El autismo y los farsantes de PETA
Quienes han leído mis comentarios sobre el veganismo y el activismo animalista desde hace tiempo, seguro deducirán que no tengo una visión muy positiva de PETA. El famoso grupo de Personas por el Trato Ético de los Animales, fundado en 1980 por Ingrid Newkirk y Alex Pacheco, es una de esas organizaciones “activistas” que pasa más tiempo creando anuncios publicitarios de choque y mensajes cursis que trabajando de verdad por las condiciones de los animales explotados por nuestra especie. Están constantemente metidos en problemas legales por eutanizar a miles de animales callejeros (e incluso aquellos que no lo son) bajo argumentos no muy convincentes (a pesar de que los millones de dólares que gastan por año en sus vallas y anuncios podrían servir para crear o financiar refugios), son conocidos por falsificar evidencias de maltrato animal, como el famoso caso de los monos de Silver Springs, respaldar –o evitar condenar, en el mejor de los casos- a grupos extremistas como el Frente de Liberación Animal y en general destilar una misantropía agobiante e hipócrita con la que nadie sensato debería estar de acuerdo.
No,
en general no tengo nada bueno que decir sobre PETA. Me parece un grupo
nefasto, que con su alarmismo instrumentado y, como describe Esquizofrenia
Natural, sus cartas de apelar a la culpa y el temor al fin del
mundo, ha hecho mucho daño al
activismo de los derechos animales (por ejemplo, aquí pueden ver diez anuncios ofensivos y
con mala información), al veganismo y
por supuesto a la comunidad científica –al punto de que son mal vistos incluso
dentro del activismo animalista-, pero por consiguiente soy más bien indiferente
a sus paparruchas. O al menos, lo era hasta hace poco, cuando en redes sociales
resucitaron una vieja campaña polémica suya –otra más-, la cual sí puede
generar daño y dolor a muchas familias, y seguro que por el título podrán
suponer de qué se trata.
En redes se hizo popular una foto en realidad ya vieja (quizás del 2014, para ser precisos) donde aparece una valla de PETA parodiando la famosa campaña got milk? (¿tienes leche?) con un got autism? (¿Tienes autismo?). En el anuncio afirman “Estudios han mostrado un vínculo entre la leche de vaca y el autismo”, al tiempo que invitan a consultar su página para leer más al respecto. Mucho se comentó en Twitter al respecto hace un tiempo por ello, y aunque más de uno identificó que la foto venía de una polémica vieja, al revisar no sólo descubrieron que las implicaciones de PETA sobre el autismo son incluso más antiguas, sino que de hecho el grupo mantenía en su sitio web, hasta hace unos pocos días, un enlace sin fecha (lo que ya hace levantar la ceja) al respecto sobre el “vínculo” entre la leche y el autismo, el cual ahora redirigieron para pretender que removieron esa publicidad hace tiempo (mentira) y dar una serie de razones del por qué oponerse al consumo de lácteos, sin explicar de qué iba ese anuncio que según ellos removieron “ya hace tiempo”, y sosteniendo que igual la leche de vaca puede empeorar condiciones como el asma, la anemia y el cáncer, obviamente sin presentar algún respaldo.
Empecemos
por el origen, el cual de hecho es ya un tanto antiguo. Resulta que la campaña
data de al menos 2008, o fue en esa época que ocurrió la primera polémica. Como
parte de sus campañas, PETA lanzó el infame anuncio PETA lanzó el infame cartel en la ciudad de Newark, en
Nueva Jersey, por ser una de las
ciudades estadounidenses con mayor población de individuos dentro del TEA, lo
cual provocó muchas críticas por parte de la Dra. Susan McGrew, docente de
pediatría en la Universidad de Vanderbilt, y varios colectivos de autismo como
la Sociedad de Autismo de Estados Unidos y el Centro para el Autismo y
Trastornos Relacionados, por implicar una causalidad entre el consumo de leche
y el autismo, y potencialmente incrementar la marginalización de una condición
vista a menudo como una enfermedad. Finalmente, la ASAN (organización que
recordarán los lectores por haber apoyado la creación del personaje de Julia
en Sesame Street) logró, tras una demanda, que PETA retirara la
publicidad (destinada a otras ciudades
con alto número de casos de TEA) en octubre de ese año.
Antes de explicar en qué consiste la “hipótesis” de PETA, hay que destacar que su instrumentalización del autismo en sus campañas veganas no desapareció con la demanda de la ASAN. PETA usaría de nuevo la campaña en 2014, la cual fue criticada con fuerza, entre otros, por el famoso neurólogo clínico y figura del movimiento escéptico, Steven Novella, la periodista y científica Emily Willingham y el editor de TIME, Jeffrey Kluger. Y por supuesto, como la organización nunca retiró en verdad el enlace de su sitio web (más allá de cambiar el tono del artículo y referirse al TEA como “condición” y “trastorno”, en lugar de “enfermedad”), justificándose en que le ofrecía “información potencialmente valiosa a los padres”, en 2017 volvió a surgir la polémica cuando el escritor de comida británico Jack Monroe, quien es vegano y autista, le escribió a PETA en Twitter para que retiraran sus recetas del sitio web, manifestando también su molestia por el tono del artículo y el estilo de la imagen de campaña que seguía ahí. PETA, por supuesto fiel a su estilo, retiró las recetas, pero no el artículo, lo que causó una avalancha de críticas de otros usuarios en Twitter. De ahí en más, el artículo siguió subido hasta que en los primeros días de enero de este año la usuaria de Twitter Lily Simpson publicó la foto del anuncio, y en respuesta a los usuarios que señalaban su antigüedad replicó el enlace de PETA sobre el dichoso “vínculo”; lo más seguro es que PETA, de nuevo acosados por las críticas y dándose cuenta (¡al fin!) que mantener un artículo tan pobre daba más problemas de lo que valía, redirigió el enlace a una declaración nuevamente sin fecha sobre el tema, fingiendo que la base para aquella publicidad horrible fue ignorada por ellos mucho antes.
Como pueden ver en la imagen del tuit, la eliminación
del artículo sobre el autismo no es verdad, puesto que la miniatura del enlace
mantiene la palabra “autismo” a 4 de enero de 2021.
¿Y
cuáles eran las bases “científicas” de PETA para justificar sus argumentos? En
concreto, dos estudios que ni siquiera
concluían lo que afirmaba el artículo. El primer estudio, uno de 1995, una
época en la que apenas se estaban dando atisbos sobre las posibles causas del
autismo (y de la cual saldría, tres años después, el infame fraude de Andrew
Wakefield que vinculaba las vacunas al TEA), el cual usa un grupo de muestra
pequeño (36 individuos, apenas por arriba del mínimo estadístico) y halló
presencia de anticuerpos a las proteínas de la leche en la sangre de niños
autistas, correlación que por sí sola no
dice nada –recuerden, correlación no
implica causación-. El segundo es de 2002, y usa un tamaño muestral risible
de sólo 20 niños, donde se observó una posible mejora en algunos síntomas del
autismo en los niños que recibían una dieta libre de proteínas como el gluten y
la caseína; no obstante, debido a su bajísimo potencial de representatividad, y
a que nuevamente no hubo resultados que apoyaran una causalidad real, no puede
tomarse como una evidencia al nivel de lo que proponía PETA. Estudios
posteriores
no encontraron evidencias ni siquiera de una mejora en síntomas que respalde el
vínculo del gluten y la caseína con el autismo.
Claro,
uno podría decir “Pero me estás hablando de síntomas
del autismo, no de sus causas. ¿Qué
tiene que ver eso con lo que afirmaba PETA?” Bueno, aparte de que su publicidad
se refería explícitamente al autismo
en general, no a sus síntomas, en su forma original el artículo afirmaba lo
siguiente (añado negritas): “The reason
why dairy foods may worsen or even cause
autism is being debated. Some suspect that
casein harms the brain, while others suggest that the gastrointestinal problems
so often caused by dairy products cause distress and thus worsen behavior in
autistic children.” (La razón por la cual los lácteos podrían
empeorar o incluso causar autismo es
tema de debate. Algunos sospechan que la caseína daña el cerebro, mientras que
otros sugieren que los problemas gastrointestinales causados con frecuencia por
productos lácteos causan estrés y con ello empeoran la conducta en niños
autistas.).
Aunque sean absurdas, no son afirmaciones que PETA se haya inventado, aunque ello tampoco las hace serias: hacen parte del “síndrome del intestino agujereado”, una condición hipotética y pseudocientífica propuesta por algunas personas, principalmente médicos y nutricionistas “alternativos”, según la cual un defecto en la barrera intestinal produce una mayor permeabilidad de la pared, lo cual permite que sustancias como toxinas y antígenos de alimentos pasen por el torrente sanguíneo y lleguen a diferentes órganos, causando inflamaciones crónicas que serían la causa de trastornos y condiciones como migrañas, lupus, artritis reumatoidea y, por supuesto, autismo. Si bien es muy frecuente que personas con TEA presenten problemas gastrointestinales, y hay evidencia de que esto podría ocurrir por el vínculo entre el sistema nervioso entérico y el sistema nervioso central (el llamado eje cerebro-intestinal), esto no equivale a que la configuración de la flora intestinal o una dieta particular generen autismo o sus síntomas; de hecho, se ha encontrado tanto una mayor permeabilidad intestinal como una normal en pacientes autistas, y las evidencias de supuestas mejoras en los síntomas con la dieta son insuficientes. Por lo tanto, la afirmación de PETA sobre el supuesto vínculo entre leche y autismo es, en el mejor de los casos, imprecisa; en el peor, una farsa.
Y no es como que no tengamos derecho a cambiar nuestras ideas y opiniones: es parte del crecimiento y la maduración. Hasta las organizaciones más altruistas pueden caer en errores, y es noble que sepan reconocer los fallos en su argumentación y proceder. El problema es que PETA no lo hace. Ellos no eliminaron el artículo ni retiraron la campaña porque de verdad sintieran que se habían equivocado o que podían hacer daño con su desinformación; de lo contrario, ese post habría muerto antes del 2010, o cuando mucho no habría permanecido con la imagen de la publicidad infame como encabezado. No: lo redirigieron porque les preocupaba un nuevo golpe en su imagen pública, porque viven más de su fastidiosa publicidad que de acciones reales para cesar la explotación animal, mientras felizmente sacrifican por año, con argumentos siempre cuestionables, a más animales callejeros de los que la mayoría de las personas podría matar en una sola vida. Así que con ellos no voy a ser sereno al calificarlos: son farsantes.
J’accuse!
Lo
que más enerva del asunto es la condescendencia empalagosa con la que PETA se
dirige a sus críticos en el post al que se redirige el enlace, en otra forma de
barrer bajo la alfombra la estupidez que, reitero, seguían defendiendo en su
página hasta hace unas semanas: “Por el
bien de las vacas, los humanos y el planeta que debemos compartir, a PETA le
encantaría ver dirigida la pasión que se ha enfocado en esta vieja publicidad en
contra de la industria láctea, la cual separa vacas madres y sus adorables bebés
y escupen contaminantes que dañan nuestro ambiente”. ¿Cómo esperaban que no
hubiera ira dirigida contra esa publicidad, si aún mantenían ese asqueroso
enlace lleno de información errónea y con la misma imagen publicitaria enfocada
en satanizar el autismo? ¿Cómo pretenden que tome con sinceridad sus palabras,
cuando están asegurando que removieron la publicidad hace tiempo, a pesar de
que aún podías leer la basura que contenía ese artículo hasta inicios de este
año? Es por esa hipocresía tan rampante que PETA ya no me produce indiferencia,
sino que me genera asco.
No
quiero que se tomen esta entrada como un ataque al veganismo o a los
movimientos por los derechos de los animales. Esto es más una crítica en
particular a una organización hipócrita, derrochadora y manipuladora, con menos
éxito del que se jacta y con más errores de los que admite. Por más diferencias
que pueda tener con algunos enfoques del veganismo y el animalismo, no busco
echarlos a todos dentro del mismo saco que a PETA; sé que hay organizaciones y
grupos mucho más sensatos y honestos que merecen el apoyo que ese grupo de
farsantes recibe anualmente, así que sólo les pido un poco más de sensatez. Si
quieren apoyar los derechos de los animales, infórmense primero para tener una
perspectiva más amplia de lo que eso significa, y las decisiones difíciles que
puede implicar a veces (como el control de especies invasoras); si quieren
eliminar por completo la proteína animal de su dieta, acudan a un profesional
de la nutrición en vez de hacerlo por su cuenta.
De
momento eso es todo lo que tengo para decir al respecto. La próxima vez que
vean a algún movimiento que trate de explotar el miedo y la culpa de la gente
para hacer avanzar su agenda, y encima usando una condición de salud o una
minoría discriminada para ello, haga al menos el esfuerzo de cuestionar la
honestidad detrás de su mensaje.
Adenda: hablando del control de especies invasoras, un reciente estudio sobre la población de hipopótamos invasores en Colombia, de las que ya hablé en esta entrada, concluyó que la mejor forma de conseguir una extracción anual de 30 individuos, necesaria para terminar con la problemática en el menor tiempo posible, tendría que ser castración a nivel local de los individuos cerca de Doradal, y eutanasia de la mayor parte de la población silvestre. Siempre es duro tomar una decisión tan complicada, pero como la Dra. Nataly Castelbanco resaltó en una entrevista al periódico El Tiempo, y que yo también he mencionado, si el Estado se hubiera apropiado de la situación en su momento, no tendríamos que recurrir hoy en día a una medida de control tan drástica para proteger los ecosistemas del país.
Me gusto la peli. Da mucho para pensar. Sobretodo en cuanto a la idea de "proposito".
ResponderEliminar