Ah, ¿ahora son víctimas?
Como
ya se temía desde que ocurrió la controversia, el infame bus de la campaña de
HazteOír en España fue llevado a otros países. La semana pasada se presentó en
la Plaza de Bolívar, en Bogotá, el ostentosamente llamado “Bus de la Libertad”,
con el mensaje: “Los niños nacen siendo
niños (XY). Las niñas nacen siendo niñas (XX). Esto es biología, no ideología”.
La iniciativa fue apoyada por muchos grupos cristianos, y especialmente por el
“concejal de la familia” (cristiana, obviamente), Marco Fidel Ramírez.
Por
supuesto, la polémica no se hizo esperar, y un grupo de manifestantes, entre
ellos personas de la comunidad LGBTI, se enfrentaron a la entrada del que llamaron “el bus
del odio”. Ramírez, algunos
cristianos y hasta la Policía, que trató de calmar la cosa, fueron recibidos
con insultos y pintura. En sus redes sociales, Ramírez se lamentó de que fueran
agredidos, reiterando “Se trata de
BIOLOGÍA, no IDEOLOGÍA”. La concejal santandereana Ángela Hernández,
célebre por desatar la polémica de las cartillas de sexualidad del Ministerio
de Educación, apoyó la medida de Ramírez, y se preguntó: “¿A dónde vamos a parar?”
Pues
si vamos a estar pretendiendo que se gobierne con la Biblia en un país de
Constitución laica, al hueco. Eso no tiene vuelta de hoja. Y es risible que
ahora se estén presentando como víctimas, cuando hace años que son los
perseguidores.
Antes
de darle de lleno al asunto: no voy a defender la forma de protestar de los que
criticaron el dichoso bus-pasquín. Insultar y llenar de pintura a los
cristianos sólo es una forma de darle aire de mártires, y pone de su lado a los
desubicados que creen que la tolerancia consiste en aceptar lo que el otro
diga, sin importar lo desagradable e inmoral que sea. La agresión no es una
forma de protestar, o al menos a mí mis convicciones me obligan a repudiarlo,
aunque sea con algo tan simbólico como cubrirlos de pintura, o porque sea
contra algo tan infeliz como el fundamentalismo cristiano. No obstante, pues
tampoco puedo esperar que todos se porten como Buda, porque en el último año
los ataques verbales y el repudio contra la diversidad sexual en Colombia ha
aumentado, y ya incluso se han visto amenazas laborales y contra la vida misma
de aquellas personas que no encajan dentro de la “normalidad”.
Lo
curioso del autobús que presentaron en Bogotá, a diferencia del de España, es
que dejan en claro que apelan, supuestamente, a la evidencia biológica,
presentando incluso los cromosomas sexuales de hombre y mujer. Por ello, aquí
sí cabría señalar casos con la insensibilidad a los andrógenos o los llamados
“güevedoces”, que aunque son síndromes particulares, dejan claro que la sola
presencia de un determinado cromosoma sexual no necesariamente se refleja
físicamente en la persona. Así que su argumento de “biología” no lo es tanto,
en realidad.
Pero
lo más gracioso de todo el tema es que se sientan agredidos y perseguidos porque
un grupo de personas decidió tratar de detener su autobús y cubrirlos de
pintura. Vaya persecución. Vaya ataque despiadado. ¡Vaya víctimas! Sobre todo
el concejal Ramírez, que desde hace años es vocero de sucias declaraciones
antiateas y en contra de la población LGBTI, al igual que cualquier cosa que le
huela a liberalismo y laicismo, porque para este sujeto, todo lo que no sea
conservador y estrictamente cristiano es comunista y diabólico. ¿Ahora de
repente está en la misma situación, sólo porque lo chorrearon de pintura?
Sólo
alguien con el nivel de cinismo de Ramírez, con sus habituales declaraciones
incendiarias, tendría el valor de usar un episodio con discurso de odio e
intención antidemocrática para decir que se le está atropellando su derecho
democrático a expresarse. Sí, reprocho las acciones de los opositores al bus,
pero eso no hace que su intención de convertir un Estado laico en una república
cristiana, con todos los elementos nefastos que tanto defiende de esta
creencia, sea menos censurable y desagradable. Lo que él pretende, como
siempre, es imponer su visión del mundo a mucha gente que no la comparte, cosa
muy diferente a un grupo de personas con diversa orientación sexual, que
simplemente quieren hacerse conocer al mundo como lo que son: simples seres
humanos, ni pecadores ni aberrados.
Y
por supuesto, está ese incómodo hecho de que libertad de expresión no es
ausencia de crítica ni de oposición, ni mucho menos ser atacado por tus
creencias te da la razón. Por enésima vez, si así fueran las cosas, Juan Manuel
Santos sería el presidente más honesto del mundo, Álvaro Uribe un excelente
expresidente, y George W. Bush un genio y hombre de paz. Creer que la veracidad
y justicia de tus ideas está correlacionada de forma positiva con las críticas
que recibes es ser un estúpido redomado. Y usar ese hecho para transmitir la
idea de que hay un grupo de personas que son degenerados que tratan de
confundir al mundo, y en especial a sus hijos, es repugnante.
Desafortunadamente, no es algo que no pudiera esperar de Ramírez.
Como
es usual, no todos los cristianos ni los creyentes comparten esa visión arcaica
e inmoral del concejal: si hay ateos que rechazan a los LGBTI, con más razón
habrá creyentes razonables que comprenden que la bondad o rectitud de una persona
no se mide por la pareja que elige. Por desgracia, estos creyentes los que
menos alzan la voz, dejando que petimetres como Ramírez llamen la atención y
muevan a aquellos que saben tan poco como él de ciencia, sexualidad y
honestidad contra las minorías. Es necesario que ellos también encuentren su
voz y rechacen figuras tan desagradables como el “concejal de la familia”,
Oswaldo Ortiz y Alejandro Ordóñez, pues es la gente que pretende echar por
tierra el carácter pluralista de la Constitución para discriminar a diestra y
siniestra, sin considerar que es ese carácter el que permite que profesen su
fe, incluso sus sucios ideales, tan libremente.
La
tolerancia a las ideas de los demás no significa que deban aceptarse
alegremente aquellas que nos dicen discriminar a los demás, especialmente
cuando vengan supuestamente de voluntad divina, la mejor forma de dejar de
pensar por uno mismo. Puede dejarse que alguien como Ramírez crea que
homosexuales y transexuales son pecadores, incluso que lo profese, pero aun sin
usar pintura, son ideas que de todos modos deben cuestionarse y aplastarse, por
mucho que quieran rebuznar sobre la falsa tolerancia que profesar. La mejor
forma de alcanzar esa verdadera tolerancia, de dejar sin falsos argumentos a esas falsas víctimas que son los cristianos dogmáticos en nuestra política, es dejando de tolerar las ideas
intolerantes.
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