Sobre la defensa personal femenina
Actualmente,
la enseñanza de defensa personal ha tomado auge. Ante la percepción
generalizada de inseguridad en muchos países, las personas no pueden esperar a
una reacción tardía o inexistente de las fuerzas del orden público, y recurren
a utilizar sus propios medios para repeler un asalto o una agresión de mayor
nivel. Por supuesto, esto puede tener diferentes grados de éxito, dependiendo
de varios factores, pero convengamos en que es una forma práctica de protegerse
uno mismo.
Las
mujeres son un grupo especialmente vulnerable a ciertos delitos y peligros,
como son los crímenes sexuales. Por ello, hay escuelas que presentan técnicas de defensa personal femenina dado el caso de una agresión sexual, haciendo
énfasis, no obstante, en que el uso de tales técnicas depende de las circunstancias (por ejemplo, ante un arma de fuego es algo muy
arriesgado), y que nunca está de más un artículo como gas pimienta o algo
similar, que permita poner una distancia entre el agresor y la mujer.
Muchos
aplauden la enseñanza de la defensa personal en contra de una violación, pues
le da una mayor sensación de seguridad a la mujer. No obstante, si bien no me
he topado con esto, estoy consciente que dentro del feminismo radical hay voces
en contra de este tipo de medidas, ya que para ellas -y esto es bien sabido-,
cualquier enseñanza en torno a que las mujeres prevengan o eviten una potencial
violación es equivalente a culparlas por el crimen, y que bien harían en
enseñarle a los hombres a no abusar sexualmente de la mujer.
Sabiendo
lo incómodo que es un tema como este, me aventuro a señalar que tal postura del
feminismo radical es un despropósito completo, y una grave falta de comprensión
de la situación real en el mundo. Ignorando de momento los países donde forzar
sexualmente a una mujer prácticamente no es mal visto, o al menos sí se le
responsabiliza directamente a una mujer -es decir, gran parte del mundo
musulmán-, expondré al menos tres razones por las que yo considero que rechazar
la enseñanza de defensa personal a la mujer es absurdo e incluso sexista en sí
mismo.
1. No vivimos en una utopía. Crudo, pero simple. Las personas que piden caminar
por una calle oscura sin temor a ser robadas, abusadas o asesinadas tienen toda
la razón al pedir un mundo en el que no haya violencia y crimen. Sin embargo,
la realidad es que no vivimos en ese
mundo. Aún en los países más desarrollados existe ese tipo de riesgo ante
ciertas situaciones cotidianas; un riesgo menor en muchos casos que, por
ejemplo, lo que ocurre en Colombia, pero existente al fin y al cabo. Y
desafortunadamente, en muchos casos la policía no tiene un tiempo de respuesta
apropiado para ayudar a las personas.
Por
supuesto, lo menos que podemos pedir es una mejora sustancial no sólo de las
fuerzas del orden público, sino también del sistema de justicia, que a menudo
permite que ladrones y acosadores salgan al poco tiempo. Pero, mientras tanto
ocurre, no es una mala idea buscar formas de defendernos y protegernos a
nosotros mismos. No parece justo, aunque sí es una opción pragmática ante la
realidad. Y dado que, como lo mencioné al principio, las mujeres son un grupo
vulnerable especialmente a delitos sexuales, la defensa personal o el uso de
artículos de defensa son una opción accesible y sensata. En todo caso, no es
obligatorio aprender algo así, y por supuesto no se puede dejar de pedir que la
policía cumpla con su cometido de proteger al ciudadano.
2. Los violadores no cambian con
enseñanza. Esto fue señalado en una entrada anterior:
la mayoría de los hombres, y una gran mayoría, están en contra de la violación,
y comprenden lo que significa un “No”. El reducido porcentaje de abusadores
sexuales -hombres y mujeres, que al cabo hay de ambos sexos-
son, en muchos casos, personas con una psique compleja, y no van a cambiar su
camino por ninguna enseñanza.
Esto
no significa que no se deba educar a las personas sobre cómo comportarse con el
sexo opuesto. Recordemos que el machismo es aún imperante en muchas sociedades,
y eso puede minimizar el problema de la violencia contra la mujer al no dimensionarlo correctamente, o achacándole la culpa a la víctima sobre sus desgracias; por ende, luchar contra esos
pobres aspectos culturales puede ayudar a combatir percepciones arcaicas como
la violencia intrafamiliar, tan aceptada para muchas personas incluso en
nuestro país. Desafortunadamente, esto de poco sirve cuando el violador es una
persona trastornada a la que no le importan las reglas sociales. Ante eso,
nuevamente, hay una ventaja objetiva en aprender técnicas de defensa personal
contra este tipo de criminales.
3. Degrada a las mujeres como débiles
e indefensas. En un todo, pretender
que no es necesario o sensato que las mujeres aprendan precauciones como la defensa
personal es machista en sí mismo. Reduce su género, precisamente, a seres que
no pueden defenderse ni lograr nada por sí mismas, dependiendo entonces de los
hombres para su protección. Dejar la integridad de la mujer a merced de la
educación de una persona ineducable como es un violador es decirle que ella no tiene
ningún poder para cambiar su situación si llega a verse una oportunidad
favorable (digamos, por ejemplo, que el agresor no lleve un arma).
Nuevamente,
esto no quita responsabilidad al deber cívico de la policía de garantizar la
seguridad de los ciudadanos, ni a las campañas de educación de plantear
estrategias que eliminen los prejuicios e ideas machistas dentro de la
sociedad. Lo que trato de plantear es que, si hay ventajas en el aprendizaje de
técnicas de defensa en caso de una agresión, decirle a una mujer que no tiene
por qué saber de ello es meterla dentro de un frasco de cristal, esperando que
no le pase nada y que todo se resuelva solo. Y esa es una perspectiva sumamente
sexista y degradante.
-O-
En síntesis, es un tema complicado. Como siempre, invito a las personas
en desacuerdo a reflexionar un poco. Ciertamente, sería ideal que pudiéramos
caminar por una calle sola sin que nos pase nada. Sin embargo, también a
nosotros nos cabe tener cierto sentido común, y si tenemos a nuestra
disposición herramientas que puedan garantizar o al menos mejorar nuestra
protección, lo ideal es aprender a usarlas.
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