Cuídate la boca
Hace
un par de meses, el mundo se convulsionó otra vez por causa de un cortometraje
de bajo presupuesto donde se mostraba a Mahoma, el profeta y fundador del
Islam, como un asesino, borracho y pedófilo, entre otras cosas. De inmediato, la
comunidad musulmana en el mundo se levantó en violentas protestas, que
terminaron con la muerte de un funcionario de una embajada de Estados Unidos.
Todo el mundo debió recordar de inmediato el nefasto incidente de 2006,
provocado cuando el periódico danés Jyllands-Posten publicó doce caricaturas de
Mahoma, algunas más bien simples, otras curiosas1 y otras claramente
ofensivas, lo que provocó meses de protestas por parte de los musulmanes y
amenazas de muerte para los dibujantes responsables por las imágenes.
Jyllands-Posten se defendió alegando la democracia secular y la libertad de
expresión (que ahora parece un chaleco antibalas, y hablaré de eso más
adelante), y que su intención no era, de ninguna forma, insultar a la comunidad
musulmana.
Eso
último es difícil de creer de un periódico con una clara posición xenófoba, anti-inmigrantes
(la comunidad musulmana establecida en Dinamarca llega al 4% de la población) y
pro-Israel. Pero olvidemos eso por un momento. JP alegó igualmente que, por
hacer constantemente caricaturas de políticos, de la familia real danesa y de
diversos grupos, no hacer caricaturas de los musulmanes sería prejuicioso.
Curioso, porque otro dibujante danés vio antes el rechazo de la publicación de sus
caricaturas de Jesucristo, puesto que, según JP, serían consideradas ofensivas
por los lectores (¿un dibujo de Mahoma con una bomba por turbante no es
ofensivo acaso?), aunque en declaraciones posteriores, dijeron que habían
rechazado las caricaturas porque eran poco graciosas (deben explicarme qué
tiene de gracia un hombre con un cuchillo en la mano, rodeado por dos mujeres
con niqab). De cualquier forma, es sabido que JP consultó a un experto en
islamismo días antes de la publicación de las imágenes, el cual les advirtió
que podrían enfurecer a los musulmanes al hacer algo así, no sólo por la
asociación del islam con el terrorismo, sino porque el islam prohíbe las
representaciones de Mahoma (no es una ley establecida, aunque es costumbre en
las sectas mayoritarias). Igualmente, se sabe también que la razón original de
la publicación de las caricaturas se debió a que un escritor danés tenía
dificultades en publicar un libro ilustrado para niños acerca de la vida de
Mahoma, por la negativa de los ilustradores temiendo por su integridad ante las
razones antes mencionadas. Se puede decir que había una motivación genuina del
escritor (no así de los dibujantes, y probablemente tampoco de JP) para
solicitar ayuda, aunque la respuesta de JP no hubiera sido la esperada.
Al
margen de los motivos y razones de JP y los dibujantes daneses para la
publicación de las imágenes, las cosas no son tampoco en blanco y negro. Hay
otro tema a analizar seriamente: algunos musulmanes radicales estaban
dispuestos a matar personas por defender su fe. Muchos otros protestaron para
que no se les tildara de terroristas, y para que respetaran sus tradiciones.
Pero si los occidentales no ven a Mahoma de la misma forma que los musulmanes,
¿se les debe obligar a no representar el rostro del profeta, aunque sea
elevando una plegaria, simplemente porque una religión lo considera prohibido?
¿Los cristianos deberían entonces luchar para que los musulmanes muestren a
Jesús con estigmas y como lo que ellos consideran, el Hijo de Dios? ¿La
libertad de culto se puede convertir en un arma para socavar la libertad de
expresión en toda su plenitud? ¿O la libertad de expresión tiene también
límites?
Me
había prometido a mí mismo, hace muchos meses, tratar de no comentar acerca de
asuntos religiosos, no tanto por no levantar ampollas entre los creyentes, como
porque simplemente no me interesa crear ese tipo de debates. La religión es un
asunto de cada persona, y debería manejarse así; si yo creo que no hay forma
real de probar o de saber si Dios existe o no, es algo que me interesa
solamente a mí, y que en principio no molesta ni ofende a nadie (o no debería
hacerlo). Pero como me propongo hablar de la sobrevalorada libertad de
expresión, es imposible no hacer mención del uso de la libertad de culto para
proteger declaraciones que son ofensivas y muchas veces incitadoras de
violencia.
Las barreras a la
expresión
No
existe en el mundo una libertad absoluta; cada una tiene deberes y reglamentos
para cumplir, y la libertad de expresión no es una excepción. Específicamente,
se considera que los discursos de odio deben ser condenados sin motivo de duda.
Voy a explicarlo con una declaración de la Sección Sindical de la Universidad
de Alicante: “quienes defienden posiciones homófobas,
racistas, xenófobas, los que consideran a las mujeres seres inferiores, los que
niegan el genocidio o los que justifican el terrorismo y el uso de la violencia
no deben encontrar una plataforma para expresar sus ideas. Excluir a quienes
defienden estas tesis no es censura, sino defensa de los valores fundamentales
compartidos mayoritariamente por la sociedad”. Suena duro, ¿cierto? Un ejemplo
debería servir para entender esto mejor. En un foro que encontré en Internet,
aquí en Colombia, un hombre declaró, acerca de la comunidad LGBTI, que “debería
hacerse una cacería global de homosexuales, para que respeten y aprendan a
comportarse como gente normal”.
Supongamos
que usted tiene un hijo/hija homosexual, y que usted lo aprecia como es. ¿Le
parecería a usted sensato que este tipo de comentarios llegaran a las noticias,
se publicaran en periódicos, porque según se dice todos tienen derecho a
expresar libremente su opinión? Yo estaría casi seguro que no. Esto no quiere
decir que se debe forzar la aceptación de los homosexuales en la sociedad;
siempre habrá personas que no lo consideren un comportamiento correcto. Pero
una cosa es decir que no te agradan los homosexuales, y otra muy distinta es
llamar a un linchamiento de nivel internacional. Aunque una minoría no sea de
tu aceptación, por su diferencia de raza, credo o identidad sexual, debes
respetar sus derechos, siempre que no vulneren los tuyos. Y no conozco ni uno
solo de los derechos otorgados a parejas del mismo sexo que ataquen los
derechos de la sociedad mayoritaria.
Como
dije, esto tampoco significa que se deba forzar un pensamiento en la mente de
otros. Yo no censuraría al neonazi de la ilustración al inicio de este escrito,
por decir que Hitler fue un gran hombre. Es su consideración, y como tal no
ofende a nadie (salvo, con seguridad, a los sobrevivientes del Holocausto).
Malo sería que usara ese pensamiento para promover nuevamente la segregación de
judíos, el linchamiento a los negros y la discriminación a los homosexuales, en
cuyo caso sus expresiones son inmediatamente censurables, puesto que perturban
el orden y los derechos establecidos en la sociedad. Ahora pasemos a la
cuestión religiosa, esa que se usa para presionar la mente de los demás y
promover ideas muchas veces terribles, pero que deben protegerse por la
libertad de culto y la libertad de expresión.
Abajo las sotanas
La
libertad de cultos es esencial en cualquier país, o al menos debería serlo. En
Latinoamérica los ateos, agnósticos y no creyentes son vistos con recelo por la
sociedad cristiana. En algunos países islámicos, la apostasía aún es castigada
con la muerte. No son precisamente ejemplos de libertad, y es ahí a donde va mi
punto. Cuando una religión es mayoritaria en un país, o establecida como
religión oficial (je), se suele ver a las personas fuera de ella como extraños,
a veces como locos, y otras veces incluso como anormales. Y los suicidios
masivos de sectas en los últimos años y las acciones terroristas de Oriente no
han hecho sino echar leña al fuego.
Peor
aún: cuando una religión tiene gran poder, se toman atribuciones que no le
corresponden, especialmente en países donde la separación entre Iglesia y
Estado no existe o se olvida en ocasiones que está establecida (ejem, mi
Colombia). No hay nada más aburrido que ver a los sacerdotes alegando contra
los derechos de las parejas del mismo sexo, contra la reglamentación del
aborto, y asuntos similares que le corresponden al gobierno, no a la Iglesia, y
son peores las opiniones de funcionarios públicos (ejem, el Procurador) que no
saben separar sus convicciones religiosas de su trabajo. Sin embargo, se les da
el espacio para hablar, porque no incitan a la violencia o al odio contra las
minorías sexuales, o contra los médicos practicantes del aborto (aunque algunas
iglesias han presionado a médicos con recovecos legales).
¿No
incitan a la violencia? En Estados Unidos, el discurso de odio es todo un arte,
tanto más cuando en ese país no hay leyes contra esto, a menos que se convierta
en un crimen de odio (¡brillante solución!). El tristemente célebre reverendo
Pat Robertson ataca constantemente a la comunidad LGBTI en su país, llamándolos
maricas, asegurando su destrucción, nunca rebajándolos de la categoría de
abominaciones, y asegurando que las ciudades que les dan respaldo legal
sufrirán la ira de Dios. Y lo peor es que este "hombre de Dios" (conozco otras palabras que lo designarían mejor, pero hay que guardar composturas) tiene amplia cobertura en sus discursos, y gran
aceptación entre la sociedad. Todo eso a pesar de que sus discursos envenenan
la mente de millones de personas que creen en su fe, que sus palabras llaman a
la segregación, a la discriminación, al odio e incluso pueden provocar
violencia.
Robertson
no es el único. Hace poco leí El Espejismo de Dios, de Richard Dawkins (no todo
lo que escribe en este libro está correcto, aunque tiene mucho por rescatar;
espero hacer un análisis de su lectura, que fue muy interesante), y me di
cuenta de todos los ejemplos que existen en Estados Unidos. Hay muchos otros sacerdotes
en su país que critican a las minorías sexuales, que llaman a acciones extremas
contra los médicos abortistas, que juran que el desastre del huracán Katrina se
debió a la tolerancia de Nueva Orleáns con los homosexuales, ¡y todos estos
hombres tienen atención de las cámaras! No necesito ir tan lejos: una vecina
que tenía dijo que el terremoto en Haití era para castigar la práctica del vudú
(¿así o más medieval en su mente?). Un hombre asesinó a dos médicos abortistas,
y en su ejecución aseguró que lo esperaba la gloria de Dios, por salvar “bebés
inocentes”. ¿Cómo se puede permitir que personas como estos sacerdotes, estos
“religiosos”, tengan libertad de exponer semejantes opiniones? ¿No existen
acaso formas de censurar esta clase de discursos, que provocan el desorden
social y la discriminación?
Ah,
pero sus pensamientos son engendrados por sus creencias religiosas, las que en
su mente pervierten de forma extremista. Sin embargo, por tratarse de
autoridades religiosas, se les debe respetar su libertad de culto, y por lo
tanto cualquier opinión que provenga de ello. Y por ello se empecinan en hacer
que todos piensen de la misma forma. Es lo mismo que ocurrió con los
musulmanes: pedían que se tuviera más respeto con la figura de Mahoma, aunque
no todos en el mundo lo crean un profeta. Yo estoy de acuerdo en que la mayoría
de las caricaturas de JP fueron creadas específicamente con propósitos
ofensivos, y que eran inmediatamente censurables, porque más que ofender a
Mahoma, buscaban ofender y ridiculizar a los musulmanes. Pero la comunidad
islámica tampoco puede exigir que los demás no puedan dibujar o utilizar
cualquier imagen del profeta, por más benigna que sea, porque para ellos puede
incitar a la idolatría. ¿Idolatría por parte de quién? ¿De los occidentales?
¡La mayoría no rezamos a Alá! No pueden exigirnos que cumplamos cabalmente la
ley islámica, porque no todo el planeta es musulmán. Ellos tienen su cultura, y
los demás tienen la suya propia. El respeto a las tradiciones de los demás es
fundamental, pero no se puede tampoco empujar por la garganta.
Para
concluir: la libertad de expresión no significa que cualquier opinión deba ser
escuchada. Si tu opinión es nociva para cualquier grupo social o cultural, debe
ser censurada inmediatamente, por respeto a los demás. No eres tan libre como
crees; tu libertad también implica que respetes los derechos de los demás. Y tus creencias religiosas no te hacen tampoco inmune a la opinión de
los demás, ni a que opines en contra de los demás. Ten cuidado con cada palabra
que usas. Recuerda: debes tratar a los demás como te gustaría que te traten a
ti.
1Una de las caricaturas muestra el rostro de Mahoma
mezclado con la estrella y la luna creciente, símbolos del Islam. Debo confesar
que esta caricatura en particular me parece casi poética.
A propósito, allá en Chile recientemente salió un proyecto de ley para penalizar el negacionismo ¿cómo lo ves?
ResponderEliminarAdemás, viendo los animos tan caldeados como están, yo si tendría cuidado con cierto discurso y le exigiría más a los medios. Si conocemos lo suficiente de historia sabremos que el discurso de odio no es un juego, para la muestra, las transmisiones de la RTLM de Ruanda y su uso constante de la palabra “cucarachas" como término peyorativo https://youtu.be/CJ7uiSnAjq0, cosa que tampoco difiere mucho de la cizaña de ciertos sectores aquí en Colombia. Y leyendo la historia de Colombia, por ejemplo con las bulas de ciertos obispos y los señalamientos de ciertos políticos (cof, Uribe, cof), sí se debería juzgar el papel de los medios en el conflicto armado.
Saludos y feliz año.
Anotación: A mí también me indignó lo de Apu, por si acaso. Para que no digan que soy de esos que se ofende por todo.
Veo, por supuesto, que están dándose un tiro en el pie al querer suprimir la idiotez. Es precisamente al escuchar los "argumentos" de ese tipo de ideas que se hace más fácil combatirlas, pero es obviamente arriesgado por la facilidad con la que la gente con poca educación le presta atención a esos disparates.
ResponderEliminarCon el segundo párrafo, notarás no sólo que esta entrada es de hace más de seis años, sino que además he comentado en otras entradas el problema de la responsabilidad de los medios al dar espacio a ese tipo de ideas basura (como el caso del "doctor" Soto en Chile), así que sí estoy consciente que también se debe pedir más responsabilidad a los medios de comunicación. Saludos.