Cuando “debatir” se convierte en una trampa moral

 Debatir con insensatos es como jugar al ajedrez con una paloma. No importa lo bueno que seas, la paloma sólo va a tirar las piezas, cagarse en el tablero y encima pavonearse como si hubiese ganado.

Anónimo.


Estaba preparando otra entrada un poco más larga cuando surgió una polémica menor en Twitter que involucró ataques reiterados a un autor, pero que también ha ayudado a desnudar una táctica engañosa que se maneja desde algunos sectores ideológicos. Se trata de buscar un “debate” para, supuestamente, contrastar e intercambiar ideas opuestas, pero que muchas veces es más bien una vitrina amañada a favor de una de las partes para presentar sus ideas, o un recurso para acusar de cobardía al otro cuando, a menudo no sin razón, prefiere declinar ese tipo de “debates”.

Entremos en materia, para ser breves. El lío de esta semana fue con Shu Sakuratani, mangaka creador de Rooster Fighter que se ganó rápidamente el cariño de los lectores de manga en Latinoamérica, no sólo por lo estúpidamente genial de la premisa (es básicamente un gallo gigante que combate kaijus; no puedes ser más genial que eso), sino también porque Sakuratani tiene cierto manejo del idioma español, y ha manifestado mucho cariño por la región, publicando incluso ilustraciones de su protagonista con vestuarios típicos de algunos países. Los usuarios le han correspondido con ilustraciones y fanarts, y la verdad es que Sakuratani lo ha recibido con mucho júbilo. Da la vibra de ser un tipo muy amable que disfruta su trabajo.

El caso es que compartió una ilustración que, al parecer, creyó era un homenaje a Rooster Fighter, cuando en realidad se trataba de una tira cómica de Carnaval Tercermundista, autor que ya alguna vez mencioné por aquí. Quizás les suene a muchos ahora porque, por desgracia, es un dibujante muy enfocado en hacer crítica a los movimientos progresistas, a veces certeras, pero más a menudo con argumentos no muy lejanos del clásico “generación de cristal se ofende por todo”; de hecho, apareció hace poco con el rótulo de “antiprogre” en el nefasto canal de Una Alienada, cosa que no habla muy bien de su criterio. Esta tira en particular ilustra el mal argumento de que las ventas de cómics en Estados Unidos se desplomaron en comparación con los mangas por la creciente “inclusión forzada” en los primeros, cosa que deja por lado muchos factores influyendo potencialmente en esa baja de ventas (poca riqueza temática en las grandes casas, limitaciones de desarrollo narrativo por el statu quo, constantes reboots que incrementan el número de cómics que un consumidor debe leer para comprender todo…). Ojo, baja venta, no desplome: como bien señaló Cukizilla, si las grandes empresas tuvieran problemas económicos tan graves no experimentarían con historias alternativas del estilo No soy Starfire, mucho menos sabiendo de antemano las reacciones negativas de ciertos sectores.

Y sí: por supuesto que una tira cómica no tiene que ser un estudio de mercado, pero por lo mismo hay que tomar con pinzas sus mensajes simplificados.

Como sea, cuando a Sakuratani le señalaron el verdadero mensaje de la tira (imagino que algunos no lo hicieron de forma amable, como suele suceder, pero no alcancé a verificarlo) se apresuró a eliminar su trino, disculpándose por no haber estudiado bien el caso. Por desgracia, hubo usuarios a los que les molestó que procediera así, y lo vieron como una claudicación al “progresismo radical” y cosas similares, entre ellos un usuario, Filosofía Gaming, que lo atacó de forma reiterada y lo llamó cobarde, llegando incluso a acusarlo de ignorar movimientos “extremistas” como Antifa y BLM, a los proponentes de la “cultura de la cancelación”, el lenguaje inclusivo y el “Latinx” (y de paso, la pataleta de “ya no compro tu manga”). En síntesis, este usuario, que además contaba (ya verán por qué hablo en pretérito) con una cantidad nada despreciable de seguidores por tener también un canal en YouTube, montó por su cuenta un molino de viento gigantesco para cargar contra él cual Quijote, como si Sakuratani fuese la peor basura, simplemente por eliminar una publicación sobre una tira de la cual no entendía el contexto. Nada extraño de su parte al parecer, porque también ha armado polémicas absurdas contra otros usuarios por opiniones sobre juegos y mangas, y exponiendo al acoso cuentas pequeñas en Twitter que mostraran una mínima discrepancia con sus puntos de vista.

Y ese fue sólo el primero de muchos trinos. Me dirán ustedes qué pitos tocan los Antifa y el vicio de “Latinx” (que sí es una tontería anglo, casi siempre esgrimida por gente que ni siquiera tiene ascendencia latina) con la baja de ventas en cómics. ¿Y cómo que bombas molotov a gente almorzando?

Como ya tenía cierta fama por actuar en la forma ruin de la cual acusa a otros de actuar cuando emiten opiniones que no le gustan, el tipo fue criticadísimo en pocas horas por muchos usuarios de YouTube en Twitter, entre ellos Chucho Calderón de La Zona Cero, por acosar de forma reiterada a Sakuratani y tratar de vincularlo a un extremismo ideológico. Su respuesta fue “invitar” a “debatirlo” de forma bastante grosera, para según él decirle “progres” a sus críticos en su cara y “cerrarles el orto” (parafraseando a alguien en Twitter, ¿ustedes se imaginan a un verdadero filósofo como Bertrand Russell usando esas expresiones?). Obviamente con ese tono recibió una senda negativa, de la cual se agarró para, por ejemplo, llamar cobarde a Chucho por no medirse a debatir, pero este dejó claro que no vale la pena ir a un escenario arreglado si el otro va a estar gritando como energúmeno y tratando de secuestrar el ritmo del diálogo: un debate debería ser un intercambio tranquilo –en la medida de lo posible-, no un circo donde quien grita más es el ganador. Las críticas a Filosofía Gaming no cesaron, así que en pocas horas termino por cerrar su cuenta de Twitter, no sin antes hacerse la víctima del cuento por ser un youtuber pequeño y acusar a otros de “mentirles a las personas” y de mandar una cruzada contra él –de hecho, ya sacó un video de dos horas posando como la víctima de “mentiras”-.

¿Debía Sakuratani eliminar su trino? Si no se sentía identificado con el argumento, estaba en su derecho de hacerlo, siempre que fuera por voluntad propia y no presión de sus seguidores. ¿Debió cerrar Filosofía Gaming su cuenta de Twitter? Pues, para ser alguien tan crítico de las “sensibilidades” de los progresistas, su reacción ante la avalancha de críticas a sus constantes ataques a Sakuratani fue más bien evasiva e incluso cobarde, irónicamente (recalco, por supuesto, que si hubo alguna amenaza o ataque personal es algo que sí debe criticarse), pero igual era su cuenta, así que también puede hacerlo. Eso sí, si quiere dar la impresión de tener palabra, lo ideal sería que no volviera, pues lo contrario sólo reiteraría la percepción generalizada de que buscó polémica simplemente para hacerse el Superman.

¿Y estuvo en lo correcto Chucho Calderón al negarse a debatir con él? Bien, el punto de esta polémica a todas luces absurda, y que es a lo que quería llegar, es ese recurso de “debáteme” que ha usado Gaming en otras ocasiones contra quienes criticaron sus sobrerreacciones y ataques sin fundamento. Como dije, el debate es fundamental para el análisis y la evolución de las ideas. En un escenario ideal, el contraste de ideas opuestas o con diferentes enfoques permite robustecer las más sólidas, ir desechando las más nocivas, o al menos tener un mejor contexto de los argumentos que se esgrimen desde el otro lado de la cancha para poder refutarlos o considerarlos. No es fácil conseguir ese escenario, mucho menos en las redes sociales, donde tiende a primar la sangre caliente y la indignación fácil por la impersonalidad, pero si uno llama a debatir, lo ideal es que se procure al máximo que sea un intercambio al menos respetuoso.

El problema es que hay personas como Filosofía Gaming que utilizan la invitación a debatir no como un método de aprendizaje e intercambio, sino como una trampa de superioridad moral e intelectual, porque asumen que toda persona merece hacer parte de un debate, que todo escenario es ideal para un debate, y se confunde la libertad de expresión con un derecho a que todas las ideas sean escuchadas de igual forma. Ya saben, algo así como el tipo de debate al que Dalas Review invitó una vez al canal Preguntas Incómodas, para luego echarse hacia atrás porque lo aceptaron con la condición de tener un moderador concertado. En otras palabras, ocurre a menudo que si alguien que te insulta de repente te invita a un debate, lo más seguro es que sea un tenedor de Morton: si se lo aceptas en sus condiciones, le estás dando el suficiente reconocimiento a su argumento, por flojo y sesgado que sea; si lo rechazas, entonces eres un cobarde que tiene miedo a confrontarlo.

Y la realidad es que nadie está obligado a debatir con nadie, mucho menos cuando quien pide el debate lo hace en medio de insultos y descalificaciones, y luego de acosar a otros en redes. Cuando ese tipo de personas “invita” a un “debate” en su propio espacio, lo que busca más bien es una discusión que pueda llevar a su terreno para manejar el flujo del intercambio de ideas, muchas veces a través de un tono poco profesional, por lo cual es poco más que un circo donde lucirse. De hecho, en su mensaje de salida, Filosofía mencionó entre los youtubers que “mienten” y lo “atacaron” a alguien que le aceptó su dichoso, debate a pesar de que había dicho luego de esto que había sido interesante (eso se llama hipocresía, damas y caballeros), quizás porque le tocó llevar a un tercero como moderador para que el encuentro se diera, y sin duda fue a él a quien más le pidieron mesura, porque siempre trataba de llevar las conclusiones a sus ideas particulares. En ese sentido, pues es sensato que Chucho Calderón ignorara su “petición”.

Saliendo un poco del terreno de las redes, el tema de un moderador no es poca cosa, porque en un debate real esta persona se encarga no sólo de asignar turnos de intervención o llevar el tono del intercambio, sino que también procura que alguna de las partes no reitere en preguntar algo que ya ha sido respondido; es por esto que en exámenes de postgrado se incluye a un ministro de fe, que en esencia actúa de moderador. Un ejemplo de su papel es el famoso debate en 2012 entre el biólogo evolutivo y divulgador Richard Dawkins (ateo) y el entonces arzobispo de Canterbury, Rowan Williams (cristiano), donde el filósofo Anthony Kenny (agnóstico) ofició como moderador, e incluso en ocasiones intercambió algún comentario con ellos. No es que siempre un debate deba ser tan formal, pero si se trata de dos personas con una audiencia notable, como es este caso, y en un espacio de libre acceso, dígase YouTube, pues lo ideal es procurar que sea lo más balanceado posible, y un moderador ayuda bastante en ello.

El escenario del debate es una cuestión importante también, y de hecho ayuda a reforzar la necesidad de un tercero como moderador porque, como ya dije, estar en un terreno parcial a una de las partes del debate arriesga a que desde ese lado se controle el flujo de la interacción, sobre todo si hay un público afín a este terreno (como los “debates” con “argumentos y lógica” de Agustín Laje). Para que comprendan, un caso ocurrió hace unos meses en el escenario político colombiano, cuando Jorge Enrique Robledo invitó a Gustavo Petro a debatir sobre el tema de los combustibles fósiles, pero se le ocurrió que el mejor escenario podía ser el hebdomadario que alguna vez fue Semana. Si bien es cierto que Petro no siempre es el más consecuente entre lo que dice y lo que hace, hay que reconocer que tenía todo el derecho de declinar un debate en un escenario periodístico bajo la nefasta dirección de Vicky Dávila, quien nunca ha ocultado su sesgo contra Lord Petrosky y casi todo lo que está a la izquierda de las políticas de Álvaro Uribe (y no es que no los tenga contra Robledo, pero es de lejos más cáustica con Petro). ¿A alguien le parece que un espacio así ofrece garantías de moderación objetiva?

Y por supuesto, lo principal: hay personas y argumentos con los que no vale la pena hacer debate. Ojo con esto, porque no estoy diciendo que exista algún argumento exento de debate; de hecho, si algo tenemos que recordar es que incluso entre opositores acérrimos de ideas totalmente opuestas podemos escucharnos mutuamente si nos molestamos en prestar oídos a los argumentos del contrario, con confianza y atención (hay que admitir, eso sí, que no es nada fácil), siempre que haya un espacio adecuado, no algo como un noticiero que ofrezca una imagen de falsa equivalencia entre las posturas. Pero por lo mismo, hay personas que nunca estarán dispuestas a escuchar porque no les interesa hacerlo. Es gente que sólo habla de “debatir” porque quieren hacer la pantomima de valentía por encarar a un “adversario más grande” y -si me permiten un atisbo de tosquedad- masturbar su ego con la fantasía de que son luchadores en defensa de alguna verdad incontrovertible, no porque realmente les interese intercambiar puntos de vista o tan siquiera prestar atención a los del otro.

En ese sentido, esas propuestas de “debate” sólo buscan alimentar delirios jactanciosos de superioridad moral o intelectual, como dije antes. Si uno las acepta, le está dando un atisbo de validez a sus posturas y su forma de proceder con ellas, y eso le da una “victoria”, intelectual; si las niega, entonces uno es un cobarde incapaz de sostener los argumentos propios, y eso le da una “victoria” moral; por eso la frase sobre palomas y ajedrez que encabeza esta entrada, la cual retrata bien la futilidad de estas situaciones. ¿Qué hacer en tal caso? Lo mismo que se debería hacer con cada troll que busca fama a cualquier costo: ignorarlo por completo. Esto no se trata de ser valiente o de ser consecuente y defender tus ideales ante cada persona que los confronte; no somos apóstoles del Nazareno, y no vas a recibir ni una corona de laurel por esto. Se trata de reconocer que hay luchas que no vale la pena afrontar, puesto que no ofrecen un resultado constructivo. ¿Por qué gastar tiempo, energía y tranquilidad mental en personas que sólo quieren una vitrina para su incapacitante narcisismo?

Así que, para quienes tenga una audiencia de cierto tamaño y reciban ataques similares, o aparezcan personas que los llaman a “debatir” porque supuestamente “sacan de contexto” alguna opinión dudosa que ustedes han criticado, no tienen por qué sentirse obligados a aceptar su propuesta. Ahora, si quieren mantener el principio de caridad, pueden hacer lo siguiente: pónganle la condición de que sea en el espacio de un tercero que oficie como moderador, de preferencia alguien que pueda ser concertado entre ambas partes y sin mucha relación con una u otra, pero del que puedan garantizar su criterio. Si, a lo Dalas, el “debatiente” se cimbra con las condiciones y lo considera demasiado formal o ridículo, pueden entonces prescindir del tema e ignorarlo sin resquemores. Si aun así aceptan debatir, lo mejor que pueden esperar es que, se haya llegado a un acuerdo o se mantenga la discrepancia, el otro sea honesto sobre su opinión al final del debate, no como en este caso.

Y bueno, es lo que quería comentar al respecto. Un último consejo sería que no caigan en esa actitud infame de atacar a un artista en sus redes por no compartir las mismas ideas que ustedes. Si esperan que todos los creadores comulguen ideológicamente al 100% con ustedes, les espera una vida increíblemente infeliz. Si quieren criticar algo de ellos, procuren mantenerse dentro de las proporciones de lo analizado. Y jamás usen el debate como una pantalla de superioridad moral/intelectual: esa actitud, tristemente, es la que más ha afectado el desarrollo de debates reales en redes sociales.

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