Opiniones sobre el caso Weinstein
Retomando
nuevamente un tema tan complicado como el abuso sexual y la percepción de la
gente al respecto, desde comienzos de este mes nos topamos con un caso de abuso
de poder en Hollywood. Decenas de mujeres, entre ellas muchas actrices
importantes como Angelina Jolie, Rose McGowan y Gwyneth Paltrow, entre otras, denunciaron al productor de cine Harvey Weinstein por
acoso sexual e incluso violación.
Poco después de estallar este escándalo, nos enteramos además que muchas
personas dentro de la industria del cine al parecer estaban conscientes del
comportamiento del poderoso productor, y decidieron ignorarlo e incluso
encubrir sus acciones.
De
este terrible caso hay mucha tela por cortar, y lo cierto es que dado que hay
evidencia sólida de las acusaciones, y que Weinstein dijo torpemente que “era
la forma de hacer negocios en esa época”, creo que nadie se atrevería a meter
las manos en el fuego por su inocencia (incluso su hermano Bob lo calificó de
“hombre enfermo e indefendible”). Muy triste e indignante es enterarnos del
corrupto comportamiento de una parte importante de Hollywood al respecto, pues
de acuerdo con algunas figuras del medio, los rumores sobre la oscura vida de
Weinstein eran cosa de hace décadas. Actores como Ben Affleck y Matt Damon han
sido señalados de presionar a una editora del New York Times en 2004
para impedir la publicación de un artículo sobre las denuncias de abuso contra
Weinstein. El director Quentin
Tarantino, por su parte, mencionó que sabía un poco de la conducta del
productor en los noventa cuando su ex novia, la actriz Mira Sorvino, le contó
que había sido acosada por él, y hoy se arrepiente de no haber hecho algo al respecto
con lo que sabía.
Después
de este panorama general del caso, quiero hacer algunas observaciones sobre
reacciones que he encontrado sobre el tema. Hay algunas personas que ven con
suspicacia que sólo después de varios años las supuestas víctimas hayan
decidido denunciar a Weinstein, y aunque eso no significa que no pasara, sí
podría dar a entender que “les gustó el trato” que hicieron para conseguir una
carrera. Por otro lado, la política de silencio y el comportamiento de
Hollywood al respecto, sumado a otros casos polémicos similares con figuras
populares como Bill Cosby, les indican a otros que realmente vivimos en una
cultura de la violación. ¿Hay algo cierto de todo esto?
Empecemos
por la primera reacción, que no es más que otro reflejo del machismo que
todavía impregna a grandes rasgos buena parte de la sociedad. ¿Realmente es tan
inconcebible que las víctimas de abuso por parte de un hombre poderoso e
influyente dentro de una industria que mueve miles de millones callaran durante
décadas? ¿Y cómo es que eso significa que “les gustó” dejarse maltratar de esa
manera? Si a los que defienden semejante estolidez les queda un poco grande
pensar lo que realmente puede significar ese silencio, voy a darles un par de
situaciones que lo pueden explicar.
Número
uno, no todas las mujeres reaccionan de la misma forma ante el acoso y el abuso
sexual. Tal como explicaba Rebecca Bradley en el artículo sobre tropos cuestionables en el tema
de la violación, una mujer puede
asumir de muchas maneras el ser violentada sexualmente. Habrá muchas que
sufrirán un gran trauma por lo ocurrido; para muchas otras, el incidente les
produce vergüenza; para otras más, simplemente sentirán asco o rabia por ser
víctimas de un cerdo despreciable (vean un ejemplo un poco extremo con el papel
de Melissa Joan Hart, nuestra querida Sabrina Spellman, en una película difusa
llamada Nine Dead).
Desde
lo que yo puedo percibir, y obviamente es difícil para mí ubicarme en esa
situación, no es descabellado que algunas de las víctimas de Weinstein hayan
racionalizado el acoso/abuso con un suspiro de rabia estilo: “Ah, lo que he
tenido que hacer para conseguir un papel”. Y
no: eso no significa de ninguna forma que le haya gustado ser víctima del
productor, ni que haya sido necesario humillarse para poder ser alguien en el
medio, y mucho menos que todo ocurriera con su consentimiento. Amigo, si su
jefe lo obliga a darle una felación en su oficina bajo la amenaza de despedirlo
y hacer que nadie vuelva a contratarlo en otra empresa, entonces está usando su
posición de poder para abusar de usted, y así usted haya aceptado el chantaje,
no hay realmente un consentimiento dado que lo otorgó por coerción. Pasa lo
mismo con Weinstein. La racionalización que acabo de hacer es más para intentar explicar o comprender cómo una víctima de alguien poderoso a quien no se puede enfrentar fácilmente
trataría de suprimir la terrible experiencia, sin que eso signifique conformidad con ella.
De
aquí se desprende la situación número dos. Debería ser obvio para cualquiera
con un poco de sentido común que una de las principales razones por las que una
víctima de abuso calla es el miedo y la incredulidad de muchos. Y esto es peor
cuando el agresor es una persona influyente. La serie animada de Netflix BoJack
Horseman hace una representación dolorosamente realista de ello en el episodio Hank After Dark. Pongámoslo de esta
forma, lectores: de un lado tenemos a un hombre poderoso dentro del medio audiovisual,
miembro de una empresa influyente, respetado y querido por muchos, y con muchas
conexiones poderosas dentro y fuera de su campo. Por el otro, está una chica “donnadie”,
que apenas trata de abrirse campo como actriz, probablemente sin evidencias muy
fuertes del acoso/abuso al que se vio sometida. ¿Qué creen que ocurriría si la
chica denuncia al poderoso? ¿A quién carajo le creerán primero? Creo que no
hace falta mucha plastilina para adivinar la respuesta, ¿cierto?
De
hecho, y quizás es el mayor sinsabor del caso, si dentro del número de víctimas
no estuvieran muchas actrices que
hoy son estrellas de renombre, que no tienen en realidad necesidad ni mucho qué
ganar financiera y públicamente con acusaciones falsas, quizás el caso jamás
habría escalado tan rápido hasta saberse la verdad. Haciendo una odiosa
comparación, recuerden el caso de Bill Cosby. Cientos de personas desconfiaron
de las decenas de mujeres que denunciaron haber sido abusadas por el actor
(denuncias que de hecho vienen también de
décadas atrás), y de hecho muchas figuras de Hollywood lo defendieron a
capa y espada al principio, porque al haber pasado mucho tiempo desde los
ataques, todos veían con sospecha que un grupo de “aparecidas” de repente lo
acusara de violación, ya que seguramente eran unas oportunistas, y además para
muchos era inconcebible pensar incluso que una figura como Cosby, el arquetipo
del padre ejemplar y marido perfecto de la televisión, fuese capaz de semejante
cosa. Tuvo que salir a la luz pública la grabación de unas declaraciones ocultas
del actor durante un juicio en 2005 para que la gente aceptara que el hombre que
durante décadas representó los mejores valores de Estados Unidos era un agresor
de tal calibre, y aún hoy hay quien piensa que las acusaciones son delirios
absurdos.
Pasemos
entonces a la segunda reacción: la de la cultura de violación. Alguien le
preguntó en Ask a David Osorio (con quien tuve un intercambio de opiniones
sobre algo relacionado en el caso de Mara Castilla) en un tono como de reproche al estilo “¿por qué no disfrutan?” (los lectores de
cómics entenderían la referencia) por
qué no aceptaba la existencia de la cultura de violación, dada la presencia de casos como el de Weinstein y
Trump, donde impera el silencio y el encubrimiento. David dio una respuesta
contundente: no se puede hablar de cultura de la violación cuando la reacción
general (no exactamente universal, considerando todo lo mencionado antes) es de
repudio y rechazo, y buena parte de él por los mismos hombres. Ya lo hemos
dicho antes: la vasta mayoría de los hombres saben y comprenden bien que la
violación es un crimen.
Cuando
mucho, en casos como el de Weinstein podríamos hablar de una negligencia o indiferencia
institucionalizada dentro de Hollywood al respecto -porque es obvio que
varios prefirieron callar lo que sospechaban o sabían por motivos de poder e
influencia-, y ni siquiera ahí estoy totalmente convencido (en otros casos,
como el de Mara Castilla o muchos otros de violación que son desestimados en
México, creo que es más factible). Es difícil analizar de forma objetiva el
caso. Seguramente en la industria del cine hay unos que no tenían ni idea de lo
que el productor hacía, otros que habían escuchado los rumores, pero que no
sabían de la dimensión real de los ataques, y otros que evidentemente sabían y
trataron de encubrirlo. Inocentes y culpables habrá, eso es una certeza, pero
ponerlos a todos dentro del saco de una cultura de violación es forzar la
realidad a una perspectiva sesgada, y creo que es menester una investigación
más profunda de las ramificaciones de este caso para comprenderlo de forma más
adecuada.
Si
alguno tiene diferencias con lo expuesto en esta entrada, puede tomarse como
siempre un momento antes de expresar su opinión. Si acaso hay alguna reflexión
final de caso de Weistein, algo que genere quizás un poco de alivio, es que tal
como hemos podido ver en los últimos años, los agresores de mujeres, aun
estando en posiciones influyentes, están siendo desenmascarados y enfrentados
en vida, sin esperar a que sea la muerte la que dé el valor de actuar con
justicia, a diferencia de lo ocurrido en Reino Unido con el tristemente célebre
Jimmy Saville.
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