Transmetropolitan, política y periodismo
Advertencia: esta entrada
contiene spoilers del cómic. Si no lo ha leído, y desea hacerlo próximamente,
siga leyendo bajo su propio riesgo.
“Quieres saber qué es votar. Te voy a
decir qué es votar. Imagina que estás encerrado en un enorme club subterráneo
lleno de pecadores, putas, fenómenos y cosas innombrables que violan pit bulls
para divertirse. Y no pueden salir hasta que todos voten qué harán esta noche.
Tú quieres sentarte y ver ‘Reserva del partido republicano’ en la tele. Ellos
quieren practicar el sexo con personas normales usando cuchillos, pistolas y
nuevos órganos sexuales que tú ignorabas que existían. Así que tú votas por la
tele, y todos los demás, hasta donde te alcanza la vista, votan por follarte
con navajas. Eso es votar. De nada”.
-Spider
Jerusalem, en Transmetropolitan #15:
“El Año del Bastardo 3: Sonríe”.
Estos
últimos años han sido muy movidos electoralmente. Chile reeligió a Sebastián
Piñera, Mugabe fue –¡finalmente!- derrocado en Zimbabwe, la oposición en
Venezuela perdió miserablemente en las elecciones de alcaldes y gobernadores
frente a un chavismo fortalecido, Ecuador eligió a un sucesor de Rafael Correa
que pronto dio un giro a su legado, y el próximo año veremos cómo Colombia y
México hacen pagar a Santos y Peña Nieto por su gestión presidencial, y cómo la
bravuconería y estupidez de Trump le costará en el Congreso. De Venezuela ni
hablemos, que me tomaría toda la entrada hablar al respecto. Por otro lado, en
Europa los catalanes proclamaron una independencia torpe y macilenta, y en
varios países como Reino Unido, Alemania, Grecia y Austria, la extrema derecha
se fortalece.
Antes
de continuar, debo pedir disculpas a los que tal vez hayan querido leer algo
más el mes pasado. Las últimas semanas en el estudio han sido bastante
intensas, y como tiendo a ser un poco obsesivo con las cosas urgentes, no me
molesté en sacar parte de mi tiempo para escribir aquí, además de que no tenía
tampoco muchos temas actuales. De hecho, quería hablar sobre la familia de Tutankamón, al cumplirse el aniversario del
descubrimiento de su tumba, pero será en otra ocasión.
En
estos tiempos tan convulsos e inciertos, un retrato crudamente realista y
quizás un poco pesimista sobre la política se encuentra en uno de mis cómics
favoritos: Transmetropolitan. Creado
por el escritor británico Warren Ellis, genio detrás de cómics como Red, The
Authority y Planetary, y quien
trabajó también por un corto tiempo en Hellblazer
con la que es, a mi juicio, la mejor historia de John Constantine (con perdones
a Garth Ennis y Hábitos peligrosos), Atormentado, Transmetropolitan es una obra para adultos situada en un futuro
cyberpunk y transhumanista, donde a pesar de los avances tecnológicos y
genéticos, los cuales son tan desarrollados que casi parecen magia, la
indiferencia, la pobreza y la discriminación siguen vigentes.
De semejante mundo intentaba escapar Spider Jerusalem, un periodista gonzo inspirado en Hunter S. Thompson,
quien es sacado forzadamente de su retiro rural por un antiguo contrato para
escribir dos libros que aún debía, y decide trabajar como reportero de
periódico con su antiguo editor, Royce Mitchell, para encontrar el material
necesario en las noticias políticas y sociales. Es un año electoral, y el
teclado de Spider está ávido de columnas.
Cuando digo ávido,
lo digo en serio.
Spider
Jerusalem es un tipo complicado. Sarcástico, sumamente vulgar, ateo agresivo
(aquí es algo muy literal) y fácilmente irritable, es un bebedor y drogadicto
que despotrica contra la sociedad, sean los poderosos o la gente del común,
casi al punto de la misantropía. Sin embargo es un periodista nato:
inteligente, inquisitivo, y con un marcado desprecio por la indiferencia y la
corrupción; es amable con los niños y con las personas desamparadas. En un
todo, la filosofía laboral de Spider puede resumirse en una sola frase: “La verdad, a cualquier precio”. Si bien
sus notas periodísticas pueden verse tensas por su lenguaje agresivo y su
participación en sus historias (algo característico del gonzo, y por lo cual podría perder subjetividad), Spider jamás
cambiará la realidad de lo que está ocurriendo: ni la recrudece ni la endulza.
“Soy el único que remotamente está interesado,
carajo. Y ya ves lo que sí les llama la atención. Lapidar a un pobre diablo
porque sus valores son distintos a los que predican trozos de un libro que se
recopiló en una época en la cual todavía corríamos el peligro de ser devorados
por los dinosaurios. Un montón de putos estudiantes creen que no nos queremos
lo suficiente porque tenemos teléfonos e intentan curarnos matando un trozo de
calle y esperando que nos sentemos todos a contarnos cuentos delante de una
hoguera, como en un campamento de verano.”
-Spider
Jerusalem, en Transmetropolitan #20:
“La Nueva Escoria 2: Nueva Ciudad”.
Tales principios se ven en conflicto cuando empieza la
campaña electoral de los dos candidatos a presidencia: la Bestia, el actual
presidente de los Estados Unidos, y el perturbador, Gary Callahan, apodado El
Sonriente. Spider entrevista inicialmente a Callahan, trabando amistad con su
directora política, Vita Severn, quien cree que el Sonriente puede finalmente
destronar al presidente. Aunque al principio Spider prefiere apoyar al
Sonriente, si eso significa sacar a la Bestia del gobierno, pronto se
arrepiente al darse cuenta que Callahan es igual de corrupto, eligiendo como
vicepresidente a un hombre fabricado en una “granja de bastardos” que vende
personas diseñadas a compañías de productos de carne humana (en Transmetropolitan es común y legal
consumir extracto de niño chileno, o cosas así) y, clandestinamente, a
pederastas, a cambio del control de Florida en las elecciones. Y justo cuando
Vita debe entregar una declaración tras la humillación pública de Callahan a
manos de Spider, es brutalmente asesinada en vivo y en directo.
Las entrevistas que Spider realiza a los candidatos
nos dan la perspectiva de los escenarios posibles con cada uno. La Bestia, al
contrario de lo que Spider cree, sí tiene principios, aunque estos choquen con
las creencias del periodista. La Bestia no es un dictador cruel. Es más bien un
político desencantado, que busca ser presidente por autocomplacencia. Su visión
de gobernar es simplemente garantizar que la gente pueda sobrevivir con el
mínimo necesario: en sus propias palabras “Si
mañana el 51% pueden comer y el 49% no, he hecho mi trabajo. Ese es el maldito
límite absoluto de lo posible”. Es un hombre con ideales, sólo que a
diferencia de Spider, no cree que se pueda salvar al mundo desde una posición
de poder. Y de paso, si puede castigar a los que no votaron por él dándoles
unas pésimas condiciones de vida, pues mejor aún. Es por ello que, antes de
irse, le asegura a Spider que seguirá siendo presidente, pues al menos cree en
algo, “y Callahan no cree en una mierda”.
El Sonriente, por otro lado, es muy diferente. No hay
algún ideal retorcido que lo impulse a ser presidente, aparte de querer ser
presidente porque debería serlo. Oh,
sí, y porque tiene el deseo de hacer sufrir a la gente y ponerlos a marchar
según sus caprichos. Misántropo aún mayor que Spider, Callahan admite con total
desfachatez (luego de desactivar todo el equipo de grabación del periodista, de
modo que “nunca estuvimos aquí”) que
su campaña hizo asesinar a Vita para aumentar el apoyo popular, y promete
acabar lentamente con Spider. Es básicamente un sociópata profundamente
desequilibrado a quien no le importa asesinar personas cercanas a él, desde un
gatito hasta a su propia familia, para salvar su respaldo ante el pueblo frente
a cualquier crisis.
El caso de Transmetropolitan
es la típica disyuntiva del votante promedio de nuestra región. Cuando los
candidatos a la presidencia son todos nefastos en algún sentido, ¿a quién
elegimos? Aunque siempre es tentador aplicar el criterio ético y no votar por
ninguno, y de hecho yo lo he defendido antes, la realidad es que va a quedar
alguno de ellos como presidente, y no da igual que quede un Petro o un Ordóñez,
porque aunque ambos tienen posturas muy cuestionables, sencillamente no son lo
mismo. Y la visión pragmática de la realidad sugiere que, cuando menos, la
opción realista es votar por el escenario menos terrible. Entiéndase: no por el candidato menos malo, sino por el que ofrece un gobierno menos nefasto. Claro, es una apuesta
muy arriesgada, y es perpetuar algunas deficiencias sociales, pero es peor
dejar que los candidatos más atroces tomen fuerza y la capitalicen en votos.
Spider Jerusalem lo tiene claro: aun antes del
asesinato de Vita Severn, sabe que un corrupto desequilibrado como el Sonriente
es una pésima elección presidencial, y decide atacarlo aun sabiendo que eso
puede causar la reelección de la Bestia. Habrá daño, por supuesto, y sería
mantener el statu quo de la sociedad
actual. Pero la verdad debe conocerse a cualquier precio, incluso aunque este
sea mantener las cosas como están. Desgraciadamente, Callahan consigue una
victoria aplastante en las elecciones, y una vez en el cargo empieza a
perseguir a Spider: ridiculizándolo con caricaturas y películas porno,
decretando leyes para censurar cualquier nota periodística que “amenace la
seguridad nacional”, y pronto su propia vida. Acompañado por sus Asquerosas
Ayudantes, Channon Yarrow y Yelena Rossini, Spider decide continuar entregando
la verdad a la gente, por todos los medios posibles.
Creo que esta sinopsis no le hace justicia al cómic en
algunos aspectos, pero no puedo dejar de recomendar Transmetropolitan, en
especial para el año electoral que viene. Si bien Spider no es precisamente un
modelo a seguir como persona (cosa que el mismo Ellis ha dicho), el cómic tiene
números muy interesantes donde se analizan temas como la religión organizada (#6,
Dios me Cuida las Espaldas), el racismo
posmodernista –por llamarlo de algún modo- que quiere mantener primitivos e
ignorantes a los pueblos nativos (#9, Salvajadas
Campestres), la discriminación hacia los enfermos mentales (#41, Hay una Razón), la indiferencia del
sistema para integrar a los inmigrantes, analizada a través de los revivos –gente
criogenizada y resucitada a través de nanotecnología y clonación- (#8, Otra Fría Mañana), la prostitución
infantil (#40, Negocios) y la corrupción
policial (#28-30, Ciudad Solitaria).
Y esta es mi entrada para despedir el año, Espero que el próximo año
procure distribuir mejor mi tiempo para continuar con el blog, porque siento
que aún hay muchas cosas de las que deben hablarse. Un saludo, y Feliz Año
Nuevo.
Sí, el smiley
de tres ojos que han visto en trabajos como Evolución
nació de este cómic.
Adenda 1: la visita de Richard Dawkins a Colombia generó
muchas opiniones. Demostró también que parecen haber rencores un tanto absurdos
entre personas de algunas organizaciones ateas del país, y una visión bastante torpe de la organización
y significancia del evento. Quería publicar al respecto, pero no lo hice por
dos razones: al no identificarme como ateo, puede que lo que digo no sea
considerado pertinente, y como no conozco la historia de las asociaciones ateas
del país, ni pertenezco oficialmente a ninguna, prefiero no actuar de
sermoneador al respecto. En todo caso, creo que nos sirve mucho más la unión en ideas
comunes antes que trabajar separados para lograr el respeto al laicismo del
país.
Adenda 2: ¿aún seguimos compartiendo la farsa de los dioses
nacidos el 25 de diciembre y sacrificados antes de Jesucristo, sabiendo que es
algo falso? Y peor aún, ¿lo justificamos diciendo que igual eso hace
reflexionar a la gente? El fin se contamina si los medios son fraudulentos. Ya
eso lo deberíamos tener bien claro.
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