Viajeros, ¿los nuevos snobs?

Se acaba este año 2016 -probablemente uno de los peores años que hemos enfrentado recientemente-, y en estos momentos la gente lo disfruta a su manera. Para muchos, es una época para reencontrarse con los familiares que hace tiempo no se ven. Para muchos otros, es la oportunidad de salir de su casa, visitar otros ambientes, otras ciudades e incluso otros países. Para muchos más, son días un poco difíciles que nos obligan a quedarnos en casa. Y para otros pocos, es el pretexto para sumarse al bus de los populares diciendo “Odio la Navidad”.

Ya que antes he hablado de estos últimos, creo que es menester destacar a los otros que despiertan amores y odios entre mucha gente: los que viajan. Hoy en día, es relativamente fácil para algunos sectores de la población embarcarse en un viaje a conocer el mundo. No hablo de buses de transporte, sino de aviones. No son necesariamente hoteles de lujo, sino pequeños sitios donde tienes más contacto con la gente de tu destino de viaje. Los viajeros, a menudo, resaltan cómo estos viajes les ayudan a cambiar su perspectiva del mundo.


El problema es que hay un sector dentro de los viajeros que mira con lástima a aquellos que no viajan. Son estos que dicen que no puedes comprender el mundo si no sales de casa, que no puedes aprender a salir de tu zona de confort si no estás dispuesto a viajar, que no hay mejor forma de aprender a escuchar y ser responsable que cuando interactúas con otras culturas. En pocas palabras, para algunos viajeros, que no viajes deja tu vida incompleta e insatisfactoria.

¿Es una exageración? Vean aquí un listado de 15 razones por las que los viajeros frecuentes serán probablemente más exitosos. Cuenten cuántas de esas razones son cosas que un ciudadano promedio no podría conseguir sin salir de su país o incluso de su ciudad, a través de interacciones con personas en nuevos barrios, en el trabajo o en la calle. Al menos le sobrará una mano. ¿No es un poco pretencioso sólo adjudicarle esos rasgos a la gente que viaja?

Lo peor es cuando te encuentras con los que son directamente despreciativos: aquellos que dicen que viajar es sólo cuestión de voluntad. Esos que dan consejos de que el dinero no importa, que no te preocupes por el futuro, que vale la pena renunciar a tu trabajo para cumplir tu sueño de viajar, y que si no viajas, es porque sencillamente no tienes el espíritu. Es esa enajenación absurda y esa espantosa condescendencia lo que hace a algunos viajeros tan insoportables para mucha gente.

Para ser personas supuestamente empapadas de distintas culturas y sociedades, este tipo de viajeros (insisto, no son todos los viajeros) no parecen dimensionar realmente el mundo. No todas las personas tienen las mismas condiciones ni la misma situación económica de ellos, ni siquiera los mismos ideales, sin que eso sea un pecado. Así pues, por mucho que pregonen las maravillas de ahorrar dinero o de renunciar a un trabajo asfixiante para salir y conocer el mundo, muchos no lo van a hacer.

A muchos se nos hace difícil el ahorro por nuestra situación. Otros tienen prioridades que están por encima de sus deseos personales. A otros, simplemente, no les interesa viajar.

Empecemos por desechar de plano ideas tóxicas o arriesgadas, especialmente esa sandez de renunciar al trabajo y no preocuparse por el dinero. Aquí no hay que ser un economista para comprender que, por poético e idealista que eso suene, es uno de los peores consejos que pueden darse. En primer lugar, “preocuparse por el dinero” no implica ser un pendejo tacaño o un adicto a las compras. Muchas de las personas que se preocupan por el dinero lo hacen por razones realmente válidas: hay un arriendo que pagar, servicios, conseguir la comida, mantener a la familia y más cosas. Ese tipo de preocupaciones no se pueden simplemente ignorar por la pretensión de querer viajar. Ni qué decir que es peor cuando uno no tiene un trabajo fijo, o trabaja por contrato (lo que implica que estarás sin empleo al menos entre diciembre y enero, y créanme que no es nada bonito), o simplemente no goza de un empleo bien remunerado.

Esto implica, en segundo lugar, que muchas personas no tienen la capacidad ni la posibilidad de ahorrar lo suficiente para poder permitirse un viaje fuera del país, a veces ni siquiera dentro de él (vean por ejemplo a Colombia con la reciente reforma tributaria: ¿qué poder adquisitivo y capacidad de ahorro puede tener un ciudadano promedio con esa monstruosidad?). Encuentro particularmente absurdo, incluso enfermizo, que en varios blogs de viajes tengan la idea de que ya contar con un computador en casa te hace más apto para viajar, o que ser vegetariano, no pagar cinco dólares por un café o vender tu carro te ayudan a ahorrar. Esa visión de que ser demasiado pobre para viajar es sólo una tontería mental y esos consejos risibles vienen de personas acomodadas que parecen tener una limitada percepción de la realidad, no muy diferentes de los que aquí creen que “el que es pobre es porque quiere” (cof. Vallejo, cof). En otras palabras, decirle a la gente que el viaje es sólo cuestión de voluntad y no de dinero es insoportablemente clasista.

Por supuesto, no todos los viajeros son de países ricos o con una decente calidad de vida: obviamente hay personas en nuestra región con una estabilidad económica y una fuente de ingresos más decente de lo que muchos podrían aspirar. Y afortunadamente, sea de un país rico o no, muchos de esos viajeros pueden comprender que no todos tenemos la misma facilidad de renunciar a un trabajo o de ahorrar dinero para salir a conocer el mundo.

Mi experiencia: después de mucho tiempo sin encontrar empleo, trabajé durante un año en un proyecto de investigación, y ganaba un salario decente. Los primeros meses aproveché el dinero en conseguir cosas que necesitaba, y otras que quería, y a pesar de eso, logré ahorrar una cantidad decente de dinero. Tenía proyectado viajar al Santuario de las Lajas en Pasto o a San Agustín durante la segunda mitad de este año, después de terminar mi contrato, antes de presentarme a algún posgrado. Desafortunadamente, en la casa siempre surgen problemas: había que pagar un arriendo, o iban a cortar los servicios, o algún gasto imprevisto que mis papás no podían cubrir. En varias ocasiones, y no siempre de buena gana (todo hay que decirlo), tuve que bajarme del bus con uno de esos gastos, y antes de darme cuenta, lo que tenía ahorrado se fue.

No puedo decir que eso no me molesta sobremanera, especialmente por razones que no comentaré aquí, pero estoy consciente de que eso es parte de la vida de familias como la nuestra. Nunca nos ha faltado techo, pero toda la vida hemos enfrentado dificultades económicas por tal o cual razón, y no pocas veces nos ha tocado tomar sólo un vaso de avena y poco más. Salir a restaurantes a comer es cosa rarísima para nosotros, y viajar por ejemplo a Barranquilla a visitar a los parientes pasa sólo cada ciertos meses, y a menudo es mi mamá la única que viaja (es su familia la que está allá, después de todo). Son todos gastos que, sencillamente, no nos podemos permitir.

Es por eso que comprendo perfectamente que, por más que uno quiera llenarse la cabeza con fantasías de que pensando positivo vas a viajar, y que eso es lo único que le falta a tu vida, es algo que para muchas personas jamás va a ocurrir. ¿Eso es malo? No, podemos conseguir muchas cosas para nuestra vida incluso en nuestra misma ciudad. Viajar dentro o fuera del país es una gran experiencia (he estado en unas siete capitales y varios municipios o caseríos, y casi siempre lo he disfrutado mucho), pero no es un imperativo para una vida plena.

De esto se desprende algo más simple. ¡No todo el mundo quiere viajar! Hay personas que se sienten cómodas en su zona de confort, y consideran que viajar solos, o viajar en absoluto, no es tan gratificante como muchos creen. Otras proyectan su vida de una forma sencilla y limitada que no requiere conocer otros países y otras culturas; como dije, muchas de las experiencias y cambios de mentalidad que se consiguen viajando pueden obtenerse también a través del diario vivir del ciudadano promedio. Y al final del día, viajar no es garantía de apreciar los países y las culturas que conoces: por aquí Ego lo describe muy bien.

No, no todos los viajeros son snobs irritantes, pero hay un importante sector de este grupo de personas que sí lo son. El problema no es tanto que sean petulantes o se sientan más realizados por poder viajar. Lo desesperante del asunto es que haya quienes menosprecien o traten condescendientemente a los que no pueden o no les interesa viajar, como si fueran obtusos o ignorantes. A veces no se quiere, y a veces no se puede. Y ya que estas Navidades, como casi todas, las voy a pasar en casa, quiero simplemente recordarles que uno de los beneficios de la experiencia de viajar y ver más allá de lo que te permite tu tierra, cosa que indudablemente es maravillosa o cuando menos interesante, debería ser un poco de humildad.

Feliz Año Nuevo. Nos vemos en el 2017.

Comentarios

  1. No se si puedo afirmar con fe cierta que las personas acomodadas, en su totalidad, carecen de una visión realista de lo que es, por ejemplo, no tener una buena posición económica. Si quiera se si correspondería afirmar que es mucho peor cuando esas personas acomodadas pertenecen a países desarrollados. Pero hay algo que sí puedo afirmar y es que en mi experiencia, las personas acomodadas que he conocido, han carecido por completo de una visión realista de lo que significa no tener una buena posición económica y que esa situación, empeora sobremanera cuando el acomodado es un "desarrollado" mirando a un latino ("sudaca" como en mi caso).

    Me recuerda a cuando hace 20 años atrás, en la Universidad (sí, 20 años, porque soy vieja xD), una agrupación de ultraizquierda me invitó a sumarme "a la causa" (causa de defensa de los "pobres" a los que yo pertenecía y no por elección) y, yo me sumé y era la única verdaderamente pobre. Era realmente sorprendente que, gente se suponía "entendía" lo que significaba tener poco dinero, no tuviese idea de lo que significaba "no poder ir un sábado a manifestarte porque eso significaba no comer el domingo". Claro que esto es llevarlo al extremo. Pero probablemente, quien no haya experimentado un verdadero riesgo sobre las necesidades básicas, tenga serias dificultades para entenderlo. Eso, sumado a que muchas personas suelen tener una gran tendencia a creer que lo que funciona para uno, funciona para todos (de la misma forma que creen que por haber nacido en determinada fecha tendrán una personalidad similar a quienes compartan el mismo "signo zodiacal" o como se denomine).

    Pero en definitiva, la empatía es una cualidad que incluso, a nivel neuronal, es imprecisa. De hecho, las personas no utilizamos la misma parte del cerebro cuando tenemos que ponernos en lugar de alguien a quien consideramos distinto. Utilizamos la parte VENTRAL de la corteza prefrontal medial para empatizar (mentalizarnos) con los pensamientos de alguien que consideramos semejante a nosotros mismos. Sin embargo, cuando las experiencias del otro (o sus rasgos de personalidad general, su situación, etc.) no se condicen con nuestras experiencias o características, utilizamos la parte DORSAL. Así que, no es de extrañarse que la capacidad de los acomodados de ponerse en "la piel" de los no acomodados sea tan limitada como la nuestra (no acomodados) para ponernos en lugar de ellos (acomodados).

    Tu los has llamado "snobs" porque eres un chico educado. Yo prefiero llamarlos capullos, pero vale xDDD (no puedo no decir burradas, es más fuerte que yo xDDD)

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    1. Ah, "la causa"... La verdad a mí no me gusta prácticamente ninguno de los movimientos de izquierda que hay aquí donde vivo: tienen problemas y defectos horribles. Y los movimientos universitarios son peores: no me sorprende que hayas pasado por algo así. Muchas veces, de idealistas pasan a idiotas, porque no comprenden que todo el mundo no puede salir a reunirse o marchar con ellos. Dicen defender a los pobres, pero no comprenden cómo es la situación realmente.

      No sabía ese detalle de cómo funciona nuestra mente ante la empatía y las emociones y experiencias de otros. Viendo esto, no es tan rara la insensibilidad que tienen muchos de los viajeros elitistas, aunque eso obviamente no excusa las sandeces con las que salen. En serio, he escuchado tantas cosas que a veces parecen caricaturas. Un saludo.

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    2. Solo por si te llega a interesar (o le es útil a otro lector de tu blog), dejo el link al paper de la investigación que estudió estas cuestiones sobre la disociación de la corteza prefrontal medial en el juicio que hacemos sobre otras personas:

      Dissociable Medial Prefrontal Contributions to
      Judgments of Similar and Dissimilar Others (Mitchell et. al, 2006):
      http://www.people.fas.harvard.edu/~banaji/research/publications/articles/2006_Mitchell_Neu.pdf

      Y para profundizar sobre cómo (se supone) descodificamos el contenido mental de otras personas, los factores que intervienen (desde la formación de la primera impresión, mentalización, empatía, neuronas espejo, etc. hasta la testosterona, la oxitocina y vasopresina), un buen material (que no ahonda tanto en conjeturas psicológicas sino que se centra más es cuestiones neuronales puras) es el capítulo 26 del libro "Neurociencia Cognitiva" (Panamericana, 2015).

      Un saludo y ¡¡Feliz año!! =)

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    3. Muchas gracias! No había visto el comentario antes. Feliz Año igualmente!

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  2. Conozco al tipo de criatura, aunque me da la *impresión* de que son pocos. (Igual me equivoco.)

    A mí me gusta viajar, pero muchas veces no puedo y cuando lo hago no pretendo que todos lo hagan o que a todos les guste tanto como a mí, o que sea algo indispensable.

    Comparto la valoración que haces, aunque yo creo (de nuevo, puedo equivocarme) que es un fenómeno mucho más extendido: los que no lo hacen con los viajes lo hacen con otra cosa, a veces con la comida, a veces con tener mascotas, a veces la obsesión con "la naturaleza", y así. Lo que quiero decir es que es algo a lo que tienden algunas personas, y que el hecho de que a veces lo hagan sobre viajes es una cuestión accidental. Igual podría ser sobre muchas otras cosas.

    Un fuerte abrazo Martín, y que 2017 sea mejor que el anterior.

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    1. Sí, desafortunadamente pasa de muchas formas. Viajes, mascotas, comida... Lo que pasa es que con los viajeros que son así tienden a sonar más clasistas y moralistas, en vez de sólo moralistas como los animalistas o los abraza-árboles. Doblemente chocante, por decirlo así.

      Muchas gracias. Éxitos en este nuevo año también para ti.

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