De Gon Freecss a los petristas: el problema del reduccionismo racional


Advertencia: esta entrada contiene spoilers de la trama de Hunter x Hunter.

Introducción

Sé que el título puede desconcertar a muchos y hacer reír a otros, pero no es una comparación tan forzada como parece. En las últimas semanas he visto actitudes sumamente debatibles a partir de algunos grupos ideológicos, actitudes que van de desorientadas a mezquinas, pero en general enmarcadas dentro de un mismo problema: la división del mundo en una visión de “ellos” vs. “nosotros”, de buenos contra malos, de blanco y negro, por una incapacidad o falta de voluntad de comprender los complejos matices de la psique, la personalidad y las ideas del ser humano. Y la verdad este tema me sirve como pretexto para explorarlo a través de la comparación con uno de los protagonistas de manga y anime más interesantes de la historia: Gon Freecss, del aclamado manga Hunter x Hunter.

No se dejen engañar por la rana gigante y el niño sonriente: el manga cuenta con escenas violentas bastante gráficas.
No descubro América si digo que HxH (Cazador X en Latinoamérica o, como es conocido en los grupos de Reddit, Hiatus x Hiatus) es uno de los mangas shōnen más completos que existen. Yoshihiro Togashi, su autor, es uno de los mangakas más talentosos de la industria, y fue capaz de superar con esta obra su anterior éxito, Yu Yu Hakusho, a pesar de sus constantes problemas de salud. Aunque al igual que Berserk, HxH es un manga con pausas prolongadas (de hecho lleva más de un año sin publicar un nuevo capítulo), Togashi ha construido un mundo detallado, con una variedad de personajes complejos más allá de los protagonistas, y con un sistema de poder y energía (conceptos muy ligados al shōnen) que es considerado por muchos como el mejor estructurado de la demografía. No es un manga perfecto, ninguno lo es, y de hecho sufre de algunos errores narrativos que se hacen más evidentes a medida que se avanza (cof, infodump, cof, cof, arcos gráficamente pobres), pero sí que tiene una de las premisas más llamativas y un desarrollo de personajes aplicado de forma magistral: el Arco de las Hormigas Quimera es una de las historias cumbre del manga shōnen, debido a su exploración detallada de la condición humana a través de personajes como Meruem, Isaac Netero y el mismo Gon, que es quien me importa para este análisis. Antes que nada, debo admitir que lo mío será más bien una exploración somera pero fundamental del joven Freecss, cuya personalidad y moralidad ha sido detallada por otros autores. Yo les recomiendo en particular el video en YouTube del usuario Icefoxx -de los mejores narradores en la comunidad-, La caída del héroe, y quien también me inspiró para hacer el análisis, donde se describe la evolución del personaje.


Primero es “Piedra”

Al principio no notamos nada malo con Gon: nos parece una persona más bien inocente, amable y enérgica, con una inmensa curiosidad y fuerza de voluntad, dispuesto a cumplir sus objetivos; en apariencia es el clásico protagonista shōnen. Sin embargo, a medida que vamos avanzando a través de los arcos, se hace claro que la moralidad de Gon no está alineada con el sistema moral de la sociedad común: en palabras de Zepile, no se preocupa por el bien y el mal. Esto es porque Gon es un niño, y su moralidad y acciones son puras, como las de un niño. Su juicio no está templado por las complejidades sociales del mundo exterior, sino por sus objetivos y ambiciones, tal como un niño piensa en objetivos simples y concretos, sin abstractos: para él es fácil darle las gracias a un asesino en serie tan sólo porque lo ayudó en un entrenamiento, así como admirar la fuerza de un sociópata desequilibrado como Hisoka, pues aspira a alcanzar su nivel. A Gon no le cuesta separar las acciones y personalidad de estos sujetos para evaluar la forma en que ayudan y satisfacen su curiosidad y metas, mientras que aquel que se interponga en su camino es un enemigo, es el malo. Es una visión contradictoria, sí, porque es consecuencia de una moralidad utilitaria y egoísta, tal como es la moralidad de un niño: simple y sin ambages.



El problema de llevar una perspectiva tan pura y maniquea es que no considera ninguna clase de matices, y la realidad suele tener formas brutales de “hacerte” confrontar tus propias falencias. Ya en el Arco de Yorkshin se empezaban a ver aristas del rumbo que tomaría Gon a través de la serie cuando, tras ser capturado junto a Killua por el Gene’i Ryodan, explota de ira contra Nobunaga al verlo llorar por la muerte de su compañero Uvogin, puesto que ellos son todos asesinos que matan sin piedad, y a su juicio no deberían ser capaces de mostrar compasión, dolor ni lealtad por sus compañeros, aun cuando una historia después lo vemos siendo de lo más amable con el criminal que lo ayudó con su entrenamiento. Kite, un cazador experimentado y el personaje más cercano a ser la figura paterna que Gon jamás tuvo, al escucharlo decir tras luchar contra unas hormigas quimera que no podía perdonar a seres que menospreciaban a sus compañeros, piensa para sus adentros: “Pero eso es justo lo que me preocupa. ¿Qué pasará si encontramos a algunos que se preocupen por sus camaradas? ¿Qué harás entonces?”.

Sus temores son pronto respondidos. Uno de los Guardias Reales de las hormigas, Neferpitou, destroza por completo a Kite, y Gon termina preso de la ira al ver a su figura paterna primero mutilada y luego convertida en una marioneta de entrenamiento. El niño talentoso que era visto por Killua como “un ser de luz” empieza poco a poco a adentrarse en las sombras, consumido por la frustración y la ira ante su propia debilidad y su incapacidad de proteger a Kite. Cuando vuelve a encontrarse con Pitou durante la invasión al palacio real, descubre que la hormiga está sanando a una pequeña niña, Komugi; peor aún, cuando le exige que restaure a Kite, Pitou le suplica que le permita seguir curando a Komugi, e incluso se fractura el brazo como ofrenda, con toda la disposición de dejarse lastimar por Gon, pero todo a cambio de sanar a una persona importante para el Rey. Gon no puede contenerse en medio del llanto y la rabia: tal como le ocurrió con el Ryodan, no puede concebir cómo una criatura capaz de mutilar y torturar a Kite puede ahora estar dispuesta a sacrificarse por el bien de otra persona: va en contra de todos sus principios morales personales. Podría hablar de las escenas posteriores, de cómo culmina su degradación, pero en serio vean el video de Icefoxx y entren a su canal: no tiene pierde.


Para resumir bien lo que trato de explicar, el código de Gon es simple y determinado en cumplir sus objetivos y ayudar a cumplir los de sus amigos, así como satisfacer su curiosidad. Su visión del mundo no contempla juicios éticos complejos porque está enfocada en sus inquietudes y deseos, y las personas en relación a ellas son vías o muros para alcanzarlos: eso es todo. La evolución del personaje en HxH lo lleva a darse cuenta de los errores que cometió en el camino por causa de su egoísmo e impulsividad, y las experiencias en sus últimos arcos lo dejan quebrado físicamente, pero con una perspectiva más amplia y realista del mundo que lo rodea, y más determinado que nunca a conocer su vastedad y riqueza.


Sea por su edad o el mundo en que creció, Gon Freecss nos presenta los problemas de llevar una mente estrecha e idealista a un mundo que es por mucho más problemático y complejo. Y más allá de la ficción no es inusual encontrarnos con ideologías o sistemas políticos que, pecando de idealismo o autopercibida pureza, no saben generar los cambios que buscan porque tratan de encaminar los justos debates que crean a una reducción racional que les impide poner en consideración diferentes matices y realidades que requieren de acciones más detalladas para evolucionar. Y esos son escenarios difíciles de encajar y confrontar para una moralidad inflexible y monocromática.


¡Por unas arepas de queso!

Aquí va un ejemplo más personal. Quienes son lectores de hace tiempo saben bien mis consideraciones sobre el veganismo: es una opción respetable, y coincidimos en que hay que cambiar el sistema actual de explotación animal y del ambiente. Discrepo en que la mesa deba patearse de golpe sin considerar diferentes problemáticas de desigualdad social, rechazo los argumentos pseudocientíficos a favor del veganismo, y a menudo me parece que muchos miembros de esta comunidad actúan más por enfermiza misantropía que por filiación con la vida animal. Pero no es de mí de quien quiero hablar, sino de una amiga vegana que, como ella misma me ha descrito, se ha tenido que enfrentar al extremismo moral de otros veganos. Como dice ella, nadie es más prejuicioso y acusador con un vegano que otro vegano.

Resulta que ella hace como un mes publicó en su Facebook una foto de un señor que en su tierra vende arepas de queso mozzarella para vivir, y se le ha hecho difícil mantener esa fuente de ingresos con la pandemia, así que la cadena de la foto era para que la gente interesada se contactara con él, consumiera sus productos y así lo apoyara económicamente. Si notaron cuál es el problema con la publicación, entenderán por qué tras un par de reacciones furiosas y comentarios de sus contactos veganos, tuviera que eliminarla y luego hacer un post aclarando que la compartió por solidaridad con la situación económica de ese señor, pero que no tuvo en cuenta que usaba productos lácteos, y reiteró su compromiso en la lucha contra el especismo. Algunos conocidos que no son “veg” le manifestaron su comprensión, entendiendo lo que se trata de una persona con una difícil situación económica, y así ocurre por ejemplo con familias campesinas que dependen de agricultura y ganadería para mantenerse. Yo sólo comenté lo interesante que era ver las diferentes perspectivas veganas, aproveché para hacer un post sobre los peligros del absolutismo moral, del cual nació la idea para esta entrada, y de paso intercambié ahí ideas con ella.


¡La que se armó! Una vegana bastante altanera respondió a algunos de los que hablaron de la situación económica y la ganadería que bien podrían estar defendiendo la violación y la pedofilia (¿qué?), y otros manifestaron que no tenía por qué estar apoyando a gente que perpetúa el sufrimiento animal. Mi amiga comentó que el problema principal de muchos veganos, en sus palabras, es que “creen que Bogotá es Colombia”, y en otros posts relacionados manifestó su incomodidad por la falta de matices de sus allegados para comprender las problemáticas de desigualdad social en el país y cómo los problemas no se acaban simplemente llamando explotadores a todos; no es que eso detuviera a algunos de seguir escupiendo virulencia. Por lo demás, aunque ella misma ha comentado cosas que a mí me inquietan bastante en cuando a empatía humana, sí que está lejos de las sentencias extremistas de algunos de sus contactos.

Sé que esas personas no tienen por qué ser un ejemplo del vegano promedio, como tampoco creo que ella represente bien una flexibilidad contextual en el veganismo, pero su situación me ayuda mucho a ampliar sobre uno de los principales problemas que tengo con buena parte del movimiento, y es su incapacidad de matizar. Que millones de personas no encuentren otra fuente de ingresos que la ganadería y la generación de alimentos de origen animal no les importa; que literalmente haya naciones donde la falta de proteína animal es una de las mayores causas de desnutrición en un ciclo que perpetúa la pobreza no les duele; que zoológicos y acuarios hayan servido en ocasiones (y aún sirvan) para proyectos de conservación con el fin de salvar especies en peligro de extinción les tiene sin cuidado. Los humanos o sus esfuerzos no les importan, como tampoco su sufrimiento; los animales van primero.

Hay un problema que muchas personas en general no comprenden, y es que los cambios requieren de transiciones, las cuales no sólo suelen requerir ser graduales, sino que además implican claudicaciones incómodas. Por ejemplo, la transición a energías limpias requiere, sí o sí, que la explotación de combustibles fósiles se vaya reduciendo poco a poco, pero no terminarse de golpe mientras las condiciones para obtener otras fuentes de energía sean inaccesibles para el grueso de la población. Por ello, una reducción o desaparición total de la industria animal no puede lograrse a través de una demolición total de ese sistema, sino de cambios progresivos, como ofertas de agricultura sostenible, con enfoque en fuentes de proteína vegetal como granos y legumbres, y también se debe aceptar que solucionar la disparidad en acceso a recursos, una de las mayores fuentes de desigualdad, tendrá que conceder un acceso de alimentos de origen animal a aquellos países que no están en condiciones económicas ni nutricionales de sostener una gastronomía vegana.

Porque la verdad sea dicha, a muchos veganos se les olvida que si bien las carnes y otros productos de origen animal no suelen ser baratas, una dieta estricta de materia vegetal que cubra todos los nutrientes requeridos tampoco lo es, sin olvidar el uso obligado y permanente de suplementos de vitamina B12, que también son un costo extra. Esto es algo a lo que la mayor parte de la población atrapada entre la pobreza y la miseria no puede darse el lujo. Un cambio tan drástico a nivel cultural y económico necesitará de concesiones que permitan que aquellas personas desamparadas puedan acceder a un nivel socioeconómico más aceptable como para apostar por un veganismo, pero comprendiendo que en ese paso no pueden dejar de lado la omnivoría por razones de costo y beneficio. No es comprometer los principios morales de quienes defienden los derechos de los animales: es comprender que, como una especie animal en sí misma, estamos sometidos a complejidades sociales y materiales que requieren de un enfoque más matizado si se ambiciona que el fin de la explotación animal sea algo contundente y que sobreviva a través del tiempo.

El “hijo del pueblo”

Y aquí vamos de nuevo. Otra vez pinchando a Petro. Sí, sé que técnicamente estoy más cerca de la socialdemocracia, tanto a nivel personal como por lo que arrojan esas encuestas políticas que abundan en Internet. Por lo mismo debo ser especialmente riguroso con los candidatos que representan un cambio para millones de personas, una salida del asqueroso sistema corrupto estructurado en Colombia por décadas, y aunque yo discrepo muchísimo con Gustavo Petro, cosa que no es un secreto para quien lee mi blog, hay que reconocer el apoyo popular que ha ganado. Por ello, si de verdad pretende ser un cambio necesita ir purgando esas manías de lobo solitario, su inflexible pero frágil ego y en especial –y la razón que lo trajo a esta entrada- su tendencia mezquina y la de muchos de sus seguidores en línea a atacar y descalificar a quienes lo cuestionan desde su orilla ideológica.

Desde que Claudia López ganó las elecciones a la Alcaldía Mayor de Bogotá, Petro se ha dedicado a mostrar su gestión como un fracaso (no llega a serlo, pero sí es verdad que Claudia ha cometido errores notables) y a pintarla como una servidora de las mafias al poder, en un esfuerzo por deslegitimar el centro político y capitalizar el voto de los electores independientes para 2022 luego de su fracaso el año pasado. El problema no es que disienta con ella, sino que lo haga recurriendo a asociaciones falsas y cometiendo imprecisiones en el camino, como demostró La Silla Vacía al analizar su postura sobre el Hospital San Juan de Dios.


Pero como siempre, Petro se salió por la tangente con más imprecisiones, y encima acusó al medio digital de tener algún contrato con la Alcaldía Mayor de Bogotá (¡cof! ¿Recuerdan que hacía Hollman Morris antes de ser su candidato?), una afirmación no muy diferente a las que suelen recurrir Uribe y sus seguidores cuando llaman a sus contradictores “financiados por la guerrilla” o “apologistas de ‘Lafar’”, y además igual de vacua y sin evidencias. Y como suele pasar, gran parte de sus seguidores en Twitter replicaron la misma gracia, como han hecho desde las elecciones de 2018 cuando llaman “tibio hijueputa” o “uribista enclosetado” a quienes no consideran que Petro sea una opción equilibrada para un cambio. Al igual que Gon Freecss, son tan infantiles que todo el que cuestione aunque sea un poco a su Mesías pasa a ser un comprado por el uribismo o ya de plano un uribista, acusándolos de “no tomar partido”, como si oponerse al conservadurismo narcocriminal de Uribe y su partido de chupamedias significara aceptar sin chistar cada afirmación que se hace desde nuestro lado. Sigue siendo un reduccionismo racional, aun cuando es menos ambiguo que las decisiones del protagonista de HxH.

El talante impreciso, ególatra y poco abierto al diálogo de Lord Petrosky y su séquito volvió a brillar este fin de semana. En otra de sus “valientes” declaraciones en Twitter, Petro responsabilizó a las EPS y la educación de las facultades de medicina por restringir las decisiones de atención del cuerpo de salud en Colombia y recomendar nada más acetaminofén a muchos de los que presentan síntomas del COVID-19. Y eso pudo sonar un poco estereotipado, y de hecho algunas asociaciones médicas y sus propios seguidores le pidieron que tuviera más cuidado en estigmatizar a un sector que ya es blanco de amenazas por la actual crisis, aunque por supuesto eso no quita que la Ley 100 sí ha deteriorado la atención en salud en muchos aspectos, cosa con la que la mayoría estamos de acuerdo.

El problema es que en su tuit no sólo llamó a que el sector salud desoyera los protocolos de las EPS, sino que además les pidió exigir los “muchos” tratamientos avalados por la OMS para el tratamiento del coronavirus, siendo que 1): en la actualidad no existe ningún tratamiento o medicina aprobados por la OMS para la enfermedad (ni siquiera el remdesivir, que de momento es como el medicamento más prometedor); 2): debido a ello, tampoco hay un protocolo uniforme de tratamiento entre países; 3): la mayor parte de los infectados presentan síntomas leves o son de plano asintomáticos, por lo cual medicación simple para tales síntomas y aislamiento en casa es un procedimiento al menos comprensible; 4) cuando le reprocharon sobre los inexistentes tratamientos, Petro citó el discurso del doctor Raúl Salazar, un sujeto que ya ha sido cuestionado por el gremio médico del país, e incluso desmentido por proponer un tratamiento que no sólo carecía de ensayos previos, sino que además implica el uso de medicamentos que poco efecto tendrían sobre un virus. Todos estos problemas hacen que esa parte de la sugerencia de Petro sea irresponsable y además, peligrosa: ya hemos visto los efectos de declaraciones semejantes como para que ahora el líder más prometedor en la oposición se haga el tonto con ello.


Porque sí: lejos de reconocer su error, como buen político Lord Petrosky y sus seguidores prefirieron salirse por la tangente y desviar las críticas que recibieron desde todos los frentes hacia la Ley 100, argumentando que se le estaba atacando por atreverse a cuestionar la Ley 100, cosa que de nuevo no fue el enfoque real de la mayoría de las críticas. Y no es sorprendente, porque hasta actores como Julián Román y chupamedias en redes como Celso Tete salieron con el clásico argumento de “es que no lo interpretan bien”, “les falta comprensión lectora”, “brincaron los tibios” y toda esa sarta de estúpidos calificativos cliché, como si la mente de Petro fuera demasiado compleja para que un parroquiano cualquiera la pueda entender, y no se pudiera uno dar cuenta que la razón más probable de su error es que no cuenta con asesoría científica profesional en su grupo, y no está rectificando porque no gusta de recular y reconocer sus errores. Tete es de lo más gracioso, porque de plano dijo que no hablaría de los tratamientos para la pandemia por no ser médico. ¡No me digas! Obvio que te ibas a quedar con la parte del tuit de Petro que más te convenía (Ley 100), no con la más incómoda (citar a un charlatán y hablar de tratamientos inexistentes), porque no te gusta poner en tela de juicio a tu ídolo.

No se hagan los sensibles, que así han estado muchos en redes. Como comentó alguien más, Petro pasó todo el fin de semana escudando tanto sus falacias que ni se refirió al actual debate sobre la Presidencia del Congreso.

Ahí está el eterno gran problema que sufrimos en la izquierda. Al enfrascarse en una narrativa simplista del “ellos contra nosotros” se pone una capa de impermeabilidad sobre las ideas o acciones de sus principales líderes, a un grado tan enfermizo que cualquier crítica o siquiera un llamado de atención sobre una postura cuestionable es catalogada como proveniente de un opositor, de un entibiado o incluso de un aliado de las mafias tras el poder. Y eso no puede seguir así: la izquierda o mejor dicho, el progresismo, debe tener como eje el pensamiento crítico, la apertura a la discusión y el debate de toda idea, tanto las contrarias como en especial las propias, porque sólo así se pueden fortalecer mejor sus metas. Cuando se deja de contemplar los diferentes matices del pensamiento y se reduce todo a una visión maniquea de blanco y negro, donde todo el que levante una opinión que no te gusta es tu enemigo, entonces no sólo la autocrítica sino que el pensamiento crítico en sí están fracasando.

Si conocen bien a Julián Martínez, sabrán que de hecho es bastante crítico con la derecha y muy alejado de lo que uno llamaría centro. Pero basta con que reproche a Petro por sus tuits sobre las EPS y los tratamientos para que muchos poco seso lo tilden de “tibio”.

Y ojalá sólo fueran parecidos a la visión estrecha de Gon en las críticas, al punto de que no han faltado los que llaman uribistas a Claudia López, Angélica Lozano e incluso a Jorge Enrique Robledo (y con información editada, además), pero la parte irónica es que el mismo discurso de Petro parece haber que no pocos concluyan que no importa las ideas y valores que manifiesten diferentes líderes políticos, sino su postura con respecto a la esfera social de lo público y lo privado. No, no es mentira: miren lo que afirma este usuario.


Y sí, es cierto que los términos de derecha e izquierda vienen de los lugares donde se sentaban conservadores y liberales en la Asamblea Nacional durante los años de la Revolución Francesa. Pero si comprendemos bien lo que significa ser conservador o liberal, y aún a pesar de que algunos puedan compartir las ideas del otro lado del espectro político (es irónico que muchos acusen al centro de inexistente, siendo que en ambos lados hay pragmáticos y eclécticos), identificaremos que sí hay valores y posturas ideológicas más afines a cada uno, y que van más allá de lo público y lo privado. Quien diga que de su lado no tienen un cuerpo de valores o ideas asociados es que no está votando ni apoyando una causa política por su construcción, sino sólo siguiendo a un caudillo particular, y esa es una de las tendencias políticas más infantiles, ingenuas y peligrosas que pueden existir, pues no es esquiva a aceptar el respaldo de figuras con ideas cuestionables, ambiguas o ya de plano inmorales, así como Gon no veía problemas en admirar la fuerza de un criminal como Hisoka, tan sólo por ajustarse a su simplista criterio de apoyar un partido o un líder.

Conclusiones

De un momento a otro, la entrada se tornó bastante grande, en especial por las críticas ideológicas y políticas. Sé que a más de uno le molestará que uno lo haga, y casi nunca ha faltado el que me diga que estoy siendo duro con los sectores que critico, lo cual me parece un poco curioso. Por lo mismo estoy tratando de ser balanceado, enfocándome en los problemas que presentan los tonos extremistas que estos sectores presentan, pero no a que todos puedan ser catalogados de esa forma, sino a los problemas que sus ambigüedades y simplicidades pueden ocasionar a largo plazo para su causa.

Es por eso que tampoco creo mucho en el purismo de las causas. Siempre habrá objetivos que requieren de un enfoque más contextualizado, y que por lo mismo requerirán de soluciones más complejas que a menudo implican concesiones. Una apuesta radical de todo o nada, inflexible e intransigente, del “tómalo o déjalo”, de “a mi manera o a la calle”, casi nunca será una apuesta exitosa, no sólo por carecer de contexto sino además de perspectivas a mañana. Es una apuesta primitiva, simplona y sobre todo reduccionista, que ignora toda la gama de pensamientos, ideas, situaciones y e interacciones de todos esos factores en la vasta red social de nuestra especie.

Si hay algo que podemos aprender de Gon Freecss, de su ascenso y caída, de los pasos que recorrió y los oscuros abismos que cruzó a lo largo de su travesía, es que debe haber un balance entre idealismo y realismo, y que es valioso poder reconocer lo que existe más allá de concepciones simples sobre el mundo y la forma en que funciona. Sólo así podemos identificar no sólo lo que de verdad debemos cambiar, sino también las formas en que lograremos hacer que cambie de forma sostenida a través del tiempo. Así que los invito a ser más flexibles en sus ideas, en su pensamiento crítico y su razón.

Y por supuesto, a darle un vistazo a Hunter x Hunter; es una de las mejores obras en todo el manga y anime, y su versión audiovisual del 2011 (hay un primer anime de 1999 que fue doblado por un estudio colombiano) mejora muchísimo las deficiencias visuales que sufre el manga en momentos cruciales, en especial en su arco cumbre. Saludos.

Comentarios

  1. Ya que hablas del petrismo, me acordé de cuando los petristas se la montaron a los que criticaron que Petro le diera el aval a Hollman Morris con todos sus cuestionamientos.
    Por eso y por lo que mencionas aquí, varios que nos identificamos con la izquierda nos hemos estado distanciando de Gustavo Petro. Yo no sé por qué Petro tuvo que ser el líder de la oposición, flaco favor le hace https://www.eltiempo.com/politica/partidos-politicos/leon-valencia-habla-de-su-libro-el-regreso-del-uribismo-359330

    Yo personalmente, de los posibles candidatos para 2022 iría en primer lugar por Robledo o Camilo Romero, o, de ser el caso, Fajardo o incluso Rodolfo Hernández.

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    1. Ya he visto que en estos momentos Petro está distanciando a muchos de sus mismos seguidores. En cuanto al líder de la oposición, pues es obvio que encarna mejor la inconformidad y el deseo de cambio de la gente, y a diferencia de otros como Fajardo o De la Calle es mucho más vocal y fuerte al expresarlo. La gente se embelesa por ese tipo de carácter; por eso es que empobrecedores del debate como Levy Rincón son tan populares en estos días.

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    2. Si bien yo creo que Sergio es inteligente y no es mala persona, si debería, y e disculparás la expresión, cojer un poco de peso en las güevas para que la gente del común se lo tome más en serio. Ojalá que entre Fajardo, Romero, Hernández, etc. se pongan las pilas y saquen candidato para la coalición alternativa que planteó Humberto de la Calle

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    3. Pues habrá que ver si los demás se lo toman en serio, pero el tono que están tomando algunos en redes me dice que en principio ya hay petristas creyendo que esa coalición va a perjudicar a su Mesías. Ya eso es un mal precedente.

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    4. Por otro lado, Fajardo dice que no se uniría con Petro, aunque eso sí, si Petro quiere hacer parte de una coalición amplia, tanto él como sus seguidores deberían bajarse los humos y ceder, darse cuenta que no siempre va a ser el centro de atención y que podría no ser el candidato. Si bien las encuestas lo favorecen de cierta forma, la mayoría de los votantes están más ubicados en el centro.

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    5. Lo vi, al igual que lo que dijo Iván Marulanda. A estas alturas cada uno quiere ir por su cuenta, y así no van a lograr derrotar al uribismo. Los políticos de centro se sienten ya moralmente ganadores, y Petro prefiere estereotipar el centro como una especie de "agnosticismo" político, creyendo que con que Uribe sea lo peor eso ya lo hace el mejor candidato.

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  2. Y otra cosa que decir. Si bien tanto uribistas (y ultraderechistas en general, lo cual incluye a varios libertarianos, por más que les pese a estos) y petristas tienen comportamientos sectarios, por lo menos no he visto a petristas pedir muerte o "limpieza" para uribistas y similares. En cambio si he visto varios uribistas llamar a "limpiar" o "armarse" contra lo que ellos consideran "izquierda" o "comunismo"

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    1. Con todo respeto, ya es fastidioso que repitas la misma cosa cada vez que comento algo sobre Petro o sus seguidores; se está pareciendo al sonsonete de "no soy racista, pero...". Estoy plenamente consciente de las diferencias morales entre uno y otro, como para que te angusties cada vez que los critico por su sectarismo.

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