12 de Octubre 2.0: reflexiones

Como recordarán los lectores de hace tiempo, han pasado ya cinco años desde que publiqué una entrada llamada ¡Feliz Día de la Raza!, donde me senté a criticar la postura de muchas personas que utilizan clichés victimistas y sesgados sobre el contacto entre europeos e indígenas en 1492 y los años que siguieron. Es una de las entradas más visitadas del blog (aunque no sé si sea una de las más populares), y como suele pasar por estos días en que nuevamente se acerca el aniversario del Descubrimiento de Colón, está recibiendo mucho tráfico.

Por supuesto, cuando escribí esas palabras tenía apenas 22 años, y poca experiencia en el manejo de mi expresión y soltura al escribir, además de que hay algunas cuestiones peliagudas sobre el tema que no consideré, especialmente el usar el término “feliz” para designar un choque cultural que no fue inofensivo ni pacífico para ninguna de las dos culturas, por lo cual hablar de “celebrar” es apresurado e incluso irrespetuoso. A cinco años, he decidido enumerar una serie de reflexiones, algunas nuevas y otras que se encuentran tanto en aquella entrada como en mi crítica al complejo del conquistado que abunda en Latinoamérica.

La Máscara de Inzá, una de las pocas piezas de orfebrería encontradas en Tierradentro, en el Cauca colombiano (aunque muchos expertos consideran que en realidad es de origen calima). No está aquí por una razón en particular, excepto que de niño leía mucho sobre las culturas del Formativo Medio en un viejo libro de historia que encontré en casa de mis abuelos, y siempre me gustaron más las descripciones del período precolombino que la Conquista y la Colonia.

  • Si bien no creo que el Día de la Raza sea algo para lamentarse, tampoco es precisamente algo para celebrar. No lo es porque el contacto entre las culturas europeas y amerindias resultó en destrucción y sufrimiento para muchos pueblos en el Nuevo Mundo, y aún hoy en día se enfrentan al maltrato y la discriminación. Sin embargo, se puede recordar como un suceso que, aunque traumático, ha sentado las bases para el crecimiento y desarrollo de nuestra cultura y sociedad como la conocemos hoy, pues no todo lo ocurrido en este período de nuestra historia fue destrucción y sufrimiento. De ahí que por ejemplo en Chile prefiera llamársele Encuentro de Dos Mundos. En ese sentido, decir “¡Feliz Día de la Raza!” de mi parte fue más ingenuo que rebelde y más irrespetuoso que sensato.
  • Sí, fue un Descubrimiento, en el sentido de que ni los europeos conocían la existencia de América ni los indígenas conocían mucho más allá de sus territorios. Admitir que es un término correcto no es desconocer el saqueo y genocidio de muchos pueblos, sino comprender precisamente por qué se dieron tales acciones. De hecho, podría decirse que fue precisamente por ese Descubrimiento que América fue saqueada. No hay un principio de exclusión al hablar de ambas cosas, e incluso el concepto de saqueo puede discutirse en parte, dado que por mucho tiempo el modelo económico de la Colonia fue la extracción de materiales preciosos (sí, el modelo extractivista de muchos de nuestros países no es lo que se dice nuevo), lo cual conceptualmente es algo diferente.
  • Superen el complejo del conquistado. Somos resultado, no víctimas ni victimarios, del tortuoso proceso de mestizaje de siglos pasados, y hace mucho que nuestros países son responsables por su propio destino y desventuras. Si dejamos que las multinacionales de hoy en día nos pisoteen, o que potencias mundiales nos agarren en sucios juegos políticos y económicos, ¿quién es más culpable en realidad? ¿Los corruptos que se aprovechan, o nosotros que lo permitimos como idiotas?
  • Creo que en ese sentido tiene mucha razón el canal Monitor Fantasma cuando resalta, en un video sobre el tema publicado esta semana, que el ataque a la parte hispana de nuestro pasado proviene de un discurso socialista que siempre está presto para depositar la carga de todos nuestros problemas, nuestra falta de desarrollo como región, a las naciones invasoras, a un sistema opresor que siempre ha estado sobre nosotros, ora la España monárquica, ora los Estados Unidos. Es cierto que eso tiene una huella profunda en nuestro estado actual, pero en el fondo no es más que evadir la responsabilidad de nuestros propios destinos, de la complacencia con la que hemos aceptado la corrupción, la falta de educación e incluso en no pocas ocasiones la violencia contra el que no piensa igual a nosotros como parte de nuestra cultura. Desde esa perspectiva, esa visión tan simplista y pseudomoral de la historia por parte de la izquierda, no es difícil comprender en parte el triunfo de un mequetrefe pusilánime como Duque en Colombia y los monstruosos pasos del ultraderechista Jair Bolsonaro en Brasil.
  • Desmintiendo algunas ideas populares, muchos pueblos indígenas perecieron más por las enfermedades traídas por los conquistadores que por la espada. Tengan eso en cuenta, y aléjense de la propaganda negra de los ingleses y otros países que rivalizaban con el poder colonial de España. No es que los españoles no cometieran atrocidades en el Nuevo Mundo (que están bien documentadas, y muchas veces por los mismos españoles), pero buena parte de los crímenes que se les atribuyen son también exageración revanchista de otras potencias europeas en medio de una guerra comercial y hegemónica por las riquezas del continente.
  • Es ingenuo, condescendiente e hipócrita ensalzar a los pueblos indígenas como totalmente pacíficos y en comunidad con la Tierra. Muchas tribus se encontraban en conflicto, había imperios que sometían militarmente a otros pueblos, y fue precisamente por tales luchas intestinas que en varios casos los conquistadores vencieron a los indígenas (véanse los mexicas, incas, tayronas y muiscas, por citar ejemplos). De hecho, muchos de los mismos pueblos nativos combatieron al lado de los españoles para deshacerse de los pueblos tiranos, siendo el caso más representativo las tribus que se unieron a las fuerzas de Cortés para liberarse del yugo de Tenochtitlán. Nuevamente, decir esto no es justificar las crueldades de la Conquista y la Colonia: es reconocer que esa visión maniquea de “buenos” y “malos” es insuficiente y engañosa para comprender lo ocurrido. No todos los indígenas eran mansas ovejas, pero tampoco es como que todos los españoles llegaran al continente en plan de abrazo Teletubbie.
  • También es ingenuo lamentarse por el “conocimiento perdido” o la “sabiduría” que se perdió. Es cierto que los indígenas no eran salvajes sin cultura, pero no todas las culturas tenían el conocimiento astronómico de los mayas ni los dotes de construcción de los mexicas (quienes erigieron una ciudad mayor a muchas de las europeas en ese entonces, Tenochtitlán, y sin usar la rueda de forma industrial). Por otro lado, durante la Colonia había instituciones destinadas a proteger las costumbres de los pueblos indígenas que persistieron y se integraron, para bien o para mal, a la nueva realidad del continente. No podemos ni reducirlos a todos a idiotas ni creer que todos eran chamanes poseedores del saber supremo, ni mucho menos pretender que la Corona iba en plan de destruirlos por completo: recuerden que personajes como Cortés y el mismo Colón tuvieron que verse muchas veces enfrentados a juicios para justificar sus acciones más extremistas y crueles en el Nuevo Mundo. La idealización siempre es algo caprichoso y arriesgado.


  • Por otro lado, muchos católicos y cristianos ahora celebran el 12 de octubre diciendo que los indígenas deberían sentirse agradecidos por ser civilizados y evangelizados por los conquistadores, ya que sin ellos no serían salvos. Esto es mezquino e imbécil. Están olvidando que muchas tribus indígenas fueron exterminadas al no poder ser “civilizadas” (como ocurrió por ejemplo con muchos pueblos caribes en la entonces Nueva Granada), cosa que de salvación tiene poco, y al mismo tiempo ignoran que la prevalencia de una religión particular en una región está determinada principalmente por cuestiones históricas y socioculturales, no por una irreal intervención divina. Si los conquistadores hubieran sido musulmanes o hinduistas, la religión de la que estarían presumiendo como verdadera sería otra, aunque quizás con el mismo espíritu “evangelizador” a la fuerza -si hubieran sido un pueblo más tolerante como los persas, por otro lado, quizás seguiríamos rindiendo culto al Sol y la lluvia-. Pero esas sutilezas por lo general se les escapan.
  • En ese mismo enfoque, me parece muy arribista también ensalzar únicamente nuestro pasado hispánico. El territorio latinoamericano era básicamente un conjunto de colonias de los imperios europeos, y aunque ya algunas ciudades del Nuevo Mundo rivalizaban en influencia y prestigio con otras más antiguas de su “Madre Patria”, buena parte de la población americana estaba compuesta de ciudadanos con derechos limitados dentro de un rígido sistema de clases y castas. Y eso sin ir hacia los más bajos en el sistema: los negros, que ni siquiera gozaban de derechos plenos, siendo más comparables en la época a un mueble o a una bestia de carga que a una persona (y cuyas comunidades, por cierto, son en muchas ocasiones más ignoradas que los mismos indígenas hoy día).
  • En todo caso, dejen de reclamarle a la España de hoy. La mayoría de los españoles que sometieron y explotaron a los indígenas se quedaron aquí, y nosotros somos sus descendientes, tanto los mestizos como los “blancos”, e incluso muchos indígenas de los que hoy viven en resguardos. Quizás sea atractivo, y en cierta forma válido, reclamarle a la Corona como institución por lo que hizo en el pasado (tal como sería válido reclamarle al Papa Francisco I por las cosas que la Iglesia Católica ha hecho a lo largo de su historia, y de las cuales aún no se disculpa por todas), pero es de poco valor hoy en día.
  • Es de poco valor porque al indígena de hoy se le sigue maltratando en muchos países. A muchos pueblos amerindios se les tiene como ciudadanos de segunda clase, y no son pocas las ocasiones en que los territorios que les fueron asignados quieren ser explotados por empresas e incluso gobiernos con pocos escrúpulos. Sólo echen un vistazo a la conflictiva relación del gobierno de Chile con los pueblos mapuches y su criminalización a través de la Ley Antiterrorista, o los constantes conflictos entre colonos y nativos en Brasil, y la monstruosa visión que tiene al respecto Bolsonaro, quien parece acercarse cada vez más a la Presidencia. Sugiero que dejemos de lloriquear por el pasado y nos concentremos en el presente, que es donde podemos hacer algo. Como dijo alguien por ahí, dejemos de glorificar al indígena muerto y ayudemos al vivo.


En general, entonces, considero que si bien no hay que hablar de una celebración con motivo del 12 de octubre, reducir su punto de inflexión en la Historia (no por nada la llegada de Colón al Nuevo Mundo marca el final de la Edad Media) a genocidio y saqueo es inexacto, mezquino y erróneo. Pretender ni siquiera recordar el suceso es ignorar efectivamente que existió, y eso es aún peor: es desconocer que nuestras sociedades son resultado del proceso de interacción entre amerindios, europeos y africanos. Es una parte fundamental de nuestra historia que no debe ni olvidarse ni ignorarse, sino reflexionar al respecto. Hay que saber comprender el contexto de ese Encuentro de Dos Mundos y su consecuencia en nuestra realidad actual, a fin de evitar cometer hoy los errores que nos precedieron, que hicieron parte de ese largo y complejo proceso que dio origen a la Latinoamérica actual.

Comentarios

  1. Se me habia olvidado que hoy era 12. Tengo otras cosas en la cabeza, pero comparto tu visión en muchos aspectos sino en todos con respecto a la visión que se tiene de la America moderna.
    Increíble como la romantización y la idealización pueden ser tan nocivos para el mundo y la historia.

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    1. La idealización es algo muy humano, por desgracia. Tanto a los nativos como a los conquistadores tienden mucho a tenerlos o como las súper civilizaciones correctas y modernísimas o un atado de defectos morales y culturales. Así es difícil comprender de forma objetiva un hecho histórico que, se quiera o no, fue trascendental para nuestra especie.

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    1. Ya hemos debatido los mismos argumentos una y otra vez en entradas relacionadas, y sería llover sobre mojado. Y no, no es canallada mencionar el discurso de la izquierda: yo no estoy reduciendo la realidad a una retórica victimista, sino señalando que esa retórica sí que ha sido explotada por sectores importantes de la izquierda, y eso es innegable. Ya también he explicado sobre la futilidad de pedir reconocimiento de las atrocidades, y veo más preocupante que ahora, por ejemplo, cosas como el conflicto mapuche nos están acercando peligrosamente a repetir atrocidades como los genocidios que bien mencionas.

      Creo que es más canalla sugerir que estoy intentando trazar una pendiente resbaladiza con el caso del Descubrimiento y la Conquista, y enmarcarlo simplemente con "el fin justifica los medios", o que los indígenas carecían de organización social (y mira que yo no dije nada de sus rituales ni de sacrificios humanos; eso lo haces tú). Ya he discutido más que suficiente en el blog los errores de esa visión utilitaria como para pintar ese cuadro aquí.

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