¿Por qué la “inclusión corporativa” suele fracasar?
Advertencia: esta entrada
contiene spoilers de un gran número
de obras de cultura popular, en especial de muchas de la última década, así que
me resulta difícil enumerarlas todas en este prefacio. Si desea leer la entrada
de todos modos, lo hace bajo su propio riesgo.
En
estos días de cuarentena he estado viendo muchos análisis de películas y series
de anime/manga. Hay canales buenos con análisis muy buenos, algunos con
análisis no tan objetivos, pero en general te permite tener una perspectiva muy
importante no sólo de la calidad de diferentes trabajos de ficción, sino que
también ayuda a formarte un ojo más crítico en cuanto a las falencias de muchas
obras. ¡Y vaya que hay muchos productos populares con problemas garrafales! Y
bueno, los lectores habituales saben también que igual soy un friki.
Con
respecto a esto, y en un pequeño hilo que hizo una youtuber en Twitter, a quien
ya me referiré en un momento, reflexionamos un poco sobre los clásicos comentarios
de macho reaccionario o fanático a muerte cuando hay una opinión, y en especial
femenina, sobre los problemas de algunos trabajos con respecto a la inclusión o
desarrollo de personajes femeninos o que hacen parte de alguna minoría
oprimida, haciendo especial énfasis en la industria del manga y el anime, pues
en primer lugar ella analiza sobre todo trabajos de este arte, y segundo porque
no es ningún secreto que Japón es un país muy machista y la industria, sobre
todo la demografía shōnen (hombres adolescentes), es
un vivo reflejo de su cultura conservadora.
Como
sea, el comentario analizado decía en resumen que la “queja” de la youtuber era
porque el “hembrismo actual” aún no ha podido deformar el anime (hembrismo no,
pero nadie negará que las películas de Studio Ghibli cuentan con poderosos íconos
femeninos), que por suerte es una forma de arte que no ha podido ser
politizada todavía (¡Ja! ¿De verdad creerá que series como Rurouni Kenshin o Death Note
no hacían comentarios políticos?), y que ejemplos recientes como la Nueva
Trilogía de Star Wars y Birds of Prey deberían demostrar que a
la mayoría de los fanáticos no le gustan los cambios “progres”. Esto, como “respuesta”
a un análisis sobre el mal uso de los personajes
femeninos de Boku no Hero Academia,
un manga que inició bastante fuerte pero que ha decaído con el paso de los años
(y esto lo puedo confirmar, siendo seguidor del trabajo) por no saber
aprovechar muchos de sus personajes secundarios (las femeninas son peor
llevadas), redundar con arcos de poco peso narrativo en la historia y
contravenir muchas veces sus propios mensajes. En fin, si hay algo en que
concordamos en el hilo es que en efecto la onda pseudoinclusiva en trabajos de
ficción de Occidente ha tenido en su mayoría sendos fracasos en taquilla y/o
crítica.
El que diga que no hay progresismo en películas como La princesa Mononoke o El viaje de Chihiro es que nunca prestó atención a los personajes.
Sí,
eso es una certeza. ¿Pero por qué ocurre así? ¿De verdad es por un efecto
reaccionario de los aficionados al progresismo en general? ¿No será más bien
que el feminismo corporativo y la falsa inclusión en los trabajos de Hollywood
y otros campos de industria audiovisual fracasan por fallas inherentes en su
propio enfoque? ¿Que esto pasa porque la incompetencia de los guionistas o el
estorbo de los productores no dan una buena construcción de personajes o el
desarrollo de un guion sólido que les permita destacar?
Antes
de continuar, aclararé que el enfoque de esta entrada va ser mayor hacia los
trabajos actuales de “empoderamiento femenino” en la ficción por ser los que
más se producen; son pocos los que se atreven a trabajar con personajes LGBTI o
que abordan temáticas raciales o psicológicas de forma protagónica, menos sin
caer en estereotipos o clichés. Así que para empezar quiero ofrecer un par de
perspectivas sobre cómo se debe construir un personaje femenino, pero que
pueden extrapolarse a cualquier personaje de alguna minoría étnica o sexual.
Esto lo haré a través de los videos de dos youtubers de la comunidad de manga y
anime en español, Guibel Reviews
y Marina
Golondrina (la youtuber a la cual me refería), recomendando de paso
sus canales para los que gusten un poco de cultura popular y este tipo de cosas
friki.
Comparando los
pocos personajes femeninos destacables de Naruto
–un gran shōnen, pero tristemente célebre en la comunidad por su nefasto
arco final, el evidente sesgo sexista y la idealización del clan Uchiha- con
los de otras series en la industria, Guille señala que el problema de su autor, Masashi Kishimoto (quien ha admitido en entrevistas
que no se le da bien escribir mujeres), radica no sólo en el machismo
paternalista de su cultura, sino también en que se empeña en crear personajes
femeninos sin ocuparse primero de crear
personajes: una forma mejor de hacerlo sería idear el personaje, darle las
bases y la construcción necesarias para que funcione en la historia, y luego
dotarlo de un sexo, poniendo como ejemplo a la abuela Chiyo. Por su
parte, Marina toma una ruta un poco distinta, planteando que un buen
personaje femenino debe ser construido de forma tal que su sexo sea relevante dentro de su construcción y bases, pero no necesariamente determinante para su
papel en la historia, usando como ejemplo a Katara de Avatar: la leyenda de Aang, en especial por su choque cultural con el
chovinismo del maestro Pakku, de la Tribu Agua del Norte. Y tal como le señalé
a Marina en Twitter, tanto ella como Guille tienen razón en sus enfoques.
Teniendo
en cuenta este previo análisis, e ignorando el purismo y sexismo que sí que
está presente en la esfera de frikis, otakus y otros consumidores de cultura
popular (no olvidemos el brutal acoso en redes que sufrieron Leslie Jones
y Kelly
Marie Tran por sus papeles en Cazafantasmas
y Los Últimos Jedi, respectivamente)
que pueden afectar la taquilla o rating, podemos identificar los que, en mi opinión, son los problemas
principales tras el fracaso de la inclusión corporativa en cine y televisión: 1): la simple intención de llenar una
“cuota de diversidad”; 2): una pobre
construcción o desarrollo de protagonistas; 3): la ausencia de un guion sólido que los complemente; 4): invertir o exagerar los factores
más negativos de los estereotipos en roles de género; y 5): el abuso del factor nostalgia. No todos los factores se
presentan en una misma obra, y algunos están correlacionados entre sí, siendo
el 2) un extremo del 1) cuando los personajes son los protagonistas. Ya lo irán
comprendiendo con los ejemplos que usaré a lo largo del análisis, que por
cierto es bastante extenso.
Debo
dejar claro, por supuesto, que yo no tengo problemas con la gente que disfruta
los trabajos que voy a usar como ejemplo en este análisis. Si a ti te gustó El ascenso de Skywalker o la última
película de Terminator, está muy bien.
No estoy ofreciendo verdades absolutas, ni espero que todos estén de acuerdo
conmigo. Pero si llegaste a esta entrada, permíteme tratar de explicarte en los
próximos minutos por qué considero que son obras fílmicas que contienen
ejemplos de los problemas por los cuales la “diversidad de Hollywood” conduce a
menudo a fracasos.
1) Los personajes como “cuota de
diversidad”
Entendamos
algo: no está mal buscar una mayor riqueza étnica, sexual o religiosa en obras
de ficción. La cultura popular es reflejo de la generación y sociedad de su
época, y por lo tanto es natural y deseable que los
productos artísticos actuales busquen reflejar un reparto de personajes más
diverso. Como describió Maik Civeira en
su análisis sobre el remake de Cazafantasmas, la
experimentación en obras artísticas corresponde a las inquietudes e intereses del
momento histórico, y no siempre tiene que ser considerado como mera “corrección
política”, ni un ataque a “polos opuestos” dentro de la sociedad. El problema
real de esto es que se nota muchísimo cuando
los autores o empresas no están experimentando, sino que colocan a un personaje
“diferente” tan sólo por llenar una especie de cuota de diversidad, creyendo que
sólo el color de su piel, su sexo o su orientación bastan para atraer o
contentar al público y dar la impresión de inclusión, pero sin darle una
relevancia seria dentro de la historia.
Volvamos a Naruto para observar esto. Siendo de la
demografía shōnen llama la atención por
tener un elenco con numerosos personajes femeninos, pero con excepción de Chiyo
(y en menor medida Tsunade) ninguna de ellas destacó mucho en la historia o
mostró un desarrollo constante y sólido, lo que resalta como un grano en la
cara cuando te das cuenta que se supone que una
mujer hace parte de los protagonistas principales; Kishimoto acertó mucho
construyendo personajes y el universo de su manga, pero no fue capaz de
desarrollarlos de forma coherente ni de mantener la solidez de su historia.
Vamos, que el 70% de la caracterización de Karin es tener a alguien en la obra hablando
de lo rico que está el imbécil de Sasuke, y Tenten podría ser reemplazada por
una cauchera sin que eso afecte su microscópico nicho en la historia. Y ni
hablemos de las “waifus” de Naruto y Sasuke, que es como tratar de hacerse una
apendicetomía con un cortaúñas.
Si
nos fijamos en obras dentro de nuestro entorno cultural, ¿recuerdan el reboot de Hellboy? ¿Se acuerdan que en
una entrada medio en broma/medio en serio sobre los pelirrojos
mencioné que el verdadero problema con los cambios en el personaje de Alice
Monaghan sería que no representaran algo importante para el personaje a nivel
de trama? Pues en efecto la película fue un rotundo fracaso comercial y crítico, no pudiendo ni rescatar su
propio presupuesto, y fue justo por una mala trama, el tono discordante y el mal
uso de muchos personajes, incluyendo al mismo Hellboy (aunque la actuación de
David Harbour fue uno de sus escasos aciertos, no salvó la mala caracterización
del personaje). Alice fue uno de esos personajes, y como sospechaba su
ascendencia ni sirvió ni estorbó: salvo su presencia en la historia de Gruagach
(una vaga adaptación del one-shot El cadáver, donde ambos participan con
Hellboy) y un corto papel como parlante glorificado en la batalla final, no
destacó de forma relevante en la historia. ¡Le dieron poderes interesantes que
el personaje original no tenía y no
supieron aprovecharlos para la trama, por Tiamat!
Un
ejemplo más grosero de esto es Finn, el Stormtrooper desertor de la Primera
Orden interpretado por John Boyega en la Nueva Trilogía de Star Wars. Aquí me
puedo estar metiendo en terreno pantanoso, dado que el personaje fue atacado
por neonazis y alt-rights que
gritaron “¡Genocidio blanco!” apenas salió el primer tráiler del Episodio VII;
además, siendo justos, el personaje tiene un gran papel en ella, y no estuvo
mal en Los últimos Jedi, aunque
tampoco hace gran cosa en esta última. Pero su presencia en El ascenso de Skywalker es penosa e irrelevante para la trama, más
allá de sugerir que podría ser sensible a la Fuerza, algo que sólo fue
confirmado en entrevistas y no en la
película misma. Podrían haber reemplazado al personaje por cualquier otro
miembro de la Resistencia, ¡porque la verdad es que fue desperdiciadísimo! ¿Qué
pasó con la perspectiva que podía ofrecer un miembro rebelde del grupo de
villanos, que se cuestionaba sus acciones y las de su bando, pero que tampoco
estaba muy dispuesto a jugarse el pellejo para defender la causa de la
Resistencia? ¿Cómo llegó a oponerse a ese adoctrinamiento? ¿No tenía conflictos
por enfrentar a sus antiguos compañeros? Si le iban a quitar protagonismo, al
menos denle una línea argumental más relevante, algo que le dé un buen cierre a
su desarrollo.
Peor
aún: J.J. Abrams se saca de la manga una ex Stormtrooper, Jannah, líder de
otros desertores, que tampoco hace nada relevante para la historia (fuera de guiños
a ser hija de Lando Calrissian), y que podría haber sido conectada con la
historia de Finn, algo así como que su deserción inspiró a otros soldados de la
Primera Orden, pero es reducida a un posible interés amoroso para él, lo cual
para colmo deja unas implicaciones terribles contra las relaciones
interraciales. No es que el color de piel de Finn deba ser de especial
relevancia para el argumento, pero es insultante que el personaje que pone a
marchar la historia de la Nueva Trilogía terminara quedando como una especie de
comodín que pareciera buscar contentar a progresistas de cartón y a criptofachos interneteros
por igual, como si Disney dijera: “¡Hey, miren! Seguimos teniendo un personaje
negro importante, pero para no alejar a los fanáticos radicales de Star Wars reduciremos su presencia en
pantalla”. Y eso que aún no hablo de Rose Tico y sus 76 segundos en pantalla…
Es
que es más honesta la presencia de Becky, la hija sorda de un clon de Alice en Resident Evil: Retribution. Primer
golpe. Sí, las películas de esta franquicia son malas en trama y peores en
coherencia argumental, y caen en tantos absurdos que un
crítico de cine corre el riesgo de sufrir una isquemia cerebral tratando de
analizar la hexalogía de forma seguida, pero de acuerdo
con el sitio Internet Movie Database (IMDb), el personaje de Becky
no iba a tener problemas auditivos, sino que fue reescrito por la actuación en
el casting de Aryana Engineer, quien tiene sordera parcial en la vida real. Una
lástima que como otros personajes de la saga, fuera enviada al carajo y sin
explicación en la entrega final, y tampoco es como que su condición fuera
indispensable para la trama, pero en un todo es una inclusión más real que la
situación de Finn o Alice Monaghan, actuando además como una especie de
homenaje (rayando en copia por momentos, en especial la infame escena del
Licker gigante) de la interacción entre Ripley y Newt en Aliens: el regreso.
2) Pobre construcción/desarrollo de
protagonistas
Uno
pensaría que si empresas como Disney o Warner no se esfuerzan en dar mayor
importancia a personajes menores de grupos sociales poco representados o
destacados en la ficción, por lo menos tratarían de poner toda la carne en el
asador cuando se trata de protagonistas. No: a menudo prefieren irse por el
camino fácil, armando fundamentos básicos para estos personajes, o dándoles un
desarrollo que no encaja de forma orgánica con la historia o con su construcción
original.
Uno
de los ejemplos más egregios en tiempos recientes es Birds of Prey. Tal como pasó con Escuadrón Suicida, Margot Robbie ofreció una buena interpretación
de nuevo como Harley Quinn, y ayuda a darle un desarrollo a su personaje más
allá de su relación con el Guasón, pero aunque es entretenida La fantabulosa emancipación no destaca
por una construcción brillante de los otros miembros del grupo femenino. Canario
Negro no inspira mucha simpatía; Renée Montoya es un pobre intento de víctima
del sexismo (ya desarrollaré esto en el cuarto punto); Cazadora se siente como
un personaje menor (lo que es doloroso de ver, porque me encanta el trabajo de
Mary Elizabeth Winstead); y Cassandra Cain no es más que un MacGuffin
viviente. Con excepción de Harley y Cassandra no hay una buena
cohesión entre los cinco personajes, así que poco sorprende que las otras tres
protagonistas, que se sienten a la deriva por sí solas, sean las que formen por
su cuenta las Aves de Presa mientras ellas dos toman otro rumbo. No había un
modo argumentalmente sólido de mantenerlas juntas.
Otro
personaje mal hecho es Dani Ramos, la supuesta protagonista de Terminator: Destino oculto. Ignorando la
terrible decisión de matar a John Connor (e hipócrita, considerando que James
Cameron fue muy crítico con el uso de ese mismo recurso en Alien3) al inicio y la ruptura con varios hechos
prestablecidos de las dos primeras películas, cosa natural cuando se trata de
sagas con viajes en el tiempo, la verdad es que para ser la futura líder de la
rebelión contra las máquinas de Legión, Dani se siente plana e irrelevante por
muchos momentos, en especial si la comparamos con Sarah Connor en la película
original y con John en Terminator 2.
No hay una buena interacción con Grace, su supuesta protectora, y tiene escaso
protagonismo hasta el encuentro con Carl; incluso después de esto no llega a
hacer tampoco gran cosa en la pelea final. Cierto, es la única sin habilidades
de combate en esa escena, pero por lo mismo necesitaba un mejor desarrollo en
todos los minutos anteriores que estuvo en pantalla. Sin mencionar que su mayor
“logro” antes fue llevar a Grace y Sarah con su tío para cruzar la frontera de
forma ilegal, cosa que no me decido si es realista o estereotípica.
La
Nueva Trilogía de Star Wars también
peca de esto, pero más por el desarrollo que la construcción. Aquí viene el
segundo golpe. Rey no es un mal
personaje, al menos en concepto. No es la gran figura de empoderamiento
femenino que gente como Abrams presenta en entrevistas, pero tampoco es la Mary
Sue absoluta que otros sugieren. Rey es optimista y valiente, pero también terca
y un tanto ingenua e inmadura; no es tan diferente a Luke Skywalker en la
Trilogía Original, ni siquiera por desarrollar sus talentos en una corta
cantidad de tiempo (con Luke pasó lo mismo al entrenar con Yoda, aunque es
cierto que tenía las bases que le enseñó Obi-Wan tres años antes), y si logró
superar a Kylo Ren en El despertar de la
Fuerza fue porque este había sido herido antes por Chewbacca y había tenido
una corta escaramuza con Finn, cosa que los detractores de esa pelea parecen
olvidar. Es verdad que en Los últimos
Jedi tiene un poder bruto bastante inmenso para haber despertado su conexión
con la Fuerza no mucho antes, pero por lo mismo carece de talento fino para
controlarla del todo; esto se ve reflejado cuando, después de haber resistido
en la película anterior el asalto mental de Kylo, poco puede hacer para
defenderse de Snoke.
El
problema principal con Rey es que su evolución queda mal ejecutada e integrada
por las discrepancias narrativas entre Abrams y Rian Johnson, director de Los últimos Jedi. Por mucho que el
Episodio VIII haya sido tan divisivo entre admiradores y detractores de la
Nueva Trilogía, Johnson al menos tuvo un espíritu más osado, más dispuesto a
innovar, subvertir y desechar las tramas inútiles que habían sido planteadas en
El despertar de la Fuerza por Abrams,
quien por su parte prefirió apelar a la nostalgia y seguir al pie de la letra
la Trilogía Original, sin hacer nada original e interesante más que su
condenado truco personal de plantear misterios que nunca sabe cerrar. Y es gracias a él que el personaje de Rey se
desdibuja y pierde coherencia, y por culpa de él termina bordeando el
territorio de Mary Sue: de pronto tiene la capacidad de sanar heridas incluso
graves, cuando Anakin y Darth Sidious no podían ni curarse una cortada de papel,
sin entrenamiento; se proyecta en otros lugares e incluso puede transportar
objetos de esos lugares a sus manos; y encima la hace nieta (más bien hija
genética) de Palpatine, rompiendo con el mensaje implícito de humildad que
había quedado de la película anterior cuando se entera que sus padres eran
donnadies. Por él, el conflicto con Kylo termina cerrándose con ese maldito
beso, alimentando la tóxica falacia de que “el amor lo puede todo” y el
complejo de rehabilitación de las chicas inseguras que creen que con amor pueden
convertir a cualquier gamín de barrio en su caballero ejemplar. J.J. Abrams es
un narrador consistente, pero es un
pésimo creador. Tercer golpe.
Para
plantear el mismo problema desde otro grupo, y sin tintes de acción, veamos el
caso de Atypical, una serie que me
recomendaron no hace mucho (y a la que debo dedicar un análisis propio) sobre
un chico autista llamado Sam. Desde su inicio fue bastante criticada por
apegarse a estereotipos y conceptos fallidos sobre el trastorno del espectro
autista para la construcción del personaje, algo que por otro lado es muy común
en trabajos audiovisuales, así como por la falta de representación de actores
con autismo en la serie (cosa que a mí como autista me da un poco lo mismo).
Los creadores se hicieron conscientes de estos fallos, y desde la segunda
temporada empezaron a trabajar mejor en el desarrollo de Sam, así como incluir
actores con TEA; el problema es que invirtieron de forma atroz uno que otro
rasgo del personaje, lo que choca entonces con su caracterización inicial sin
integrarlo de forma exitosa. Y cuando tienes en la misma escena a actores autistas
con el protagonista… Ksss… se nota
mucho la experiencia real.
Claro
que si queremos hablar de lo mal que se puede llevar una historia cuando
presentas un personaje mal construido, y al tratar de sacarlo de ahí lo
empeoras todo, tengo que volver a Japón y mencionar a Ann de Samurai 8, el titánico fracaso de Kishimoto. No bastaron más que una decena de
capítulos (el manga no llegó ni a los 45 antes de ser cancelado) para que los
fanáticos notaran en que la historia de Hachimaru se decantaban todos los errores que cometió el autor
de Naruto en su anterior manga, pero
sin un protagonista
carismático, y usar a Ann como “un power-up
con patas” sin caracterización más allá de ser una típica Yamato Nadeshiko (personificación
paternalista de la mujer ideal en la cultura japonesa) que ora para darle
fuerza a Hachimaru y realiza las labores de la casa fue un retrato vivo del
machismo de Kishimoto. El autor pareció darse cuenta de esto, y luego de apresurarse
a terminar a las carreras su obra por la cancelación, en su número final
convierte a Ann en una samurái, lo cual iba en contravía con los conceptos
prestablecidos con bastante detalle
al inicio de la obra (una de las críticas recurrentes a Samurai 8 fue su excesivo info-dump) y con
la caracterización misma de Ann, quien jamás dudó de su papel como princesa. Es
que intentando aclarar, Kishimoto oscureció. Parece mentira que un trabajo tan
malo haya salido de la pluma del mismo mangaka que construyó el universo
shinobi de Naruto.
¿Saben
qué personaje inclusivo tiene un desarrollo sólido y natural? La teniente Ellen
Ripley, protagonista de la saga original de Alien.
Sé que es un poco cliché y hasta injusto compararla con los personajes
mencionados, además que su primera aparición fue en 1979, pero es que Ripley es
el arquetipo de la heroína en la ficción moderna, cambiando los roles de género
presentes en la ciencia ficción y el terror en el cine de la época de forma
fluida. Es una mujer inteligente, compasiva y determinada; no es sexualizada de
forma descarada como muchas otras heroínas -y ojo, no es que una protagonista
no pueda ser atractiva o tener ciertos rasgos sexualizados; el problema es cuando
la sexualización se come su construcción-, ni tiene que ser despojada de su
feminidad para asumir el papel de heroína de acción –tampoco significa que la
feminidad o maternidad sean necesarias en una protagonista-. Es capaz de
medirse con la reina Xenomorfo para proteger a una huérfana que apenas acaba de
conocer, exponiendo incluso su propia vida. Y si bien la tercera y cuarta parte
de la saga fueron muy inferiores, Ripley aún destaca mucho en la peor de esas
películas, Alien3,
llegando a sacrificarse para impedir que una compañía corrupta exponga a otros
al sufrimiento que ella tuvo que vivir. La actuación de Sigourney Weaver en la
tetralogía es impecable, y no es de sorprender que siempre esté en los primeros
lugares como la mejor heroína de ficción.
Otra
protagonista que destaca por su esencia y desarrollo es Hermione Granger en Harry Potter. Una maga talentosa a pesar
del estigma social de ser hija de muggles, Hermione posee una mente lógica, un
conocimiento enciclopédico de hechizos y encantamientos y una gran astucia; es
compasiva y muy leal a sus amigos, pero también muy insegura, como cualquier
joven de su edad. No sería exagerado decir que Harry y Ron no habrían logrado
ni la mitad de sus objetivos a lo largo de los siete libros de no haber contado
con su ayuda, pues la impulsividad del primero y el complejo de inferioridad
del segundo son falencias notables, aunque necesarias, durante su evolución en
la historia; y por lo mismo comprendo a muchos que preferirían que Hermione
fuera la protagonista de su propia saga literaria. Y aclaro: tampoco es
necesario que un personaje femenino fuerte tenga que ser mujer de acción
(piensen en Nana Osaki o Barbara Gordon durante su tiempo como Oráculo), pero sí que merece una construcción, sea en
el papel que sea.
3) Ausencia de un guion sólido que
complemente a los protagonistas
Este
es uno de los factores más tristes, pues cuando ocurre el problema no radica en
el personaje, sino en el contexto narrativo en el cual se encuentra ubicado.
Por más que un personaje tenga grandes cualidades, a menudo esto no basta para
salvar una película cuyo argumento y desarrollo están muy mal trabajados. Y
esta es otra cosa en la cual los trabajos de inclusión corporativa suelen
fallar, y muy mal.
Es
justo el problema detrás de la Nueva Trilogía de Star Wars, y el por qué Rey pasa de ser un personaje interesante,
con beneficencias de guion como todo protagonista, no nos engañemos, a una Jedi
inflada que raya en Mary Sue. La culpa viene, como dije en el apartado
anterior, de las diferencias creativas de Abrams y Johnson, así como del
centrismo financiero de Disney. Después de las críticas que recibió Los últimos Jedi por fanáticos
nostálgicos y por gente de la ultraderecha, la compañía del ratón le pidió a
Abrams que dirigiera el Episodio IX, y como el caballero no supo hacer más con
el Episodio VII que tomar toda la narrativa de la Trilogía Original y
replicarla cuadro a cuadro, sin atreverse a contar algo nuevo, decidió aplicar
lo mismo con El ascenso de Skywalker,
usando además una aplanadora para deshacer de forma retroactiva la continuidad
que Johnson había marcado con Los últimos
Jedi, y recurriendo a espectacularidades que en un todo convirtieron su
guion en un pastiche de ideas malas y peor ejecutadas que rompen con la
consistencia lineal que estas nuevas películas trataban de mantener. De paso, como
Disney se dio cuenta que personajes como Finn y Rose habían levantado
especiales críticas entre los fanáticos fachos, prefirieron hacer que Abrams
redujera el impacto narrativo del primero y aniquilara
el tiempo en pantalla de la segunda para tener a todos contentos, progresistas
y discriminadores por igual. El Episodio IX de Star Wars es por mucho la peor de la Nueva Trilogía, que para
colmo ni siquiera es una trilogía muy buena (al menos, hace evidente que no era
necesario expandir la Trilogía Original), y es el ejemplo perfecto de lo que
significa ser “inclusivo” por el bien de la chequera.
Por favor no me digan que si Abrams fuera tan malo,
sus películas no serían rentables. Tanto ustedes como yo entendemos bien que a
menudo el público consume trabajos de calidad mediocre con mucho gusto.
(Entre paréntesis: teniendo en cuenta comentarios y siendo justos, quizás la principal razón detrás de la reducción del papel de Finn en el Episodio IX, más que una reacción por los ataques de ultraderechistas, fue que Abrams no supo qué hacer con él luego de que Johnson cambiara el potencial ritmo de desarrollo que se tenía planeado desde El despertar de la Fuerza. Por desgracia eso sólo revela problemas de comunicación entre los creadores de la Nueva Trilogía, muestra dificultades de Abrams para enmendar de forma exitosa una narrativa sin generar un quiebre argumental, y el caso de Rose y Jannah sigue siendo difícil de matizar. Cierro paréntesis.)
Un
ejemplo un poco menos lesivo, en el sentido de que parte con un personaje ya
desarrollado es con Sarah Connor en Destino
oculto. La madre del futuro líder de la resistencia contra Skynet no era un
simple útero que proteger: a través del filme original la vemos reconociendo su
papel en la historia y ayudando a Kyle Reese a detener al Exterminador. La
experiencia la deja con un claro trauma, pero también con una gran
determinación y voluntad, pues en la brillante secuela John nos relata que
estuvo por años entrenándose en artes militares, tratando de que su hijo y ella
misma estuvieran listos para el posible Día del Juicio; planea su escape del
asilo mental donde estaba recluida; y tras comprender que el ciborg que vino
esta vez del futuro busca proteger a su hijo, logra enfocarse de nuevo en
protegerlo a costa incluso de su propia vida. En la reciente película vemos su
estado mental devastado tras haber perdido a John ante un Exterminador que
cumplió por fin con una misión ya fútil, y se puede palpar su dolor cuando se
encuentra con Carl, pero no termina de encajar bien con la historia: Grace
choca cabezas con ella a menudo y su pasado con el mayor Dean no es explicado,
quedando como un recurso mediocre de guion para darles alguna forma de vencer
al Rev-9. En un todo, Sarah termina bamboleando dentro de esta secuela que no
sabía si apelaba a los fanáticos de las dos películas originales o a las
audiencias de la nueva generación, más allá de que necesitaban un elenco
femenino, por lo cual tampoco sorprende su fracaso en taquilla (y que al
parecer, Linda Hamilton se haya arrepentido de haberse prestado para este fanservice nostálgico).
Cazafantasmas de 2016 es un caso extraño. Fue vilipendiada incluso
antes de salir en cines por ser percibida como una película “progre” con un
reparto femenino, que era el símbolo del “feminazismo” y la corrección política
y todas esas pendejadas, pero la verdad es que estuvo muy lejos de eso: al
contrario, la película jamás presenta un mensaje feminista directo. De hecho las
cuatro protagonistas, tal como en la fórmula descrita por Guille, están bien
construidas y funcionan en la historia de forma independiente a su sexo: los
conflictos que experimentan no ocurren por ser mujeres; y podrías convertirlas en
hombres o pangolines y trasplantarlas a la original de 1984 con éxito. El
problema es que sus personajes están ubicadas dentro de un guion con mala
comedia, muchas escenas ridículas, un CGI colorido pero chocante y un villano
básico que no inspira ni miedo ni reflexión.
De
manera similar, pero escalando entre diferentes películas, tenemos el caso de
la Capitana Marvel. Aquí viene el cuarto golpe: Capitana Marvel no es tan
buena. Los efectos especiales son impresionantes sin duda, y funciona bien
como una introducción de Carol Danvers al Universo Marvel antes de verla en Endgame, pero el personaje se siente
poco carismático y por momentos incluso antipático (cosa que se notó más en su
segunda aparición fílmica), la coreografía de algunas escenas de acción es
pobre, no se exploraron las razas Kree y Skrull, Nick Fury es convertido en un
alivio cómico que resalta aún más la insipidez de la Capitana (comprendo que
esa caracterización encantara a muchos, pero en lo personal a mí no me gustó),
y Yon-Rogg es de los peores villanos del UCM, lo cual es más chocante cuando notamos que la
Fase III entregó adversarios interesantes como Thanos y Killmonger,
mostrando que el estudio podía salir de la sombra de Loki Es un blockbuster funcional y entretenido, y
eso es todo. Fue un éxito de taquilla y crítica, es cierto, pero sin duda fue
más por hacer parte de un universo cinematográfico ya establecido que por
tener un guion brillante, motivo por el cual está como ejemplo de este factor.
Los
problemas se notan aún más cuando la vemos haciendo acto de presencia después
del Chasquido de Infinity War debido
a la construcción de su personaje, pero no porque esté mal construida, sino
porque está mal estructurada dentro
de la narrativa. Carol es demasiado poderosa para hacerla funcionar bien dentro
de Endgame porque Thanos en
comparación es mucho más débil que en los cómics, y su fuerza además es inconsistente
(molió a Hulk en una pelea, ¿y el Capi, siendo más débil por mucho, logra
contener su mano?); eso impide establecer un buen balance en la escala de poder
a la hora de ponerla en combate. Y tal como sucedió con la Bruja Escarlata y
Visión en Civil War, o Quicksilver en
X-Men: Apocalipsis y Dark Phoenix, los recursos narrativos
que usaron para que no opacara la escena son muy débiles: ponen la excusa de
haber estado alejada de la Tierra por tener que vigilar a otros mundos,
ignorando que la amenaza de Thanos es universal,
y usan el mismo argumento para no hacerla parte del equipo que viaja en el
tiempo. Ni siquiera al intervenir en la batalla final se siente una integración
funcional del personaje: destruye la nave de Thanos por sí sola, pero irónicamente
no es capaz de hacerle gran daño al Titán Loco a pesar de semejante despliegue y
diferencia de fuerzas, y encima se traga un ataque de la Gema de Poder. Se
esforzaron tanto en hacerla tan poderosa que queda muy desubicada en un
universo donde los superhéroes son mucho menos poderosos que, por ejemplo, en
DC. Es como si pusieras a Superman en la saga de Rápidos y Furiosos: ¡no encaja para nada!
Si
hay un trabajo artístico que sabe retratar el discurso de la aceptación social
y la inclusión, complementando a los personajes con un buen guion, ese sería Escandalosos. No, en serio. Basada en un
corto webcómic de David Chong, creador también de la serie animada en Cartoon
Network, Escandalosos nos cuenta la
historia de tres hermanos osos parlantes que se mudan al área de San Francisco
e intentan por todos los medios encajar con la sociedad de humanos que los
rodea, con los problemas graciosos que eso genera. Chong se inspiró en su infancia
como hijo de inmigrantes asiáticos para construir las historias de los tres
hermanos osos, así como sus personalidades y rasgos, y de esta manera usar a
los plantígrados como un reflejo de la experiencia de vivir en Estados Unidos
siendo parte de una minoría étnica; funciona tan bien que los osos podrían ser
negros, latinos, desi, coreanos, etc. Son personajes más bien sencillos pero bien construidos, y con
una línea narrativa en el show que les permite acomodarse, sin pretensiones ni
calzadores.
4) Inversión/exageración de los estereotipos
negativos en roles de género
Uno
de los peores recursos narrativos que se pueden usar cuando se quiere tratar de
hacer inclusión, en especial con mujeres protagónicas, es el de convertir a tus
personajes del sexo/etnia/condición opuestos en estereotipos negativos, sin
ofrecer matices. Eso ya es bastante grave, porque no ofrece un balance objetivo
de los temas que se quieren abordar, pero una peor forma de hacerlo es además invertir
los roles otorgando al “sexo débil” o la minoría oprimida los valores negativos
de las figuras de poder del otro extremo, como si digamos una protagonista
femenina tuviera que comportarse como un mal hombre para ser fuerte, o ya de
plano convertirlos en voceros de frases de paja.
Si
vieron Dark Phoenix, una película que
a mí me pareció muy buena si era su
objetivo el provocar risa (y eso es lo más cariñoso que puedo decir de
semejante bodrio), la escena en que Mystique discute con el Profesor por
enviarlos a misiones para salvar a gente que no son mutantes parece buscar que
desde el público estemos de acuerdo con ella, pero queda tan mal enmarcada que
no sé ni qué adjetivo regalarle. Se supone que los X-Men fueron concebidos como
una metáfora de la discriminación racial de la época en que fueron creados, y
en el clima actual, donde el fascismo ha resurgido a pasos de gigante, mostrar
que podían ser empáticos con aquellos que persiguieron a los suyos es un
mensaje que se habría agradecido. En cambio, tenemos a Raven increpando a
Charles por disfrutar de relaciones diplomáticas con el Presidente y poner a
jóvenes en la línea de fuego (cof, “Ya no
son niños. No son estudiantes”, cof) para salvar a humanos, como si no
bastara Magneto para ilustrar las ideas segregacionistas de la Nación del Islam y
Malcolm X, mientras que él jamás había puesto en riesgo su vida (¿vimos las
mismas películas?). Ah, y la frase gratuita de “X-Women”, olvidando que
Nightcrawler y Cíclope arriesgaron sus vidas en la misión para salvar a los
astronautas y a su mismo equipo, es forzadísima y torpe.
Birds of Prey lleva esto a la enésima potencia, al punto que forma
un espantapájaros más grande que el hombre de mimbre en que ardió el sargento
Howie: todos los personajes
masculinos notables son oportunistas o criminales, y en el peor de los casos
misóginos de paja; si acaso, los únicos con cualidades positivas son el tirador
que cuidó a Cazadora y el tipo de los sánduches (que, considerando la atmósfera
del filme, capaz y tortura gatitos para hacerlos parte de la receta). Los comentarios
de Harley sobre ser el cerebro de los planes del Guasón, la canción de Dinah en
el bar de Roman Sionis, la escena de la pobre mujer humillada por Roman en el
bar… tratan de darle un aire de feminismo y empoderamiento a la película que se
siente poco natural, y eso sin hablar de Renée Montoya. Es comprensible que se
sienta frustrada por haber perdido el reconocimiento de un caso, pero cuando
tiene otro en sus manos se torna impulsiva, no se preocupa de formar bien el caso, espera que Dinah reemplace a su antiguo informante en el grupo de Sionis
como si nada, hace que su ex novia robe
evidencia para respaldar sus acusaciones -por cierto, la homosexualidad de
Renée fue un arco importante en el cómic Gotham
Central, que aquí podrían haber explorado para darle una mejor construcción
al personaje, pero no pasa de una alusión en flashback-, miente a sus superiores… Hombre o mujer, esas son
actitudes estúpidas y deplorables a nivel tanto personal como profesional. Quinto
golpe. ¿Alguien se sorprende de que su jefe tomara la realista decisión de
suspenderla del caso? Si de verdad querían hacer ver la relación de Renée con
su jefe como un retrato del sexismo en la fuerza pública, les salió pésimo.
Eso sí, dio una buena pelea al final a pesar de estar
más borracha que gusano en tequila.
Voy
a pecar otra vez tomando íconos de hace décadas, pero no hizo falta que Ellen
Ripley y Sarah Connor menospreciaran al otro sexo para resaltar como
protagonistas fuertes. Claro, Sarah sí ofrece un comentario al respecto cuando
habla de lo que es la verdadera creatividad, pero recordemos que ha pasado años
encerrada en un asilo mental, vigilada por un psiquiatra que veía sus supuestos
delirios como una fuente de prestigio en su profesión, y teniendo en cuenta que
un guardia la lame cuando estaba supuestamente catatónica, las implicaciones
sobre su integridad mientras estaba sedada son perturbadoras. Pero tanto en la
saga de Alien como en la de Terminator (más en la primera, pues Terminator siempre fue un poco más
minimalista en reparto) tenemos nuestra cuota de personajes inteligentes y
cretinos de ambos sexos; algunos con defectos un tanto exagerados, pero no
convertidos en sexistas de cartón. Ofrecían matices que varias de las películas
actuales que buscan “inclusión” olvidan o ignoran.
Usemos
un ejemplo reciente que se defiende muy bien por sí solo: Fury Road. La cuarta entrega de la legendaria saga de Mad Max
destaca en el enfoque que describía Marina sobre hacer que el sexo del
personaje sea importante para su construcción y bases, y este es el sexto golpe:
no habría sido lo mismo sin Furiosa.
Una mujer con un pasado misterioso, que logró ascender hasta convertirse en una
Imperator dentro del culto claramente misógino de Immortan Joe en la Ciudadela,
donde su destino más probable habría sido terminar como una de sus Esposas o
una nodriza ordeñada cual ganado, Furiosa es fuerte y compasiva a la vez,
dispuesta a enfrentarse a un destino incierto para, llevando con ella al harén
de Immortan después que ellas mismas lo
pidieran, a pesar del riesgo de llevar tantas personas consigo. Al mismo
tiempo, las Cinco Esposas no son heroínas de acción, pero eso no hace que
carezcan de peso en la obra; se protegen entre sí (al punto que Cheedo, la más
joven, jamás ha sido tocada por el mismo Joe), son analíticas de la situación y
no temen ponerse en la línea de fuego. Las seis tienen bases sólidas en las que
su sexo es fundamental para su construcción, a la vez que rasgos que van más
allá de ello. Es por ello que muchos consideran a Furiosa como la Ellen Ripley
de las nuevas generaciones.
También
hay un balance notable entre los personajes masculinos, cosa de la que carece Birds of Prey. Mientras que Immortan Joe
es un depravado señor de la guerra que se ha construido un culto personal
explotando el fanatismo y la desesperación de los ciudadanos mientras él se
pudre en vida –literal y figurativamente- rodeado de placer, y que no ve a las
mujeres más que como yeguas de cría o vacas lecheras, Max deja claro al
enfrentarse con Furiosa al principio que no está interesado en matar, y aunque
es tosco y de pocas palabras, y es claro que preferiría irse por su cuenta a la
primera oportunidad, a través de su interacción con la Imperator y las Esposas
empieza a abrirse, poniendo su honor y sentido del deber por encima de su
bienestar. Por otro lado está Nux, quien no es más que un pobre muchacho que
busca darle un propósito a su media-vida y por ello es adoctrinado como parte
de los Chicos de la Guerra de Immortan Joe, con la promesa de morir de forma
“histórica”, pero en sus intentos fallidos y su captura por Furiosa y Max
aprende no sólo a aceptar el valor de su propia vida, sino además a
sacrificarla para proteger las vidas de aquellos que le mostraron bondad.
Fuimos testigos.
Otros
personajes que me encantan en particular por su papel en la historia, sin tener
que volverlas pastiches de rasgos masculinos negativos, son varias de las
mujeres en Kimetsu no Yaiba, de las
cuales mencionaré aquí a los Pilares Shinobu Kochō y Mitsuri Kanroji. Shinobu (siguiente imagen) siempre es vista sonriendo, y es empática y amable, pero guarda en su interior
una fuerte ira y no muestra compasión alguna al combatir a los demonios,
sonriendo sólo por saber que esa sería la voluntad de su hermana; es además sarcástica,
observadora, y sabe manipular a la gente de buena forma, identificando el modo
correcto de alentar a los protagonistas a superar sus propios límites de acuerdo a sus personalidades; es la
más débil en fuerza física de todos los Pilares, pero lo compensa con su
increíble velocidad y artes de venenos. Por otro lado Mitsuri tiene una fuerza
bruta descomunal, pero por lo mismo, su correspondiente apetito y su inusual color de
cabello siempre fue rechazada por pretendientes que la consideraban extraña y
lejana del ideal cultural de una dama; a pesar de estar sexualizada es de hecho
bastante insegura y tierna, y aporta una buena cuota de comedia al manga; su excepcional
constitución física y su fuerza de voluntad la hacen también una luchadora
impresionante. Ambas son bastante femeninas, pero eso no les impide hacer parte
del grupo de los nueve cazadores de demonios más fuertes de la organización. Y
hay otros personajes de los que podría hablar en la historia, que ni siquiera
son combatientes pero que igual tienen una buena construcción.
5) Abuso del factor nostalgia
En
cierta forma, este es el principal problema detrás de muchos de los fracasos
que hemos visto en tiempos recientes, ya que se enfocan en tomar sagas o
historias que hacen parte de la cultura popular para “reinventarlas” y
adaptarlas a tiempos modernos. Como ya comenté, esto no es inherentemente malo:
el problema es que cuando se tiene un enfoque más corporativo que artístico, y
no se entienden las bases de la obra que se toma o se utilizan como única
fuente de inspiración, sin aportar originalidad más allá de agregar elementos
progresistas sin que se ajusten de forma orgánica a la historia, pues el
resultado se desmorona por su propio peso. Con o sin intenciones de
representación diversa, parece que en efecto estamos dentro de una crisis de
creatividad en diferentes terrenos artísticos, donde se prefiere tomar la ruta
fácil de la nostalgia y no son muchos los que tienen la ambición o pasión de
crear un universo nuevo.
Un
ejemplo triste es el reboot de Las Chicas Superpoderosas. Si crecieron
como yo con la serie original, recordarán que en principio no tenía grandes
pretensiones: era el contraste de ver a tres niñas tiernas partiéndole la madre
a los villanos mientras asistían al jardín. Sin embargo, en medio de su
sencillez era una serie bastante osada, con personajes femeninos competentes, y
aunque era un show infantil se atrevía a arriesgarse con episodios que
discutieron el falso feminismo (3x10B, “Igualdad”), el machismo (4x06, “Sólo
para socios”), e incluso ofrecían temáticas muy oscuras (2x12A, “Sólo un
instante”). Podrá discutirse si eran mensajes que tenían cabida en una serie
para menores, pero lo que no está sujeto a discusión es que Las Chicas Superpoderosas estaban
bastante adelantadas a su época.
Pero
como si hubieran sido paridos por la pareja de guardianes morales que en un
episodio demandaron a las chicas para que dejaran de usar sus poderes como mal
ejemplo, los creadores del reboot y
los productores lanzaron varios golpes a la comunidad, y no es sólo que no
ofrecieran una obra dirigida a los admiradores de la serie original, que no
están obligados a ello: es que de plano irrespetaron la serie original y presentaron
una versión diluida para niños más chicos. Evitaron llamar a las actrices de
voz originales de las Chicas para el casting, y de hecho reemplazaron a casi
todas las actrices de voz de los personajes femeninos, mientras que llamaron de
nuevo a todos los actores; retiraron
a la señorita Bellum porque supuestamente no
iba de acuerdo el mensaje que querían transmitir, siendo que ella
era un gran ejemplo de personaje empoderado, en especial en contraste con el
Alcalde; a la Srta. Keane le desaparecieron el busto por alguna razón; y sobre
todo, redujeron la violencia de la serie y la convirtieron en una bobada
escolar. Todas estas acciones dejan implicaciones terribles sobre lo que
consideran “poder femenino”, lo que choca mucho con tramas donde las chicas
hacen caras de memes de Internet mal nombrados, bailan twerking, hicieron un polémico episodio que puede malinterpretarse
como transfóbico, y además incluyen un personaje visto como auto-inserción de
uno de los escritores de la serie para que Bombón se fije en él, lo que para
algunos genera implicaciones aún peores. ¿A qué público demográfico estaban
apuntando en realidad?
Terminator: Destino oculto también sufrió por querer apelar demasiado a la
nostalgia, convirtiéndose en una secuela directa de las películas de James
Cameron, pero desechando de mala manera la historia que se había construido en
ellas por apelar al poder femenino sin afianzar bien el lugar de esos
personajes en el argumento, y encima replicando la misma fórmula. Si vemos Terminator 2, hay una interacción emocional
importante entre John y el Exterminador del futuro: una entidad artificial,
diseñada para ejecutar humanos, pero reprogramada para proteger a un chico que
jamás tuvo una figura paterna. Lo vemos formar un vínculo afectivo con el
ciborg, y la misma Sarah reflexiona para sus adentros que el Exterminador, una
máquina que originalmente había tratado de matarla a ella, es lo más cercano a
un padre perfecto que podría tener su hijo; es por eso que se puede sentir el
dolor de John cuando trata de ordenarle que no se vaya.
En Destino oculto Grace sí que tiene un vínculo con la Dani del futuro, un tanto similar a la relación que nos presentan entre Kyle Reese y John en Genisys, y es la razón por la que es enviada a protegerla al pasado, pero no se forma una interacción emocional con el espectador. Grace sólo es fuerte y ya, está puesta para escenas de acción y verse ruda -¿era necesario partir una mosca en el aire para demostrar sus modificaciones, teniendo heridas abiertas que las revelaban?-, pero no se relaciona bien con la Dani de la película, quien está mal construida de por sí; aparte su interacción con Sarah, un personaje icónico y amado de la franquicia, es hostil durante buena parte de la película, lo que es natural (pues no la conoce), pero se siente como otro golpe a la historia original y a los fanáticos de la saga, por lo que tampoco se sabe al final a qué público estaban apuntando en taquilla. Grace replica de forma parcial el papel de Kyle en Terminator, y falla en el nicho del protector de la secuela, aun cuando se molestaron en replicar en esencia toda la trama de Terminator 2. Es que no hay comparación.
En Destino oculto Grace sí que tiene un vínculo con la Dani del futuro, un tanto similar a la relación que nos presentan entre Kyle Reese y John en Genisys, y es la razón por la que es enviada a protegerla al pasado, pero no se forma una interacción emocional con el espectador. Grace sólo es fuerte y ya, está puesta para escenas de acción y verse ruda -¿era necesario partir una mosca en el aire para demostrar sus modificaciones, teniendo heridas abiertas que las revelaban?-, pero no se relaciona bien con la Dani de la película, quien está mal construida de por sí; aparte su interacción con Sarah, un personaje icónico y amado de la franquicia, es hostil durante buena parte de la película, lo que es natural (pues no la conoce), pero se siente como otro golpe a la historia original y a los fanáticos de la saga, por lo que tampoco se sabe al final a qué público estaban apuntando en taquilla. Grace replica de forma parcial el papel de Kyle en Terminator, y falla en el nicho del protector de la secuela, aun cuando se molestaron en replicar en esencia toda la trama de Terminator 2. Es que no hay comparación.
¿Estamos conscientes de que prácticamente mató al
hermano de Dani por ponerse a jugar con varillas?
Es
por eso que las historias desarrolladas con inspiración propia merecen
reconocimiento. Ese es el mérito de, por ejemplo, Pantera Negra. La trama de la película no es muy original, el
personaje es bastante antiguo y no es ni
de lejos el primer superhéroe negro protagonizando un filme, pero es la
primera película con uno que toma esa condición para darle una perspectiva propia
a su historia en el contexto social contemporáneo. Los creadores de la película
le echaron amor a su trabajo para construir una civilización afrofuturista que
conservara al mismo tiempo una serie de tradiciones propias, y se nota mucho:
el soundtrack está lleno de
influencias de música tribal africana; el diseño de vestuario guarda
simbolismos de diferentes animales de África, así como inspiración de tribus
como los masái, los tuareg, los dogones y los himba. Además se ocuparon de
narrar cómo una vida de discriminación y desigualdad social, con la complicidad
indirecta del aislacionismo de Wakanda ante el sufrimiento histórico de sus
propios vecinos, forjó la guerra personal de Killmonger contra el mundo,
llevando al protagonista a comprender que su nación tiene un papel que cumplir
en la transformación social, y que han estado demasiado tiempo ajenos al resto
del planeta. Pantera Negra demostró
que los grandes estudios pueden apostarle a protagonistas fuera de los cánones
regulares del cine de superhéroes y hacer grandes historias con ellos.
Otro
trabajo artístico que no tuvo miedo de crear una historia bellísima y original,
fluyendo poco a poco sin inserciones forzadas de su mensaje, es Steven Universe. Rebecca Sugar construyó
un universo muy personal, con una riqueza de personajes y situaciones, y con
grandiosos mensajes y metáforas sobre la sexualidad, la identidad de género, las
relaciones afectivas sanas y los conflictos interpersonales, pero todo abordado
desde inicios sutiles hasta marcos narrativos complejos. La serie animada no
nos suelta de golpe en qué consiste la sociedad de las Gemas, ni lo que
significa el que Steven tenga la misma gema de su madre Rose, ni cómo eso
representó un cambio de paradigmas para una especie estrictamente “unisexual”,
con un rígido sistema de castas y que además rechaza cualquier fusión entre Gemas de
diferentes clases, sino que a lo largo de sus temporadas,Steven Universe nos va presentando todas estas revelaciones e
inquietudes, dejando que la narrativa transcurra de forma natural: no tiene que
forzar mensajes mal planteados, como Birds
of Prey, o exagerar de forma torpe las cualidades de los personajes
representativos, como en la Nueva Trilogía de Star Wars o Destino oculto,
sino que confía en su propio ritmo y construcción de personajes.
Caray,
¡es que hasta tiene más mérito que un director más bien normal como Zack Snyder
se arriesgara a contar la historia de Sucker
Punch! No es broma; no me maten. Hay que reconocer que los problemas de
ritmo que suele tener Snyder al contar sus historias, sus vicios personales con
el slow motion y los filtros de
imagen, y el abusivo fanservice en
acción y vestuario hicieron casi imposible que transmitiera lo que quería
contar (en sus palabras, es más bien una sátira dramática de la explotación
femenina), pero es injusto decir que la película es sólo una excusa para la
cosificación de la mujer. Hay una narrativa interesante en torno al escapismo
interno ante una dura situación de la realidad a través de diferentes niveles
mentales, así como de reflejar esa fortaleza ideal interna al mundo real;
muestra el tema de la explotación y el abuso de poder a través de personajes
como el padre de Baby Doll y Blue; y juega con la paleta de colores para marcar
un contraste entre el mundo real y los reinos mentales; de hecho, llegué hasta
la película por recomendación de una amiga que me señaló algunos de esos
detalles, y si hay algo en lo que destaca Snyder es que sus películas suelen
tener una gran carga simbólica, al punto que algunas hay que verlas más de una
vez para captar varias cosas (por desgracia ese podría ser considerado otro de sus
defectos narrativos). Si vemos además los detrás de cámaras, nos damos cuenta
que el reparto estaba muy comprometido con el proyecto, y las actrices más que
nadie. Sucker Punch no es una gran
película ni mucho menos, pero era más osada y a la vez menos pretenciosa a
nivel de historia que lo que gente como Abrams ha hecho con el legado de sagas
de ficción.
Conclusiones
Ufff…
No pensé que me extendería tanto con este análisis. Supongo que más de uno
pensará: “Man, pero son personajes de ficción. ¿Por qué te angustias
criticándolos tanto?”. Bueno, porque para bien o mal la mayoría de estos
trabajos serán referentes históricos no sólo a nivel de la cultura popular,
sino también como referentes e inspiración para las actuales y próximas
generaciones. Vale la pena, entonces, sentarnos a reflexionar si muchos de esos
referentes en verdad son tan buenos como se suelen vender, y el por qué algunos
de ellos fracasan al terminar transmitiendo mensajes más bien contraproducentes
a la intención genuina en nuestra generación de normalizar la diversidad y la
inclusión.
Algo
necesitan entender las empresas cinematográficas y los creadores de contenido
visual, sea en la arista que sea: no
tienes que sentirte obligado a crear una mayor representación, sea con tus personajes
principales o secundarios, o las historias que construyes. Lo que sí
necesitas es estar consciente de que los tiempos van cambiando y las sociedades
evolucionan, por lo cual las obras de ficción necesitan responder y reflejar
los cambios que se están presentando para las nuevas generaciones, resaltando
los logros positivos y cuestionando los extremismos. Por lo tanto, si quieres
entrar en tono con estos cambios, que sea por una motivación genuina de
desarrollar historias más pluralistas, no simplemente adornar tu trabajo con
personajes diversos sin sustancia para llenar una cuota de diversidad con fines
de mercadotecnia.
Pero
mientras tanto, la organización tras los premios de la Academia
decidió crear
un grupo especial para desarrollar guías con estándares de representación e
inclusión para las películas que a futuro aspiren ganar un Óscar.
Una decisión hipócrita por parte de una organización con criterios de por sí
poco objetivos, que más bien podría generar a futuro una avalancha de trabajos
mediocres que presenten una falsa inclusión, con personajes de diferentes
minorías llenando guiones sin cumplir un gran propósito más allá de sus
fantasías monetarias, apostando más por el estilo que pida la Academia que por
el contenido narrativo de sus obras. Así nos va.
Por cierto, sé que me
habré saltado muchas obras que caen dentro de los problemas que menciono aquí,
así como muchas otras que cumplen con su mensaje de diversidad e inclusión a
nivel artístico. Cuéntenme en los comentarios cuáles vienen a su cabeza, y
podría en un futuro explorar de nuevo este tema, pero desde la arista positiva:
cómo hacerlo bien. Saludos.
P.D.
Mi amigo David Osorio publicó una
dura crítica contra el autoritarismo “moral” y la guerra cultural que siguen
infectando las causas progresistas, reflejado en diferentes sucesos
que han ocurrido los últimos días como ataques a estatuas de figuras
históricas, acusaciones de apropiación cultural y nuevas críticas a J.K.
Rowling por mencionar la realidad material del sexo biológico. Muy recomendada.
Qué gran artículo Martín. Este tema no es fácil de tratar, y creo que haces un gran trabajo al discernir entre los motivos por los cuáles la inclusión corporativa suele fracasar.
ResponderEliminarAunque no conozco la mayoría de las obras mencionadas (o las vi por entretenimiento), sí estoy familiarizado con Star Wars, y aunque esta última trilogía fue una decepción, discrepo parcialmente sobre las causas de esto.
Hasta donde tengo entendido, Abrams había escrito o al menos esbozado la trilogía, y lo que Johnson debía hacer era dirigir; aunque este se tomó libertades de escritor y cambió el libreto de maneras que afectaron la historia, por lo que Abrams tuvo que ser llamado para que hiciera control de daños. Aunque el daño ya estaba hecho.
Desde el punto de vista argumental, Episodio VII es peor que La Amenaza Fantasma, porque esta no tenía una precuela, mientras que la película de Johnson desconoce arcos que se venían desarrollando, se saca arcos de la manga que no tienen pies ni cabeza y está muy mal armada.
Por poner un par de ejemplos: el personaje de Finn estaba en un camino del héroe en el que lógicamente culminaría con su derrota de Capitana Phasma. Esto normalmente ocurre en etapas (el primer encuentro, donde el villano gana muy fácil; el segundo, en el que el villano vuelve a vencer aunque el protagonista le dio pelea; y el último, en el que el protagonista ha superado al villano). Es un desarrollo de personaje clásico, que Johnson echó a perder, saltándose los pasos intermedios. Otro tanto hizo con Snoke, quien se antojaba con un villano digno de Rey, y que quedó reducido a una historia que luego contaría Palpatine por medio minuto. Otro tanto va para la acción de la Almirante Holdo, al destrozar la nave de la Nueva Orden mientras saltaba al hiperespacio. En las siete entregas anteriores (y en el Universo Extendido), el salto al hiperespacio era inmediato, y eso de romper otras naves durante el salto destruye el concepto, y este pierde consistencia interna dentro del Universo Star Wars. Hay más, pero se me iba la vida en las críticas que tengo a Episodio VIII. Creo que es un tanto injusto juzgar Episodio IX (mala como fue) sin tener en cuenta que Abrams fue llamado a hacer control de daños y a reconciliar una película que se sale completamente de lo que se tenía previsto con su versión de Episodio IX original.
Visto así, no sé qué tanto se pueda afirmar que la intención de Disney fue complacer a progres y fachas por igual. (Por cierto, la acusación de facha a los fans de Star Wars está bastante extendida, pero yo no he visto nada que la sustente: supongo que, como toda obra, tendrá fachas entre sus fans, pero eso de que estos estén sobrerrepresentados en la saga de Lucas me parece bastante sospechoso.)
Por cierto, creo que fuiste muy bondadoso con Capitana Marvel. Esa (sacar la cinta un mes antes de Endgame) fue una jugada sucia de Disney para incrementar sus ganancias en taquilla.
Creo que aciertas en tus críticas sobre el mal desarrollo del personaje y cómo desentona con el UCM. (Por cierto, como nota curiosa, la actriz es una racista de miedo.)
¡Un saludo!
Hola, David, gracias por tus comentarios. De los detalles que comentas, debo mencionar:
EliminarEs cierto que Abrams tenía definida una línea histórica para la Nueva Trilogía, y que Johnson decidió aprovechar sus libertades creativas. También, que hay muchas cosas que Johnson no ejecutó bien (el veloz desarrollo del poder de Rey, por ejemplo) y no supo armar. Pero ahí está el punto: si desde el principio tienes planteada una historia, luego no le des libertades creativas a tus directores. Si Disney quería sólo un director y no un narrador para el Episodio VIII, debieron dejárselo claro a Johnson. Y si ya el daño estaba hecho, al menos trata de darle una coherencia interna; no vuelvas sobre los pasos recorridos que ya se desecharon, porque eso va a crear agujeros narrativos serios. Por eso es que, a título personal, el Episodio IX es en el mejor de los casos el peor llevado de estas secuelas.
Lo de Finn Vs. Phasma podría tener sentido si en el Episodio VII hubieran hecho más para destacar ese conflicto, pero la verdad es que Abrams tampoco supo ejecutar eso bien. No me duele mucho que Johnson haya desechado a la capitana, porque el mismo J.J. no se ocupó de enmarcar su supuesta relevancia; ese es en esencia el mismo problema con Snoke (el vicio narrativo de Abrams con los misterios mal ejecutados), y el por qué la idea de Kylo Ren como el villano final habría podido ser más interesante. No me pueden decir "es que él llegó a hacer control de daños", cuando la primera secuela de por sí no sabe hilar las incógnitas y no se ocupó de parchar bien entonces los otros cambios dos películas más tarde, sino que en cambio recurrió a trucos peores. Lo dicho: si Disney quería capataces y no ingenieros, debieron dejarlo muy en claro cuando le dieron la dirección a Johnson. Entiendo por eso que Los últimos Jedi sea tan divisiva e incluso muchos la consideren la peor (cuál es mejor entre el Episodio VII o el VIII, difícil decirlo), pero por lo mismo encuentro mucho más problemática El ascenso de Skywalker.
En ese orden de ideas, creo que Abrams podría haberse ocupado de darle un mejor arco a Finn, darle alguna misión relevante para su historia, pero no dejarlo al garete sólo porque Johnson dejó de lado un "camino del héroe" que él no había sabido enmarcar. Por cierto, yo no dije que los fanáticos de Star Wars sean fachos, pero sí que hay fachos que ven las películas de Star Wars. Esos, por cierto, son de los que más atacaron Los últimos Jedi; eso no hace que sea una buena película, ni de lejos, pero por desgracia contribuyó a algunas decisiones creativas que se tomaron para el Episodio IX.
Con la Capitana Marvel... pues sí, fue una jugada financiera por eso es que han salido dos o tres películas del UCM por año. Digamos que fui un poco blando porque, en principio, la película cumple con el propósito de entretener, dentro de los problemas que señalé, y establecer al personaje antes de Endgame. El problema es que por lo mismo queda muy por fuera de la Fase III; no puedes crear un personaje tan roto y luego ubicarlo en una batalla donde todos están muy por debajo en la escala de poder, porque eso va a afectar la narrativa, algo que el final de Naruto dejó clarísimo.
Saludos igualmente.
Pequeño error de mi parte: los ataques de alt-right *podrían* haber contribuido a decisiones creativas con el Episodio IX, pero tal como dices no es tampoco algo oficiaL, sólo que por desgracia termina dando esa impresión. Más con Rose que con Finn: con él, quizás el problema principal sería que con su arco desechado para bien o para mal por Johnson, Abrams no supo qué hacer con el personaje. Pero sí, es difícil saber qué tanto influyeron esos ataques.
EliminarYa se me iba extendiendo el otro comentario, y este es un poco diferente. Invitas a comentar casos de inclusión corporativa y yo traigo algunos.
ResponderEliminarPrimero, un momento de empoderamiento femenino en Infinity War, cuando Proxima Midnight amenaza a Scarlet Witch de que morirá sola, y Viuda Negra le dice que ella no está sola, y la muestran a ella y a Okoye; y es una pelea entre ellas. Aunque a muchos les disgustó esta escena, a mí me pareció plausible dentro de la película, y bien lograda.
Un segundo caso, conectado con este, fue la escena de Endgame en donde muestran a casi todas las heroínas vivas en la batalla final (faltó Maria Hill, así como también extrañé a Nick Fury en esa batalla; y hasta ahora no he encontrado la explicación para que Strange no los hubiera transportado a luchar contra Thanos pero sí aparecieran luego en el funeral de Tony Stark. En fin, estoy divagando). Aunque no es completamente implausible, esa escena sí se sintió mucho más forzada.
Un tercer caso fue el de Ocean's Eight, la recreación de Ocean's Eleven pero con un casting completamente femenino. Cuando hacen estas cosas asumo que tienen un guión malo, porque me parece que eso de cambiarle este rasgo aquí o allá es más señalización de virtud que ganas de hacer una buena película (aunque acepto evidencia en contra). No soy fan de Ghostbusters (vi la original hace muchos años y no quedé impresionado; a lo mejor era muy chico... en fin), así que tampoco me llamó la atención la de 2016. Por lo que mencionas, parece que no me perdí de mucho. De paso, el matoneo racista que le hicieron a Jones por la película es indignante.
Creo que otro tema que da para una entrada de seguimiento (o para actualizar esta, por si quieres expandirla más :P), es el de hacer que un personaje tenga un color de piel diferente al original. Por ejemplo, lo que ocurrió con el personaje de Hermione, que para la octava entrega de la saga de Harry Potter (que es un libreto de teatro) los productores buscaron a una actriz negra. Rowling había descrito la piel de Hermione como blanca, y su aprobación de la decisión de la productora le ganó varias burlas en redes, aunque como fan de Harry Potter, yo no veo que el color de piel de Hermione sea un factor que juegue un papel decisivo en la historia.
Un comentario similar se ha hecho sobre la sugerencia de que Idris Elba sea el próximo James Bond. En particular, esto no me molesta, porque los rasgos esenciales para el personaje de Bond son que es un hombre (hetero) británico. En mi humilde opinión, el color de piel aquí no afecta la historia para nada.
Siguiendo con Elba, he visto que en redes (aunque no me he tomado el tiempo de investigar) dicen que Heimdall, el amigo de Thor, era el más blanco de los dioses. De nuevo, yo no veo que esto afecte la historia, y Elba es un actor de talla mundial, por lo que no veo que afecte negativamente mayor cosa que lo hayan elegido a él. (Espero que mi ignorancia en cómics no quede demasiado al descubierto.)
¡Que tengas una buena semana!
Tienes razón con esas dos escenas. Ahí está un ejemplo claro de una escena bien lograda a nivel narrativo (Viuda Negra, Okoye y Wanda), y otra que sólo está por fanservice moral -por decirlo de algún modo- y chequera (las Vengadoras). De Ocean's Eight, pues no puedo decir mucho porque no la vi. Y pues... Cazafantasmas es una película típica ochentera. Marcó bastante a esa generación (yo soy más posterior), pero tampoco se trata de un Picasso: por eso, en principio, la experimentación que hicieron en 2016 no era algo tan horrible, y como digo las protagonistas podrían ser pangolines y funcionar igual. Por desgracia, es casi lo único que funciona de la película.
EliminarLas discusiones sobre Hermione y Heimdall las recuerdo, y en efecto yo he mencionado en otras ocasiones (creo que con el caso de Hellboy) que si su etnia es irrelevante para el desarrollo de la historia o el personaje, me importa poco que se experimente. De hecho, si en algo están muchos de acuerdo es que Idris Elba se tomó en serio su papel como Heimdall, al menos en la primera película de Thor (en las otras no es muy aprovechado), y eso que hablamos de películas que son más bien flojas en trama. También me parece una opción razonable para el nuevo Bond, y podrían intentar un enfoque en su condición étnica (aunque, considerando cómo suelen ejecutar ese tipo de mensajes, mejor que ni se les ocurra).
Buena semana igualmente.
Todo cuando han forzado por caprichos y fantasías de los Woke o SJW, en cuanto venga en próximos años el declive de sus ganancias (y esto acelerado aún más por la pandemia del COVID19) hará que las grandes corporaciones, y hablo tanto las de entretenimiento como tambien noticieros y medios de comunicación, le darán la espalda a todos ellos cuando ya no funcionen. Es triste y a la vez da ternura ver a tantos creyendo que los de la tele y las compañias poderosas como Disney realmente creen y les importan sus supuestas luchas y creencias. No es así. Y cuando Disney y Warner y CNN y todos vean que traer sus mismisimos temas en pantalla acerca de Fulanito androgino que dice tener 1000 géneros, el superhéroe aliade inclusive no binario, y sandez y media, terminan reflejándose en una audiencia de bajísimo %, vamos a ver qué tanto dura su respaldo por tan "simpática" y desocupada (vaya que les sobra tiempo para tanta queja y protesta) generación.
ResponderEliminarYo más bien creo que si ese declive se llega a dar será tanto por el ascenso de reaccionarios dentro de los consumidores como por perpetuar el manejo del "estilo" sobre la "sustancia" en películas o series con enfoque de diversidad. La industria es caprichosa, y aunque es díficil dar marcha atrás al enfoque progresista, en tanto no haya un compromiso por parte de las empresas más allá de la mercadotecnia en esos productos, estarán saboteando su propio alcance de audiencia. Están en el plan de la serpiente comiéndose su propia cola.
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