Explorando la alexitimia con Sōsō no Frieren

 

Uno de mis nuevos propósitos con este blog es romper poco a poco con los mitos establecidos sobre el autismo. Hablé hace poco de forma veloz sobre varios mitos que muchas personas neurotípicas mantienen incluso cuando supuestamente intentan defender a los autistas, y hoy quiero abordar la supuesta falta de empatía en personas del TEA a través de un concepto clave. Pero además, quiero hacerlo usando como ejemplo a un personaje que se ha ganado el aprecio de muchas personas, y uno con el que muchos autistas se han identificado por sus propias experiencias: la maga élfica Frieren.

Sōsō no Frieren* (conocido en inglés y español como Frieren: más allá del final del viaje) es un manga shōnen escrito por Kanehito Yamada e ilustrado por Tsukasa Abe, que es serializado desde 2020 en la Shukan Shōnen Sunday, y que cuenta hasta el momento con doce volúmenes, además de un anime de Madhouse con 24 episodios, estrenado este año. Narra las aventuras de una elfa milenaria llamada Frieren, quien fue parte del grupo del héroe Himmel, que derrotó al Rey Demonio. Cincuenta años después de tal proeza, Frieren vuelve a reunirse con sus compañeros de viaje, para encontrarlos viejos y cambiados, y tras la muerte del propio Himmel unos pocos años después, la elfa lamenta el tiempo que ha pasado con los humanos sin conocerlos realmente, por lo que se embarca en una travesía, en principio para entenderlos mejor, y poco después con el objetivo de alcanzar la mítica Aureole, la tierra donde reposan las almas de los muertos, para comunicarse de nuevo con Himmel.

En principio, Frieren no parece muy distinta del típico elfo de tus trabajos de fantasía: flemática, pedante y poco interesada en los asuntos de los humanos por fuera de su grupo. Pero a medida que avanzamos en el primer capítulo, y la vemos más en profundidad, encontramos en realidad a una figura empática, noble e incluso graciosa, capaz de apreciar los lazos que ha formado con otras personas. Es su vida increíblemente larga, así como el haber vivido sola por cientos de años tras la muerte de su maestra, lo que ha atenuado la expresión de sus emociones, y le hace olvidar que sus compañeros no son eternos ni viven tanto como ella, por lo cual cada momento para ellos es un tesoro que apreciar.

Hablé un poco sobre Frieren y las emociones de los elfos hace poco, en un hilo de Twitter/X donde discurrí sobre la naturaleza de los demonios en la serie, y cómo contrastan con el personaje, siendo criaturas que imitan a los humanos para devorarlos, pero tratándose fundamentalmente de sociópatas que no pueden comprender las emociones que imitan. Esta vez voy a profundizar más en el lado de los elfos, que son los que nos interesan para el tema del autismo y la empatía. No se preocupen si sólo han visto el anime, pues no habrá spoilers más allá del episodio 18.

No soy el primer autista que nota similitudes en Frieren con su propia experiencia de vida: otras personas, incluyendo neurotípicos, han señalado que algunos rasgos de Frieren son bastante relacionables. Es una persona de expresividad más bien tenue, con una fijación curiosa por coleccionar cosas que pueden parecer nimias o absurdas (en este caso, grimorios con hechizos mundanos, pero prácticos), una percepción distinta del tiempo, y una efusividad y capacidad de asombro inesperadas por los calabozos, a veces sin considerar su bienestar o el de sus compañeros (de ahí el gag recurrente de quedar atrapada en las fauces de un cofre mímico). Pero sobre todo, una dificultad en comprender no sólo las emociones y dobles significados en las emociones ajenas, sino también en entender y expresar las propias. Es de ahí que, por ejemplo, me refiero en ocasiones a Frieren como la elfita alexitímica.

La alexitimia es un fenómeno neuropsicológico que se refiere a la dificultad que tienen muchas personas para comunicar de forma verbal emociones y sentimientos que se consideran socialmente apropiados en determinadas circunstancias, lo que puede dificultar los vínculos y las relaciones interpersonales. Fue acuñado en los años 70 por el médico Sifneos, para describir los problemas que tenían pacientes psicosomáticos en explicar sus propias emociones y distinguirlas de sensaciones corporales. Se calcula que cerca de un 10% de la población manifiesta alexitimia, y es especialmente prevalente y coocurrente en personas con condiciones del desarrollo neurológico, en especial aquellos dentro del trastorno del espectro autista: entre un 50-85% sienten muchas dificultades a la hora de verbalizar o expresar facialmente sus sentimientos, o identificar los que otras personas expresan.

Las relaciones interpersonales no son el único problema para una persona con alexitimia. Debido a que exteriorizar la expresión de las emociones es una forma de manejarlas (en dosis saludables, claro), un alexitímico puede acabar suprimiendo sus emociones sin darse cuenta, lo que se somatiza en síntomas como dolores de cabeza o malestares gastrointestinales. Además, puede complicar cuadros de ansiedad o depresión, dado que la persona no logra reconocer que está teniendo dificultades emocionales, e incluso puede ignorar las señales físicas de estas condiciones, y por lo tanto no es consciente de cómo se está afectando en el día a día.

Tratemos de dejarlo un poco más claro con un ejemplo. Yo soy una persona que ha tenido problemas de depresión desde los once años, y desde hace unos años mi salud mental ha sido un poco endeble por diferentes factores. Pero algo que no siempre notaba son las señales de que estaba entrando en un cuadro de depresión, como perder poco a poco el interés en cosas que disfrutaba, o preferir quedarme los fines de semana en casa en lugar de salir al menos a caminar un rato; incluso, cuando me preguntan cómo estoy, me cuesta matizar más allá de “bien” o “mal”, y a menudo resulta que no estoy tan bien como respondo. De hecho, ahora procuro mantenerme alerta de cambios en mi comportamiento, porque muchas veces son indicaciones de que estoy teniendo problemas de ánimo, y no me estoy dando cuenta porque no siempre exteriorizo la incomodidad de formas más obvias.

Volvamos con Frieren. La muerte de Himmel es el detonante para su viaje y evolución, pues es apenas durante el funeral cuando se da cuenta lo mucho que valoraba a aquella persona con la que viajó “sólo” por diez años. Y es su forma de manifestarlo con la que muchos autistas se identifican, pues sus lágrimas surgen de repente, mientras se dice a sí misma que simplemente habían viajado juntos por una década, como si no entendiera en un principio por qué está llorando. Es el momento en que Frieren se da cuenta que debía haber conocido mucho mejor a sus compañeros o, mejor dicho, a sus amigos. No sólo eso, sino que a través de los episodios vemos cómo rememora poco a poco todos los momentos vividos con sus compañeros, pero sobre todo con Himmel, y entendemos lo mucho que tales experiencias moldearon la personalidad y conducta de Frieren, a pesar de que “sólo” estuvieron juntos una década.

¿Esto es identificable o relacionable para personas autistas? Por supuesto. No es inusual que nos acusen de fríos o poco empáticos con nuestras relaciones, y la realidad es que podemos incluso ser hiperempáticos. La diferencia es que al expresarlo es donde podemos tener dificultades. Y como a Frieren, puede ocurrir que no nos damos cuenta de lo mucho que nosotros mismos valoramos una relación hasta que por determinadas circunstancias se aleja, y nos encontramos preguntándonos a nosotros mismos por qué duele tanto. Es cierto que no son situaciones exclusivas entre autistas y otros neurodivergentes, pero no es cuestión de exclusividad: es porque la prevalencia de estos fenómenos y su relación con dificultades sostenidas en la interacción social es mayor en personas neurodivergentes.

Una de las inquietudes que muchos seguro tienen viendo la serie, y sobre todo si son autistas o conocen a personas autistas, es sobre la relación de Himmel y Frieren. Cualquiera que haya visto la serie nota de inmediato que el héroe tenía sentimientos por la elfa, y no pocos consideran que siguió pensando en ella hasta sus últimos días. Pero, ¿Frieren estaba consciente de cómo la veía Himmel? ¿Era ignorante al respecto? Y sobre todo, ¿eran recíprocos los sentimientos del héroe? No es fácil determinarlo, pues podemos ver que muchas de sus acciones y decisiones están basadas en experiencias y recuerdos de Himmel, pero por otro lado Frieren no entiende por qué incluso en su vejez el héroe se arregla antes de salir con ella, cree que Himmel no podía conocer el significado del anillo de loto que le regaló, y no entiende por qué su “arma mortal” (léase: lanzar un beso) funcionó con él y no con Sein.

Aquí entramos de nuevo en su relación con la alexitimia. Para una persona con este fenómeno, no es raro ignorar o no entender sus propios sentimientos por alguna persona hasta que algún evento los lleva a hacer introspección. Alguien se va o deja de frecuentarla y la persona alexitímica de pronto empieza a notar que tal vez disfrutaba ese tiempo juntas más allá de simplemente salir a hacer cosas. Y por supuesto, también es frustrante para la otra persona el no saber si sus sentimientos son recíprocos, porque si alguien con alexitimia no puede reconocer bien sus propios sentimientos, entonces es muy probable que no se exprese como la otra persona desea, incluso si resulta que, en efecto, el sentimiento es mutuo. Y debo decir que esto lo comento desde la experiencia de ser alguien alexitímico y encima más bien tímido, pero no entraré en detalles.

En el caso de Frieren, aunque no es fácil concluir, sí que podemos notar pistas que sugieren que ella sentía por Himmel algo más que una sencilla relación de amistad y camaradería. Como he dicho antes, vemos que muchas de las experiencias que moldearon la personalidad de Frieren están vinculados con el héroe; es su referente y brújula en su desarrollo moral y emocional, y prácticamente cada acción o decisión que toma a lo largo de la serie está vinculado con un recuerdo suyo. Cuando ejecuta a Aura, La Guillotina, parece actuar con más frialdad en cuanto la demonia pisotea el recuerdo de Himmel con sus palabras. Y aunque parecía resignada a perder el anillo que Himmel le regaló, lo recupera y guarda con más cariño al recordar la forma en que el héroe lo puso en sus manos. De nuevo, no es que Frieren no sea empática, sino que el procesamiento de sus propias emociones es más lento en comparación con los humanos y otras razas. Quizás aquello que la impulsa a encontrar Aureole es expresar aquellos sentimientos que no supo reconocer durante tantas décadas.

Aquí es donde debo mencionar temas del hilo sobre los demonios, porque ellos ofrecen un importante contraste con Frieren. Mientras que la protagonista parece apática y fría, pero en realidad contiene muchas emociones y sentimientos, los demonios parecen más emocionales, pero sólo son capaces de imitar y replicar las emociones humanas, como vemos con los emisarios de Aura. Como depredadores, carecen por completo de empatía por sus presas, por lo que no forman lazos ni siquiera con sus propios congéneres. Aunque a algunos les desagrada la actitud general que tiene Frieren con los demonios, lo cierto es que son criaturas por naturaleza incapaces de preocuparse por los sentimientos de sus víctimas, tal como una mantis o un león no se molestan en pensar en lo que sienten un grillo o una gacela. No hay contradicción en la conducta antidemonios de Frieren y su capacidad emocional: es un simple razonamiento lógico y fruto de la experiencia.

Y por supuesto, vale la pena plantear la gran pregunta. Ignorando las intenciones de Yamada con la serie y su canon, ¿es Frieren autista? Eso parece incluso más difícil de determinar, pues contamos con escasísimos ejemplos de otros elfos en la serie para comparar con la protagonista: de momento sólo está Kraft, el monje guerrero quien resulta ser incluso más anciano que Frieren. Además, no podemos olvidar que tras la muerte de su maestra, Frieren vivió sola durante cientos de años, aislada en un denso bosque, lo que sin duda no debió hacer maravillas con su madurez y capacidades de socialización. Por ello, resulta complicado separar los rasgos naturales de su personalidad, los posibles rasgos innatos en la raza de los elfos y los efectos de su pasado ermitaño. Y hay que ser justos con algo: Frieren no tiene necesariamente que ser autista para presentar alexitimia.

Es muy posible, como comentaba, que su percepción distinta del tiempo y su prolongado aislamiento sea responsable de su procesamiento atenuado de emociones y sentimientos. Lo que sí podemos decir, no obstante, es que la hiperfijación de Frieren con grimorios y hechizos y su emoción con la exploración es un rasgo muy suyo, y que se nota de inmediato el contraste entre su carácter y el de Kraft, por lo que no puede tratarse solamente de rasgos élficos. Lo más probable es que su caracterización se trate de otra de tantas representaciones accidentales de rasgos autistas en un personaje de ficción, pero esto lejos de ser un problema es una forma positiva de explicar y presentar a las personas autistas, más allá de estereotipos oxidados.

¿Es posible sobrellevar la alexitimia? No es sencillo, pero sí que se puede. En primer lugar, puesto que a menudo es coocurrente con otras condiciones neurológicas, el apoyo terapéutico con estas ayuda también a reducir algunos rasgos de la alexitimia. Algunas terapias específicas, como la dialéctica conductual o el tratamiento basado en mentalización, permiten construir una mayor autoconsciencia y conexión entre los estados emocionales y los pensamientos, de modo que puedan identificarse mejor. También es importante contar con un espacio seguro donde puedas sacar a flote, de forma gradual, las emociones y sentimientos que se mantienen en tu interior.

Reitero, como conclusión, que incluso de forma accidental, muchas obras de ficción nos permiten explorar aspectos inesperados de la naturaleza humana. En ese sentido, encuentro que Sōsō no Frieren es una recomendación ineludible a la hora de hablar sobre la muerte, el concepto de eternidad, lo que significa el tiempo con los seres amados, y la importancia de reconocer y expresar los sentimientos. Es, además, una obra de fantasía bien construida de momento, con muchos personajes entrañables. Y por supuesto, para muchos autistas puede ser una experiencia provechosa al poder reconocerse con su protagonista, y entender que todos tenemos y necesitamos nuestro tiempo para avanzar, para expresarnos y seguir adelante, más allá del final del camino.

*Sōsō no Frieren” tiene múltiples significados relacionados con la serie, ya que ‘sōsō’ puede traducirse como “funeral”, por lo que un significado más literal del título sería “Frieren en el funeral” -muy apto para el momento que impulsa su arco de personaje-, o “Frieren la sepulturera”, que contextualmente sería también “Frieren la Asesina”, y alude a su apodo entre los demonios por su poder y batallas contra ellos a lo largo de su vida.                                                                         

Fuentes para consultar

Alonso-Fernández, F. 2011. La alexitimia y su trascendencia clínica y social. Salud Mental, 34(6): 481-490. Disponible en: https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-33252011000600002

Cherney, K. 2021. Alexitimia: Causas, síntomas y tratamientos. Healthline.  https://www.healthline.com/health/es/alexitimia

Daniel Kaze. ¿Frieren es autista? YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=vO-5WkWjUN4

Hogeveen, J. & Grafman, J. 2021. Alexithymia. En: Handbook of Clinical Neurology, Vol. 183. Elsevier. pp. 47-62. doi: https://doi.org/10.1016%2FB978-0-12-822290-4.00004-9

Kinnaird, E., Stewart, C. & Tchanturia, K. 2019. Investigating alexithymia in autism: A systematic review and meta-analysis. European Psychiatry, 55: 80-89. doi: https://doi.org/10.1016%2Fj.eurpsy.2018.09.004

NeurosCenter. 2023. Alexitimia. https://neuroscenter.com/blog/alexitimia/

Wilkinson, L.A. 2017. Alexithymia, Empathy and Autism. Living Authism. https://livingautism.com/alexithymia-empathy-autism/

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