Cristo tenía cabeza de burro


Aunque a muchos grupos protestantes les disguste hoy en día, las representaciones artísticas de Jesucristo son una parte fundamental de la historia del cristianismo. Símbolos como el ichthys o el Cordero de Dios eran la forma en que las primeras sectas cristianas, perseguidas durante la época de Nerón, podían reconocerse entre sus miembros en las catacumbas romanas. Es cierto que cosas como un pez rudimentario, el cordero o un pastor pueden parecer para algunos una forma de idolatría, pero ese era precisamente el punto de su creación: al ser relativamente genéricos, muy semejantes a representaciones de dioses paganos, podían ser ignorados por los soldados romanos como parte de cultos legales. Hay que destacar, eso sí, que la iconografía del Cristo crucificado no se hizo popular sino hasta después del supuesto descubrimiento de los restos de la Vera Cruz gracias a Helena, la madre de Constantino el Grande, en parte porque su uso habría delatado inmediatamente a sus adoradores; en parte porque el aniconismo judío aún era una influencia fuerte;  y en parte porque para los primeros cristianos tenía mucho más valor para su fe la representación del Hijo de Dios resucitado, triunfando apoteósico ante la muerte, que la agonía previa a su deceso.



Sin embargo, ¿qué pensarían si les digo que no sólo hubo a pesar de todo representaciones antiguas de la Crucifixión sino que, además, la representación quizás más antigua que sobrevive de Cristo en el suplicio fue concebida como una burla? Sí: en 1857, en el monte Palatino, fue desenterrado un edificio donde se encontró un grafito que representaba a un hombre en postura de adoración hacia una figura con cabeza de burro clavada a una cruz. Debajo de ellos, en un griego más bien torpe, se lee una inscripción que habitualmente se traduce como “Alexámenos adorando [a su] Dios”. Esta ilustración, ahora conocida como el grafito de Alexamenos y concebida aproximadamente hacia el siglo III de nuestra era (la datación oscila entre los siglos I y III, siendo más probable el último), sería no sólo la representación más antigua de Jesucristo en la cruz, sino además la representación más antigua que sobrevive del Mesías en general.


(Entre paréntesis: en un muro cercano al grafito alguien puso la leyenda en latín “Alexámenos el fiel”, visto como una respuesta del aludido o una tercera parte a la burla, pero como termina siendo algo cursi, no vale la pena mencionarlo. Cierro paréntesis.)

Bueno, pero ¿y quién era Alexámenos? Nadie lo sabe con seguridad, aunque por el contexto histórico, asumiendo que efectivamente el grafito es del siglo III, podemos comprender lo que pretendía su autor. Entre la muerte de Nerón en el 68 EC y los edictos de la Persecución de Diocleciano en el 303, el cristianismo se convirtió en una secta menor dentro del Imperio Romano: habían algunos ataques locales, pero en general no era considerado un estorbo para los emperadores. Dada esta condición legal, la mayoría de los estudiosos consideran que el autor del grafito fue probablemente un soldado romano que quiso hacer mofa de la fe de un compañero de armas llamado Alexámenos.


¿Y por qué tenía Cristo una cabeza de burro en el grafito? ¿Por qué satirizar la fe cristiana? Aquí la cosa es un poco más compleja, y por lo mismo más interesante. En primer lugar porque al parecer en aquella época muchos acusaban a los judíos y los primeros cristianos de adorar un dios con la figura de un burro, de acuerdo por lo escrito por historiadores y apologistas cristianos de la época, así que tiene sentido que el autor satirizara la figura del carpintero de Nazaret poniéndole cabeza de burro.

En segundo lugar, la cultura de la época encontraba grotesca la idea de un dios crucificado, no sólo por tratarse de una pena capital sino también por ser todo lo opuesto a la majestuosidad de una divinidad. ¿A quién le parecería poderoso un tipo muerto clavado a una cruz? Ciertamente no a los romanos, para quienes los dioses tenían cualidades y atributos bastante humanos y “dignos” (ignorando por supuesto cosas como las historias de depredación sexual de Zeus/Júpiter): había poco de nobleza en un hombre ejecutado en la cruz, una muerte reservada a la peor calaña de la sociedad. No daba la impresión de un dios fuerte o hermoso, algo digno de merecer nuestro culto. De ahí que Pablo de Tarso llamara a la idea de adoración de un crucificado “necedad para los gentiles” (1 Corintios, 1:23). Toda esa visión sería incomprensible y estúpida para un soldado romano de la época, tal como para nosotros hoy en día sería chocante toparse con una religión que venerara la imagen de un hombre guillotinado o en una silla eléctrica. ¿No merecería acaso una mofa un ícono así? ¿Por qué sería diferente la crucifixión de Jesús?

Uno que otro erudito sostiene que el grafito no se refiere a Cristo como tal, sino a alguna secta pagana de la época, o un grupo cristiano hereje. Otros afirman que podría estar representando directamente la veneración de una imagen y por ello no se trata de Jesucristo, pues los cristianos de la época aún se veían limitados por las restricciones del aniconismo ya mencionado. Pero son hipótesis poco sólidas, quizás más inspiradas por un sesgo inconsciente de alejar cualquier implicación cristiana sobre una representación tan denigrante e indigna para una fe con millones de seguidores. Teniendo en cuenta el contexto histórico y social de la época, todo apunta a que efectivamente se trata de una ilustración nada halagadora de una deidad que para los paganos de la época sería un despropósito absurdo. Un Cristo con cabeza de burro.

Y bueno, es lo que tenía para compartir hoy. Una entrada corta con algo de cultura popular sobre uno de los íconos más utilizados por la comunidad cristiana para ilustrar su fe en una deidad incognoscible. ¿Ustedes se imaginan qué pasaría si en nuestros tiempos a alguien se le ocurriera representar a una de las figuras más populares de la cultura contemporánea, histórica o ficticia, de esa manera? No es que no hayan por ahí en Internet imágenes más provocadoras, como la de un Cristo devorado por zombis en la Última Cena. ¿Llegaría una sátira visual así a ser tan polémica y discutida como lo fue en su momento la famosa fotografía Piss Christ de Andrés Serrano?

Feliz Año Nuevo.

Comentarios

  1. Me viene a la memoria unos diarios suecos representando a Mahoma con cuerpo de perro.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que no conozco ese caso, o al menos no lo recuerdo. Esa sería una sátira aún más osada que la del colega de Alexámenos, considerando la condición del perro como animal impuro en el islam. Saludos.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares