La salida de Messi y la fiscalización de las emociones

Quienes son lectores de hace tiempo sabrán que no soy un hombre de fútbol , pero respeto el poder que tiene este deporte para vincular a las personas, así como temo la influencia que puede tener en separarlas y llevarlas a la violencia. Ni alabo ni odio el deporte como tal, sólo me gusta ver la forma en que los demás interactúan a través de su contemplación y admiración. Por ello es que detesto la forma en que se le suele criticar como “opio de las masas” e “instrumento de enajenación”: sí que se puede criticar la forma en que puede ser explotado como divertimento fácil, pero señalarlo como un pasatiempo de zafios y gente ignorante es reduccionista e incluso un poco clasista.