Acerca de la des-extinción
“El animal extinto que se revive no tiene derechos. Existe porque
nosotros lo creamos.”
Peter Ludlow (Arliss
Howard), en El mundo perdido: Jurassic
Park (1997).
Ayer fui a visitar a
unos amigos en la Universidad, y algunos colegas de biología me preguntaron
sobre un tema que se está discutiendo dentro de una clase, en un foro sobre
bioética. ¿Debería experimentarse para traer de vuelta a especies que ya están
extintas? Para formarse una idea robusta del tema, decidieron preguntarles a
estudiantes de cursos superiores o ya graduados. Así que me preguntaron qué
opinaba sobre la llamada des-extinción. Hice una explicación relativamente
detallada de mi postura, y se me ocurrió compartir el tema en esta entrada.
Expliquemos primero de
qué se trata. La des-extinción, también llamada biología de resurrección o
resurgimiento de especies, consiste en recrear un organismo que pertenezca a
una especie ya extinta, o que guarde semejanza con ella. Gracias a los avances
en las técnicas genéticas y el proceso de clonación, muchos científicos han
propuesto el uso de dichas herramientas para “resucitar” especies desaparecidas
como la paloma migratoria, haciendo uso de muestras de tejido almacenado. Otros
prefieren usar cruces selectivos, como en el caso del quagga (una subespecie de
cebra) y el uro.
Hembra de quagga, en una foto del siglo XIX
Como es habitual con la
mayoría de prácticas biotecnológicas, la des-extinción no está exenta de
objeciones. Las hay de varios tipos: utilitaristas, etológicas y éticas. Las
críticas utilitaristas se basan en que los recursos en proyectos de
resurgimiento de especies podrían invertirse mejor en programas de conservación
para las especies que se encuentran actualmente en peligro; críticas que comparto
en parte. Las críticas etológicas consideran que, puesto que la cría del animal
resucitado sería cuidada por padres de una especie diferente, y por tanto su
comportamiento será diferente al de su especie antecesora. En tal caso, no
estaríamos resucitando en un 100% a dicho animal.
¿Qué hay de las
críticas éticas? Seguro habrá muchos que consideren que la experimentación con
otros animales es un comportamiento altamente inmoral. Son críticas
comprensibles, pero no las considero válidas. De nuevo, considero que la
experimentación animal es perfectamente válida, siempre y cuando no se someta a
los especímenes de estudio a un sufrimiento innecesario, y para esto no se
requieren derechos, lo cual sería además impráctico, puesto que sólo los
humanos tienen agencia moral: sólo se necesitan bases metodológicas y éticas
fuertes.
Aún sería más absurdo
pensar en los derechos de un animal extinto, puesto que sólo se estaría
trabajando con su ADN y no con un sujeto íntegro. Aquí hago eco de la frase que
puse al inicio de esta entrada. Sí, es la expresión de un capitalista
consumado, pero no carece de certeza científica, ya que el material genético de
un organismo extinto no es intrínsecamente una vida. Hay, en cambio, objeciones
más válidas en los ejemplares que serían usados como “madres de alquiler” de
los fetos de las especies resucitadas, dado que los experimentos de
fertilización in vitro y clonación con dichas especies hasta ahora tienen un
alto índice de fracasos, y los pocos ejemplares nacidos mueren al poco tiempo,
todo lo cual resulta en un estrés físico para la madre. Estas críticas serían
más sólidas, y requieren una discusión más amplia.
Pero mi escepticismo hacia la des-extinción apunta más hacia otro rumbo, y así se los expuse a los amigos que me preguntaron sobre el tema. ¿Para qué hacerlo? Es decir, ¿qué motivos tenemos para resucitar a estas especies ya muertas? ¿Es necesario hacerlo?
Podría señalar en
primer lugar que esto parece más un acto de prepotencia, de nuestra absurda
pretensión de erigirnos como jueces y protectores de otras especies a las que
hemos afectado terriblemente. Millones de especies se han extinto antes de
nosotros, y muchas más se extinguirán después; quizás sólo retrasamos lo
inevitable. Claro, es cierto que nuestra excesiva población ha traído muchas
consecuencias ambientales que han afectado a otras especies, pero si bien
tenemos toda la responsabilidad por lo ocurrido, no es intrínsecamente nuestra
obligación salvarlas: lo hacemos porque lo consideramos necesario para el
ambiente (pese a que muchas especies en peligro no son realmente ejes dentro de
su ecosistema), o porque deberíamos ser amables con otras especies.
Podríamos considerar
que la conservación es un acto superogatorio: moralmente loable, pero no
intrínsecamente objetable si no lo hacemos. George Carlin lo definía bien:
intervenir en salvar otras especies sigue siendo una intervención en la
naturaleza y un acto de arrogancia y complacencia, ya que lo hacemos al fin y
al cabo por nuestra propia supervivencia a largo plazo. Quizás también
alteramos de esta forma los mecanismos de selección natural en el ambiente, por
lo que sería mejor controlar nuestros propios hábitos y costumbres en vez de
manipular lo que ya arruinamos. Quizás, como dice un refrán en Internet, “el planeta no necesita que lo salvemos. Con
que no lo jodamos es suficiente”.
Pero ignoremos toda esa
cháchara filosófica por un momento. Digamos que realmente tenemos el deber de
resucitar a todas esas especies a las cuales llevamos a la extinción, y de
proteger a las que están a punto de desaparecer. Después de todo, cosas como la
deforestación, la contaminación y la introducción de especies invasoras como
gatos y conejos son difíciles de ignorar. Sería insensato negar que tengamos la
culpa de ello, y lo mínimo que se esperaría es que podamos regular nuestro
impacto en el ambiente, si queremos que los cambios del medio ambiente no
amenacen la vida del planeta; esto se puede hacer sin intervenir necesariamente
a las especies amenazadas. Con eso en mente, sigue habiendo un gran problema,
el cual es mi punto principal: ¿Son adecuadas todas las condiciones para traer
a todas esas especies de nuevo a la vida?
Pensemos en una especie
colombiana extinta: el Rhizosomichthys
totae, conocido como runcho, un pez de agua dulce emparentado con los
bagres. El runcho era endémico de nuestro país, y habitaba únicamente en el
Lago de Tota. Hacia los años 40 del siglo pasado, se introdujo en el lago la
trucha arcoíris, un pez que se ha convertido en invasor en muchos países, y en
los años 50 se introdujeron otras especies de peces que le sirvieran como
alimento; entre ellas, el capitán de la sabana (Eremophilus mutisii). Las consecuencias no se hicieron esperar: el
runcho, un pez que no llevaba mucho tiempo de haber sido descubierto y
descrito, desapareció del Lago de Tota, siendo colectado por última vez en
1958. Muchos investigadores culpan a la trucha arcoíris por su extinción; otros
consideran que el capitán, al tener un nicho ecológico superpuesto con el
runcho y ser más resistente a las especies introducidas, fue el responsable de
su extinción. Lo único que está claro es que el runcho se extinguió, y fue
culpa del hombre.
Supongamos que usando
técnicas de clonación traemos al runcho de vuelta a la vida. ¿Qué ocurriría si
lo reintroducimos? Previsiblemente, la especie no durará mucho tiempo. El
runcho no pudo competir exitosamente contra los peces introducidos en el Lago
de Tota, siendo una especie nativa; no lo hará mejor en su reintroducción. En
tal caso, no sólo se perderían los recursos invertidos en el proyecto de
clonación y reintroducción, sino que se estaría condenando a cientos de
individuos de una especie extinta a desaparecer de nuevo. ¿Habrá valido la pena
reintroducirlo en el Lago de Tota?
Este es un problema al
que se enfrentarían las especies resucitadas: que el ambiente probablemente ya
ha cambiado más allá de sus capacidades. ¿De qué serviría resucitar al mamut
lanudo, si Eurasia probablemente ya no le ofrece tundras o bosques lo bastante
extensos para sus requerimientos, y el clima es mucho más cálido que en eras
anteriores? ¿Sería útil traer de nuevo a la vida al lobo marsupial cuando aún
existen dingos y humanos que ejercerían una presión sobre sus poblaciones?
¿Para qué revivir a la paloma migratoria, que carecería de los bosques que
antaño fueron su hábitat? A esto sumémosle que, posiblemente, los ecosistemas a
los que pertenecían animales extintos en tiempos modernos encontraron una forma
de mantener el equilibrio en los flujos de materia y energía tras perder estas
especies. Reintroducirlas podría suponer un desequilibrio en el balance del
ecosistema. Por tanto, someter a esas especies a todas estas dificultades
realmente sería muy poco ético. Entonces, ¿realmente deberíamos esforzarnos, al
menos ahora, en reproducir especies desaparecidas?
Si al leer todo lo
anterior usted supone que yo me opongo a la conservación de especies
amenazadas, le aseguro que se equivoca. Yo apoyo los programas de conservación
de especies, pero a nadie le hace daño cuestionarse sus propios planteamientos,
pues la autocrítica nos permite fortalecer nuestro pensamiento. Especialmente,
porque de nada sirve des-extinguir a una especie si mantenemos semejantes o
peores condiciones que las que se encontraban en el momento de su extinción. Es
la misma metodología que se requiere para las especies actualmente en peligro:
no sólo se debe trabajar en la reproducción
y el incremento de la población, sino también en controlar los factores
que las llevaron a su estado actual.
Es así como debería trabajarse. Yo no considero que sea intrínsecamente malo intentar resucitar a una especie extinta. Sin embargo, antes de lanzarnos en una cruzada marcada de nostalgia y remordimiento, deberíamos invertir más esfuerzos en restaurar ambientes y reducir nuestro impacto negativo en los mismos. Después de esto, todo lo que se pretenda hacer en aras de la des-extinción, siempre que sea dentro de una metodología adecuada, bienvenido sea.
Jejeje, cuando toqué el tema ( http://de-avanzada.blogspot.com/2013/03/Deextincion.html ) me dijeron que mis conocimientos en genética eran espurios, a pesar de que todo el contenido relevante del post era citando opiniones expertas sobre sus dudas frente a la de-extinción.
ResponderEliminarUn saludo, Martín. Me gusta como llevas el blog :)
Lo acabo de leer, y tampoco veo de dónde sacó ese comentario. Pero a la gente le gusta agarrarse de cualquier absurdo para hacerse de oídos sordos.
EliminarGracias por el apoyo, como siempre.