Transfobia y desinformación: el caso de Imane Khelif
Parece
que la polémica inauguración de los Olímpicos de París resultó siendo apenas el
abrebocas de más discusiones en torno a las reglas del Comité Olímpico
Internacional (COI). Pero, sobre todo, ha desnudado una serie de graves
prejuicios que se mantienen acerca de las competencias femeninas, y que han
sido aprovechadas por los promotores de discursos discriminatorios para
difundir desinformación y odio acerca de atletas que no encajan dentro de su visión
estrecha de la feminidad.
El foco de la polémica fueron dos boxeadoras, la argelina Imane Khelif y la taiwanesa Lin Yu-Ting. Resulta que se encontró que ambas fueron descalificadas del Campeonato Mundial de Boxeo Femenino en 2023 por la Asociación Internacional de Boxeo (IBA, por sus siglas en inglés), luego de que supuestamente unas pruebas médicas de género las declararan inelegibles para competir, sin especificar detalles o resultados. En todo caso, el IBA perdió su estatus olímpico en 2023 -más tarde entramos en detalles al respecto-, y el IOC determinó que ambas combatientes cumplían con los requerimientos para participar en los Olímpicos de 2024.
La
polémica estalló luego del combate de segunda ronda de Khelif contra la
italiana Angela Carini, quien se rindió después de 46
segundos de combate, tras un jab mal lanzado con el que Carini
descuidó su defensa y se comió un cross directo de la pugilista argelina. Al
ser consultada tras el combate, la italiana aseguró que el golpe había sido
demasiado fuerte y temió por su vida, por lo que decidió rendirse.
El espectáculo fue criticado por figuras políticas italianas, como la primera ministra Giorgia Meloni y el ex ministro Mateo Salvini, quienes cuestionaron que “un hombre” estuviera compitiendo en una categoría de mujeres; los medios italianos incluso estuvieron días cuestionando el género de Khelif antes del combate propiamente dicho. Y es que al parecer el presidente de la IBA, Umar Kremlev, comentó en un canal de Telegram que Khelif y Lin tenían cromosomas XY, lo que significaría que genéticamente ambas son hombres. Muchas personas acusaron también a Khelif de ser una mujer trans, y otros difundieron el mensaje de que eran “hombres disfrazándose como mujeres”, entre ellos la TERF más importante de las Islas Británicas y transfóbica a tiempo completo -ah, y autora de Harry Potter-, J.K. Rowling, el dueño de Tesla y Twitter/X, Elon Musk, el expresidente y actual candidato republicano, Donald Trump, y -penosamente- el biólogo evolutivo Richard Dawkins.
Por
su parte, luego de una conferencia del IOC donde defendieron a ambas boxeadoras
y aseguraron que no existen dudas de que ambas son mujeres, Khelif siguió
combatiendo sin problemas, derrotando a tres pugilistas más hasta alcanzar
la medalla de oro en la categoría de peso welter, la primera
para Argelia. Entre las combatientes, la húngara Luca Hámori mantuvo la
polémica a
través de incendiarias publicaciones de Instagram previas al
combate, en las cuales comparó a su oponente con un monstruo, por lo que el
Comité Olímpico de Argelia elevó una queja formal al COI.
En
el caso de Lin, la pugilista también logró
alcanzar la presea dorada en peso pluma tras una serie de
combates, en los cuales, de manera similar a lo ocurrido con Khelif y Carini,
se destacó un momento en que su oponente en semifinales, la boxeadora turca
Esra Yildiz Kahraman, cruzó
los dedos índices en gesto de X tras el combate, haciendo una
referencia a los cromosomas femeninos, y aludiendo por supuesto a las
cuestiones sobre el sexo de la taiwanesa.
¿Qué hay de cierto en todo lo debatido? ¿Se puede confiar en la palabra del presidente de la IBA? ¿Por qué perdió su estatus olímpico? ¿Acaso Khelif y Lin tienen cromosomas XY o, como varios han señalado, un simple hiperandrogenismo? ¿Deberían estar compitiendo en los Olímpicos?
Dejemos
algo en claro desde el inicio: Khelif y Lin no son mujeres trans. De
hecho, es que no
hay mujeres trans compitiendo en los Olímpicos, y tan sólo un
hombre trans en boxeo y dos atletas no binarias que compitieron
según su sexo asignado al nacer. El COI ha sido bastante estricto en cuanto a
la participación de atletas trans, en especial de mujeres, así que la idea de
que haya dos mujeres trans compitiendo en -de todos los deportes- boxeo es casi
risible. El presidente de COI fue enfático en que ambas deportistas son
mujeres, y cumplen con los requerimientos para participar de esta competencia.
El
caso de Khelif es especialmente absurdo, ya que tendríamos que asumir no sólo
que se le permitió la transición en Argelia, un país donde la comunidad LGBTI+
no tiene derechos -como en prácticamente todos los países musulmanes-, sino que
además le dieron la oportunidad de participar como su representante
internacional. En cualquier caso, ya son públicas fotos de la infancia de
Khelif, y su
propio padre fue entrevistado para confirmar que nació y siempre
se ha identificado como mujer. Hablamos entonces de mujeres cisgénero.
¿Entonces
tienen cromosomas XY? La verdad es que no existe ninguna evidencia al
respecto. Si bien es cierto que el COI asegura que Khelif y Lin son
mujeres, ellos no realizan pruebas de género desde 1999 por cuestiones de
dignidad de los competidores. Por su parte, si bien la IBA asegura que ambas
competidoras fueron declaradas inelegibles, nunca ha especificado la
metodología o naturaleza de los exámenes que realizó, ni compartió los
resultados ni siquiera con las dos deportistas. Y la única evidencia al
respecto de su supuesto resultado consiste en una declaración por fuera de los
canales oficiales.
La desastrosa conferencia que brindó la IBA hace unos días, la cual demoró mucho tiempo en iniciar y en donde se la pasaron más tiempo atacando al COI, no contribuyó a aclarar las cosas. Mientras que el jefe ejecutivo, Chris Roberts, dijo que se habían realizado pruebas de cromosomas, Kremlev afirmó que encontraron altos niveles de testosterona, una prueba por completo diferente que no dice nada acerca de cromosomas. Para colmo, la IBA dijo que las pruebas fueron acreditadas por la Agencia Mundial Anti-Doping (WADA, por sus siglas en inglés), pero esta organización afirmó que no tienen nada que ver con pruebas de género, sólo trabajan con temas de doping. No debería sorprender, dada la confusión sobre las pruebas realizadas y la reticencia a explicar y mostrar la evidencia, que el COI declarara la descalificación de Khelif y Lin como algo arbitrario.
En
este punto vale la pena mencionar, por cierto, que la
IBA perdió su estatus como organización olímpica en 2019, luego
de una serie de denuncias por corrupción y falta de transparencia en sus
operaciones. De hecho, la descalificación de Khelif ocurrió coincidencialmente
poco después de su victoria contra una boxeadora rusa hasta entonces invicta, y
recordemos que el cuerpo de gobierno de la IBA es predominantemente ruso. Su
líder actual, Kremlev, tiene además vínculos con el presidente ruso, Vladimir
Putin, un líder intensamente homofóbico, y poco después del inicio de los
Olímpicos apareció en un
video atacando la ceremonia de inauguración como “sodomía pura”,
y afirmando que los juegos están promoviendo “la destrucción de los valores
occidentales”. Ese es el nivel de credibilidad de la organización.
En redes he visto muchas especulaciones sobre la condición de las pugilistas: que si tienen SIA parcial, síndrome de Swyer, o alguna otra condición del desarrollo sexual que les otorga rasgos intersexuales. Nuevamente, no tenemos ninguna evidencia al respecto en ninguno de los casos más que intentar fijarse en detalles físicos -como hace el biólogo anti-trans Colin Wright- o tomar como cierta la dudosa palabra de la IBA. No es imposible que Khelif o Lin presente alguna condición intersexual, pero si no hay información real al respecto, pues las especulaciones no dejan de serlo, y por momentos se pueden hacer incluso irrespetuosas.
¿Y
si se tratase de un simple caso de hiperandrogenismo, una producción de
testosterona por encima de los niveles regulares en un cuerpo femenino? Es
plausible, siendo que es de hecho una condición bastante frecuente entre
mujeres, y no requiere de anomalías cromosómicas. Repito, no obstante, que esto
no deja de ser un caso de especulación, basado no sólo en las afirmaciones
cuestionables de una organización denunciada por corrupta, sino también porque
-y esta es una cuestión importante- se trata de dos mujeres que no cumplen con
los cánones físicos que tenemos acerca de cómo debe verse usualmente una mujer.
Y es que, a falta de datos cromosómicos u hormonales, los argumentos de los “críticos de género” acerca del sexo de Khelif han sido lamentables. ¿Se sienta con las piernas abiertas? Tiene que ser un hombre. ¿No usa ningún velo, sin importar que en Argelia no sea obligatorio? Es hombre. ¿Tiene vello en los nudillos? Definitivamente hombre. ¿Su entrenador la abrazó y cargó luego de un combate? Hombre, hombre, hombre.
¿Pero
por qué figuras como Rowling, Musk y Dawkins han estado tan empeñados en que
tanto Khelif como Lin son en realidad hombres, difundiendo mentiras y
desinformación? Porque, ya que no tienen atletas trans participando en las
categorías femeninas, tuvieron que tomar una polémica creada por una
organización corrupta para seguir atacando el concepto de mujeres trans en los
deportes, acusándolas de infiltrarse en las competencias oficiales, mientras se
erigen como los defensores de la verdad y la realidad material. Se han
integrado a una
serie de cuentas que en pocas horas difundieron en redes sociales los mismos
mensajes transfóbicos y discriminadores contra dos
mujeres cuyo único “delito” fue no verse como en el ideal femenino que muchas
de estas personas sostienen.
Como hemos visto por este caso, la fiscalización de la feminidad acaba afectando no sólo a las mujeres trans, sino también a mujeres cisgénero cuyo aspecto y físico no coinciden entonces con las normativas que son defendidas por estos “críticos de género”. Irónicamente, sin evidencias biológicas, estas figuras tan escépticas del concepto de género y su construcción social recurren sobre todo a marcadores sociales para justificar su rechazo a cualquier triunfo de Khelif. He visto cómo traicionan sus propios argumentos de ”si tiene vagina y útero, es mujer”, aferrándose entonces a los cromosomas, cuando estos precisamente no les bastan en cuanto a determinación, a la luz de las muchas condiciones intersexuales. Sus argumentos acaban siendo contradictorios y absurdos.
De
hecho, Khelif y Lin están
lejos de ser las únicas que han sido acusadas en estos Olímpicos de ser hombres
en cualquier alcance del concepto: la jugadora estadounidense de rugby Ilona
Maher y la basquetbolista china Zhang Ziyu también han recibido señalamientos
acerca de su género por no encajar en los estereotipos de lo que se considera
“femenino”. Y no se puede ignorar, tampoco, cierta carga de discriminación
racial en algunas de estas acusaciones. Como señaló Noreem
Nasir en PBS, las atletas de color o provenientes del Sur
global y países en desarrollo han tenido que enfrentarse con mucha más
frecuencia a cuestionamientos acerca de su género.
Supongamos,
por el bien de la discusión, que Khelif y Lin fuesen mujeres con cromosomas XY.
¿Debería permitírseles participar en categorías femeninas? Pues, a diferencia
de lo que proponen en este
artículo de Quillette -que sorprendentemente hace un análisis
más o menos balanceado del caso-, considero que sí. En primer lugar, porque las
características físicas no son lo único que influye en el rendimiento
deportivo: la técnica y la disciplina son bastante importantes también -por
ejemplo, en el mencionado combate con Carini, la italiana mostró una pobre
técnica-. De hecho, Khelif tenía
un registro más bien mediocre antes de los Olímpicos, de 9-5,
con dos importantes derrotas en 2021 y 2022, y la ganadora de ese último
combate, la irlandesa Amy Broadhurst, dijo que no creía que Khelif hubiese
hecho trampa alguna.
En
segundo lugar, y tal
como ya lo he explicado antes en el blog, porque en las
competencias deportivas hemos exaltado por mucho tiempo las características
físicas particulares de algunos prodigios, y no los hemos descalificado o
prohibido participar bajo el argumento de “ventajas genéticas”. De Michael
Phelps, por ejemplo, siempre se destacó que su torso largo y sus elongados
brazos le otorgaban una mayor de brazadas frente a sus
competidores, y su metabolismo le permite recuperarse en menos tiempo. ¿Deberíamos acaso retirarle sus 28 medallas por causa de una
“ventaja genética”? ¿Tendríamos que impedirles a atletas africanos competir en
maratones? ¿Vetar a los jugadores de baloncesto de más de dos metros, como la
mencionada Zhang o LeBron James?
Podrían
decirme que quizás no sea tan comparable, puesto que estamos hablando de
“machos genéticos”. Pero, los parámetros del COI no descartan por completo la
participación futura de mujeres trans o atletas intersexuales, siempre
que cumplan con requerimientos muy específicos, los cuales de
hecho dejarían por fuera a una gran mayoría de las pocas atletas trans que
existen en la actualidad. Y dependiendo de cómo se organicen las categorías en
algunos deportes, ¿realmente sería tanta la diferencia física? ¿Damos por
sentado la inferioridad femenina en cualquier deporte?
En todo caso, me parece genial que tanto Khelif como Lin hayan ganado sus respectivas categorías, y que esta vez mucha gente haya salido en redes tanto a rechazar las acusaciones sin fundamento como la transfobia misma. Esperemos que eso sea una señal de que seguiremos luchando contra el odio y la discriminación que muchas figuras importantes esgrimen al día de hoy.
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