Crisis de identidad y las mujeres en el refrigerador
Después de salir de una semana terrible que
necesitó mucha catarsis, regreso con un análisis que tenía pendiente en mi cabeza desde hace
tiempo. Se trata de una de las historias más controvertidas y divisivas que
publicó DC Comics durante la década pasada: Crisis
de identidad. A través de esta historia, y de otros casos semejantes en los
cómics, quiero revisar un tropo con connotaciones generalmente negativas, muy
presente en los medios de entretenimiento, conocido popularmente como “metido
en el refrigerador”.
En
2004, Crisis de identidad presenta la
muerte de Sue Dibny, esposa de Ralph Dibny, el Hombre Elástico, y cómo algunos
miembros de la Liga de la Justicia deciden tomar el asunto por su propia
cuenta, acompañando a Ralph en su búsqueda del presunto asesino: Doctor Light.
El trasfondo de la historia, y motivo de la controversia, es que años antes, el
supervillano violó a Sue Dibny en la atalaya de la Liga de la Justicia, y como
consecuencia de ello, siete miembros de la Liga de la Justicia de América
–Flecha Verde, Canario Negro, Zatanna, Hombre Halcón, Átomo, Hal Jordan
(Linterna Verde) y Barry Allen (Flash)- deciden votar para que Zatanna borre la
mente de Light y altere su personalidad, convirtiéndolo en el patético villano
que muchos vieron en las páginas de los Jóvenes Titanes. A través de siete
números, se nos revela que el grupo de héroes antes mencionado había decidido
borrar las mentes de otros supervillanos que descubrían las identidades de
varios miembros de la Liga, mucho antes del incidente con Sue, y que durante
este último evento, borraron también la mente de otro superhéroe que los había
descubierto. No quiero spoilear todo por si quieren leerlo, así que sólo diré
que Doctor Light no fue el asesino.
Las discusiones con respecto a la historia son
muchas. El maltrato que se le dio al papel de los héroes; la aparentemente
innecesaria explicación para la ridiculez de Doctor Light como villano de los
Titanes; y especialmente, el trato que se le dio al personaje de Sue Dibny,
puesto que para muchos fue usada simplemente para explicar la historia del
supervillano, y luego supuestamente desechada de golpe para enfocarse en los
superhéroes. Algunos, incluso, compararon su efecto negativo en la percepción
de los cómics con el mucho mayor evento de Guerra
Civil en Marvel, del cual pronto se estrena su película (nunca leí la
historia, pero tratándose de Mark Millar probablemente no es tan buena como
pretenden muchos), y que también fue muy mal recibido por muchas personas por
su deconstrucción de personajes como Iron Man.
Antes de profundizar en el tema principal, debo
defender en algunas cosas la historia de Crisis
de identidad, igual que otros lo han hecho. El misterio sobre el homicidio de Sue Dibny es muy
bien tratado, y los debates sobre heroísmo y los límites a los que llegan los
superhéroes para defender a los suyos me parecen buenos. La escena de lucha con
Deathstroke incluso me gustó, aun sabiendo que fue uno de los ejemplos más
claros de escritura perezosa (usar a un villano para patear el trasero de los
héroes sin sudar mucho). Es cierto: la violación de Sue fue usada sólo como un
recurso para construir la historia, y no se enfocaron nada en cómo Ralph y Sue
lidiaron con un crimen tan atroz (por supuesto, recordemos que las reacciones
de las mujeres ante un abuso sexual no son uniformes). Esa es una falla notable.
No obstante, lo compensan hasta cierto punto mostrando cómo las tragedias
familiares afectan a los seres queridos y las decisiones que toman en adelante.
Podemos ahora centrarnos en la pregunta: ¿qué
significa “metido en el refrigerador”? Es un tropo, un recurso narrativo, en el
cual una persona cercana al protagonista es asesinada de forma brutal y clara
para que el héroe la encuentre, con el motivo de causarle sufrimiento, o
confrontar a otros personajes con fuertes emociones. El nombre viene de una
historia de Linterna Verde, en la cual Alexandra DeWitt, la novia del Linterna
Kyle Rayner, es asesinada, aparentemente descuartizada (nunca se ve el cuerpo completo)
y metida en la nevera de su casa, con una nota para Kyle. Dicha escena, de
hecho, dio origen al sitio web Women in
Refrigerators, en el cual se enumera, de una forma más bien poco
inteligente, casos de personajes femeninos maltratados en los cómics, escenas
de personajes ya muertos, y otros incidentes como quitarle los poderes a un
personaje. Siendo justos, hoy en día el término incluye a cualquier personaje
que es motivo de homicidio, abuso, violación o privación de habilidades
únicamente para afectar a otro(s) personaje(s). ¿Una nota curiosa?
Originalmente, la escena pretendía mostrar el cadáver de Alexandra, aunque
intacto, pero los editores de DC pensaron que sería “espantosa”, así que
optaron la nevera. Sí: una de las escenas más angustiosas y polémicas de los
cómics fue obra de ejecutivos entrometidos.
Por supuesto, este tropo no es nada nuevo. Un
ejemplo mucho más temprano en los cómics es la muerte de Gwen Stacy, evento que
como recordarán marcó el fin de la Edad de Plata de los Cómics -de hecho, algunos llaman síndrome de Gwen Stacy a
la costumbre de asesinar novias y esposas de superhéroes-. Incluso podríamos
rastrearlo hasta culturas antiguas, como en la leyenda de Hércules, quien se
sometió a los Doce Trabajos como expiación por asesinar a su esposa Megara y a
sus hijos en un arrebato de locura provocado por Hera. Podemos verlo en varios
medios, como en Star Wars con la
muerte de Padmé Amidala, los casos de Tysha y Shae en Canción de hielo y fuego y, tristemente, Charlie Bradbury en Supernatural. No todos los ejemplos son
con mujeres: también hay casos de familias y personajes masculinos asesinados
para influenciar en el desarrollo de un personaje o sólo joderlo, como Pip
Bernadotte en Hellsing, la familia de
Máximo en Gladiador, Jason Todd en Batman: una muerte en la familia, e
incluso la muerte de Khal Drogo y el bebé nonato de Daenerys Targaryen en Canción de hielo y fuego. Rayos, ni
siquiera tienen que ser humanos. ¡La cabeza de caballo en El padrino puede contar como un evento así!
Ahora, la cuestión. Sabiendo que la mayoría de los
casos de “metidos en el refrigerador” son mujeres, viene la pregunta
incomodísima que seguro tienen muchas: ¿es sexismo esto? ¿Cada vez que una
mujer es maltratada o asesinada en un cómic, es un caso de machismo imperante? En cierta forma, sí y no. Sí, porque la realidad
es que la mayoría de los cómics han estado tradicionalmente enfocados a un
público masculino, y los personajes femeninos no siempre tienen el mismo
desarrollo y profundización (bien sabemos que buena parte de ellos son puro
combustible de fanservice), por lo que pueden ser un recurso fácil para que un
mal escritor dé madurez al superhéroe. No obstante, conviene matizar. Tal como
mencioné anteriormente, es muy común que las historias de héroes tengan la
pérdida de un ser amado, ya sea como punto de su misión personal, o durante el
transcurso de la misma. Y siendo justos, la pérdida de una pareja es una de las
tragedias que más puede afectar a una persona, por lo cual es una de las formas
más recurrentes de impulsar el crecimiento del héroe.
Una discusión más analítica de la inclusión de una
tragedia personal en un héroe es si hay necesidad de ello. Es decir, cuándo es
un movimiento inteligente y necesario para permitir el desarrollo y madurez de
su carácter, y cuándo es simplemente obra de un escritor mediocre. Tomemos como
ejemplo la muerte de Gwen Stacy: no sólo fue el punto de origen de una nueva
era de los cómics, sino que además hizo madurar tanto a Peter Parker como a
Mary Jane Watson, ultimadamente acercándolos hasta formar la relación que todos
conocemos. Para Kyle Rayner, dejando a un lado el debate sobre la
representación de las mujeres en los cómics, perder a Alex le hizo tomar mucho
más seriamente su papel como Linterna Verde, siendo de hecho uno de los
favoritos de los lectores que lo conocieron en los noventa. Incluso la muerte
de Sue Dibny, con todo y la polémica del tratamiento de su personaje, dio bases
para el desarrollo de grandes historias de DC en los años posteriores,
especialmente Crisis final y Blackest Night.
Como contraste, tenemos la muerte de Charlie
Bradbury en Supernatural, cosa que
mencioné antes. Sí, consiguió decodificar el códice para traducir el Libro de
los Condenados antes de ser asesinada, pero esto último no tuvo más propósito
que mostrar cómo Dean Winchester caía víctima del efecto de la Marca de Caín al
buscar venganza contra una familia de hechiceros, y de esa manera sacarlos
además de la trama principal. Podían haber buscado formas más inteligentes de
mostrar todo esto en la serie sin recurrir a matar a un personaje. Fue una
muerte menos digna de lo que pretendían, ciertamente innecesaria, y además dejó
suspicaces a los justicieros sociales, al ser el único personaje recurrente
LGBTI en la serie -de hecho, Charlie había sobrevivido tanto tiempo
precisamente por no tener vínculo romántico hacia los Winchester-.
Como se puede ver, hay mucho debate alrededor de la
decisión de matar a un personaje como modo de desarrollar a un protagonista, y
va mucho más allá de simplemente machismo en los medios. El género del
personaje que es “metido en el refrigerador” suele ser parcialmente
circunstancial por razones que ya expliqué. En síntesis, no creo que pueda
definirse como algo malo o bueno utilizar este recurso en una narración para
permitir que el héroe se consolide y madure, o como modo de avanzar la historia;
lo que se debe tener en cuenta es que es necesario saber cuándo es conveniente
y realmente inteligente recurrir a ello, para evitar caer en una fórmula de
estupidez intentando avanzar apresuradamente una historia que podría tener
mejor potencial.
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