Quiero mi cheque del Foro de São Paulo


Para los que no estén informados, el próximo 21 de noviembre está proyectado un paro nacional en Colombia en contra del subgobierno de Iván Duque. Tras los últimos eventos relacionados con la crisis de seguridad en el Cauca, donde ya han sido asesinadas más de 10 personas, entre ellos cinco indígenas nasa, mucha gente cansada de estos y otros problemas que se han presentado en el país desde que el Tocineto se subió al retablo de marionetas decidió que ya era suficiente. Hasta el momento, numerosos sectores han manifestado que participarán en el paro, con más de 40 sindicatos y 100 representantes de movimientos sociales entre docentes, estudiantes, campesinos, consejos indígenas y minorías.



Por desgracia, nos hemos enterado que todo esto se trata de influencias extranjeras que mueven los hilos de la protesta. Eminentes miembros de la bancada oficialista, como la brillante subvicepresidenta (¿o vicesubpresidenta?) Marta Lucía Ramírez y la pulcra senadora Paola Holguín manifestaron en redes que detrás de la convocatoria a marchar el 21 se encuentra el Foro de São Paulo, una agrupación de partidos de izquierda latinoamericanos, que busca desestabilizar las democracias latinoamericanas, siendo las recientes protestas de Chile el mejor ejemplo. Mientras tanto, el cerdito regalón afirmó que el paro está siendo fundamentado sobre mentiras, pidiendo que “no dejemos que el odio lo siembre en Colombia”. Y valientes congresistas como Santiago Valencia, hijo de Fabio Valencia Cossio, han compartido videos de encapuchados incitando a la violencia durante la marcha, mientras otros idiotas se la dejan en bandeja de plata al decir que “si el 21 no quemamos nada mejor no salgamos y nos quedamos incendiando Twitter”. Finalmente, el ex presidente y senador Álvaro Uribe resaltó que “el derecho democrático de la protesta social no puede estar al servicio de anarquistas internacionales ni de grupos violentos”.


Saben, es refrescante poder contar con mentes tan brillantes como los políticos colombianos, que son capaces de identificar la mano negra detrás del descontento nacional, que pretenden hacer que la gente en Colombia olvide la importante gestión económica de Iván Duque, sus logros en materia de defensa, su inconfundible habilidad política para capotear los injustos ataques de los vampiros de la oposición…

Ni yo me creo lo que estoy diciendo.

Ok, suficientes taradeces. Puede ser Piñera hablando de un “enemigo poderoso e implacable”, Evo culpando a una “conspiración contra la democracia”, o Uribe señalando a “anarquistas internacionales”, pero es muy común en los gobiernos mediocres o abusivos crear espantapájaros a los cuales culpar de las críticas que reciben por parte de la población. No importa que Piñera no haya dedicado esfuerzos a tratar de reducir los problemas de desigualdad social y la crisis en áreas de salud y pensión; no interesa que Evo se haya lanzado de nuevo a elecciones, ignorando un referendo donde se rechazó su reelección, y luego pasara la primera vuelta tras un día sin boletines electorales; no es problema que Duque haya permitido con su incompetencia el regreso de ejecuciones extrajudiciales y la masacre de líderes sociales y ex combatientes de las FARC, ni presentar reformas tributarias abusivas. Todo es siempre culpa de alguna conspiración, ¿cierto?


Pues no. Hay muchas razones de peso por las cuales la gente sigue protestando en Chile. Las irregularidades, si no fraudes, en los comicios electorales de Bolivia fueron bastante evidentes como para generar la furia de la población. Y en Colombia sobran las razones por las cuales el próximo 21 es necesario protestar.

A pesar de que Duque asegura que la economía sigue en crecimiento, el desempleo en el país sigue aumentando. ¿Y nos olvidamos de que Carrasquilla dijo que no tenía ni idea de por qué estaba pasando? ¿O la propuesta de una reforma laboral donde se busca reforzar la figura del contrato por horas y un salario mínimo diferencial entre municipios, precarizando aún más el trabajo en Colombia? ¿O la propuesta imbécil de la ANIF de pagar el 75% del salario mínimo a los jóvenes, y que de cosa Duque rechazó? ¿O su insistencia con esa insuficiente reforma tributaria, apodada Ley de Financiamiento, y sin cambiarle una coma? ¿De verdad creen que es necesaria la influencia extranjera para hacer que la gente se enfurezca por algo tan inmediato como el riesgo a su bolsillo?

¿O pensamos mejor en la seguridad? Pensemos en un ahora ex Ministro de Defensa incompetente e indolente, que culpaba al aumento de cifras de hurto en el Vichada al robo de ropa colgada en los patios, que aseguró que la muerte de Dimar Torres fue por un forcejeo con los soldados en lugar del detallado plan de homicidio que después descubrimos, o en cómo no hizo nada por reducir las cifras de asesinatos de líderes sociales porque, según su subpresidente, no se podía dar esquemas de seguridad a tantas personas. Seguro que nada de eso da motivos para protestar, ¿cierto?

¿Qué hay del reciente escándalo por el que finalmente Botero renunciar a su cargo, esquivando los cuestionamientos como un cobarde? La muerte de al menos ocho menores de edad reclutados a la fuerza por disidencias de las FARC en un bombardeo que el Tocineto llamó en su momento “impecable”, y que tanto él como los esbirros del uribismo o han evitado comentarlo, o ya de plano lo minimizan y hasta justifican con planteamientos tan asquerosos como los de Rafael Nieto y el mismo Álvaro Uribe, en total desconocimiento del Derecho Internacional Humanitario. O el hecho de que Duque rindiera un homenaje poco después un mediocre empresario que jamás debió ser Ministro de una cartera en la que no tenía ninguna experiencia, como si el subpresidente estuviera en una esfera cósmica diferente a la del resto de colombianos, donde no hubo menores muertos en un bombardeo apresurado y todo en el país marcha a las mil maravillas. ¿De verdad creen que eso no es motivo suficiente para marchar, como para que haga falta la presencia de agentes foráneos?

Esperen: podemos centrarnos en sus desastres en cuanto a política ambiental, como la irrisoria cifra de deforestación a alcanzar para finales de su mandato, sus contradicciones en cuanto al uso de la fracturación hidráulica (antes de que vayan por mi yugular, hablo en términos de coherencia política) o la reciente polémica de unas elevadísimas cuotas de “aleteo” (pesca de tiburones por su aleta), donde además no excluyen especies registradas dentro del Libro Rojo de Colombia o el CITES. ¿Hace falta un “plan de desestabilización democrática” para que la gente se manifieste en contra de semejantes despropósitos?

Para que terminemos de sepultar ese cuento del Foro: Evo Morales acaba de renunciar a la Presidencia de Bolivia, después de tres semanas de protestas de los ciudadanos y el rechazo de la policía y las fuerzas armadas, las cuales le “sugirieron” renunciar. Las circunstancias son complejas, y los movimientos de los militares son poco tranquilizadores, pero no perdamos de vista que Evo se saltó el mandato de un referendo y la Constitución para perpetuarse en el poder, y eso es antidemocrático (¿aún no lo ha comprendido, Gustavo Petro?), sin mencionar que el mencionado “milagro boliviano” no es ni tan milagroso ni sano con el ambiente y las comunidades como a la izquierda acrítica le gusta venderlo (que por cierto, es el mismo razonamiento que ocurre con el “milagro chileno”). Eso no justifica la rebelión de las fuerzas armadas, pero cometemos un error si llamamos demócrata a Morales y lo pintamos como mártir, pues es gran parte del pueblo el que pidió un cambio en las calles. Calificar entonces su salida del gobierno como golpe de Estado es, cuando menos, discutible.

El punto es: ¿cómo es entonces que el dichoso Foro, teniendo la supuesta capacidad para influir en las protestas de Chile, Ecuador y Colombia, no fue capaz de salvar a Morales aunque fuera manteniendo al pueblo dentro de su redil? Si hay algo en lo que tendrán experiencia miembros como Maduro y los Castro es en manejar al poder militar: es eso lo que le permite al primero mantener las fauces sobre Venezuela a pesar de la crisis económica y social. Sus comentarios jactanciosos sobre las protestas en Chile y Ecuador resultan siendo poco más que delirios autocomplacientes, y quizás en un todo una forma de amedrentar a los países que sienten que es inevitable una invasión a Venezuela para derrocar al chavismo.

Y ojo: yo no estoy diciendo que sea imposible que desde una convención política como el Foro de São Paulo se planeen operaciones de desestabilización, sino que es algo muy improbable o, incluso, innecesario a nivel de las problemáticas de los gobiernos que hoy están pasando por crisis de legitimidad y orden público. El caldo de cultivo está desde hace tiempo, y como expliqué en mi entrada sobre Chile, sólo hacía falta una mecha final que reventara todo, y esa nuestros incompetentes gobiernos la proporcionan fácil. En Colombia, el hecho de que Duque respondiera a las preguntas de un periodista de El Heraldo sobre la muerte de los ocho niños con un “¿De qué me hablas, viejo?” podría terminar de quebrar el cántaro este 21, después de quince meses de ir a la misma fuente podrida.

Por lo mismo, es bastante repudiable no sólo que desde el uribismo se plantee ese muñeco de paja de una conspiración internacional de izquierda, muy similar a los cocos de la “ideología de género”, la “venta del país a las FARC” y el “castrochavismo” que ya han usado antes (y que han sido todos una bosta argumental), sino que además promuevan videos a todas luces falsos con supuestos encapuchados (muy malos actores, además, y con un guion pobre) promoviendo violencia, y señalando a tuiteros -por vulgares y poco sustanciosos que sean- como promotores de terrorismo; o calificar despliegues artísticos callejeros como “rituales satánicos”. Eso es irresponsable y peligroso, aunque nada inesperado de un partido que siempre ha recurrido a infundir la mentira y el miedo para alcanzar el poder.


Así que sí: yo les invito a protestar el 21 de noviembre en Colombia, porque motivos de sobra hay para hacerlo. Si Duque de verdad quiere permanecer los cuatro años en el poder, tenemos que hacerle saber que al pueblo hay que escucharlo, y que ya se le hizo tarde para ponerse a gobernar en serio. Que deje de buscar la raíz de los problemas en Colombia en otra parte, y empiece a trabajar como lo haría un presidente que en verdad está comprometido con el país. Que ponga fin a la nueva escoria en las Fuerzas Militares, cumpla de una vez con el Acuerdo con las FARC para poder reducir la violencia que ha surgido por la falta misma de su implementación, ordene sus prioridades ambientales y deje de abrirse de piernas a banqueros y empresarios. Y si no, pues que le deje el puesto a alguien más competente. Que cumpla su anhelo de ser el sucesor de Uribe entonces, pero desde su propio chiquero.

Eso sí, no sean imbéciles de crear desmanes y justificarse con gimnasia mental. No le regalen más argumentos superficiales a los reaccionarios.

Ah, y si en verdad desde el Foro de São Paulo están influyendo en las protestas contra el subgobierno colombiano, alguien avíseles que al menos me escriban en los comentarios y se contacten conmigo para hacerme llegar la transferencia de fondos, porque yo feliz de hacerles el favor de alebrestar a la gente, pero no será por amor al arte. Guiño, guiño. Saludos.

Adenda: algo que sí es preocupante de la actual situación de Bolivia es el protagonismo que está tomando uno de los candidatos a la presidencia, Luis Fernando Camacho, reconocido por posturas ultraderechistas, al punto que se tomó una foto rezando frente a una Biblia sobre la bandera de Bolivia, mientras afirmaba que “nunca más la Pachamama volverá al Palacio de Gobierno”. Considerando los logros positivos de Evo Morales a pesar de su sed de poder, como el carácter laico y plural de la Constitución, figuras como Camacho encarnan un tenebroso retroceso que no debe permitirse.

Comentarios

  1. Respuestas
    1. Creo que me va a tocar ponerme la máscara de esqueleto y salir a la plaza, a ver si así me consignan la plata. Te recomiendo que te pongas en las mismas para que nos vayan pagando hasta esos seis millones.

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