Alison Brie es inocente
No
creí que la primera entrada que dedicara en mi blog a BoJack Horseman, la que considero es la mejor serie animada para
adultos que he visto, fuera en pos de criticar a uno de sus actores, y menos
por tener al parecer cierta conciencia social. Por diferentes motivos que los
lectores habituales ya conocen bien (cof, estudios, cof, cof, depresión
profunda, cof), el ritmo de publicaciones en el blog ha disminuido de manera
drástica, y si he seguido publicando es tanto porque hay cosas que me resultan
imposibles de guardarme comentar como porque las entradas ofrecen una cierta
catarsis. Considero que esta es una.
Nadie
que se precie de estar informado estará ajeno a los debates que, desde el
asesinato de George Floyd, se ha dado en el terreno de cine y televisión sobre
la representación étnica y el racismo en diferentes obras. Y esto en principio
no es malo: es lícito cuestionar el pedestal de diferentes clásicos. Desde la
polémica sobre HBO y el retiro temporal en su plataforma de Lo que el viento se llevó hasta
la
reciente decisión de los productores de Los
Simpson sobre dejar los personajes “no blancos” de la serie para actores de
voz “étnicos”, hay formas y formas de abordar y recibir las
objeciones. El problema es que, como quedó evidente con las acciones que tomó
también HBO con cinco episodios de South Park relacionados con Mahoma (que no
sabemos si es algo temporal), no todos están tomando decisiones
o manifestando ideas correctas al respecto. Y una que me molestó especialmente,
a pesar del título de la entrada, es
el mea culpa que hace poco manifestó Alison Brie por su personaje Diane
Nguyen en BoJack.
La
polémica con el personaje no es nueva, pues ya antes, en especial en la época
del final de la cuarta temporada y el estreno de la quinta, que fue el período
durante el cual la serie tuvo un mayor alcance de espectadores,
hubo críticas ante
el hecho de que Brie, actriz caucásica de padre con ancestros
holandeses y británico-escoceses y madre judía, prestara la voz para Diane, quien es una estadounidense de
origen vietnamita, escritora fantasma y feminista de tercera ola -la serie a
menudo contrasta sus ideales y principios con sus acciones y la realidad del
mundo en que vive-. Raphael Bob-Waksberg, creador de BoJack, manifestó en su
tiempo que quiso evitar convertir a Diane en un estereotipo asiático como los
que suelen verse en la industria, y por ello escribió su personaje de forma que
sus raíces étnicas y supuestamente culturales (entraré más adelante en detalle)
no tuvieran un peso determinante en su construcción y desarrollo, pero que de
verse de nuevo en la situación del casting, lo haría mejor. Sin embargo, Brie
llevó hace poco esta idea noble a un extremo retroactivo desagradable en un
post de Instagram diciendo que se arrepiente de haber prestado su voz para
Diane, no haber permitido que se representara de forma correcta a la comunidad
estadounidense-vietnamita, y que comprende que “las
personas de color siempre debería interpretar a personas de color”.
Por cierto, he visto muchos comentarios en el post: gente que la apoya, gente
que menciona que no es su culpa pues no escribió el guion, gente que se sintió
identificada con el personaje, gente que la llama oportunista, y así.
No
me voy a detener en analizar la sinceridad del post de Brie. Si surgió por la
presión ante las críticas, por sentirse inspirada por otros actores que han
decidido dejar sus trabajos de voz, o si es una reflexión honesta de su trabajo
en la serie, eso no me interesa: no es relevante para el tema en discusión. El punto
es que, para todos los efectos y propósitos del clima actual de debate, su
enfoque sobre Diane Nguyen y sobre sí misma y su trabajo en BoJack Horseman está mal. Ella es técnicamente inocente de ser racista, así como
también lo es Diane. Si acaso, el problema habría sido de los creadores del
personaje cuando decidieron modelarla como hija de inmigrantes, pero eso ni
hace a Diane un personaje racista ni mucho menos a Brie por aceptarlo.
Es
difícil amoldar bien el debate sobre Hollywood y el whitewashing en el campo del trabajo de voz, puesto que jamás
estamos viendo cara a cara a las personas detrás de las voces, y hay cierto
dejo de discriminación a veces, como si una persona de una determinada etnia
tuviera que tener un determinado timbre de voz. No obstante, sigue siendo
importante tener en cuenta la inclusión o al menos la consideración de actores “étnicos”
para representar personajes “étnicos”, aunque tampoco debería ser el eje de la
discusión, pues como ya lo he explicado en otra ocasión, si la etnia de un
personaje, sea en live action o en
animación, no es muy relevante para su construcción o desarrollo, la etnia del
actor no tendría por qué serlo tampoco. Es
por esto que fui bastante crítico con el pésimo caso que presentó Hari
Kondabolu en The Problem with Apu
contra el dependiente del Kwik-E Mart, pues
era sesgado y tendencioso a más no poder. Por ello, voy a explicar mis puntos
sobre el por qué considero no sólo que Alison Brie es inocente de racismo, sino
que de hecho está siendo más bien racista con su reciente post (suena irónico,
sí, pero ya lo entenderán).
1) Hay una falta de representación
actoral diversa entre los actores de voz en Estados Unidos. En este punto, las inquietudes manifestadas por
Bob-Wakseberg y Brie son certeras. Aunque hay ejemplos de personajes de otras
etnias que son representados por actores no caucásicos, como Lana Kane (Aisha
Tyler) en Archer, el señor Ping
(James Hong) en Kung Fu Panda –que
sí, es un pato, pero culturalmente es chino-, o casi cualquier personaje que
interprete Phil LaMarr (oh, Phil… Ya volveré más adelante con él), la dura
realidad es que los actores caucásicos son
dominantes, no necesariamente por racismo, sino porque por diferentes
razones son los más abundantes y casi siempre los que más destacan: por
ejemplo, con excepción de Yeardley Smith, la voz de Lisa, y en menor medida
Julie Kavner (Marge y la familia Bouvier), los principales actores de voz de Los Simpson manejan distintos rangos de
voz, por lo cual cada uno interpreta a diferentes personajes.
Sí,
es tentador recurrir al reduccionismo absurdo de “¿Entonces Will Arnett debería
disculparse por no ser un caballo?” y pendejadas similares, pero siendo justos
es comprensible que al menos el creador de BoJack
Horseman sienta cierta vergüenza por tener un reparto principal de actores
caucásicos. La serie maneja no sólo los temas de depresión, problemas de
autoestima y crianza, sino también la corrupción y la desigualdad en la
industria del espectáculo, por lo cual la presencia de Alison Brie prestando su
voz para un personaje de ascendencia asiática se siente de forma irónica como
una perpetuación de los estereotipos que la serie se supone está combatiendo
(trataré de profundizar un poco más en el cuarto punto). Sumado a esto, y a
otras polémicas relacionadas con actores de ascendencia asiática, hay una
cierta visión en el imaginario estadounidense de que los asiáticos son
prescindibles y sacrificados, trabajando mucho por poco salario -una idea
quizás surgida desde la explotación de inmigrantes chinos durante la
construcción del Ferrocarril Transcontinental en el siglo XIX-. Y es difícil
desterrar esos estereotipos sobre la comunidad asiática cuando un actor de voz
caucásico representa un personaje con otra sangre.
No
obstante…
2) El origen étnico de Diane no tiene
gran relevancia para su historia.
Si nos fijamos en la historia de Diane, veremos que no ha tenido una vida
fácil. Pa y Ma Nguyen la menospreciaban de forma constante y jamás apoyaron sus
aspiraciones, y sus hermanos le hacían bromas increíblemente crueles. Esta
constante falta de refuerzo emocional durante su infancia y adolescencia,
sumado al matoneo constante en la escuela por ser nerd, la convirtió en una
persona increíblemente tímida, con poca autoestima y ajena a la socialización
en grandes fiestas, pero también fortaleció su carácter para defender sus
ideales y alimentó su empatía y su comprensión hacia las personas que han
tenido vidas difíciles. Por otro lado, su espíritu tranquilo y empático se
enfrenta muchas veces a su terquedad e incapacidad de comprometer sus ideales o
tomar acciones prácticas para defenderlos, y su idealismo la convierte no pocas
veces en una persona hipócrita y un poco arrogante.
¿Algo
de lo anterior descrito requiere acaso algún trasfondo relacionado con su
ascendencia vietnamita? No. Si hay
algo bueno que hicieron los creadores de la serie, y que incluso consideran que
llevaron al extremo, fue construir y evolucionar al personaje de forma
totalmente independiente a algún estereotipo o idea étnica. Son poquísimas
veces donde su ascendencia es siquiera aludida, como en el piloto cuando BoJack
no tiene ni idea de cómo pronunciar su apellido (Nguyen es un apellido muy
común en Vietnam, al punto que hay diferentes pronunciaciones locales), y
cuando visita a su familia tras la muerte de su padre y sus hermanos hacen
comentarios despectivos sobre los inmigrantes, ignorando que ellos son descendientes de inmigrantes. Fuera
de eso, Diane podría haber sido perfectamente otro animal antropomórfico, como
todos los que están presentes en la serie, con padres estadounidenses, y no
sería mucha la diferencia.
Hay
un episodio que resalta el poco peso que tiene la ascendencia de Diane en su
personalidad y carácter, Los días de
perros se acabaron (BoJack Horseman,
5x02), cuando, devastada por su divorcio con el Señor Peanutbutter y al verlo
con una nueva pareja, decide viajar a Vietnam en un intento de “conectar con
sus raíces”. La serie da un puñetazo duro a la pretensión ¿multicultural? de
que las personas con una ascendencia particular pueden y deben sentir conexión cultural con dicha ascendencia, mostrando
un ejemplo realista de lo que ocurriría cuando una persona nacida y criada en
un país con una cultura propia va a su supuesta patria étnica sin siquiera
hablar el idioma: Diane se siente como cualquier turista de paseo en Vietnam, y
ni siquiera puede comunicarse para al menos tratar de aprovechar el viaje como
una turista. Aparte de este momento, que sólo ayuda a destacar la inmensa
depresión por la que está pasando, es claro que su origen étnico poco importa
para su historia personal, mucho menos como para cuestionar el trabajo de
Alison Brie.
3) El origen étnico de la actriz de
voz de Diane no tiene tampoco relevancia para la historia. Los trabajos de voz para series animadas y los
doblajes son un campo donde casi cualquier persona que pueda jugar con su voz
puede prestarla para representar a cualquier personaje –a menos que seas Ricky
Martin en Los Minions-. Como
mencionaba antes, la alineación entre los rasgos étnicos o culturales de un
personaje con los de su actor de voz no es a nivel objetivo una circunstancia
imperativa, por lo cual el debate sobre la representación étnica o minoritaria
que ocurre en el mucho más amplio y complejo campo del live action es difícil de ajustar a la animación, pues a menos que
se busquen representar acentos reales o trastornos del habla como la
tartamudez, no hay una relación demostrada entre el origen étnico de una
persona y su rango vocal. De hecho, recordemos que parte de la crítica que hizo
Kondabolu a Hank Azaria fue que su actuación como Apu era un acento
estereotípico que no guardaba relación con algún acento real en la India; lo
malo es que después se centró más bien en que Azaria es blanco, y que Apu era
un personaje estereotípico, y ya tengo una entrada cuestionando ese enfoque y
dejé el enlace antes de empezar con estos puntos, así que no volveré a él.
Teniendo
en cuenta esto, y que Diane es una mujer nacida y criada en Estados Unidos, sin
ninguna clase de contacto con su herencia vietnamita, ¿habría importado que su
actriz de voz fuera o no de origen oriental? Será cruel, pero la verdad es que
no. Si el personaje fue concebido desde un inicio para que pudiera desarrollarse
y evolucionar sin tener que depender de su herencia étnica, poco podía influir
que su actriz fuera de sangre vietnamita: de nuevo, salvo que se trate de algún
acento, a nivel de diversidad no es mucho lo que se puede aportar con la
actuación vocal –énfasis en que estoy hablando en un sentido argumental, no a nivel profesional o ético-. Si por
el contrario los creadores de BoJack
hubieran pensado en enriquecer Diane con sus raíces culturales y étnicas,
quizás un acento cercano al sureste asiático habría sido notable como parte de
su caracterización, y entonces sí que habría sido debatible recurrir a Alison
Brie para que la interpretara; no obstante, haber aceptado ese papel no habría sido un acto racista.
4) La discriminación positiva
propuesta para los trabajos de voz sigue
siendo discriminación. A pesar de los
ejemplos que he mencionado con el caso de Los Simpson y sus actores de voz, es
claro que hay una escasa representación de actores de minorías raciales (aunque
las negritudes tienen más participación). Y el problema de basarnos únicamente
en la meritocracia es que al no darle espacio a nuevos talentos de la comunidad
asiática, por ejemplo, estos nuevos actores de voz no podrán construirse los
méritos necesarios para ser reconocidos y ayudar a visibilizar a su comunidad
en las artes audiovisuales, lo que a su vez seguirá perpetuando la elección de
repartos mayormente “blancos”, así que se forma un bucle de retroalimentación y
endogamia artística que necesita romperse. Es por eso que medidas como las
cuotas de diversidad suenan atractivas: es ofrecer un mínimo de espacio que
pueda ser equivalente para que las minorías alcancen a la comunidad dominante.
No
obstante, esto sigue siendo
discriminación. Positiva, sí, pero discriminación a fin de cuentas. Es
obvio que no es comparable la discriminación racista que existía en Estados
Unidos con las leyes de segregación a la discriminación positiva que ofrece la
Academia de los Óscar con sus nuevos criterios de diversidad, pero es que una
no hace válida a la otra, ni las intenciones de la otra hacen que deje de ser
tan problemático como la una. ¿Confuso? Pongamos un ejemplo comparativo del
machismo a nivel cultural para que se comprenda mejor: Japón y los países
islámicos. En Oriente Medio, la cultura musulmana tiende mucho a ver a la mujer
como poco más que un mueble, sometida por completo a su marido, y con un nivel
de trato desigual en la sociedad, al punto que su testimonio en casos
judiciales tiene menos valor que el de un varón, y no son pocos los que ven
casi como una blasfemia el que una mujer piense siquiera en conseguir empleo;
en contraste, la cultura nipona concibe a la mujer en un ideal romantizado, con
valores como la compasión y la abnegación, pero también la sumisión y la
indefensión, aun cuando en las últimas décadas hay una creciente presencia de
las mujeres en el campo laboral.
¿Hay
machismo en ambas culturas? Sí. ¿Una de ellas trata peor a la mujer?
Evidentemente sí, la islámica. ¿Eso hace que la concepción japonesa de la mujer
sea menos machista, o que ya de plano no se considere machismo? Claro que no:
será un enfoque más positivo sobre el papel de la mujer y su valor a nivel
social y cultural, pero no deja de ponerla en una condición inferior al varón.
¿Se
entiende mi punto? Que se establezcan criterios y cuotas de diversidad
obligatorios no deja de ser una medida discriminadora de tono claramente paternalista.
Ya
lo había discutido en otra ocasión cuando mencionaba los casos de Scarlett
Johansson y La Roca: forzar esta clase de criterios no es sólo
obligar a los autores a contentar a todos aun por encima de su propio trabajo,
algo que nadie está obligado a hacer,
sino que además es condescendiente con las minorías, centrando el valor de sus
profesionales en su condición de minoría y no en sus habilidades propias. Eso
es nivelar de forma paternalista las condiciones para ellos, y aun siendo por
reconocer las difíciles condiciones en las que estas personas luchan por
sobresalir, es fácilmente perceptible como si la industria fuera el odontólogo
que le regala una chupeta a su paciente para que deje de llorar: es una
degradación de su lucha.
Lo
peor es que las palabras que usa Alison Brie en su post son incluso más
racistas que su supuesto racismo al trabajar con el personaje de Diane. Es
fácil para una industria angustiada por las inquietudes raciales y el dolor en
sus bolsillos asumir la frase “las personas
de color siempre deberían
interpretar a personas de color” como “las
personas de color sólo deberían
interpretar a personas de color”. Esto es problemático e irrespetuoso con
el trabajo de diferentes actores de voz. ¿De verdad pretendemos entonces condicionarlos
a limitar su rango de trabajo por el color de su piel? ¿No es eso racista ya
sea que hablemos de Hank Azaria o de Aisha Tyler? Porque a menudo esas
restricciones profesionales terminan reforzando a su vez estereotipos a nivel
laboral y artístico y además encasillan a
los actores, un fenómeno que muchos temen y resienten: es además un escupitajo
a la cara de quienes buscan diversificarse más allá de sus raíces culturales y
étnicas.
Un
caso que me gustaría mencionar es el de Phil LaMarr, aquel pobre Marvin a quien
Vincent Vega le disparó en plena cara en Pulp
Fiction. LaMarr es un comediante y actor que desde hace décadas se ha
labrado una carrera vocal impresionante en literalmente decenas de series
animadas, en su mayoría prestando su voz a personajes afro o con
características similares, tales como John Stewart y Steel en Liga de la Justicia y Liga de la Justicia Ilimitada, Static
Shock en la serie homónima o Hermes Conrad en Futurama, pero a su vez ha interpretado personajes con otros rasgos
étnicos como Héctor Ado (Macho latino) en Malo
con Carne, Aquaman (atlante con rasgos caucásicos) en Justicia Joven, el protagonista que da nombre a Samurái Jack (japonés) y Wonder Man
(caucásico) en Los Vengadores: los héroes
más poderosos del planeta -dado su origen en los cómics, incluso J.A.R.V.I.S.
en la serie podría contar, a pesar de ser una inteligencia artificial-. Mi
pregunta es: ¿haríamos que Phil LaMarr pida disculpas por “usurpar” el trabajo
de otros actores de voz que sí se corresponden étnicamente con estos
personajes? ¿Tendría que arrepentirse con la comunidad nipona-estadounidense
por haber interpretado al Samurái Jack, y con los estadounidenses “blancos” por
el caso de Aquaman, o sólo tendría que disculparse con los japoneses porque
ellos sí son minoría? ¿O tendría carta libre por ser miembro de una minoría a
su vez? ¿Dónde se supone que deberíamos trazar la línea de lo que es correcto a
nivel moral y profesional en este campo, según lo que afirmó Brie en su post?
Y
sí, puedo entender que quizás Phil LaMarr es un caso un tanto excepcional, pero
es justo por eso que funciona para resaltar el problema de la discriminación
positiva que se sugiere. ¡Es un insulto a carreras profesionales semejantes!
¡Es obvio, dolorosamente obvio, que
hace falta una mayor representación étnica en el campo artístico, pero no puede
ser que lo mejor que se le ocurra a algunos sea proponer una nueva segregación,
una especie de apartheid actoral! En
serio, con o sin importancia del origen étnico en el desarrollo de un personaje
animado, ¿vamos a decirles a los actores a quiénes deben interpretar? ¿No es eso un retroceso que va en contra de la
equidad a la que se supone estamos aspirando conseguir?
Lo
que me pregunto a menudo cuando ocurren estas situaciones es: ¿alguien consulta
en verdad a los espectadores que hacen parte de esas minorías? Habrá muchos
estadounidenses de origen vietnamita que se sintieron representados por Diane
en más de una forma, a pesar de que su ascendencia no es muy relevante para su
desarrollo, así como aquellos con herencia japonesa que amaron el tratamiento
cultural que Samurái Jack presentó a lo largo de sus temporadas. ¿De verdad se
sienten representados por decisiones y comentarios como los de Alison Brie, o
por el contrario se indignarán por el trato paternalista que ofrece? Porque
quienes se adjudican a sí mismos ser defensores de la igualdad a menudo cometen
muchas falencias, en especial en tiempos donde parece que los sentimientos priman
más que los hechos: de ahí el ridículo impresionante que hizo Spike Lee cuando
criticó La conquista del honor porque
no había un solo soldado negro en el grupo que izó la bandera en Iwo Jima
(hecho históricamente correcto). En
estos tiempos en que cuestionamos el valor histórico y las implicaciones
morales de las estatuas de personajes con posturas debatibles y la necesidad de
una mayor representación de diversidad en las artes, no podemos dejarnos consumir
por la condescendencia y el victimismo tan sólo porque “los blancos/hetero/cis
género/neurotípicos la han tenido más fácil”. Eso es denigrar el nivel de un debate que ya es difícil de llevar a la
mesa.
No,
no apoyo ni el mea culpa de Alison Brie por su papel en BoJack Horseman, ni la forma en que presentó su arrepentimiento, ni
el modo en que se está abordando el tema de la representación diversa en la
animación, porque la realidad es que no es su culpa que Diane haya sido
trabajada con un enfoque no étnico, y eso es algo que algunos usuarios que sí comparten la herencia de Diane se lo
han recalcado en las redes. Considero que es necesario un balance entre la
igualdad de oportunidades y los criterios objetivos de selección en cuanto a la
selección de actores de voz, en especial cuando se trata de series que discuten
temas sociales importantes, pero no puedo por ello respetar que más de uno
ahora menosprecie su propia labor cuando se falló antes en llevar este balance.
Son mensajes que lesionan el carácter de las luchas que se mantienen.
Adenda: el atroz caso en el cual siete
soldados colombianos que violaron a una menor emberá de 13 años en Risaralda
(y al parecer con tres
suboficiales vinculados al caso), la
nefasta gestión de la Fiscalía al imputarles el delito de acceso carnal abusivo
(lo cual implicaría que hubo consentimiento
por parte de la menor), y una
nueva revelación sobre la violación a una adolescente Nukak en Guaviare en 2019
han vuelto a evidenciar los graves problemas que hay en las Fuerzas Armadas a
nivel de formación de los uniformados. Como muchos han señalado, la institución
no se puede seguir escudando detrás de la retórica clásica de las “manzanas
podridas”. La reestructuración de las Fuerzas Armadas es ineludible si de verdad quieren volver a inspirar respeto en la
población, porque a estas alturas el
Ejército no se merece el apoyo del pueblo colombiano.
Y asi se dice que los extremos se tocan. Al final todas estas politicas de inclusion estan haciendo que muchas veces las personas queden restringidas y encasilladas. Intentando no ser racistas, son más racistas. (Por lo cierto, Allison tambien deberia disculparse por haber interpretado a un equino mitico con la comunidad de unicornios de imaginaciónlandia. A no ser que ella halla padecido los sufrimientos de un equino con cuerno y visto a sus parientes degollados engañados por virgenes, no sabe lo que es ser un unicornio).
ResponderEliminar¿Por qué Phill Lamar no puede darle su voz a Superman por ejemplo? En EEUU hasta las voces tienen color. Y lo que es peor, las animaciones siempre han usado a los actores para varios papeles. De esta manera, la produccion de de animaciones se volvera mucho más cara.
¿Como se ha analizado esto, desde un punto de vista cientifico? ¿Hay algun estudio fonoaudiologo que pueda confirmar que que el timbre de voz presenta diferencias de acuerdo al tono de la piel? ¿Es posible que una persona pueda identificar la etnia de alguien en funcion de oír solo su voz? ¿Seria un estudio viable o puede considerarse politicamente incorrecto al sugerir que las voces son diferentes? Tal vez exista algun fonoaudiolgoo que pueda responder, pero tal vez ya ni se atreve no vaya a costarle el trabajo.
Bueno, lo de Imaginacionlandia es justo el tipo de reducción al absurdo que quise evitar en la entrada.
EliminarCreo que el principal problema que tienen muchas series animadas en Estados Unidos es que tiende a la endogamia profesional, pero digamos que eso no es exclusivo del ámbito audiovisual. Como decía en otra respuesta abajo, se supone que el mérito de un actor de voz es interpretar personajes que vayan más allá de su propia etnia o cultura; el discurso del 'blackface' o 'whitewashing' no debería aplicar aquí
Sobre eso, recuerdo que hay gente que dice que Christina Aguilera tiene "voz de negra"; es como una especie de asociación cultural con su timbre o algo similar, comparada con estrellas afro. Pero, la verdad no sé si hay algún atisbo de analizar alguna asociación del timbre de voz con rasgos étnicos. Y con el clima actual no creo que alguien se atreva en mucho tiempo, aunque sea por curiosidad.
Por otro lado, si bien, estoy de acuerdo con lo que se dice aquí. Sin embargo, cuando se interpreta papeles de otras razas o etnias se suele incurrir en tinte discriminatorio. Por ejemplo, lo que fue el blackface en los primeros años del cine y TV, y en el teatro de los siglos XIX y XX.
ResponderEliminarEstoy muy consciente de lo que es el blackface. No lo menciono aquí primero, porque en la entrada sobre los Once Censurados ya lo mencioné por encima, y segundo porque se supone que el mérito de un actor de voz es interpretar papeles que vayan más allá de su propia etnia o cultura. Es un poco buscarle una quinta pata al gato. Saludo.
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