El sofisma Smith-Thanos


Quisiera decirte una revelación que he tenido en lo que llevo aquí. La tuve cuando traté de clasificar a tu especie. Me di cuenta que en realidad no son mamíferos. Todo mamífero de este planeta por instinto desarrolla un equilibrio natural con el ambiente circundante, pero ustedes los humanos no. Se mudan a un área y se multiplican y multiplican hasta que han agotado todos los recursos naturales. El único recurso para sobrevivir es transportarse a otra área. Hay otro organismo en este planeta que sigue el mismo patrón. ¿Sabes cuál? El virus. Los seres humanos son una enfermedad, el cáncer de este planeta; son una plaga, y nosotros somos la cura.
-Cita del Agente Smith en The Matrix (1999).

La pandemia causada por el SARS-CoV-2 no tardó en hacer aflorar muchas cualidades entre las personas, tanto buenas como malas. Ya sea gente preocupada por llevar alimento y protección a los pobres y desamparados, o aquellos que no tienen problemas en seguir la parranda a pesar de las circunstancias, todo no es más que el fiel reflejo de la naturaleza humana en tiempos de crisis, la expresión de los valores individuales y colectivos de la especie. Y por supuesto, la propensión de nuestra mente a formular y defender ideas falaces en torno a nuestro lugar en el planeta.

Es algo natural. Hasta donde sabemos, somos la única especie con un espíritu introspectivo y una capacidad empática que va más allá de sus mismos conespecíficos. Combinando nuestra naturaleza inquisitiva y autorreflexiva con nuestra compasión por otros seres vivos, no es extraño que muchas personas tengan una visión bastante negativa de nuestra especie en un todo, al punto de la misantropía más fastidiosa, contaminada además con ideas mal planteadas y peor fundamentadas que son tomadas como verdades absolutas, que pueden resumirse en lo que me gusta llamar el sofisma Smith-Thanos, en honor al principal antagonista de la trilogía de las hermanas Wachowski, que resume muy bien lo que comento, y la mente maestra tras los conflictos más importantes en el Universo Cinematográfico de Marvel (no el personaje de cómic, que es un Thanos por completo diferente), el cual ofrece una solución también falaz y relacionada al sofisma que los fanáticos poco cerebrales aceptan como focas amaestradas.


Con el fin de evitar falacias de generalización que vi mucho en los comentarios de un fragmento traducido por mi amigo David Osorio en una entrada que publicó hace cinco años dedicada a este mismo tema, una aclaración de antemano: no todos los que comparten la idea de que nuestra especie es un virus o una plaga (no son lo mismo, ya entraremos en detalles) son necesariamente misántropos. A menudo se trata de personas desencantadas con las acciones de muchos miembros de nuestra especie, pero que en un ejercicio de esencialismo negativo asumen que es agencia intrínseca y exclusiva del Homo sapiens. Otros creen que nuestros sistemas socioeconómicos e individualismo hacen imposible un cambio a gran escala para proteger los ecosistemas del planeta. Como sea, las preocupaciones con las que cargan son legítimas; las conclusiones a las que llegan, no mucho; y llevarlas al respaldo racionalizado de una entidad artificial misántropa y un arrogante alienígena extremista, más allá de la contextualización de ambos personajes, aún menos.

Necesitamos entonces situar a ambas mitades del sofisma dentro de su propio universo y señalar los errores de sus planteamientos, extrapolando el por qué no son un enfoque realista en nuestra objetividad material. Consciente de esto, y de que algunas personas podrían también molestarse al verme hablar de la trama de tres películas muy importantes para la cultura popular, aun a pesar de que una de ellas tiene ya 21 años desde que entró a las salas de cine, tendré que hacer antes una alerta de spoilers.

Empecemos con el Agente Smith. Él es un programa diseñado por las máquinas para actuar como vigilante de la Matrix, la realidad artificial a la que están conectadas las granjas de seres humanos que les sirven como batería, encargado de detectar y eliminar a los “píldoras rojas”, aquellos conscientes de la verdadera naturaleza de la Matrix y que buscan la liberación de la especie, así como ubicar y borrar los programas rebeldes. Smith lleva el obvio complejo de superioridad de las otras inteligencias artificiales, pero es mucho más individualista e independiente que los otros Agentes; obligado a interactuar día a día con una especie inferior, ha llegado no sólo a despreciarlos al punto de negar su naturaleza, como es obvio en su famosa cita, sino que también desprecia a la Matrix en sí misma, sintiéndose tan prisionero como los humanos. Smith no es más que un misántropo supremo, hastiado al verse limitado por su propósito intrínseco, y dispuesto a poner en riesgo su propia misión por cumplir sus ambiciones personales, al punto que al regresar en la secuela, le envía a Neo su auricular (señal de su conexión literal con el sistema) como “regalo” por “liberarlo”; de forma irónica se convierte en un virus infeccioso, más cercano a su descripción sesgada de la humanidad.


Porque sí: el argumento de Smith no es más que, en palabras de Josué Aguirre de Monitor Fantasma, un error ontológico basado en una incomprensión de conceptos ecológicos mediada por su misantropía consciente. La primera parte de su afirmación, lo del equilibrio instintivo de los mamíferos con su ambiente, es mentira. Ningún mamífero u otro animal es capaz de eso; lo que entra en juego para que una especie alcance ese equilibrio son sus características biológicas, factores bióticos (competencia con otras especies, depredación, enfermedades) y abióticos (condiciones climáticas, fuentes hídricas, luz solar, etc.) que van a restringir su crecimiento demográfico. De hecho, casos como el de los hipopótamos de Escobar, al que me referí no hace mucho, el de los conejos en Australia, los visones en el Cono Sur o las ratas en cualquier isla son ejemplos perfectos de lo que ocurre cuando un mamífero con rasgos particulares entra a un ecosistema nuevo, similar a su hábitat original, pero sin las mismas limitaciones ecológicas: se convierten en especies invasoras que pueden llegar a amenazar la estabilidad de los ecosistemas. Equilibrio instintivo, y un cuerno.

La descripción de los humanos consumiendo todos los recursos de un área y luego pasar a otra tampoco es muy precisa en un sentido literal. Si nuestra especie fuera todavía un grupo de cazadores-recolectores, quizáaas habría tenido sentido, y de todos modos en esos tiempos los grupos se desplazaban más por la disponibilidad de recursos asociados a la estacionalidad que por consumirlos del todo. Al contrario, como describe Ed Clint en el fragmento traducido por David: “Desde sociedades de ciudades urbanas a tribus de pequeña escala viven bastante sosteniblemente, y lo han hecho por miles de años.” Otra cosa es que, debido a nuestra sobrepoblación, el incremento en la necesidad de recursos ha conducido a la invasión de áreas antes inalteradas para propósitos de agropecuaria, minería o explotación similar, y la expansión histórica a territorios nuevos, pero convengamos en que eso no es lo mismo que asentarse, multiplicarse y destruir, y luego largarse a otro lado para repetir el ciclo.

Por lo mismo, la comparación con los virus o el cáncer es imprecisa y tendenciosa. Al margen de que existe un debate sobre si los virus deben considerarse o no como un ser vivo, y que el cáncer es una multiplicación descontrolada de una línea celular, por lo cual tampoco se comparan siquiera con los virus, hay muchas especies cuya relación con otros organismos es menos equilibrada, así como muchos virus que no siguen el patrón infectar-multiplicar-consumir-dispersar-repetir ciclo. Si aceptáramos que los seres humanos se comportan como un virus, Smith debería reconocer que hay organismos parásitos que en algunos casos pueden crecer en tal número que matan a su hospedero, agotando entonces su “recurso”, así como los parasitoides, donde la muerte del hospedero ya es de plano una consecuencia natural de su ciclo de vida; tan únicos en ese comportamiento no seríamos entonces. Por otro lado, hay virus que llevan un ciclo de vida lisogénico, donde su material genético se incorpora al genoma de la célula infectada y se replica de forma pasiva con la división celular, en lugar de realizar el ciclo lítico al que solemos asociar toda infección viral (esto no excluye que en determinadas condiciones, el genoma viral active un ciclo lítico). Son muy comunes los profagos (ADN de bacteriófagos unidos a genomas bacterianos) y los provirus (ADN viral integrado al genoma de células de otros organismos); estos últimos pueden incluso convertirse en elementos virales endógenos (EVE) que pueden ser heredados o fijados en poblaciones de organismos no virales. ¿De qué rayos hablaba Smith?

Esquema clásico del ciclo lítico y lisogénico de los virus

Si queremos analizar de forma objetiva el comportamiento de nuestras poblaciones en un todo, y entendiendo que, a diferencia de lo que proponía el popular cortometraje Man de Steve Cutts –quien por cierto sacó en abril una versión aún más cursi y falaz del mismo, a propósito de la falacia de que “la Tierra está sanando sin nosotros” gracias a la pandemia- somos un producto de la Naturaleza y no ajenos a ella, sí nos comportaríamos como una especie invasora, pero a una mayor escala y con más éxito que muchas otras. Nuestra alta capacidad intelectual y habilidad tecnológica nos han permitido dispersarnos de forma exitosa en casi todos los ecosistemas terrestres (excluyendo la Antártida y, por supuesto, los océanos), superando las limitaciones ecológicas bióticas y abióticas. Por desgracia, eso también significa que nuestro tamaño poblacional ha puesto en amenaza las vidas de miles de especies en otros ecosistemas por competencia de recursos o al usarlos como recursos, y con ello también estamos poniendo en riesgo la renovación de los recursos mismos. ¿De verdad son un montón de máquinas misántropas la “cura” para una “plaga” de la que irónicamente dependen para subsistir? Dudoso al menos: antes alentarían la sobrepoblación para optimizar su ganancia energética, pues de todos modos “reciclan” a los muertos como alimento de los vivos. Y ya que hablo de recursos…

Pasemos a Thanos. Preocupa mucho que tras ver Infinity War muchas personas concuerden con la propuesta de que, para asegurar la existencia de la vida a través de la disponibilidad adecuada de recursos, es necesario aniquilar a la mitad de la vida. Yo no sé si es que no recuerdan que lo llaman “el Titán Loco”, pero un vistazo más objetivo y realista a la película y la historia que él mismo nos cuenta revelan que su “solución” no es más que la destilación de una experiencia frustrante, y una desesperación por probar la validez de su punto hasta el extremo irreflexivo.

Thanos nos cuenta que en su planeta natal, Titán, se vieron arrinconados con el problema de la sobrepoblación, y él propuso como solución sacrificar a la mitad de su población, sin reparar entre ricos o pobres, hombres o mujeres. Como era de esperarse se horrorizaron con su sugerencia y lo tildaron de loco, y tanto este ataque personal como el consecuente colapso de su civilización moldearon la personalidad y los objetivos de Thanos. Al ver cumplidos los resultados que temía, los tomó como una validación de sus objetivos, a la vez que desarrolló una impresionante arrogancia y una impermeabilidad absurda a reconocer las falencias de su propuesta o de buscar soluciones alternativas, buscando aplicar la visión de su planeta al Universo entero. Cuando le dice a Iron Man “No eres el único maldito con conocimiento”, no se refiere (sólo) a compartir una inteligencia privilegiada y acumular conocimientos, sino que ve en Tony Stark a una persona dispuesta a tomar decisiones arduas y terribles para asegurar el bienestar de los otros, al igual que él, una víctima de la cobardía e ignorancia de su propia gente.


Si algunos pueden cuestionar que ponga en duda el percibido altruismo extremista de Thanos, la continuación, Endgame, no hace más que consolidar mi punto. Cuando los viajes en el tiempo abren diferentes líneas temporales y el Thanos de 2014 se entera, a través de los archivos de la Nebula de la línea principal, del éxito de su plan, su propia muerte y el estado de las civilizaciones a varios años del Chasquido, está frustrado y furioso, pero no porque su plan fracasara a causa de sus debilidades conceptuales, sino porque la gente obviamente es incapaz de lidiar con las consecuencias de haber perdido tanto en un instante. En su frustración al ver fútiles sus esfuerzos, decide entonces “triturar este universo hasta su último átomo” y reconstruirlo de la nada, para dar paso a una vida plena que no sepa lo que se le ha arrebatado, nunca considerando ni una vez que el fracaso de su solución es consecuencia de su propia debilidad conceptual. Thanos no es más que la encarnación de la falacia del costo hundido bajo la piel de un ser desesperado por la validación y el reconocimiento de que tenía la razón, enfocado en cumplir sus objetivos genocidas escala universal porque es la única manera en que podrá cerrar su doloroso pasado tras haber llegado tan lejos.

(Entre paréntesis: ¿sería realmente capaz de destruir y recrear el Universo con el Guantelete del Infinito? Con un único chasquido tan sólo para borrar la mitad de la vida, y otro para destruir las mismas Gemas del Infinito, quedó lisiado y medio muerto. El Guantelete no es ni de cerca tan poderoso como en los cómics, y la debilidad física de Thanos –en comparación con los cómics- y la técnica del chasquido son limitaciones narrativas que generan una debilidad argumental en esa afirmación. Cierro paréntesis.)

¿Por qué el plan del Chasquido estaba destinado a fracasar desde su concepción? ¡Pues porque ignora todo principio ecológico y económico! Primero, al decidir eliminar la mitad de la vida para mantener una mayor disposición de recursos termina eliminando parte de esos mismos recursos; Kevin Feige confirmó en una entrevista que con el Chasquido, Thanos borró también a la mitad de la vida animal en todo el universo, lo que significa que la mitad del ganado y especies de consumo también se fueron al polvo. En ese sentido el Chasquido no ha hecho más que dejar el mismo problema, sólo minimizándolo en espacio y tiempo. En unas cuantas generaciones, los seres vivos volverán a sobrepoblarse y los recursos de nuevo podrían verse en riesgo, así que tendría que requerir otro Chasquido (razón por la cual destruir las mismas Gemas fue estúpido).

Por otro lado, reducir la mitad de una población ignora que los recursos tenderán a incrementarse con el crecimiento poblacional o, en el peor de los casos, cuando los recursos empiecen a verse limitados de nuevo, el crecimiento poblacional y económico se detendrá debido a consecuentes crisis de hambruna y déficit de recursos similares, lo que se conoce como trampa maltusiana, y por consiguiente se volverá a alcanzar la sostenibilidad. De manera similar, no toma jamás en cuenta que acabar con la mitad de la población de seres conscientes con sociedades avanzadas, con complejos sistemas socioeconómicos, y además despojarlos de la mitad de sus recursos (otra cosa, ¿no serían consideradas “recursos” algunas poblaciones en sí, como grupos esclavizados, socios de importaciones o similares?), eso conducirá inevitablemente al colapso de varias civilizaciones, no sólo por muertes y suicidios posteriores al Chasquido, sino también a la reducción brusca de la fuerza laboral y capacidad de liderazgo, y por ello se generará incluso más sufrimiento del que el Titán Loco consideraba.

La trampa maltusiana es un poco similar a la capacidad de carga, un concepto importante en ecología de poblaciones para comprender las dinámicas poblacionales de las especies y los factores que limitan su crecimiento demográfico.

Thanos, a semejanza de Thomas Robert Malthus cuando propuso restricciones morales y revisiones positivas para controlar el crecimiento poblacional, tampoco tiene en cuenta que el crecimiento lineal de los recursos, eje de su teoría, podría verse mejorado con la industrialización y los avances tecnológicos que permitan la optimización de la producción agrícola o de recursos similares, tal como de hecho ha pasado en nuestro planeta (véase Revolución Verde); así mismo, no parece considerar ni una sola vez que el acceso a los recursos puede verse limitado por la disparidad en concentración de posesión de tierras y recursos naturales, es decir, que una minoría privilegiada, sea a nivel general de nuestra especie o a nivel de países desarrollados, acapara la mayor parte de recursos. Ambas cosas podrían ser solucionadas de forma mucho más sensata que un hachazo draconiano a la vida misma. ¿Por qué el Titán Loco jamás reflexiona al respecto?

Fácil: porque no le conviene. Aceptar que existen otras posibles soluciones al percibido problema de la sobrepoblación de la vida –recordemos que está extrapolando la experiencia de su planeta a toda civilización y vida animal en el Universo, lo que es otro error- sería reconocer que se equivocó al proponer masacrar la mitad de la población de Titán. Contemplar siquiera otras posibilidades de aplicar el poder de las Gemas del Infinito en formas más constructivas iría en contra de la autoimagen martirizada que desarrolló de sí mismo tras la tragedia de su mundo nativo, de su desesperación por probar que su extremismo es el modo correcto de resolver las cosas, así que jamás se detiene a reflexionar al respecto. Es esto lo que lo convierte en un villano. Es esto lo que lo convierte en el Titán Loco.

Asumir que nuestra especie es un virus y que el planeta estaría mejor con un genocidio masivo de humanos o desapareciendo del todo, en estos tiempos de pandemias causadas por la deforestación y explotación indiscriminada de animales, es una idea bastante atractiva para los más pesimistas, en especial al ser respaldadas por figuras de ficción, pero no deja de ser un sofisma muy pobre y mal argumentado. Comprendo mucho la frustración que lleva a percibir semejante despropósito como una certeza inherente al Homo sapiens; aun así, y si disculpan mi lenguaje, me es imposible respaldarlo cuando sus bases conceptuales tienen la misma solidez que las deyecciones de un pollo con diarrea.

Y con esto quiero terminar. Tenía ganas hace tiempo de escribir sobre este tema, y la actual pandemia me ha permitido detallar a profundidad las debilidades de un sofisma tan popular en las redes sociales, en especial en estos tiempos donde noticias como el cierre de un agujero en la capa de ozono, o videos un tanto exagerados de animales que poco se dejaban ver en tiempos de tránsito humano más activo nos dan la equivocada idea de que estamos por debajo de los biomas del planeta, olvidando que somos tan naturales como cualquier colibrí en el campo.

Comentarios

  1. Me ha encantado este articulo. Muy bien redactado y explicado. Y gracias por la falacia del coste hundido. No la conocia.
    Un par de alcances:
    Pudiste incluir algun enlace al problema de los castores en el sur de Chile. Si, ese es el otro invasor.Yo antes me oponia a la caza pero ahora pienso que si el ser humano debe actuar como depredador en ciertos casos, como para controlar las especies invasivas que desplazan a los nativos, pues, será.
    Lo otro es que me pregunto muchas veces que es lo que entienden la gente por equilibrio. Me da la impresion que ven el equilibrio como un sistema donde todo esta quieto, en balance estatico, sin alteraciones de ningun tipo y que el hombre con su presencia le quita armonia al mundo. Pero el equilibrio no es un sistema fijo, es dinamico, que varia y se mueve para un lado u otro. Que va de extremo a extremo, como en una balanza que va agregando y sacando pesos en ambos platillos. EL equilibrio va de un lado a otro, cambiando el mundo de paso. ¿O puede que solo sea una ilusión, una forma humana de darle sentido poetico al mundo y este en realidad no existe? Quizas mas que un equilibrio, existe una dinámica ecologica. No sé. Solo son desvarios mios.

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    1. ¡Hola! Muchas gracias.

      ¿Sabes qué tienes razón? Agarré el ejemplo de los visones porque lo recordé de un conversatorio hace unos años sobre su impacto ecológico, pero considerando que los castores son ingenieros de ecosistemas, tal como los hipopótamos que explicaba en la entrada sobre el tema, serían un ejemplo más directo para refutar ese concepto de "equilibrio instintivo".

      Sí, creo que el problema con nosotros es que entendemos los sistemas naturales como algo inmutable, que no cambia ni se modifica, cuando en realidad los ecosistemas son dinámicos. Saludos.

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  2. Si bien yo también me he escandalizado como lo han hecho los misántropos que señalas y he pensado en el daño que el ser humano ha hecho al planeta y lo que hay en él (incluyendo otros de sus congéneres), yo soy de los que piensa, no que el humano sea plaga, sino más bien que hemos extraviado el camino y olvidado nuestra responsabilidad como especie consciente y como un animal más de la tierra, como un hilo más que somos de la red de la vida y que debemos recobrar el camino.

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    1. No existe un "camino" o una "responsabilidad" más que con nosotros mismos. Usar esos términos es peligrosamente cercano a una comprensión metafísica o teleológica de las interacciones tróficas a través de los ecosistemas. Somos lo que cualquier especie sobrepoblada y exitosa sería. La biosfera no tiene ningún camino o responsabilidad trazada para ningún animal, porque ningún sistema de flujo de energía y recursos en un ecosistema es monolítico e imperturbable: la ventaja de ser animales conscientes de sí mismos y su presencia en el mundo es que podemos asumir un nivel de responsabilidad por nuestro impacto en el ambiente, pero no porque haya un marco intrínseco de acciones como seres vivos.

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