¿Se debe poner toque de queda en Halloween?
Como
muchos ya sabemos, este sábado será Noche de Brujas, o como es conocido
originalmente, Halloween. Una fecha que, como muchas, está envuelta de
polémicas por parte de los típicos derechistas religiosos que creen que usando
el miedo pueden conseguir que todos se comporten de acuerdo a sus principios, y
de los izquierdistas religiosos que condenan toda intromisión cultural
extranjera, como si sus propias costumbres (y eso incluye su nacionalismo)
fueran las más indígenas y autóctonas. Ambas conductas ya fueron rebatidas
antes
en este espacio.
Pero
no es de eso de lo que voy a hablar hoy. Podría repetir mil veces mis
explicaciones, y aquellos que son duros de oído -y de mente- seguirán sin
cambiar sus posturas ideológicas. Busco llegar a los otros, a los que están
dispuestos a escuchar y confrontar sus propias creencias: ellos leerán
detenidamente esas discusiones. Lo que quiero analizar hoy es una prohibición
que suele levantarse en festividades como esta, que se han transformado
principalmente en días de diversión infantil: el toque de queda.
Los
toques de queda en Halloween no son una novedad, pues en varias ciudades del
país se han realizado antes. El motivo, por supuesto, es de garantizar la
seguridad y el bienestar de los menores de edad. Parece loable, pero no deja de
haber ciertos cuestionamientos. Es decir, si todas las noches cualquier niño
puede estar en peligro, ¿por qué sería Halloween diferente?
Bien,
podría alegarse que en esta noche en particular, los niños salen más al
descampado y en mayor cantidad, algunos sin supervisión de sus padres. Y, por
supuesto, siempre están los temores raros de que estas fechas son escogidas por
sectas satánicas para realizar rituales extraños que podrían involucrar niños,
o que simplemente los matan en este día. Rumores todos, por supuesto, que
muchos repiten, pero que en realidad nadie ha podido confirmar nunca -y
considerando que dichos rumores vienen de la derecha cristiana, son puramente
una farsa-.
¡Pero
bueno! Dijimos que no discutiríamos sobre temas religiosos o nacionalistas. El
punto es: ¿es necesario un toque de queda para los niños en Halloween?
Si
lo vemos desde una perspectiva pragmática, el toque de queda no es una mala
idea. En realidad, no es raro que una persona razonable se pregunte qué rayos
haría un preadolescente en la calle, digamos, pasadas las diez de la noche. A
esa hora ya sería muy raro salir a pedir dulces, y la mayoría de las fiestas
para chicos de esa edad ya deberían haber terminado. Es un poco pernicioso,
pues, que algún niño pretenda salir a esa hora.
Sí,
suena paternalista, pero muchos de los que dicen esto no suelen tener ni idea
de lo que es criar niños (como en realidad, tampoco la tengo yo), y por mucho
que uno quiera que el Estado permita la libertad a sus ciudadanos para llevar
sus vidas, también está obligado a garantizar su protección. Es por ello que
esta medida, aunque restrictiva, se siente como algo bueno. Y a su vez, es la
razón por la cual no debería ser necesaria.
¿Me
explico? Trick ‘r Treat. ¿La conocen?
Una película antológica de terror del 2007 (muy recomendada, por cierto), donde
varias historias terminan entrecruzándose durante la noche de Halloween. En una
de las historias, un grupo de chicos salen disfrazados a altas horas de la
noche no sólo a la calle, ¡sino a una vieja cantera abandonada! Y sin un solo
adulto vigilándolos o siquiera deteniéndolos para preguntarles a dónde se
dirigían. Claro, podría alegarse que era más bien un pueblo pequeño donde
seguramente casi todos se conocen, y los chicos no eran precisamente menores de
diez años, ¡pero ellos viajan solos a una cantera oscura, junto a un lago!
Esa
historia me hizo caer en cuenta de algo que es muy frecuente de observar en
otras películas o series donde Halloween es representado: los niños salen
solos. Y a horas en las que se supone que no deberían tener nada qué hacer. Y
no les ocurre nada. Parece algo muy normal en países como Estados Unidos. ¿Por
qué pasa esto? No es como si es Estados Unidos no ocurrieran crímenes contra
menores de edad, claro que los hay. ¿Cuál es, entonces, la diferencia? ¿Por qué
nosotros somos tan temerosos de dejarlos salir incluso acompañados con gente
responsable, y en cambio ellos les permiten deambular solos?
Dos
cosas: educación y protección. Obviamente, dado que Halloween lleva mucho más
tiempo en Estados Unidos, las familias tienen una mayor tradición al respecto,
y conocen bien las indicaciones que deben darles a sus hijos sobre cómo evitar
problemas esa noche: andar en grupos grandes (si es posible con un adulto,
claro), por qué calles deben ir, cómo reaccionar ante extraños en la calle…
Aquí, aunque todos los años se repiten las mismas indicaciones, se siguen
proponiendo toques de queda. Pero, vamos, si algunos padres no tienen la
disposición siquiera de acompañar a sus hijos a pedir dulces, entonces es un
poco descarado de su parte pedir que no los dejen salir después de cierto
tiempo.
Por
otro lado, la idea de que haya niños caminando tranquilamente muy tarde en la
noche sin protección de sus padres también indica otra cosa: que la Policía cumple
bien con su trabajo. Es claro que un padre de familia se sentiría más aliviado
de que sus hijos salgan a esas horas si está seguro de la eficacia de los
policías en la calle. Y que en Colombia este cuerpo del orden público sea tan
criticado a la hora de cumplir su labor no siempre se debe a que al parecer no
son suficientes, como podrían pensar algunos, sino a que los miembros presentes
no siempre son lo bastante competentes. ¿Por qué no empezar por mejorar esto,
antes de empezar a soltar restricciones a diestra y siniestra?
Es
lo que quería compartir este año con respecto a Halloween. Como siempre,
aquellos que tengan desacuerdos con lo mencionado en esta entrada pueden
tomarse un momento a reflexionar. Antes de buscar prohibir algunas actividades
infantiles, por nobles que sean nuestros propósitos, quizás deberíamos intentar
educarlos primero sobre su seguridad, y asegurar que aquellos encargados de
velar por su integridad sean realmente aptos para desempeñar tal labor.
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