. Y tal como le señalé a Marina en Twitter, tanto ella como Guille tienen razón en sus enfoques.


Teniendo en cuenta este previo análisis, e ignorando el purismo y sexismo que sí que está presente en la esfera de frikis, otakus y otros consumidores de cultura popular (no olvidemos el brutal acoso en redes que sufrieron Leslie Jones y Kelly Marie Tran por sus papeles en Cazafantasmas y Los Últimos Jedi, respectivamente) que pueden afectar la taquilla o rating, podemos identificar los que, en mi opinión, son los problemas principales tras el fracaso de la inclusión corporativa en cine y televisión: 1): la simple intención de llenar una “cuota de diversidad”; 2): una pobre construcción o desarrollo de protagonistas; 3): la ausencia de un guion sólido que los complemente; 4): invertir o exagerar los factores más negativos de los estereotipos en roles de género; y 5): el abuso del factor nostalgia. No todos los factores se presentan en una misma obra, y algunos están correlacionados entre sí, siendo el 2) un extremo del 1) cuando los personajes son los protagonistas. Ya lo irán comprendiendo con los ejemplos que usaré a lo largo del análisis, que por cierto es bastante extenso.

Debo dejar claro, por supuesto, que yo no tengo problemas con la gente que disfruta los trabajos que voy a usar como ejemplo en este análisis. Si a ti te gustó El ascenso de Skywalker o la última película de Terminator, está muy bien. No estoy ofreciendo verdades absolutas, ni espero que todos estén de acuerdo conmigo. Pero si llegaste a esta entrada, permíteme tratar de explicarte en los próximos minutos por qué considero que son obras fílmicas que contienen ejemplos de los problemas por los cuales la “diversidad de Hollywood” conduce a menudo a fracasos.

1) Los personajes como “cuota de diversidad”

Entendamos algo: no está mal buscar una mayor riqueza étnica, sexual o religiosa en obras de ficción. La cultura popular es reflejo de la generación y sociedad de su época, y por lo tanto es natural y deseable que los productos artísticos actuales busquen reflejar un reparto de personajes más diverso. Como describió Maik Civeira en su análisis sobre el remake de Cazafantasmas, la experimentación en obras artísticas corresponde a las inquietudes e intereses del momento histórico, y no siempre tiene que ser considerado como mera “corrección política”, ni un ataque a “polos opuestos” dentro de la sociedad. El problema real de esto es que se nota muchísimo cuando los autores o empresas no están experimentando, sino que colocan a un personaje “diferente” tan sólo por llenar una especie de cuota de diversidad, creyendo que sólo el color de su piel, su sexo o su orientación bastan para atraer o contentar al público y dar la impresión de inclusión, pero sin darle una relevancia seria dentro de la historia.

Volvamos a Naruto para observar esto. Siendo de la demografía shōnen llama la atención por tener un elenco con numerosos personajes femeninos, pero con excepción de Chiyo (y en menor medida Tsunade) ninguna de ellas destacó mucho en la historia o mostró un desarrollo constante y sólido, lo que resalta como un grano en la cara cuando te das cuenta que se supone que una mujer hace parte de los protagonistas principales; Kishimoto acertó mucho construyendo personajes y el universo de su manga, pero no fue capaz de desarrollarlos de forma coherente ni de mantener la solidez de su historia. Vamos, que el 70% de la caracterización de Karin es tener a alguien en la obra hablando de lo rico que está el imbécil de Sasuke, y Tenten podría ser reemplazada por una cauchera sin que eso afecte su microscópico nicho en la historia. Y ni hablemos de las “waifus” de Naruto y Sasuke, que es como tratar de hacerse una apendicetomía con un cortaúñas.

Si nos fijamos en obras dentro de nuestro entorno cultural, ¿recuerdan el reboot de Hellboy? ¿Se acuerdan que en una entrada medio en broma/medio en serio sobre los pelirrojos mencioné que el verdadero problema con los cambios en el personaje de Alice Monaghan sería que no representaran algo importante para el personaje a nivel de trama? Pues en efecto la película fue un rotundo fracaso comercial y crítico, no pudiendo ni rescatar su propio presupuesto, y fue justo por una mala trama, el tono discordante y el mal uso de muchos personajes, incluyendo al mismo Hellboy (aunque la actuación de David Harbour fue uno de sus escasos aciertos, no salvó la mala caracterización del personaje). Alice fue uno de esos personajes, y como sospechaba su ascendencia ni sirvió ni estorbó: salvo su presencia en la historia de Gruagach (una vaga adaptación del one-shot El cadáver, donde ambos participan con Hellboy) y un corto papel como parlante glorificado en la batalla final, no destacó de forma relevante en la historia. ¡Le dieron poderes interesantes que el personaje original no tenía y no supieron aprovecharlos para la trama, por Tiamat!


Un ejemplo más grosero de esto es Finn, el Stormtrooper desertor de la Primera Orden interpretado por John Boyega en la Nueva Trilogía de Star Wars. Aquí me puedo estar metiendo en terreno pantanoso, dado que el personaje fue atacado por neonazis y alt-rights que gritaron “¡Genocidio blanco!” apenas salió el primer tráiler del Episodio VII; además, siendo justos, el personaje tiene un gran papel en ella, y no estuvo mal en Los últimos Jedi, aunque tampoco hace gran cosa en esta última. Pero su presencia en El ascenso de Skywalker es penosa e irrelevante para la trama, más allá de sugerir que podría ser sensible a la Fuerza, algo que sólo fue confirmado en entrevistas y no en la película misma. Podrían haber reemplazado al personaje por cualquier otro miembro de la Resistencia, ¡porque la verdad es que fue desperdiciadísimo! ¿Qué pasó con la perspectiva que podía ofrecer un miembro rebelde del grupo de villanos, que se cuestionaba sus acciones y las de su bando, pero que tampoco estaba muy dispuesto a jugarse el pellejo para defender la causa de la Resistencia? ¿Cómo llegó a oponerse a ese adoctrinamiento? ¿No tenía conflictos por enfrentar a sus antiguos compañeros? Si le iban a quitar protagonismo, al menos denle una línea argumental más relevante, algo que le dé un buen cierre a su desarrollo.


Peor aún: J.J. Abrams se saca de la manga una ex Stormtrooper, Jannah, líder de otros desertores, que tampoco hace nada relevante para la historia (fuera de guiños a ser hija de Lando Calrissian), y que podría haber sido conectada con la historia de Finn, algo así como que su deserción inspiró a otros soldados de la Primera Orden, pero es reducida a un posible interés amoroso para él, lo cual para colmo deja unas implicaciones terribles contra las relaciones interraciales. No es que el color de piel de Finn deba ser de especial relevancia para el argumento, pero es insultante que el personaje que pone a marchar la historia de la Nueva Trilogía terminara quedando como una especie de comodín que pareciera buscar contentar a progresistas de cartón y a criptofachos interneteros por igual, como si Disney dijera: “¡Hey, miren! Seguimos teniendo un personaje negro importante, pero para no alejar a los fanáticos radicales de Star Wars reduciremos su presencia en pantalla”. Y eso que aún no hablo de Rose Tico y sus 76 segundos en pantalla

Es que es más honesta la presencia de Becky, la hija sorda de un clon de Alice en Resident Evil: Retribution. Primer golpe. Sí, las películas de esta franquicia son malas en trama y peores en coherencia argumental, y caen en tantos absurdos que un crítico de cine corre el riesgo de sufrir una isquemia cerebral tratando de analizar la hexalogía de forma seguida, pero de acuerdo con el sitio Internet Movie Database (IMDb), el personaje de Becky no iba a tener problemas auditivos, sino que fue reescrito por la actuación en el casting de Aryana Engineer, quien tiene sordera parcial en la vida real. Una lástima que como otros personajes de la saga, fuera enviada al carajo y sin explicación en la entrega final, y tampoco es como que su condición fuera indispensable para la trama, pero en un todo es una inclusión más real que la situación de Finn o Alice Monaghan, actuando además como una especie de homenaje (rayando en copia por momentos, en especial la infame escena del Licker gigante) de la interacción entre Ripley y Newt en Aliens: el regreso.

2) Pobre construcción/desarrollo de protagonistas

Uno pensaría que si empresas como Disney o Warner no se esfuerzan en dar mayor importancia a personajes menores de grupos sociales poco representados o destacados en la ficción, por lo menos tratarían de poner toda la carne en el asador cuando se trata de protagonistas. No: a menudo prefieren irse por el camino fácil, armando fundamentos básicos para estos personajes, o dándoles un desarrollo que no encaja de forma orgánica con la historia o con su construcción original.

Uno de los ejemplos más egregios en tiempos recientes es Birds of Prey. Tal como pasó con Escuadrón Suicida, Margot Robbie ofreció una buena interpretación de nuevo como Harley Quinn, y ayuda a darle un desarrollo a su personaje más allá de su relación con el Guasón, pero aunque es entretenida La fantabulosa emancipación no destaca por una construcción brillante de los otros miembros del grupo femenino. Canario Negro no inspira mucha simpatía; Renée Montoya es un pobre intento de víctima del sexismo (ya desarrollaré esto en el cuarto punto); Cazadora se siente como un personaje menor (lo que es doloroso de ver, porque me encanta el trabajo de Mary Elizabeth Winstead); y Cassandra Cain no es más que un MacGuffin viviente. Con excepción de Harley y Cassandra no hay una buena cohesión entre los cinco personajes, así que poco sorprende que las otras tres protagonistas, que se sienten a la deriva por sí solas, sean las que formen por su cuenta las Aves de Presa mientras ellas dos toman otro rumbo. No había un modo argumentalmente sólido de mantenerlas juntas.


Otro personaje mal hecho es Dani Ramos, la supuesta protagonista de Terminator: Destino oculto. Ignorando la terrible decisión de matar a John Connor (e hipócrita, considerando que James Cameron fue muy crítico con el uso de ese mismo recurso en Alien3) al inicio y la ruptura con varios hechos prestablecidos de las dos primeras películas, cosa natural cuando se trata de sagas con viajes en el tiempo, la verdad es que para ser la futura líder de la rebelión contra las máquinas de Legión, Dani se siente plana e irrelevante por muchos momentos, en especial si la comparamos con Sarah Connor en la película original y con John en Terminator 2. No hay una buena interacción con Grace, su supuesta protectora, y tiene escaso protagonismo hasta el encuentro con Carl; incluso después de esto no llega a hacer tampoco gran cosa en la pelea final. Cierto, es la única sin habilidades de combate en esa escena, pero por lo mismo necesitaba un mejor desarrollo en todos los minutos anteriores que estuvo en pantalla. Sin mencionar que su mayor “logro” antes fue llevar a Grace y Sarah con su tío para cruzar la frontera de forma ilegal, cosa que no me decido si es realista o estereotípica.


La Nueva Trilogía de Star Wars también peca de esto, pero más por el desarrollo que la construcción. Aquí viene el segundo golpe. Rey no es un mal personaje, al menos en concepto. No es la gran figura de empoderamiento femenino que gente como Abrams presenta en entrevistas, pero tampoco es la Mary Sue absoluta que otros sugieren. Rey es optimista y valiente, pero también terca y un tanto ingenua e inmadura; no es tan diferente a Luke Skywalker en la Trilogía Original, ni siquiera por desarrollar sus talentos en una corta cantidad de tiempo (con Luke pasó lo mismo al entrenar con Yoda, aunque es cierto que tenía las bases que le enseñó Obi-Wan tres años antes), y si logró superar a Kylo Ren en El despertar de la Fuerza fue porque este había sido herido antes por Chewbacca y había tenido una corta escaramuza con Finn, cosa que los detractores de esa pelea parecen olvidar. Es verdad que en Los últimos Jedi tiene un poder bruto bastante inmenso para haber despertado su conexión con la Fuerza no mucho antes, pero por lo mismo carece de talento fino para controlarla del todo; esto se ve reflejado cuando, después de haber resistido en la película anterior el asalto mental de Kylo, poco puede hacer para defenderse de Snoke.


El problema principal con Rey es que su evolución queda mal ejecutada e integrada por las discrepancias narrativas entre Abrams y Rian Johnson, director de Los últimos Jedi. Por mucho que el Episodio VIII haya sido tan divisivo entre admiradores y detractores de la Nueva Trilogía, Johnson al menos tuvo un espíritu más osado, más dispuesto a innovar, subvertir y desechar las tramas inútiles que habían sido planteadas en El despertar de la Fuerza por Abrams, quien por su parte prefirió apelar a la nostalgia y seguir al pie de la letra la Trilogía Original, sin hacer nada original e interesante más que su condenado truco personal de plantear misterios que nunca sabe cerrar. Y es gracias a él que el personaje de Rey se desdibuja y pierde coherencia, y por culpa de él termina bordeando el territorio de Mary Sue: de pronto tiene la capacidad de sanar heridas incluso graves, cuando Anakin y Darth Sidious no podían ni curarse una cortada de papel, sin entrenamiento; se proyecta en otros lugares e incluso puede transportar objetos de esos lugares a sus manos; y encima la hace nieta (más bien hija genética) de Palpatine, rompiendo con el mensaje implícito de humildad que había quedado de la película anterior cuando se entera que sus padres eran donnadies. Por él, el conflicto con Kylo termina cerrándose con ese maldito beso, alimentando la tóxica falacia de que “el amor lo puede todo” y el complejo de rehabilitación de las chicas inseguras que creen que con amor pueden convertir a cualquier gamín de barrio en su caballero ejemplar. J.J. Abrams es un narrador consistente, pero es un pésimo creador. Tercer golpe.

Para plantear el mismo problema desde otro grupo, y sin tintes de acción, veamos el caso de Atypical, una serie que me recomendaron no hace mucho (y a la que debo dedicar un análisis propio) sobre un chico autista llamado Sam. Desde su inicio fue bastante criticada por apegarse a estereotipos y conceptos fallidos sobre el trastorno del espectro autista para la construcción del personaje, algo que por otro lado es muy común en trabajos audiovisuales, así como por la falta de representación de actores con autismo en la serie (cosa que a mí como autista me da un poco lo mismo). Los creadores se hicieron conscientes de estos fallos, y desde la segunda temporada empezaron a trabajar mejor en el desarrollo de Sam, así como incluir actores con TEA; el problema es que invirtieron de forma atroz uno que otro rasgo del personaje, lo que choca entonces con su caracterización inicial sin integrarlo de forma exitosa. Y cuando tienes en la misma escena a actores autistas con el protagonista… Ksss… se nota mucho la experiencia real.


Claro que si queremos hablar de lo mal que se puede llevar una historia cuando presentas un personaje mal construido, y al tratar de sacarlo de ahí lo empeoras todo, tengo que volver a Japón y mencionar a Ann de Samurai 8, el titánico fracaso de Kishimoto. No bastaron más que una decena de capítulos (el manga no llegó ni a los 45 antes de ser cancelado) para que los fanáticos notaran en que la historia de Hachimaru se decantaban todos los errores que cometió el autor de Naruto en su anterior manga, pero sin un protagonista carismático, y usar a Ann como “un power-up con patas” sin caracterización más allá de ser una típica Yamato Nadeshiko (personificación paternalista de la mujer ideal en la cultura japonesa) que ora para darle fuerza a Hachimaru y realiza las labores de la casa fue un retrato vivo del machismo de Kishimoto. El autor pareció darse cuenta de esto, y luego de apresurarse a terminar a las carreras su obra por la cancelación, en su número final convierte a Ann en una samurái, lo cual iba en contravía con los conceptos prestablecidos con bastante detalle al inicio de la obra (una de las críticas recurrentes a Samurai 8 fue su excesivo info-dump) y con la caracterización misma de Ann, quien jamás dudó de su papel como princesa. Es que intentando aclarar, Kishimoto oscureció. Parece mentira que un trabajo tan malo haya salido de la pluma del mismo mangaka que construyó el universo shinobi de Naruto.

¿Saben qué personaje inclusivo tiene un desarrollo sólido y natural? La teniente Ellen Ripley, protagonista de la saga original de Alien. Sé que es un poco cliché y hasta injusto compararla con los personajes mencionados, además que su primera aparición fue en 1979, pero es que Ripley es el arquetipo de la heroína en la ficción moderna, cambiando los roles de género presentes en la ciencia ficción y el terror en el cine de la época de forma fluida. Es una mujer inteligente, compasiva y determinada; no es sexualizada de forma descarada como muchas otras heroínas -y ojo, no es que una protagonista no pueda ser atractiva o tener ciertos rasgos sexualizados; el problema es cuando la sexualización se come su construcción-, ni tiene que ser despojada de su feminidad para asumir el papel de heroína de acción –tampoco significa que la feminidad o maternidad sean necesarias en una protagonista-. Es capaz de medirse con la reina Xenomorfo para proteger a una huérfana que apenas acaba de conocer, exponiendo incluso su propia vida. Y si bien la tercera y cuarta parte de la saga fueron muy inferiores, Ripley aún destaca mucho en la peor de esas películas, Alien3, llegando a sacrificarse para impedir que una compañía corrupta exponga a otros al sufrimiento que ella tuvo que vivir. La actuación de Sigourney Weaver en la tetralogía es impecable, y no es de sorprender que siempre esté en los primeros lugares como la mejor heroína de ficción.


Otra protagonista que destaca por su esencia y desarrollo es Hermione Granger en Harry Potter. Una maga talentosa a pesar del estigma social de ser hija de muggles, Hermione posee una mente lógica, un conocimiento enciclopédico de hechizos y encantamientos y una gran astucia; es compasiva y muy leal a sus amigos, pero también muy insegura, como cualquier joven de su edad. No sería exagerado decir que Harry y Ron no habrían logrado ni la mitad de sus objetivos a lo largo de los siete libros de no haber contado con su ayuda, pues la impulsividad del primero y el complejo de inferioridad del segundo son falencias notables, aunque necesarias, durante su evolución en la historia; y por lo mismo comprendo a muchos que preferirían que Hermione fuera la protagonista de su propia saga literaria. Y aclaro: tampoco es necesario que un personaje femenino fuerte tenga que ser mujer de acción (piensen en Nana Osaki o Barbara Gordon durante su tiempo como Oráculo), pero sí que merece una construcción, sea en el papel que sea.

3) Ausencia de un guion sólido que complemente a los protagonistas

Este es uno de los factores más tristes, pues cuando ocurre el problema no radica en el personaje, sino en el contexto narrativo en el cual se encuentra ubicado. Por más que un personaje tenga grandes cualidades, a menudo esto no basta para salvar una película cuyo argumento y desarrollo están muy mal trabajados. Y esta es otra cosa en la cual los trabajos de inclusión corporativa suelen fallar, y muy mal.

Es justo el problema detrás de la Nueva Trilogía de Star Wars, y el por qué Rey pasa de ser un personaje interesante, con beneficencias de guion como todo protagonista, no nos engañemos, a una Jedi inflada que raya en Mary Sue. La culpa viene, como dije en el apartado anterior, de las diferencias creativas de Abrams y Johnson, así como del centrismo financiero de Disney. Después de las críticas que recibió Los últimos Jedi por fanáticos nostálgicos y por gente de la ultraderecha, la compañía del ratón le pidió a Abrams que dirigiera el Episodio IX, y como el caballero no supo hacer más con el Episodio VII que tomar toda la narrativa de la Trilogía Original y replicarla cuadro a cuadro, sin atreverse a contar algo nuevo, decidió aplicar lo mismo con El ascenso de Skywalker, usando además una aplanadora para deshacer de forma retroactiva la continuidad que Johnson había marcado con Los últimos Jedi, y recurriendo a espectacularidades que en un todo convirtieron su guion en un pastiche de ideas malas y peor ejecutadas que rompen con la consistencia lineal que estas nuevas películas trataban de mantener. De paso, como Disney se dio cuenta que personajes como Finn y Rose habían levantado especiales críticas entre los fanáticos fachos, prefirieron hacer que Abrams redujera el impacto narrativo del primero y aniquilara el tiempo en pantalla de la segunda para tener a todos contentos, progresistas y discriminadores por igual. El Episodio IX de Star Wars es por mucho la peor de la Nueva Trilogía, que para colmo ni siquiera es una trilogía muy buena (al menos, hace evidente que no era necesario expandir la Trilogía Original), y es el ejemplo perfecto de lo que significa ser “inclusivo” por el bien de la chequera.

Por favor no me digan que si Abrams fuera tan malo, sus películas no serían rentables. Tanto ustedes como yo entendemos bien que a menudo el público consume trabajos de calidad mediocre con mucho gusto.

(Entre paréntesis: teniendo en cuenta comentarios y siendo justos, quizás la principal razón detrás de la reducción del papel de Finn en el Episodio IX, más que una reacción por los ataques de ultraderechistas, fue que Abrams no supo qué hacer con él luego de que Johnson cambiara el potencial ritmo de desarrollo que se tenía planeado desde El despertar de la Fuerza. Por desgracia eso sólo revela problemas de comunicación entre los creadores de la Nueva Trilogía, muestra dificultades de Abrams para enmendar de forma exitosa una narrativa sin generar un quiebre argumental, y el caso de Rose y Jannah sigue siendo difícil de matizar. Cierro paréntesis.)

Un ejemplo un poco menos lesivo, en el sentido de que parte con un personaje ya desarrollado es con Sarah Connor en Destino oculto. La madre del futuro líder de la resistencia contra Skynet no era un simple útero que proteger: a través del filme original la vemos reconociendo su papel en la historia y ayudando a Kyle Reese a detener al Exterminador. La experiencia la deja con un claro trauma, pero también con una gran determinación y voluntad, pues en la brillante secuela John nos relata que estuvo por años entrenándose en artes militares, tratando de que su hijo y ella misma estuvieran listos para el posible Día del Juicio; planea su escape del asilo mental donde estaba recluida; y tras comprender que el ciborg que vino esta vez del futuro busca proteger a su hijo, logra enfocarse de nuevo en protegerlo a costa incluso de su propia vida. En la reciente película vemos su estado mental devastado tras haber perdido a John ante un Exterminador que cumplió por fin con una misión ya fútil, y se puede palpar su dolor cuando se encuentra con Carl, pero no termina de encajar bien con la historia: Grace choca cabezas con ella a menudo y su pasado con el mayor Dean no es explicado, quedando como un recurso mediocre de guion para darles alguna forma de vencer al Rev-9. En un todo, Sarah termina bamboleando dentro de esta secuela que no sabía si apelaba a los fanáticos de las dos películas originales o a las audiencias de la nueva generación, más allá de que necesitaban un elenco femenino, por lo cual tampoco sorprende su fracaso en taquilla (y que al parecer, Linda Hamilton se haya arrepentido de haberse prestado para este fanservice nostálgico).


Cazafantasmas de 2016 es un caso extraño. Fue vilipendiada incluso antes de salir en cines por ser percibida como una película “progre” con un reparto femenino, que era el símbolo del “feminazismo” y la corrección política y todas esas pendejadas, pero la verdad es que estuvo muy lejos de eso: al contrario, la película jamás presenta un mensaje feminista directo. De hecho las cuatro protagonistas, tal como en la fórmula descrita por Guille, están bien construidas y funcionan en la historia de forma independiente a su sexo: los conflictos que experimentan no ocurren por ser mujeres; y podrías convertirlas en hombres o pangolines y trasplantarlas a la original de 1984 con éxito. El problema es que sus personajes están ubicadas dentro de un guion con mala comedia, muchas escenas ridículas, un CGI colorido pero chocante y un villano básico que no inspira ni miedo ni reflexión.

De manera similar, pero escalando entre diferentes películas, tenemos el caso de la Capitana Marvel. Aquí viene el cuarto golpe: Capitana Marvel no es tan buena. Los efectos especiales son impresionantes sin duda, y funciona bien como una introducción de Carol Danvers al Universo Marvel antes de verla en Endgame, pero el personaje se siente poco carismático y por momentos incluso antipático (cosa que se notó más en su segunda aparición fílmica), la coreografía de algunas escenas de acción es pobre, no se exploraron las razas Kree y Skrull, Nick Fury es convertido en un alivio cómico que resalta aún más la insipidez de la Capitana (comprendo que esa caracterización encantara a muchos, pero en lo personal a mí no me gustó), y Yon-Rogg es de los peores villanos del UCM, lo cual es más chocante cuando notamos que la Fase III entregó adversarios interesantes como Thanos y Killmonger, mostrando que el estudio podía salir de la sombra de Loki Es un blockbuster funcional y entretenido, y eso es todo. Fue un éxito de taquilla y crítica, es cierto, pero sin duda fue más por hacer parte de un universo cinematográfico ya establecido que por tener un guion brillante, motivo por el cual está como ejemplo de este factor.


Los problemas se notan aún más cuando la vemos haciendo acto de presencia después del Chasquido de Infinity War debido a la construcción de su personaje, pero no porque esté mal construida, sino porque está mal estructurada dentro de la narrativa. Carol es demasiado poderosa para hacerla funcionar bien dentro de Endgame porque Thanos en comparación es mucho más débil que en los cómics, y su fuerza además es inconsistente (molió a Hulk en una pelea, ¿y el Capi, siendo más débil por mucho, logra contener su mano?); eso impide establecer un buen balance en la escala de poder a la hora de ponerla en combate. Y tal como sucedió con la Bruja Escarlata y Visión en Civil War, o Quicksilver en X-Men: Apocalipsis y Dark Phoenix, los recursos narrativos que usaron para que no opacara la escena son muy débiles: ponen la excusa de haber estado alejada de la Tierra por tener que vigilar a otros mundos, ignorando que la amenaza de Thanos es universal, y usan el mismo argumento para no hacerla parte del equipo que viaja en el tiempo. Ni siquiera al intervenir en la batalla final se siente una integración funcional del personaje: destruye la nave de Thanos por sí sola, pero irónicamente no es capaz de hacerle gran daño al Titán Loco a pesar de semejante despliegue y diferencia de fuerzas, y encima se traga un ataque de la Gema de Poder. Se esforzaron tanto en hacerla tan poderosa que queda muy desubicada en un universo donde los superhéroes son mucho menos poderosos que, por ejemplo, en DC. Es como si pusieras a Superman en la saga de Rápidos y Furiosos: ¡no encaja para nada!

Si hay un trabajo artístico que sabe retratar el discurso de la aceptación social y la inclusión, complementando a los personajes con un buen guion, ese sería Escandalosos. No, en serio. Basada en un corto webcómic de David Chong, creador también de la serie animada en Cartoon Network, Escandalosos nos cuenta la historia de tres hermanos osos parlantes que se mudan al área de San Francisco e intentan por todos los medios encajar con la sociedad de humanos que los rodea, con los problemas graciosos que eso genera. Chong se inspiró en su infancia como hijo de inmigrantes asiáticos para construir las historias de los tres hermanos osos, así como sus personalidades y rasgos, y de esta manera usar a los plantígrados como un reflejo de la experiencia de vivir en Estados Unidos siendo parte de una minoría étnica; funciona tan bien que los osos podrían ser negros, latinos, desi, coreanos, etc. Son personajes más bien sencillos pero bien construidos, y con una línea narrativa en el show que les permite acomodarse, sin pretensiones ni calzadores.


4) Inversión/exageración de los estereotipos negativos en roles de género

Uno de los peores recursos narrativos que se pueden usar cuando se quiere tratar de hacer inclusión, en especial con mujeres protagónicas, es el de convertir a tus personajes del sexo/etnia/condición opuestos en estereotipos negativos, sin ofrecer matices. Eso ya es bastante grave, porque no ofrece un balance objetivo de los temas que se quieren abordar, pero una peor forma de hacerlo es además invertir los roles otorgando al “sexo débil” o la minoría oprimida los valores negativos de las figuras de poder del otro extremo, como si digamos una protagonista femenina tuviera que comportarse como un mal hombre para ser fuerte, o ya de plano convertirlos en voceros de frases de paja.

Si vieron Dark Phoenix, una película que a mí me pareció muy buena si era su objetivo el provocar risa (y eso es lo más cariñoso que puedo decir de semejante bodrio), la escena en que Mystique discute con el Profesor por enviarlos a misiones para salvar a gente que no son mutantes parece buscar que desde el público estemos de acuerdo con ella, pero queda tan mal enmarcada que no sé ni qué adjetivo regalarle. Se supone que los X-Men fueron concebidos como una metáfora de la discriminación racial de la época en que fueron creados, y en el clima actual, donde el fascismo ha resurgido a pasos de gigante, mostrar que podían ser empáticos con aquellos que persiguieron a los suyos es un mensaje que se habría agradecido. En cambio, tenemos a Raven increpando a Charles por disfrutar de relaciones diplomáticas con el Presidente y poner a jóvenes en la línea de fuego (cof, “Ya no son niños. No son estudiantes”, cof) para salvar a humanos, como si no bastara Magneto para ilustrar las ideas segregacionistas de la Nación del Islam y Malcolm X, mientras que él jamás había puesto en riesgo su vida (¿vimos las mismas películas?). Ah, y la frase gratuita de “X-Women”, olvidando que Nightcrawler y Cíclope arriesgaron sus vidas en la misión para salvar a los astronautas y a su mismo equipo, es forzadísima y torpe.

Birds of Prey lleva esto a la enésima potencia, al punto que forma un espantapájaros más grande que el hombre de mimbre en que ardió el sargento Howie: todos los personajes masculinos notables son oportunistas o criminales, y en el peor de los casos misóginos de paja; si acaso, los únicos con cualidades positivas son el tirador que cuidó a Cazadora y el tipo de los sánduches (que, considerando la atmósfera del filme, capaz y tortura gatitos para hacerlos parte de la receta). Los comentarios de Harley sobre ser el cerebro de los planes del Guasón, la canción de Dinah en el bar de Roman Sionis, la escena de la pobre mujer humillada por Roman en el bar… tratan de darle un aire de feminismo y empoderamiento a la película que se siente poco natural, y eso sin hablar de Renée Montoya. Es comprensible que se sienta frustrada por haber perdido el reconocimiento de un caso, pero cuando tiene otro en sus manos se torna impulsiva, no se preocupa de formar bien el caso, espera que Dinah reemplace a su antiguo informante en el grupo de Sionis como si nada, hace que su ex novia robe evidencia para respaldar sus acusaciones -por cierto, la homosexualidad de Renée fue un arco importante en el cómic Gotham Central, que aquí podrían haber explorado para darle una mejor construcción al personaje, pero no pasa de una alusión en flashback-, miente a sus superiores… Hombre o mujer, esas son actitudes estúpidas y deplorables a nivel tanto personal como profesional. Quinto golpe. ¿Alguien se sorprende de que su jefe tomara la realista decisión de suspenderla del caso? Si de verdad querían hacer ver la relación de Renée con su jefe como un retrato del sexismo en la fuerza pública, les salió pésimo.

Eso sí, dio una buena pelea al final a pesar de estar más borracha que gusano en tequila.

Voy a pecar otra vez tomando íconos de hace décadas, pero no hizo falta que Ellen Ripley y Sarah Connor menospreciaran al otro sexo para resaltar como protagonistas fuertes. Claro, Sarah sí ofrece un comentario al respecto cuando habla de lo que es la verdadera creatividad, pero recordemos que ha pasado años encerrada en un asilo mental, vigilada por un psiquiatra que veía sus supuestos delirios como una fuente de prestigio en su profesión, y teniendo en cuenta que un guardia la lame cuando estaba supuestamente catatónica, las implicaciones sobre su integridad mientras estaba sedada son perturbadoras. Pero tanto en la saga de Alien como en la de Terminator (más en la primera, pues Terminator siempre fue un poco más minimalista en reparto) tenemos nuestra cuota de personajes inteligentes y cretinos de ambos sexos; algunos con defectos un tanto exagerados, pero no convertidos en sexistas de cartón. Ofrecían matices que varias de las películas actuales que buscan “inclusión” olvidan o ignoran.

Usemos un ejemplo reciente que se defiende muy bien por sí solo: Fury Road. La cuarta entrega de la legendaria saga de Mad Max destaca en el enfoque que describía Marina sobre hacer que el sexo del personaje sea importante para su construcción y bases, y este es el sexto golpe: no habría sido lo mismo sin Furiosa. Una mujer con un pasado misterioso, que logró ascender hasta convertirse en una Imperator dentro del culto claramente misógino de Immortan Joe en la Ciudadela, donde su destino más probable habría sido terminar como una de sus Esposas o una nodriza ordeñada cual ganado, Furiosa es fuerte y compasiva a la vez, dispuesta a enfrentarse a un destino incierto para, llevando con ella al harén de Immortan después que ellas mismas lo pidieran, a pesar del riesgo de llevar tantas personas consigo. Al mismo tiempo, las Cinco Esposas no son heroínas de acción, pero eso no hace que carezcan de peso en la obra; se protegen entre sí (al punto que Cheedo, la más joven, jamás ha sido tocada por el mismo Joe), son analíticas de la situación y no temen ponerse en la línea de fuego. Las seis tienen bases sólidas en las que su sexo es fundamental para su construcción, a la vez que rasgos que van más allá de ello. Es por ello que muchos consideran a Furiosa como la Ellen Ripley de las nuevas generaciones.


También hay un balance notable entre los personajes masculinos, cosa de la que carece Birds of Prey. Mientras que Immortan Joe es un depravado señor de la guerra que se ha construido un culto personal explotando el fanatismo y la desesperación de los ciudadanos mientras él se pudre en vida –literal y figurativamente- rodeado de placer, y que no ve a las mujeres más que como yeguas de cría o vacas lecheras, Max deja claro al enfrentarse con Furiosa al principio que no está interesado en matar, y aunque es tosco y de pocas palabras, y es claro que preferiría irse por su cuenta a la primera oportunidad, a través de su interacción con la Imperator y las Esposas empieza a abrirse, poniendo su honor y sentido del deber por encima de su bienestar. Por otro lado está Nux, quien no es más que un pobre muchacho que busca darle un propósito a su media-vida y por ello es adoctrinado como parte de los Chicos de la Guerra de Immortan Joe, con la promesa de morir de forma “histórica”, pero en sus intentos fallidos y su captura por Furiosa y Max aprende no sólo a aceptar el valor de su propia vida, sino además a sacrificarla para proteger las vidas de aquellos que le mostraron bondad. Fuimos testigos.

Otros personajes que me encantan en particular por su papel en la historia, sin tener que volverlas pastiches de rasgos masculinos negativos, son varias de las mujeres en Kimetsu no Yaiba, de las cuales mencionaré aquí a los Pilares Shinobu Kochō y Mitsuri Kanroji. Shinobu (siguiente imagen) siempre es vista sonriendo, y es empática y amable, pero guarda en su interior una fuerte ira y no muestra compasión alguna al combatir a los demonios, sonriendo sólo por saber que esa sería la voluntad de su hermana; es además sarcástica, observadora, y sabe manipular a la gente de buena forma, identificando el modo correcto de alentar a los protagonistas a superar sus propios límites de acuerdo a sus personalidades; es la más débil en fuerza física de todos los Pilares, pero lo compensa con su increíble velocidad y artes de venenos. Por otro lado Mitsuri tiene una fuerza bruta descomunal, pero por lo mismo, su correspondiente apetito y su inusual color de cabello siempre fue rechazada por pretendientes que la consideraban extraña y lejana del ideal cultural de una dama; a pesar de estar sexualizada es de hecho bastante insegura y tierna, y aporta una buena cuota de comedia al manga; su excepcional constitución física y su fuerza de voluntad la hacen también una luchadora impresionante. Ambas son bastante femeninas, pero eso no les impide hacer parte del grupo de los nueve cazadores de demonios más fuertes de la organización. Y hay otros personajes de los que podría hablar en la historia, que ni siquiera son combatientes pero que igual tienen una buena construcción.


5) Abuso del factor nostalgia

En cierta forma, este es el principal problema detrás de muchos de los fracasos que hemos visto en tiempos recientes, ya que se enfocan en tomar sagas o historias que hacen parte de la cultura popular para “reinventarlas” y adaptarlas a tiempos modernos. Como ya comenté, esto no es inherentemente malo: el problema es que cuando se tiene un enfoque más corporativo que artístico, y no se entienden las bases de la obra que se toma o se utilizan como única fuente de inspiración, sin aportar originalidad más allá de agregar elementos progresistas sin que se ajusten de forma orgánica a la historia, pues el resultado se desmorona por su propio peso. Con o sin intenciones de representación diversa, parece que en efecto estamos dentro de una crisis de creatividad en diferentes terrenos artísticos, donde se prefiere tomar la ruta fácil de la nostalgia y no son muchos los que tienen la ambición o pasión de crear un universo nuevo.

Un ejemplo triste es el reboot de Las Chicas Superpoderosas. Si crecieron como yo con la serie original, recordarán que en principio no tenía grandes pretensiones: era el contraste de ver a tres niñas tiernas partiéndole la madre a los villanos mientras asistían al jardín. Sin embargo, en medio de su sencillez era una serie bastante osada, con personajes femeninos competentes, y aunque era un show infantil se atrevía a arriesgarse con episodios que discutieron el falso feminismo (3x10B, “Igualdad”), el machismo (4x06, “Sólo para socios”), e incluso ofrecían temáticas muy oscuras (2x12A, “Sólo un instante”). Podrá discutirse si eran mensajes que tenían cabida en una serie para menores, pero lo que no está sujeto a discusión es que Las Chicas Superpoderosas estaban bastante adelantadas a su época.


Pero como si hubieran sido paridos por la pareja de guardianes morales que en un episodio demandaron a las chicas para que dejaran de usar sus poderes como mal ejemplo, los creadores del reboot y los productores lanzaron varios golpes a la comunidad, y no es sólo que no ofrecieran una obra dirigida a los admiradores de la serie original, que no están obligados a ello: es que de plano irrespetaron la serie original y presentaron una versión diluida para niños más chicos. Evitaron llamar a las actrices de voz originales de las Chicas para el casting, y de hecho reemplazaron a casi todas las actrices de voz de los personajes femeninos, mientras que llamaron de nuevo a todos los actores; retiraron a la señorita Bellum porque supuestamente no iba de acuerdo el mensaje que querían transmitir, siendo que ella era un gran ejemplo de personaje empoderado, en especial en contraste con el Alcalde; a la Srta. Keane le desaparecieron el busto por alguna razón; y sobre todo, redujeron la violencia de la serie y la convirtieron en una bobada escolar. Todas estas acciones dejan implicaciones terribles sobre lo que consideran “poder femenino”, lo que choca mucho con tramas donde las chicas hacen caras de memes de Internet mal nombrados, bailan twerking, hicieron un polémico episodio que puede malinterpretarse como transfóbico, y además incluyen un personaje visto como auto-inserción de uno de los escritores de la serie para que Bombón se fije en él, lo que para algunos genera implicaciones aún peores. ¿A qué público demográfico estaban apuntando en realidad?

Terminator: Destino oculto también sufrió por querer apelar demasiado a la nostalgia, convirtiéndose en una secuela directa de las películas de James Cameron, pero desechando de mala manera la historia que se había construido en ellas por apelar al poder femenino sin afianzar bien el lugar de esos personajes en el argumento, y encima replicando la misma fórmula. Si vemos Terminator 2, hay una interacción emocional importante entre John y el Exterminador del futuro: una entidad artificial, diseñada para ejecutar humanos, pero reprogramada para proteger a un chico que jamás tuvo una figura paterna. Lo vemos formar un vínculo afectivo con el ciborg, y la misma Sarah reflexiona para sus adentros que el Exterminador, una máquina que originalmente había tratado de matarla a ella, es lo más cercano a un padre perfecto que podría tener su hijo; es por eso que se puede sentir el dolor de John cuando trata de ordenarle que no se vaya.

En Destino oculto Grace sí que tiene un vínculo con la Dani del futuro, un tanto similar a la relación que nos presentan entre Kyle Reese y John en Genisys, y es la razón por la que es enviada a protegerla al pasado, pero no se forma una interacción emocional con el espectador. Grace sólo es fuerte y ya, está puesta para escenas de acción y verse ruda -¿era necesario partir una mosca en el aire para demostrar sus modificaciones, teniendo heridas abiertas que las revelaban?-, pero no se relaciona bien con la Dani de la película, quien está mal construida de por sí; aparte su interacción con Sarah, un personaje icónico y amado de la franquicia, es hostil durante buena parte de la película, lo que es natural (pues no la conoce), pero se siente como otro golpe a la historia original y a los fanáticos de la saga, por lo que tampoco se sabe al final a qué público estaban apuntando en taquilla. Grace replica de forma parcial el papel de Kyle en Terminator, y falla en el nicho del protector de la secuela, aun cuando se molestaron en replicar en esencia toda la trama de Terminator 2. Es que no hay comparación.

¿Estamos conscientes de que prácticamente mató al hermano de Dani por ponerse a jugar con varillas?

Es por eso que las historias desarrolladas con inspiración propia merecen reconocimiento. Ese es el mérito de, por ejemplo, Pantera Negra. La trama de la película no es muy original, el personaje es bastante antiguo y no es ni de lejos el primer superhéroe negro protagonizando un filme, pero es la primera película con uno que toma esa condición para darle una perspectiva propia a su historia en el contexto social contemporáneo. Los creadores de la película le echaron amor a su trabajo para construir una civilización afrofuturista que conservara al mismo tiempo una serie de tradiciones propias, y se nota mucho: el soundtrack está lleno de influencias de música tribal africana; el diseño de vestuario guarda simbolismos de diferentes animales de África, así como inspiración de tribus como los masái, los tuareg, los dogones y los himba. Además se ocuparon de narrar cómo una vida de discriminación y desigualdad social, con la complicidad indirecta del aislacionismo de Wakanda ante el sufrimiento histórico de sus propios vecinos, forjó la guerra personal de Killmonger contra el mundo, llevando al protagonista a comprender que su nación tiene un papel que cumplir en la transformación social, y que han estado demasiado tiempo ajenos al resto del planeta. Pantera Negra demostró que los grandes estudios pueden apostarle a protagonistas fuera de los cánones regulares del cine de superhéroes y hacer grandes historias con ellos.


Otro trabajo artístico que no tuvo miedo de crear una historia bellísima y original, fluyendo poco a poco sin inserciones forzadas de su mensaje, es Steven Universe. Rebecca Sugar construyó un universo muy personal, con una riqueza de personajes y situaciones, y con grandiosos mensajes y metáforas sobre la sexualidad, la identidad de género, las relaciones afectivas sanas y los conflictos interpersonales, pero todo abordado desde inicios sutiles hasta marcos narrativos complejos. La serie animada no nos suelta de golpe en qué consiste la sociedad de las Gemas, ni lo que significa el que Steven tenga la misma gema de su madre Rose, ni cómo eso representó un cambio de paradigmas para una especie estrictamente “unisexual”, con un rígido sistema de castas y que además rechaza cualquier fusión entre Gemas de diferentes clases, sino que a lo largo de sus temporadas,Steven Universe nos va presentando todas estas revelaciones e inquietudes, dejando que la narrativa transcurra de forma natural: no tiene que forzar mensajes mal planteados, como Birds of Prey, o exagerar de forma torpe las cualidades de los personajes representativos, como en la Nueva Trilogía de Star Wars o Destino oculto, sino que confía en su propio ritmo y construcción de personajes.


Caray, ¡es que hasta tiene más mérito que un director más bien normal como Zack Snyder se arriesgara a contar la historia de Sucker Punch! No es broma; no me maten. Hay que reconocer que los problemas de ritmo que suele tener Snyder al contar sus historias, sus vicios personales con el slow motion y los filtros de imagen, y el abusivo fanservice en acción y vestuario hicieron casi imposible que transmitiera lo que quería contar (en sus palabras, es más bien una sátira dramática de la explotación femenina), pero es injusto decir que la película es sólo una excusa para la cosificación de la mujer. Hay una narrativa interesante en torno al escapismo interno ante una dura situación de la realidad a través de diferentes niveles mentales, así como de reflejar esa fortaleza ideal interna al mundo real; muestra el tema de la explotación y el abuso de poder a través de personajes como el padre de Baby Doll y Blue; y juega con la paleta de colores para marcar un contraste entre el mundo real y los reinos mentales; de hecho, llegué hasta la película por recomendación de una amiga que me señaló algunos de esos detalles, y si hay algo en lo que destaca Snyder es que sus películas suelen tener una gran carga simbólica, al punto que algunas hay que verlas más de una vez para captar varias cosas (por desgracia ese podría ser considerado otro de sus defectos narrativos). Si vemos además los detrás de cámaras, nos damos cuenta que el reparto estaba muy comprometido con el proyecto, y las actrices más que nadie. Sucker Punch no es una gran película ni mucho menos, pero era más osada y a la vez menos pretenciosa a nivel de historia que lo que gente como Abrams ha hecho con el legado de sagas de ficción.

Conclusiones

Ufff… No pensé que me extendería tanto con este análisis. Supongo que más de uno pensará: “Man, pero son personajes de ficción. ¿Por qué te angustias criticándolos tanto?”. Bueno, porque para bien o mal la mayoría de estos trabajos serán referentes históricos no sólo a nivel de la cultura popular, sino también como referentes e inspiración para las actuales y próximas generaciones. Vale la pena, entonces, sentarnos a reflexionar si muchos de esos referentes en verdad son tan buenos como se suelen vender, y el por qué algunos de ellos fracasan al terminar transmitiendo mensajes más bien contraproducentes a la intención genuina en nuestra generación de normalizar la diversidad y la inclusión.

Algo necesitan entender las empresas cinematográficas y los creadores de contenido visual, sea en la arista que sea: no tienes que sentirte obligado a crear una mayor representación, sea con tus personajes principales o secundarios, o las historias que construyes. Lo que sí necesitas es estar consciente de que los tiempos van cambiando y las sociedades evolucionan, por lo cual las obras de ficción necesitan responder y reflejar los cambios que se están presentando para las nuevas generaciones, resaltando los logros positivos y cuestionando los extremismos. Por lo tanto, si quieres entrar en tono con estos cambios, que sea por una motivación genuina de desarrollar historias más pluralistas, no simplemente adornar tu trabajo con personajes diversos sin sustancia para llenar una cuota de diversidad con fines de mercadotecnia.

Pero mientras tanto, la organización tras los premios de la Academia decidió crear un grupo especial para desarrollar guías con estándares de representación e inclusión para las películas que a futuro aspiren ganar un Óscar. Una decisión hipócrita por parte de una organización con criterios de por sí poco objetivos, que más bien podría generar a futuro una avalancha de trabajos mediocres que presenten una falsa inclusión, con personajes de diferentes minorías llenando guiones sin cumplir un gran propósito más allá de sus fantasías monetarias, apostando más por el estilo que pida la Academia que por el contenido narrativo de sus obras. Así nos va.

Por cierto, sé que me habré saltado muchas obras que caen dentro de los problemas que menciono aquí, así como muchas otras que cumplen con su mensaje de diversidad e inclusión a nivel artístico. Cuéntenme en los comentarios cuáles vienen a su cabeza, y podría en un futuro explorar de nuevo este tema, pero desde la arista positiva: cómo hacerlo bien. Saludos.

P.D. Mi amigo David Osorio publicó una dura crítica contra el autoritarismo “moral” y la guerra cultural que siguen infectando las causas progresistas, reflejado en diferentes sucesos que han ocurrido los últimos días como ataques a estatuas de figuras históricas, acusaciones de apropiación cultural y nuevas críticas a J.K. Rowling por mencionar la realidad material del sexo biológico. Muy recomendada.

Comentarios

  1. Qué gran artículo Martín. Este tema no es fácil de tratar, y creo que haces un gran trabajo al discernir entre los motivos por los cuáles la inclusión corporativa suele fracasar.

    Aunque no conozco la mayoría de las obras mencionadas (o las vi por entretenimiento), sí estoy familiarizado con Star Wars, y aunque esta última trilogía fue una decepción, discrepo parcialmente sobre las causas de esto.

    Hasta donde tengo entendido, Abrams había escrito o al menos esbozado la trilogía, y lo que Johnson debía hacer era dirigir; aunque este se tomó libertades de escritor y cambió el libreto de maneras que afectaron la historia, por lo que Abrams tuvo que ser llamado para que hiciera control de daños. Aunque el daño ya estaba hecho.

    Desde el punto de vista argumental, Episodio VII es peor que La Amenaza Fantasma, porque esta no tenía una precuela, mientras que la película de Johnson desconoce arcos que se venían desarrollando, se saca arcos de la manga que no tienen pies ni cabeza y está muy mal armada.

    Por poner un par de ejemplos: el personaje de Finn estaba en un camino del héroe en el que lógicamente culminaría con su derrota de Capitana Phasma. Esto normalmente ocurre en etapas (el primer encuentro, donde el villano gana muy fácil; el segundo, en el que el villano vuelve a vencer aunque el protagonista le dio pelea; y el último, en el que el protagonista ha superado al villano). Es un desarrollo de personaje clásico, que Johnson echó a perder, saltándose los pasos intermedios. Otro tanto hizo con Snoke, quien se antojaba con un villano digno de Rey, y que quedó reducido a una historia que luego contaría Palpatine por medio minuto. Otro tanto va para la acción de la Almirante Holdo, al destrozar la nave de la Nueva Orden mientras saltaba al hiperespacio. En las siete entregas anteriores (y en el Universo Extendido), el salto al hiperespacio era inmediato, y eso de romper otras naves durante el salto destruye el concepto, y este pierde consistencia interna dentro del Universo Star Wars. Hay más, pero se me iba la vida en las críticas que tengo a Episodio VIII. Creo que es un tanto injusto juzgar Episodio IX (mala como fue) sin tener en cuenta que Abrams fue llamado a hacer control de daños y a reconciliar una película que se sale completamente de lo que se tenía previsto con su versión de Episodio IX original.

    Visto así, no sé qué tanto se pueda afirmar que la intención de Disney fue complacer a progres y fachas por igual. (Por cierto, la acusación de facha a los fans de Star Wars está bastante extendida, pero yo no he visto nada que la sustente: supongo que, como toda obra, tendrá fachas entre sus fans, pero eso de que estos estén sobrerrepresentados en la saga de Lucas me parece bastante sospechoso.)

    Por cierto, creo que fuiste muy bondadoso con Capitana Marvel. Esa (sacar la cinta un mes antes de Endgame) fue una jugada sucia de Disney para incrementar sus ganancias en taquilla.

    Creo que aciertas en tus críticas sobre el mal desarrollo del personaje y cómo desentona con el UCM. (Por cierto, como nota curiosa, la actriz es una racista de miedo.)

    ¡Un saludo!

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    1. Hola, David, gracias por tus comentarios. De los detalles que comentas, debo mencionar:

      Es cierto que Abrams tenía definida una línea histórica para la Nueva Trilogía, y que Johnson decidió aprovechar sus libertades creativas. También, que hay muchas cosas que Johnson no ejecutó bien (el veloz desarrollo del poder de Rey, por ejemplo) y no supo armar. Pero ahí está el punto: si desde el principio tienes planteada una historia, luego no le des libertades creativas a tus directores. Si Disney quería sólo un director y no un narrador para el Episodio VIII, debieron dejárselo claro a Johnson. Y si ya el daño estaba hecho, al menos trata de darle una coherencia interna; no vuelvas sobre los pasos recorridos que ya se desecharon, porque eso va a crear agujeros narrativos serios. Por eso es que, a título personal, el Episodio IX es en el mejor de los casos el peor llevado de estas secuelas.

      Lo de Finn Vs. Phasma podría tener sentido si en el Episodio VII hubieran hecho más para destacar ese conflicto, pero la verdad es que Abrams tampoco supo ejecutar eso bien. No me duele mucho que Johnson haya desechado a la capitana, porque el mismo J.J. no se ocupó de enmarcar su supuesta relevancia; ese es en esencia el mismo problema con Snoke (el vicio narrativo de Abrams con los misterios mal ejecutados), y el por qué la idea de Kylo Ren como el villano final habría podido ser más interesante. No me pueden decir "es que él llegó a hacer control de daños", cuando la primera secuela de por sí no sabe hilar las incógnitas y no se ocupó de parchar bien entonces los otros cambios dos películas más tarde, sino que en cambio recurrió a trucos peores. Lo dicho: si Disney quería capataces y no ingenieros, debieron dejarlo muy en claro cuando le dieron la dirección a Johnson. Entiendo por eso que Los últimos Jedi sea tan divisiva e incluso muchos la consideren la peor (cuál es mejor entre el Episodio VII o el VIII, difícil decirlo), pero por lo mismo encuentro mucho más problemática El ascenso de Skywalker.

      En ese orden de ideas, creo que Abrams podría haberse ocupado de darle un mejor arco a Finn, darle alguna misión relevante para su historia, pero no dejarlo al garete sólo porque Johnson dejó de lado un "camino del héroe" que él no había sabido enmarcar. Por cierto, yo no dije que los fanáticos de Star Wars sean fachos, pero sí que hay fachos que ven las películas de Star Wars. Esos, por cierto, son de los que más atacaron Los últimos Jedi; eso no hace que sea una buena película, ni de lejos, pero por desgracia contribuyó a algunas decisiones creativas que se tomaron para el Episodio IX.

      Con la Capitana Marvel... pues sí, fue una jugada financiera por eso es que han salido dos o tres películas del UCM por año. Digamos que fui un poco blando porque, en principio, la película cumple con el propósito de entretener, dentro de los problemas que señalé, y establecer al personaje antes de Endgame. El problema es que por lo mismo queda muy por fuera de la Fase III; no puedes crear un personaje tan roto y luego ubicarlo en una batalla donde todos están muy por debajo en la escala de poder, porque eso va a afectar la narrativa, algo que el final de Naruto dejó clarísimo.

      Saludos igualmente.

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    2. Pequeño error de mi parte: los ataques de alt-right *podrían* haber contribuido a decisiones creativas con el Episodio IX, pero tal como dices no es tampoco algo oficiaL, sólo que por desgracia termina dando esa impresión. Más con Rose que con Finn: con él, quizás el problema principal sería que con su arco desechado para bien o para mal por Johnson, Abrams no supo qué hacer con el personaje. Pero sí, es difícil saber qué tanto influyeron esos ataques.

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  2. Ya se me iba extendiendo el otro comentario, y este es un poco diferente. Invitas a comentar casos de inclusión corporativa y yo traigo algunos.

    Primero, un momento de empoderamiento femenino en Infinity War, cuando Proxima Midnight amenaza a Scarlet Witch de que morirá sola, y Viuda Negra le dice que ella no está sola, y la muestran a ella y a Okoye; y es una pelea entre ellas. Aunque a muchos les disgustó esta escena, a mí me pareció plausible dentro de la película, y bien lograda.

    Un segundo caso, conectado con este, fue la escena de Endgame en donde muestran a casi todas las heroínas vivas en la batalla final (faltó Maria Hill, así como también extrañé a Nick Fury en esa batalla; y hasta ahora no he encontrado la explicación para que Strange no los hubiera transportado a luchar contra Thanos pero sí aparecieran luego en el funeral de Tony Stark. En fin, estoy divagando). Aunque no es completamente implausible, esa escena sí se sintió mucho más forzada.

    Un tercer caso fue el de Ocean's Eight, la recreación de Ocean's Eleven pero con un casting completamente femenino. Cuando hacen estas cosas asumo que tienen un guión malo, porque me parece que eso de cambiarle este rasgo aquí o allá es más señalización de virtud que ganas de hacer una buena película (aunque acepto evidencia en contra). No soy fan de Ghostbusters (vi la original hace muchos años y no quedé impresionado; a lo mejor era muy chico... en fin), así que tampoco me llamó la atención la de 2016. Por lo que mencionas, parece que no me perdí de mucho. De paso, el matoneo racista que le hicieron a Jones por la película es indignante.

    Creo que otro tema que da para una entrada de seguimiento (o para actualizar esta, por si quieres expandirla más :P), es el de hacer que un personaje tenga un color de piel diferente al original. Por ejemplo, lo que ocurrió con el personaje de Hermione, que para la octava entrega de la saga de Harry Potter (que es un libreto de teatro) los productores buscaron a una actriz negra. Rowling había descrito la piel de Hermione como blanca, y su aprobación de la decisión de la productora le ganó varias burlas en redes, aunque como fan de Harry Potter, yo no veo que el color de piel de Hermione sea un factor que juegue un papel decisivo en la historia.

    Un comentario similar se ha hecho sobre la sugerencia de que Idris Elba sea el próximo James Bond. En particular, esto no me molesta, porque los rasgos esenciales para el personaje de Bond son que es un hombre (hetero) británico. En mi humilde opinión, el color de piel aquí no afecta la historia para nada.

    Siguiendo con Elba, he visto que en redes (aunque no me he tomado el tiempo de investigar) dicen que Heimdall, el amigo de Thor, era el más blanco de los dioses. De nuevo, yo no veo que esto afecte la historia, y Elba es un actor de talla mundial, por lo que no veo que afecte negativamente mayor cosa que lo hayan elegido a él. (Espero que mi ignorancia en cómics no quede demasiado al descubierto.)

    ¡Que tengas una buena semana!

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    1. Tienes razón con esas dos escenas. Ahí está un ejemplo claro de una escena bien lograda a nivel narrativo (Viuda Negra, Okoye y Wanda), y otra que sólo está por fanservice moral -por decirlo de algún modo- y chequera (las Vengadoras). De Ocean's Eight, pues no puedo decir mucho porque no la vi. Y pues... Cazafantasmas es una película típica ochentera. Marcó bastante a esa generación (yo soy más posterior), pero tampoco se trata de un Picasso: por eso, en principio, la experimentación que hicieron en 2016 no era algo tan horrible, y como digo las protagonistas podrían ser pangolines y funcionar igual. Por desgracia, es casi lo único que funciona de la película.

      Las discusiones sobre Hermione y Heimdall las recuerdo, y en efecto yo he mencionado en otras ocasiones (creo que con el caso de Hellboy) que si su etnia es irrelevante para el desarrollo de la historia o el personaje, me importa poco que se experimente. De hecho, si en algo están muchos de acuerdo es que Idris Elba se tomó en serio su papel como Heimdall, al menos en la primera película de Thor (en las otras no es muy aprovechado), y eso que hablamos de películas que son más bien flojas en trama. También me parece una opción razonable para el nuevo Bond, y podrían intentar un enfoque en su condición étnica (aunque, considerando cómo suelen ejecutar ese tipo de mensajes, mejor que ni se les ocurra).

      Buena semana igualmente.

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  3. Todo cuando han forzado por caprichos y fantasías de los Woke o SJW, en cuanto venga en próximos años el declive de sus ganancias (y esto acelerado aún más por la pandemia del COVID19) hará que las grandes corporaciones, y hablo tanto las de entretenimiento como tambien noticieros y medios de comunicación, le darán la espalda a todos ellos cuando ya no funcionen. Es triste y a la vez da ternura ver a tantos creyendo que los de la tele y las compañias poderosas como Disney realmente creen y les importan sus supuestas luchas y creencias. No es así. Y cuando Disney y Warner y CNN y todos vean que traer sus mismisimos temas en pantalla acerca de Fulanito androgino que dice tener 1000 géneros, el superhéroe aliade inclusive no binario, y sandez y media, terminan reflejándose en una audiencia de bajísimo %, vamos a ver qué tanto dura su respaldo por tan "simpática" y desocupada (vaya que les sobra tiempo para tanta queja y protesta) generación.

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    1. Yo más bien creo que si ese declive se llega a dar será tanto por el ascenso de reaccionarios dentro de los consumidores como por perpetuar el manejo del "estilo" sobre la "sustancia" en películas o series con enfoque de diversidad. La industria es caprichosa, y aunque es díficil dar marcha atrás al enfoque progresista, en tanto no haya un compromiso por parte de las empresas más allá de la mercadotecnia en esos productos, estarán saboteando su propio alcance de audiencia. Están en el plan de la serpiente comiéndose su propia cola.

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