Linternas de Jack: la Biblia Satánica
Introducción
Llegamos
de nuevo a Halloween, la Noche de Brujas, esta fecha tan celebrada por muchos y
tan vilipendiada por otros. Aun sabiendo de sus verdaderos orígenes y que
muchas de las historias y mitos que relacionados con ella no son más que eso,
mitos, sigue siendo un día cargado de mucho simbolismo y magia para millones de
personas, incluso para aquellos que descartamos cualquier existencia
sobrenatural.
Como ya he mencionado en otras ocasiones, el satanismo ha estado muy vinculado con estas fechas, tanto por la persecución histórica a acusados de brujería como por la fascinación ocultista del siglo XIX y el pánico satánico surgido a finales de los sesenta. Uno de los pilares de este último escenario fue la publicación, en 1969, de uno de los libros considerados más infames para la cristiandad: La Biblia Satánica.
Esta es una imagen de Internet: no tengo el libro en
físico.
Nunca
me había molestado en revisar sus páginas hasta ahora. Sabía que un amigo
fanático del black metal tenía una copia en PDF del libro, pero no se me
ocurrió pedírselo, porque genuinamente no me llamaba la atención. No obstante,
con la curiosidad académica de estos últimos años, y el hecho de que estamos en
el “Mes de las Brujas”, me pareció oportuno darle por fin un vistazo a La
Biblia Satánica. ¿Qué contiene? ¿Por qué se le reprocha tanto? ¿Hay
algún valor en su contenido, más allá del escándalo de ser supuestamente
inspirado por el Señor de las Tinieblas?
¿De
dónde surgió?
Para
entender el origen de la Biblia, debo explicar brevemente en qué
consiste el satanismo. En términos generales, el satanismo es un cuerpo
de creencias religiosas y/o filosóficas inspiradas en la figura de Satanás, el
Diablo del cristianismo que incita a la humanidad al pecado, desde una
perspectiva más positiva o inspiradora. Acusaciones de satanismo, como
decíamos, han existido desde hace siglos, como ocurrió con los Templarios y los
cátaros, y la caza de brujas, pero el satanismo como lo entendemos en la
actualidad es un fenómeno mucho más reciente, surgido entre las muchas
corrientes espiritualistas y de libre pensamiento de los sesenta.
Hay que saber distinguir entre tipos de satanismo, por cierto, porque no todos toman al demonio de la misma forma. No hay una única “taxonomía” del satanismo, pero aquí nos basaremos en la presentada por Dyrendal, Lewis y Petersen en su libro La invención del satanismo (2016): el satanismo reactivo, el de las rebeliones simbólicas y oposición directa al cristianismo, más en tono con la imagen popular que se tiene del satanismo en sí; el satanismo racionalista o ateo, el cual visualiza a Satanás no como una entidad espiritual real, sino como un símbolo de la libertad y los instintos más primordiales de la humanidad, así como la oposición a la autoridad religiosa -el satanismo laveyano de La Biblia Satánica supuestamente cae aquí, pero, como veremos más adelante, tal posición es debatible-; y el satanismo teísta o esotérico, el cual considera al Diablo una entidad o fuerza a la cual rendir culto. Comparten entre sí un fuerte énfasis en el individualismo, una postura transgresora, y un reconocimiento del orgullo propio y la confianza en sí mismo.
Por
supuesto, no podemos hablar de la Biblia Satánica sin hablar de su creador,
Anton Szándor LaVey (1930-1997). Nacido como Howard Stanton Levey, fue un
músico y autor que inició como investigador paranormal, y pronto se introdujo
en el ocultismo. En 1966 se afeitó la cabeza de forma ritual y fundó la Iglesia
de Satán, considerada la organización satanista más antigua de la actualidad.
LaVey consumió el material de varios autores y filósofos que sirvieron como
material en la construcción de su doctrina filosófica, condensada tres años
después en la Biblia Satánica.
Su
“diabólico” contenido
El
libro no es demasiado largo. Está dividido en un prefacio, una serie de máximas
conocidas como las Nueve Declaraciones Satánicas, y cuatro secciones
importantes, en las cuales se distribuye la filosofía y rituales del satanismo
laveyano. Mientras que el prefacio se burla de los ocultistas y creadores de
grimorios antiguos, las Nueve Declaraciones son como un resumen del pensamiento
satanista de LaVey. Consisten en lo siguiente:
- ¡Satán representa complacencia, en lugar de
abstinencia! Algo que será
reiterado a través de La Biblia Satánica es la importancia del
materialismo, la autoindulgencia y el hedonismo.
- ¡Satán representa la existencia vital, en lugar de
sueños espirituales! Como una
vertiente del satanismo ateo, se desdeña la idea de cielo o un infierno al que
retirarse tras la muerte, o de una reencarnación que te permita expresar tu yo
de otra forma. “La vida es la gran indulgencia, la muerte es la gran
abstinencia”.
- ¡Satán representa la sabiduría perfecta, en lugar del
autoengaño hipócrita! Como seguidora
del Camino de la Mano Izquierda -es decir, un esoterismo que rechaza la
convención social y los dogmas religiosos-, La Biblia Satánica se
opone a las racionalizaciones y la modernización de las religiones,
considerando que deben entonces abandonar el título de religiones en sí, así
como a los practicantes de la llamada “magia blanca”, que a los ojos del
satanista no son más que hipócritas.
- ¡Satán representa amabilidad hacia quienes la merecen,
en lugar del amor malgastado en ingratos! La Regla Dorada (“trata a tu prójimo como querrías que te trataran a
ti”) es criticada duramente en La Biblia. Para LaVey, el enfoque debe
ser tratar a los demás como te han tratado a ti. Nada de altruismo o compasión sin
discriminar entre gentes.
- ¡Satán representa la venganza, en lugar de ofrecer la
otra mejilla! Creo que esta no
necesita explicación, ¿cierto?
- ¡Satán representa consideración hasta el responsable,
en lugar de vampiros psíquicos!
Con “vampiros psíquicos”, LaVey se refiere a aquellas personas que abusan del
altruismo y la confianza de los demás, sin nunca retribuir a su generosidad: en
sus palabras, a menudo son inválidos o personas con trastornos mentales. Si no
puedes obtener beneficios de ayudar a tales personas, lo mejor es alejarte de
ellos, ser más selectivo con tus relaciones y amistades.
- ¡Satán representa al hombre como otro animal, algunas
veces mejor, la mayoría de las veces peor que aquellos que caminan en cuatro
patas, el cual, por causa de su “divino desarrollo intelectual”, se ha
convertido en el animal más vicioso de todos! El satanismo laveyano insiste en que religiones como el cristianismo y
el misticismo oriental suprimen los instintos y conductas naturales del ser humano,
mientras que el satanismo lo invita a reconocer sus deseos, a fin de imperar
sobre ellos en lugar de dejarse dominar.
- ¡Satán representa todos los llamados “pecados”,
mientras lleven a la gratificación física, mental o emocional! En línea con lo anterior, la Biblia Satánica invita a
complacerse en los “pecados capitales”, puesto que son acciones naturales y no
requieren en sí lastimar a terceros, e incluso pueden impulsar la voluntad de
la persona a través de acciones y sentimientos como la ambición -nacida de la
codicia- o la propagación de la especie -nacida de la lujuria-.
- ¡Satán ha sido el mejor amigo que la Iglesia siempre
ha tenido, ya que la ha mantenido en el negocio todos estos años! Por supuesto, la Biblia Satánica también
cuestiona al cristianismo y su relación con la figura de Satán, al presentarlo
como el adversario y la encarnación de los más bajos instintos del ser humanos,
mientras que ha usado el temor al infierno como una forma de mantener a los
fieles dentro del redil. De nuevo, es tal hipocresía a la que el satanismo
laveyano ofrece enfrentarse.
Posterior a esto, encontramos las cuatro partes que componen el cuerpo ideológico del libro, explicado al detalle. Cada parte está asociada con un elemento clásico y con un demonio particular. Mientras que las dos primeras son de contenido más filosófico y doctrinal, las dos posteriores son más ritualistas. Son, pues, los siguientes ensayos:
Fuego:
el Libro de Satán. Este corto
ensayo se encuentra dividido en una introducción y cinco capítulos ordenados en
forma de versículos. Es un libro, como explica la introducción, dedicado a la
“indignación diabólica”, a que quienes sigan al demonio levanten la voz ante
las acusaciones de las religiones, y que invita a recuperar la “Ley de la
Selva”.
Es una mescolanza de versículos pintorescos, como aquellos que hablan de abrir el cráneo de Jehová (Capítulo I, versículo 10), así como de mensajes que llaman al escepticismo frente a los dogmas religiosos (II: 6), a criticar la compasión, el poner la otra mejilla y el amor al enemigo (III: 1, 6-7). Es una exaltación de la Ley del Talión y de la mal entendida “supervivencia del más fuerte”, donde es tu voluntad la que determina tu éxito ante aquellos que te atacan y oprimen (“Di en tu corazón: ‘Yo soy mi propio redentor’.”). En particular, el quinto capítulo es una corrupción de las Bienaventuranzas de Cristo, con mensajes que de nuevo exaltan la fortaleza individual y el egoísmo, mientras se burlan de los débiles y pobres de espíritu, así como de quienes creen en el cielo o el infierno.
Aire:
el Libro de Lucifer. Este es el fragmento
más extenso en cuanto a filosofía pura, y es el que contiene la mayor base del
pensamiento de LaVey. Comprende doce capítulos, precedidos por una introducción
que llama a rechazar los mitos y concepciones sobre Lucifer, y a reventar “la
burbuja de la falsedad”, a despertar de las mentiras planteadas por las
religiones y sus textos sagrados.
“Se ha dicho “la verdad os hará libres”. La verdad por sí misma nunca ha liberado a alguien. Es la DUDA la que trae la emancipación mental. Sin el maravilloso elemento de la duda, el portal por el cual llega la verdad permanecería cerrado, imperturbable ante los golpes energéticos de mil Luciferes.”
Según
LaVey, para el satanista, Dios no es más que un factor de equilibrio en la
naturaleza, no una figura personal que se preocupe por nuestra felicidad o
miseria. Por ello, no hay destino, sino las obras del propio ser humano en
conjunto con la acción y reacción del Universo: esperar y rezar no son propios
del satanista, pues son actitudes pasivas, y el satanista debe actuar para
controlar la situación. Así, por mucho que el ser humano necesite de rituales y
dogmas, estos no requieren de un dios externo: puede aceptarse a sí mismo como
el dios que les da forma a los dioses, como una sola entidad carnal más cercana
al simbolismo del Diablo que a la concepción de Dios.
Como
dijimos, el satanista desdeña la hipocresía de la “magia blanca” que invoca
fuerzas sobrenaturales mientras traza círculos para protegerse de ellas, en una
imitación de la filosofía cristiana, y que sigue siendo egoísta y enfocada en
la búsqueda de poder tanto como la satánica. Al mismo tiempo, se burla de las
acusaciones cristianas sobre pactos y vender el alma al Diablo, mientras
enseñan al hombre a ser temeroso de Dios. Satán no es más que una
representación de una fuerza de la naturaleza.
Curiosa
e interesante es la visión de La Biblia Satánica con respecto a
la actividad sexual. Para el satanista laveyano, el amor libre es tanto ser
fiel a una persona como satisfacer tus deseos con tantas personas como quieras;
no alienta la infidelidad ni el sexo por rebeldía, y critica el “amor grupal” y
la “revolución del amor” de los hippies. Como el satanismo reconoce siempre la
libertad individual como máxima guía, acepta todo tipo de actividad sexual no
heteronormativa como la homosexualidad, la bisexualidad, e incluso la
asexualidad, así como fetiches y desviaciones (travestismo, sadomasoquismo,
exhibicionismo) que no perjudiquen a un tercero ni violen su consentimiento.
Como nota personal, encontré graciosa la forma torpe en que se refiere a la
asexualidad como una desviación -sí, estoy consciente de que este texto se
escribió a finales de los sesenta-, y que los asexuales igual deberían
reconocer que se “subliman” sexualmente a través de otras actividades como el
trabajo o los pasatiempos personales.
Como dije, los rituales para el satanista son importantes como una necesidad del ser humano. Los cumpleaños son la festividad más importante para el satanista, pues él es la máxima encarnación de la divinidad, pero la Noche de Walpurgis (30 de abril-1 de mayo) y Halloween son también celebradas. Los “sacrificios humanos” sólo podrían ocurrir para liberar la furia del mago en forma de maldición, y destruir a alguien que lo merece: ni bebés ni animales son adecuados como sacrificio, pues son seres puramente carnales, y por tanto sagrados. Las misas negras no son más que fantasías literarias, que pueden ser empleadas por el satanista como acto paródico y psicodramático, y por ello LaVey critica a los movimientos ocultistas y neopaganos de siglos pasados, como el Hellfire Club y la Orden del Alba Dorada de Aleister Crowley, que organizaban rituales extravagantes mientras trataban de limpiar su imagen de cualquier acusación de satanismo.
Tierra:
el Libro de Belial. Este es un
fragmento corto -sólo tiene cinco capítulos- dedicado a explicar la magia.
Dentro del satanismo laveyano, el concepto de magia es “el cambio de
situaciones o eventos según la propia voluntad, los cuales, de otra manera, no
podrían cambiarse”, por lo cual se puede entender como psicología aplicada o
simple ciencia. Las sugerencias de influencia en la actuación de otros se
enfocan en el uso de la apariencia para manipular a las personas, así como el
sentimiento, la perplejidad o una propia imagen diabólica. Los olores y fragancias
son también importantes en atracción y manipulación.
Ahora, La Biblia Satánica sí que habla de efectuar “rituales”. Tres tipos son específicos: el ritual de sexo, enfocado en generar el deseo en una persona hacia el invocador; el ritual de compasión, que busca ayudar a otra persona o a sí mismo a nivel de salud, negocios o éxito; y el ritual de destrucción, que enfoca la rabia y molestia hacia una persona objeto de odio. El ensayo también ahonda un poco en los “ingredientes” necesarios para un ritual -deseo, tiempo, imaginación, dirección y factor de balance-, y toda la ceremonia, vestuario y artículos que debe seguir a la hora de realizar un ritual.
Agua:
el Libro de Leviatán. Nuevamente, se
trata de un fragmento corto. Contiene simplemente las oraciones e invocaciones
que se deben realizar en las ceremonias satánicas. Así, existe una invocación
directa a Satán, una invocación a diferentes nombres infernales, e invocaciones
destinadas a los rituales de deseo, compasión y destrucción. Finalmente, incluye
una adaptación de las claves enoquianas -el enoquiano es un lenguaje de origen
supuestamente angelical, desarrollado por el ocultista John Dee en el siglo
XVII- utilizadas por el Alba Dorada, para darles un enfoque más acorde al
propósito satanista.
Una filosofía muy pobre
Una
vez explicado el contenido de La Biblia Satánica, no queda más que
hablar de mis impresiones generales, y los detalles y problemas que puedo
señalar del libro. De entrada, les
recuerdo que no creo en dioses y mucho menos en demonios, así como en la magia
o fuerzas sobrenaturales, por lo que ese tono esquivo del libro de confiar en
ella mientras la describe de forma difusa para sonar lógico me sobra, y me
parece contrario al espíritu supuestamente racionalista de La Biblia.
Los intentos de darle un matiz científico al referirse a las cosas científicas
que antes entendíamos como magia, o que la magia en sí no son más que fuerzas
no descubiertas por la ciencia, no es más que una burda racionalización de su
discurso esotérico.
Si tengo que ser franco, debo decir que mientras leía La Biblia Satánica no pude quitarme de encima la impresión de que se trata de una especie de tomo de autoayuda especializado para libertarios, algo así como El Secreto, pero con un toque satánico. Imagino que esto para muchos puede sonar insultante, pero voy a dedicarme a explicar de dónde nace una interpretación semejante.
La
voluntad del individuo es uno de los temas más reiterados a lo largo de La
Biblia Satánica. Para que el individuo tenga éxito en una tarea o objetivo
que emprenda, necesita de su acción directa: no reces, sal y busca lo que
necesitas. Eso es de hecho recomendable, hasta que notas al poco tiempo que el
libro aboga por un individualismo estricto que llega al punto de la egolatría:
el Dios al que adoras podrías ser tú mismo, eres la máxima expresión de
divinidad, evita el altruismo y la compasión, ayuda sólo en la medida de que
seas retribuido. Tú eres el enfoque de tu vida, así que la prioridad siempre
deben ser tus pasiones y vicios, tu placer material. Incluso los rituales deben
ser de naturaleza privada, excepto, curiosamente, el ritual de destrucción, el
cual se sugiere realizar en grupo para reafirmar la fe, pero por supuesto con
el único beneficio para ti.
Y
hablando de placer material, es notable también el enfoque materialista del
libro, tanto en un sentido metafísico como en la simple tendencia a dar énfasis
y prioridad a los logros materiales: éxitos en el trabajo, buena actividad
sexual, lo que no es muy diferente al contenido de los discursos de “nuevo
estoicismo” enfocados en las conquistas sexuales y el éxito económico, o los
“gurúes” de la masculinidad tradicional. El uso del atractivo físico y los
aromas para “hechizar” a otros no es más que cuidad tu apariencia estética, y
es risible que se presente con cierto matiz esotérico. No noté, en toda mi
lectura, una curiosidad similar por desarrollar placeres o aficiones más
intelectuales, y ciertamente no creo que la sola lectura de La Biblia
Satánica pueda suplir una necesidad de asombro y conocimiento.
También es muy obvia la presencia del darwinismo social en el discurso de LaVey. “Muerte al débil, riqueza al fuerte” no es más que la encarnación de la interpretación errónea de la teoría de selección natural como “la supervivencia del más fuerte”. Hace mucho énfasis en la necesidad de competencia y conflicto como algo inherente al ser humano, y en que sus vicios y pecados no son más que la expresión de sus instintos naturales. En ese sentido, el fracaso del individuo no es más que la materialización de su propia debilidad, de su incapacidad para sobrepasar a sus adversarios. El individualismo laveyano está muy ligado, pues a esa supuesta naturaleza competitiva y ambiciosa de la especie humana.
Todas estas impresiones no son fortuitas. Es bien sabido que LaVey bebió mucho del discurso de escritores y filósofos como Friedrich Nietzsche y Ayn Rand, así como de textos sobre darwinismo social que aún eran bastante referenciados en aquella época. De hecho, es tal la similitud con otros trabajos que LaVey fue acusado de fusilarse directamente fragmentos de Rand y Ragnar Redbeard, en particular en las Nueve Declaraciones Satánicas y El Libro de Satán. Y si bien algunas de esas acusaciones han sido desmentidas, no deja de ser evidente el peso ideológico de los mencionados autores en el cuerpo filosófico de La Biblia Satánica. Como contraparte, aun siendo consciente de que este trabajo fue publicado en 1969, encuentro que el texto de LaVey no aporta realmente mucho innovador a cualquier discusión sobre la religión organizada, la “naturaleza humana” o la ética individual y social, ni siquiera para su época.
Y
es que el individualismo de LaVey es poco más que un hedonismo ombliguista, sin
mucha consideración social o grupal: es simplemente la exaltación de los
deseos, pero sin responsabilidad alguna en la interacción con otras figuras. No
obstante, el ser humano no es una criatura que pueda existir de modo
individual. Es un ser social, y como tal requiere de una interacción más sana y
relativamente constante con otras figuras, sin tener que visualizar cada
aspecto de su vida como una constante competencia con otros. Una propuesta
egoísta como la de La Biblia Satánica es imposible de aplicar de modo
constante a la población general sin causar serios estragos a nivel de
organización y funcionalidad en la sociedad, y de eso ya hemos visto efectos
gracias al discurso individualista de muchas sociedades contemporáneas.
El
recurso de apelar a la “naturaleza humana” como violenta, competitiva y egoísta
es uno trillado y defectuoso, típico de figuras que interpretan torpemente la
teoría de selección natural, pero no resiste tampoco un análisis crítico. De
nuevo, en primer lugar, la historia de la especie humana ha sido una historia
de cooperación: son las interacciones entre individuos lo que ha permitido
construir diferentes sociedades. Incluso reconociendo que existe cierto nivel
de competencia en las interacciones cooperativas, esta no puede tener éxito sin
un esfuerzo de los diferentes individuos en tal vínculo, siendo algo muy lejano
al egoísmo individualista que propone La Biblia Satánica.
En segundo lugar, la exaltación de las pasiones e instintos humanos son una burda apelación a la naturaleza, una que deja poco espacio al carácter racional del ser humano. Y es que el ejercicio de la razón y el intelecto nos permite dominar y manejar las pasiones, no reprimiéndolas, sino encauzándolas y guiando su energía de otras formas, en contraposición a la propuesta laveyana de tratar de dominarlas a través de su libre ejercicio, lo cual puede llegar a ser peligroso. Tampoco me convence mucho la idea de que una pasión pueda llevarte a controlar los efectos de otras -por ejemplo, que el orgullo te lleve a hacer ejercicio para contrarrestar los efectos de la gula-, ya que se basa en relaciones poco sanas con tu propia psique y autoestima.
De
la crítica religiosa tengo poco qué comentar: me parece simplista y genérica.
Sí, las religiones han sido causa de opresión, y el miedo al castigo ha sido
uno de sus grandes atractivos y fuente de éxito. Dicho eso, es graciosa la
forma en que apelan difusamente al empleo de fuerzas sobrenaturales en sus
invocaciones y rituales, en una suerte de religión no teísta. Buscar un
psicodrama religioso para tratar de superar el dogma religioso me parece el
culmen de la ironía, pero no en el sentido crítico que pretende hacer LaVey,
sino en el sentido de lo poco racionalista que resulta ser.
Como
punto final, tengo que decir que no entiendo muy bien los comentarios que se
refieren a La Biblia Satánica como un texto epicúreo. Los epicúreos eran
hedonistas, pero no en el sentido complaciente en que lo presenta el satanismo,
sino como una forma de alcanzar el placer, siempre de una forma moderada, y
daba tanta o más importancia a los placeres mentales e intelectuales como a los
físicos, algo que, de nuevo, no logro ver en La Biblia Satánica, más
allá de la aparente ventaja intelectual de conocer la propia filosofía
satanista. En ese sentido, encuentro mucho más interesante la filosofía de El
Jardín que la de la Iglesia de Satán.
Conclusiones
La
verdad, me ha parecido un libro decepcionante. Sé que decidí leerlo por la
temática del mes, y ya me imaginaba más o menos hacia dónde iba la cosa, pero
de todos modos me sorprendió lo básico que es en contenido. Es probable que
LaVey haya ampliado más algunas cuestiones filosóficas en sus trabajos
posteriores, pero después de lo que fue leer La Biblia Satánica, no me
quedan muchas ganas de leer más sobre él.
Por
supuesto, sé bien que La Iglesia de Satán es apenas una de las varias
denominaciones existentes del satanismo, y por tanto no es la única
representante del satanismo filosófico. He seguido de cerca acciones y campañas
del Templo Satánico, por ejemplo, y por lo menos esa organización va más allá
de la simple crítica religiosa y llega a enfrentamientos legales de peso a
favor de la separación de Iglesia y Estado, así como una oposición al
privilegio religioso cristiano que aún impera en Estados Unidos. Pero de nuevo,
esta es una organización entre muchas otras.
¿Recomiendo
leer La Biblia Satánica? Pues como curiosidad intelectual sí, pues sigue siendo
el trabajo que sentó los cimientos del satanismo laveyano, y un ejemplo de las
discusiones espirituales, morales y filosóficas de la época en que fue escrito.
Simplemente, no esperen que se trate de un trabajo rico en contenido.
Feliz Noche de Brujas para todos.
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