¿Deberíamos separar la ciencia del activismo?
Existe un interés creciente en que las ciencias empiecen a ocupar un papel importante en los grandes procesos, en la toma de decisiones importantes a nivel político y social. En un mundo en crisis climática, habiendo sido azotados con una pandemia, y con el rol de las redes sociales en la proliferación de discursos no sólo pseudocientíficos y anticientíficos, sino incluso acientíficos, una mayor presencia y participación de los actores científicos en las esferas públicas se hace necesario y deseable.
No
obstante, esto genera cierta inquietud entre algunos miembros de la comunidad
científica, quienes temen que la participación política se convierta en una
suerte de activismo que termine afectando el rumbo y calidad del quehacer
científico. Y es que, para estas personas, el activismo puede comprometer la
objetividad científica. En tal caso, aseguran, el activismo no debe darse
dentro de las ciencias; que lo que debe ocurrir es, sí, ser partícipes de la
toma de decisiones, pero sin tener intereses previos en su labor de
investigación.
A
inicios de este mes, la revista Nature
publicó en línea un comentario al respecto, escrito por Ulf Büntgen, del
Departamento de Geografía de la Universidad de Cambridge. Büngten ve con
preocupación el número de científicos climáticos que se convierten en
activistas climáticos, puesto que, en sus palabras, “los eruditos no deberían tener intereses a priori en los resultados de
sus estudios”. Si bien asegura que no busca criticar el activismo
climático, sí indica que también es problemático que los científicos usen
información de modo selectivo para hablar del calentamiento antropogénico, así
como la presencia de activistas que, presentándose como científicos, ofrecen
argumentos científicos como legitimación moral de sus causas, y sobrestiman el
papel explicativo de la ciencia más que su capacidad exploratoria. Para el
autor, la ciencia debe permanecer neutral hacia las esferas socieconómicas y
políticas, evitando selecciones y reduccionismos que reflejen algún tipo de
activismo.
El
texto de Büntgen ha cosechado tanto apoyos como críticas por parte de la
comunidad científica, pero es seguro que no ha dejado a ninguno indiferente.
Mientras que unos resaltan la necesidad de romper con la percibida politización
de la ciencia, otros cuestionan que se siga perpetuando la idea de la ciencia
alejada de un papel más directo en los espacios sociales y políticos. También
se ha señalado que, para hablar de la necesidad de distinguir entre científicos
climáticos y activistas del clima, no establece una definición clara de cada
uno que lo facilite, ni propone cómo comunicar la ciencia de forma activa en la
toma de decisiones sin perjudicarla.
Aunque el comentario en Nature estuvo centrado específicamente en la ciencia climática, no es más que la nueva expresión en medio del debate sobre el papel de la ciencia en la sociedad, los límites de involucrarla en la toma de decisiones, y la influencia de corrientes ideológicas en su proceder. Sean Jerry Coyne y Alan Sokal hablando sobre la subversión ideológica y la influencia woke en las ciencias, científicos aislados denunciando de las medidas de aislamiento y sanidad durante la etapa más cruda de la pandemia COVID-19, las críticas a tesis pseudocientíficas políticamente guiadas sobre el “contagio social” de la identidad de género, o los biólogos colombianos que ven con preocupación el peso animalista en el manejo de especies invasoras como los hipopótamos del Magdalena medio, es ineludible que necesitamos tomar una posición robusta sobre la mezcla de ciencia y política. ¿Qué nos corresponde, entonces a los científicos?
Es
cierto, por supuesto, que hay algunos activismos que influyen en producción
científica. Por ejemplo, el reciente Reporte Cass en Reino Unido, enfocado en
terapia afirmativa de género, ya ha sido criticado profundamente no sólo por
sesgos de análisis al evaluar la evidencia científica y promoción de “terapias
exploratorias”, sino además por el hallazgo de vínculos políticos con figuras y
organizaciones claramente anti-trans, como el gobernador de Florida, Ron
DeSantis, y la SEGM, que no fueron mencionados como conflicto de intereses.
Como tal, la
Sociedad Endocrina, la
American Academy of Pediatrics y la Asociación Profesional Mundial para la
Salud Transgénero (WPATH) han elevado sus inquietudes sobre la
pobre calidad científica de las recomendaciones presentadas en el reporte.
Pero
hay que dejar algo claro: la ciencia
necesita del activismo. En medio del clima de la posverdad, donde la
desinformación corre a gran velocidad y afecta la toma de decisiones, como la
promoción de tratamientos no evaluados durante la pandemia de COVID-19, o la
construcción de plantas de extracción mineral en zonas de importancia
ecológica, se vuelve insostenible mantener la visión del científico alejado en
un laboratorio. De hecho, si algo hemos estado haciendo como científicos en
estos últimos años es enfrentarnos a decisiones políticas como restricciones a
contenidos de educación, proyectos de construcción que amenazan ecosistemas
delicados, o propuestas de conservación que se enfocan en especies domésticas,
en detrimento de las silvestres y nativas. Eso,
lo quieran o no, es activismo científico.
No
se trata necesariamente de hacerse políticos, o promover alguna corriente
política específica. De hecho, imagino que gran parte del “activismo” que algunos
repudian es el que va en línea con un partido o inclinación política
específica, y coincidimos con que eso puede afectar el carácter objetivo del
científico individual. Se trata de llevar la opinión científica de forma más
activa al escenario político, que se tenga en cuenta la voz de los expertos
desde el inicio. Es inevitable que haya respuestas y hechos en temas de ciencia
y salud que vayan en contravía de intereses políticos o económicos específicos
(por ejemplo, las críticas de ecólogos en México al proyecto del Tren Maya), o
que terminen alineadas con un discurso ideológico particular con base en la evidencia
disponible (los proyectos de prohibición de las corridas de toros o las mal
llamadas terapias de conversión), pero eso no hace por sí solo que la evidencia
científica se encuentre sesgada.
Por otro lado, la crítica acerca de que la ciencia debe ser siempre exploratoria en lugar de explicativa, o que no deben existir intereses a priori en sus hallazgos, es extraña en el mejor de los casos. Tal como asegura John Kennedy, científico climático y autor del blog Diagram Monkey, la ciencia puede ser tanto exploratoria como explicativa, y a menudo una investigación puede tener ambas cualidades. Por ejemplo, en una tesis doctoral no sólo tienes muchas veces que trabajar en el laboratorio con material a analizar en torno a una hipótesis determinada, sino que tienes que hacer una gran cantidad de lectura para explicar los resultados que estás hallando. Y la divulgación científica o la presencia de científicos en medios noticiosos para describir algún tema en particular son sin duda labores explicativas, y no menos científicas por ello.
En
cuanto a los intereses a priori, la idea de que un científico se vuelve
activista cuando tiene dichos intereses en sus resultados convertiría muchos
campos de ciencia en mero activismo. En ciencia médica, por ejemplo, hay intereses
claros en, por ejemplo, investigaciones sobre inmunología y virología enfocados
en patógenos responsables de pandemias. El campo climático también cuenta con
muchos intereses a priori, como las proyecciones esperadas en torno al cambio
climático futuro y el incremento de las temperaturas, de modo que se puedan
formular las respuestas adecuadas. Otra cosa es que, por ejemplo, haya
intereses a priori inclinados hacia visiones ideológicas determinadas, como
vimos con el caso del Reporte Cass, o vínculos con empresas u organizaciones,
pero para eso existe precisamente la práctica de incluir los conflictos de
intereses en las publicaciones de revistas científicas.
Notarán
que no he hablado de acciones directas, como las marchas que se han dado en
estos años por parte de grupos como March for Science, protestas que bloquean
calles, despliegues de protesta contra la violencia racial e incluso la copia y
rescate de trabajos científicos en la Internet. No lo hago porque, en primer
lugar, no es el enfoque del comentario de Büntgen, y en segundo lugar, porque
me parece que las acciones directas son también parte de una participación
activa del gremio científico en el campo social. Nuestras voces no pueden
llegar solamente a través de las aulas y las noticias: el conocimiento debe ser
protegido y compartido por todos los medios posibles, en especial cuando se
trata de temas tan urgentes como el futuro climático.
Finalmente,
algo más que merece una mención. Büntgen encuentra que la “fe” en el
conocimiento científico puede convertirse en un problema debido a que “la ciencia no está intitulada a la verdad
absoluta ni a la autoridad ética”, así que su uso por parte del activismo
podría entenderse como una forma de cientificismo equivocado. Es cierto que el
conocimiento científico como tal se entiende mejor como contingente y sujeto a
cuestionamiento, pero eso es precisamente lo que da cuenta del trabajo
científico como generador de conocimiento: está abierto a renovarse, pulirse y
mejorarse. Y el comentario no explica por qué sería eso problemático con temas
como el papel antropogénico en el cambio climático actual, o cómo ese carácter
del conocimiento científico se opone a algún nivel de decisión ética.
Pensemos,
por ejemplo, en el caso de los hipopótamos invasores en Colombia. Tal
como decíamos la semana pasada, el plan de manejo propuesto para
hacer frente a esta problemática tiene una base científica en la evidencia
recopilada, tanto del impacto de las especies invasoras en general como en el
efecto que la presencia del hipopótamo ya está teniendo en el Magdalena medio.
Este plan de manejo no sólo es una decisión científica, sino también una
decisión ética, que destaca la
importancia y necesidad de preservar las conexiones dentro de las especies y
factores ambientales de los ecosistemas lo máximo posible frente a la
perturbación de un organismo externo a este equilibrio. Y ha sido el resultado
de una labor científica, sí, pero también activa y constante, de diferentes
científicos del país para hacer llegar a la autoridad política el conocimiento
necesario para entender la gravedad de este asunto. Es el resultado, entonces,
de una labor activista, tanto a nivel científico como ético.
¿Es
posible que la evidencia sobre el impacto de los hipopótamos cambie? Por
supuesto: podríamos encontrar que el daño que provocan sea menor de lo
calculado, o incluso mayor de lo esperado (y la tendencia de los estudios y
reportes apunta a esto último). ¿Tendríamos que contener la labor activista
sobre el manejo de los hipopótamos por esta posibilidad? No: la evidencia
disponible es suficiente para abogar por un plan de manejo serio sobre la
especie en Colombia. ¿Es una posición ética válida? Claro que sí: como dijimos,
los argumentos sobre el control del hipopótamo no son sólo científicos, sino
también éticos y ecocéntricos.
El activismo se ha vuelto, pues, una herramienta fuerte en la labor del científico. Antes que denunciarlo o hacerlo a un lado, nos corresponde a nosotros tomarla y encauzarla para conseguir un mayor alcance en nuestras investigaciones y resultados. La ciencia necesita salir de las torres de marfil, estar mejor comunicada no sólo con los ciudadanos, sino también con aquellos que los gobiernan.
Fuentes consultadas
Büntgen, U. 2024. The importance of distinguishing climate
science from climate activism. npj
Climate Action, 3 (36). https://doi.org/10.1038/s44168-024-00126-0
Frickel, S. &
Tomos-Aponte, F. 2023. Science activism is surging – which marks a
culture shift among scientists. The Conversation. https://theconversation.com/science-activism-is-surging-which-marks-a-culture-shift-among-scientists-207454
Hasan, N. 2017. Educate & Communicate: A Science
Activism Manifesto. Tufts Boston Insight. https://sites.tufts.edu/insight/2017/02/09/educate-communicate-a-science-activism-manifesto/
Kennedy, J. 2024. Distinguished features. Diagram Monkey. https://diagrammonkey.wordpress.com/2024/05/12/distinguished-features/
Rommetveit, K. 2024. In a
post-truth world, scientists need to embrace activism. University World News. https://www.universityworldnews.com/post.php?story=20240517160738728
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