No, ese saludo de Musk no es stimming autista

 

Por alguna razón, siento que debería disculparme de antemano, pues estoy consciente de que muchas entradas en los últimos meses han girado alrededor de temas similares, en concreto el autismo y cuestiones trans. De hecho, tenía pensado continuar este año con una entrada acerca del terror que algunos parecen sentir hacia la palabra “ideología”, y cómo otros la usan de forma despectiva para referirse a posiciones contrarias. Sin embargo, a menudo surgen circunstancias que me llevan a hablar de los temas mencionados. Y ciertamente, esta no es la excepción.

Entremos en materia. El pasado lunes 20 de enero, Donald Trump tomó posesión como nuevo presidente de los Estados Unidos. Entre los presentes pudimos ver a muchos magnates tecnológicos, como Mark Zuckerberg, dueño de Meta, y Jeff Bezos, de Amazon. Por supuesto, el más prominente fue Elon Musk, quien bajo mandato de Trump será jefe del llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), una nueva figura con la que se pretende revisar y recortar gastos públicos a nivel federal. Al final de su discurso, Musk se dirigió con energía a los espectadores y realizó dos veces el saludo que ya vieron al inicio de esta entrada.

Por supuesto, la discusión en estos momentos es si lo que hizo Musk fue un saludo nazi. No han sido pocos los que excusan diciendo que es el “saludo romano”, ignorando no sólo que no existe ninguna descripción ni representación de cómo era el saludo romano, sino que además el gesto visto fue popularizado precisamente por el régimen de Benito Mussolini, al punto que hoy lo conocemos más como saludo fascista; es decir, sería en el mejor de los casos como el caso de la esvástica, que puede tener un origen oriental y budista, pero usado en nuestra cultura y ubicación tiene una sola intencionalidad. Tampoco podemos olvidar que Musk ha estado envuelto en controversias recientes, como su cercanía a cuentas supremacistas en Twitter/X, su apoyo al partido de extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD) -que cuenta con denuncias por simpatías al nazismo-, y promover el discurso de que Hitler era de izquierda en un foro junto a la líder de AfD –y por enésima vez, no: ni los nazis eran de izquierda ni Hitler un comunista-. Incluso si aceptamos la idea caritativa de que Musk se dejó llevar por la emoción del momento y no se dio cuenta de lo que estaba haciendo, el gesto ha sido identificado, muy bien recibido y hasta celebrado por cuentas neonazis y fascistas en Twitter/X, incluyendo al famoso supremacista Nick Fuentes. Como han señalado expertos en el tema del nazismo, y reconocieron The Hollywood Reporter y el periódico alemán Die Zeit, a veces un saludo nazi simplemente es un saludo nazi.

Pero no es ese el tema en el que me quiero centrar, aunque no significa que dejaré de mencionarlo. Quiero hablar de una reacción bastante curiosa, aunque no por ello menos dañina, que he visto por parte de algunas personas: argumentar que el saludo descuidado de Musk fue por causa de su autismo –recordemos que Musk declaró hace años ser autista-, probablemente como una acción de stimming o de falta de motricidad. Estas personas no rechazan que el gesto pueda ser interpretado como un saludo nazi, pero aseguran que se trató de un gesto más bien espontáneo del que Musk no se percató bien por causa de su condición, y por lo tanto no guardaba intencionalidad fascista.

"La mayoría de personas autistas tienen dificultad expresando sentimientos. Elon no expresa sus sentimientos muy a menudo. Cuando pone su mano sobre su corazón y levanta su mano hacia la multitud, estaba intentando compartir amor. [...] Que muchas personas sugieran que estaba haciendo un saludo nazi está completamente lejos de ser aceptable, y muestra su ignorancia o que están siendo intencionalmente engañosos."

¿Se sostiene esta afirmación? ¿De verdad podemos desvincular a Musk del contexto negativo que lo está rodeando desde ya hace tiempo usando la carta del TEA? Analicemos un poco el argumento.

En primer lugar, debo explicar de qué están hablando aquellos que esgrimen la defensa del autismo. El stimming, que se traduce como comportamiento autoestimulante, son una serie de movimientos o sonidos repetitivos, a menudo referidas como “estereotipias”, que la persona realiza para tranquilizarse, sea por situaciones de tensión o momentos de hipersensibilidad sensorial; es decir, buscan evitar la sobrestimulación del individuo. No es exclusivo de neurodivergentes, pero es muchísimo más frecuente en personas con trastornos del desarrollo, en particular personas dentro del espectro autista.

Tipos de stimming: auditivo, vocal, visual, táctil, gusto y olfato y de movimiento.

¿Qué califica como stimming? La gama de ademanes es variada, y pueden ser desde inofensivas hasta, en algunos casos, caer en autolesiones. Algunos de los más comunes son:

-Aplaudir o aletear las manos y brazos.

-Mecer el cuerpo.

-Fijarse en objetos en movimiento.

-Tararear.

-Caminar sobre la punta de los pies.

-Repetir palabras o frases (ecolalia).

-Jugar con el cabello.

-Repetir canciones.

-Morderse.

Hay que señalar que a menudo se trata de acciones automáticas e involuntarias. Por poner un ejemplo, un stimming al que recurro últimamente es tronarme los dedos de la mano derecha con el pulgar. Y cuando estaba en el doctorado, antes de recibir mi diagnóstico, ya me habían señalado que tenía el hábito de tararear canciones en algunas clases, y que cuando estaba tenso tendía a frotarme la nuca.

Pasemos entonces a Musk. No tenemos más que su palabra de que es autista, y si bien no se descarta que podría ser simplemente una excusa para actuar como un cretino en redes y entrevistas, por el bien del debate asumiremos que dice la verdad sobre su diagnóstico. Ahora, ¿se corresponde el gesto que hizo al final de su discurso durante la presentación de Trump con un stimming? Es cierto que lo hace dos veces, pero se nota mucho que es un gesto metódico, calculado: se lleva la mano al pecho antes de alzarla, y se da la vuelta para repetir el saludo a los espectadores a sus espaldas. Muy diferente al chispazo automático en que podemos leer los movimientos de stimming, y ciertamente lejos de poder atribuirse a un problema de motricidad, como aseguran otros.

De hecho, hay videos de Elon sentado durante la inauguración donde lo podemos ver siendo más espontáneo, moviendo la cabeza y levantando la vista, y que comparados con el saludo, son muchísimo más identificables con un gesto de stimming, lo que resalta aún más que el gesto que hizo fue intencional, al menos en el sentido de que fue ejecutado de forma consciente, fuese o no con intención fascista. Y es que durante el discurso se le ve efusivo, alegre, de una forma que no sólo descartaría verse afectado por una sobrecarga sensorial, sino que también es consecuente con la energía con que realizó el saludo nazi.

Lo repito, para que quede claro: el saludo de Musk no tiene nada que ver con un escenario de stimming o algún rasgo de autismo. Y esto no lo digo sólo yo: otros divulgadores autistas en redes se han manifestado en contra de esta interpretación. Elon actuó de forma bastante premeditada y, a juzgar por los comentarios burlones que ha hecho en redes tras las críticas recibidas, estaba bastante consciente de las reacciones que el gesto iba a provocar en la población. Si tengo que ser directo, sospecho que fue una forma de comprobar qué tan lejos puede llegar en público con sus afirmaciones, acciones y decisiones tan cuestionables, moviéndose siempre dentro del campo de la negación plausible, como es típico de los llamados silbatos de perro que se han identificado en la extrema derecha. Quizás sí que no pretendía que fuese tan explícito, pero en todo caso, áulicos y defensores no le han faltado, desde figuras centristas como el periodista colombiano Sebastián Nohra hasta feministas transexcluyentes como Julie Bindel.

Pero entonces, ¿por qué se ha buscado asociar el gesto de Musk a los rasgos del TEA? Bien, dejando de lado a los admiradores de Elon, creo que se debe sobre todo al mito de las personas neurodivergentes como ángeles que no pueden hacer maldad. Ya saben, que como nuestra mente funciona de modo distinto a la de la población neurotípica, tenemos un sentido innato de justicia y por ello no somos capaces de obrar conscientemente en prejuicio de otros. Seguro que les suena familiar, porque es un discurso que se emplea no sólo con autistas, sino también con personas con síndrome de Down, parálisis cerebral y otras condiciones de discapacidad. De hecho, por lo mismo no me sorprende mucho que a quienes más he visto esgrimiendo semejante defensa hacia Musk sean precisamente a personas que a lo sumo tienen amigos o parientes autistas, pero que no son autistas ellas mismas.

No puedo dejar de enfatizar lo profundamente capacitista, condescendiente e irrespetuoso que es eso. En el caso que nos ocupa, y como bien lo expresó la página Vida Autista, los autistas no venimos al mundo con un mayor sentido de justicia que la población alista: eso dependerá de la perspectiva y las circunstancias y educación que la persona ha recibido, por lo que una persona autista puede ser tan cruel, egoísta o discriminadora como puede llegar a serlo una persona alista. Es cierto que, debido a que preferimos una estructura en nuestra vida y una serie de reglas que nos permitan seguridad y calma, muchos autistas tienden a ser más respetuosos de las reglas, pero podemos también tener contacto con ideas y creencias nocivas que, una vez que las adoptamos, pueden ser también difíciles de abandonar debido a nuestra propia rigidez y necesidad por una visión estructurada. Nos hacen un mayor favor si dejan de contemplarnos en ese bobo halo de indefensión idealista.

Entonces, que Musk pueda ser autista y al mismo tiempo coquetear con la ultraderecha internacional es perfectamente posible. De hecho es esperable, considerando su restauración de cuentas extremistas tras la compra de Twitter, el viraje continuo de la plataforma hacia la difusión de contenido de extrema derecha y supremacismo blanco, y las propias declaraciones de Elon sobre la teoría del Gran Reemplazo, el virus mental woke, la comunidad transgénero, y su respaldo a figuras como Tommy Robinson y AfD. Hace tiempo que Elon Musk se metió de lleno a promover el pensamiento ultraderechista, y está muy convencido de sus posturas, así que es mejor que dejemos de engañarnos pretendiendo que no es así, o que no está consciente de lo que está haciendo porque “autismo”.

Es importante, pues, que podamos ser críticos sin temor con toda figura importante, incluso si hace parte de comunidades que se ven socialmente discriminadas. Personajes como Elon Musk no pueden tener un pase libre ni como multimillonarios ni como autistas, mucho menos cuando son promotores de ideas extremistas. De hecho, nos beneficiamos más como minoría si se hacen las críticas de acuerdo a posiciones y acciones, no simplemente por quienes somos. El reconocimiento de nuestra propia agencia como figuras discapacitadas es importante para una adecuada integración social.

 

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